El aire frío de la noche envolvía el grupo mientras avanzaban cuidadosamente por las afueras de Tolbana. La luz parpadeante de las antorchas en manos de Rosa, Serif y MILF proyectaba sombras danzantes sobre el terreno desigual y los árboles retorcidos que rodeaban el camino. Aunque la luna iluminaba parcialmente el cielo, la oscuridad era densa y traicionera, amplificada por la amenaza constante de monstruos más fuertes que deambulaban por la noche.
Yezzy lideraba al grupo, moviéndose con confianza en la vanguardia. Su armadura de cuero roja destacaba entre las sombras, y su lanza parecía más que una simple arma de inicio. Con cada paso, su sonrisa peculiar y su mirada afilada generaban una ligera incomodidad en algunos del grupo, pero nadie podía negar que su presencia añadía una capa de seguridad en aquella misión peligrosa.
Detrás de él, Rosa y Ene se mantenían alerta, pero algo era diferente en la heterocromía de Rosa, esta vez sus ojos eran del mismo color, mostraba unos verdes brillantes escaneando constantemente los alrededores gracias a la habilidad Búsqueda. Esta habilidad no solo les permitía ver con mayor claridad en la penumbra, sino también detectar posibles emboscadas o enemigos ocultos antes de que fuera demasiado tarde. Rosa, como líder, mantenía un ritmo firme, su espada lista para desenvainar en cualquier momento. Ene, aunque más relajada en apariencia, seguía cada paso con la precisión de una experta, su estoque listo para atacar con velocidad y precisión si era necesario.
Serif caminaba en el centro de la formación, su espada y escudo listos, actuando como una barrera protectora entre la segunda línea y los menos experimentados en la retaguardia. MILF, Thysu y Kirito cerraban la formación. MILF sostenía su cimitarra con determinación, aunque se notaba en su postura que aún estaba aprendiendo a moverse con ella. Thysu, con su daga, parecía inquieto pero decidido a demostrar su valía. Mientras tanto, Kirito, con la mirada fija en el horizonte, bebía una poción de salud cada treinta segundos para mantener a raya el daño constante de las toxinas en su cuerpo. Cada sorbo era un recordatorio de la urgencia de la misión: encontrar al alquimista antes de que sus recursos se agotaran.
El camino era más peligroso de lo que esperaban. Los ruidos de criaturas nocturnas resonaban a su alrededor: gruñidos bajos, hojas crujientes y el ocasional aullido de algún lobo en la distancia. Cada sonido obligaba al grupo a tensarse, y Rosa aprovechaba esos momentos para dar indicaciones claras.
—¡Atención! —ordenó Rosa, deteniéndose un instante y levantando la mano. Su voz era firme, sin lugar a duda—. Manténganse en formación. Si atacamos, lo haremos en conjunto, ¿entendido?
—Tienes talento como comandante, ¿eh? —comentó Yezzy con una sonrisa burlona, girando la cabeza ligeramente hacia ella—. Aunque esto de la formación me hace sentir como en una excursión escolar.
Rosa ignoró el comentario, pero Ene frunció el ceño.
—Menos bromas, más concentración —respondió Ene, sin apartar los ojos del camino.
Yezzy soltó una pequeña risa, pero mantuvo su posición. Sabía que Rosa no dudaba en usar su liderazgo para establecer control, algo que respetaba en silencio, aunque no lo demostrara.
Mientras avanzaban, la habilidad Búsqueda de Rosa y Kirito detectó un movimiento al frente, justo antes de que apareciera en su rango de visión. Una criatura emergió de entre los árboles: un lobo nocturno, más grande y amenazante que los que solían encontrarse durante el día. Su pelaje negro como la noche brillaba bajo la luz de las antorchas, y sus ojos rojos brillaban con ferocidad. Tras él, otro lobo emergió, seguido de un tercero.
—Tres lobos. Nivel ocho cada uno —informó Kirito con voz neutral, sus ojos brillando mientras analizaba la situación. Su estado debilitado no le permitía participar activamente, pero sus conocimientos como beta tester seguían siendo una ventaja invaluable.
—Yezzy, prepárate para atacar. Ene, apóyame desde la segunda línea. Serif, protege la retaguardia. MILF, Thysu, ¡manténganse atentos a cualquier flanco! —ordenó Rosa con rapidez.
Sin esperar más, Yezzy avanzó con un movimiento ágil, clavando su lanza en el suelo como punto de apoyo antes de impulsarse hacia adelante para atacar al primer lobo. La lanza atravesó el aire con un silbido antes de impactar contra el costado de la criatura, causando un daño significativo. Sin embargo, los lobos no se detuvieron, y los otros dos comenzaron a rodear al grupo, gruñendo con intensidad.
Ene y Rosa se movieron en sincronía, atacando al segundo lobo que intentaba flanquearlos. Ene utilizó su estoque para asestar golpes rápidos y precisos, mientras Rosa desenvainaba su espada y desató un corte lateral que obligó al lobo a retroceder.
—¡Serif, cuidado! —gritó MILF cuando el tercer lobo se lanzó hacia la retaguardia.
Serif levantó su escudo justo a tiempo, deteniendo el impacto con un golpe seco. Thysu aprovechó la oportunidad para saltar hacia un costado y apuñalar al lobo con su daga, aunque el ataque no fue lo suficientemente fuerte como para derribarlo.
Mientras tanto, Kirito permaneció al margen, observando y bebiendo otra poción mientras su barra de HP parpadeaba avisando del inminente peligro cerca del rojo.
El combate fue intenso, pero gracias a la coordinación del grupo y las indicaciones precisas de Rosa, lograron derrotar a los lobos sin sufrir bajas significativas. Mientras las criaturas se desvanecían en fragmentos de luz, Yezzy se giró hacia Rosa con una sonrisa satisfecha.
—No está mal, comandante. Aunque espero que el próximo grupo de monstruos sea un poco más desafiante. Quiero probar realmente lo que esta lanza puede hacer.
Rosa lo miró con seriedad, ignorando la provocación.
—Seguimos avanzando. Manténganse alerta. Esto recién comienza.
El grupo siguió avanzando, manteniendo su formación mientras el ambiente a su alrededor parecía volverse más hostil con cada paso. La tensión era palpable, no solo por las amenazas externas, sino también por la presión de cumplir la misión antes de que Kirito agotara sus recursos. A pesar de su experiencia como beta tester, su estado crítico hacía que dependiera de los demás más de lo que le gustaba admitir.
Rosa lideraba con determinación, sus ojos aun brillando con el resplandor verde de Búsqueda. Junto a ella, Ene activó su propia habilidad: Escucha. Cerró los ojos un instante y respiró profundamente, permitiendo que el sentido del oído se amplificara. El mundo se transformó en un mar de sonidos detallados: el crujido de las hojas bajo los pies del grupo, el viento rozando las ramas de los árboles, el suave zumbido de insectos nocturnos y, más allá, ruidos más siniestros.
De pronto, Ene abrió los ojos y levantó una mano para detener el avance del grupo.
—Algo se acerca... —dijo en un susurro apenas audible, pero lo suficientemente claro para que todos la escucharan.
Rosa giró hacia ella, confiando en su evaluación. Ene inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera tratando de identificar la dirección exacta del sonido. Sus ojos se entrecerraron mientras procesaba los detalles.
—Al menos cuatro... no, cinco. Son rápidos, ligeros... probablemente son murciélagos de caverna —añadió Ene, su voz baja pero firme.
—¿Murciélagos? —preguntó Serif, frunciendo el ceño—. Pensé que esos bichos solo aparecían dentro de las cuevas.
—Algunas veces salen de noche —respondió Kirito desde la retaguardia, su voz débil pero cargada de conocimiento—. Viajan en grupos pequeños y atacan con rapidez. Si no estás preparado, pueden desgastar tu salud antes de que te des cuenta.
Rosa asintió, ajustando el agarre de su espada.
—Bien, formación defensiva. Thysu, MILF, protejan a Kirito a toda costa. Yezzy, prepárate para interceptar. Ene, mantén Escucha activa y avísanos si detectas algo más. Serif, cubre la retaguardia conmigo.
El grupo reaccionó de inmediato, ajustándose a las órdenes. MILF se posicionó al lado de Kirito, su cimitarra lista para cualquier ataque sorpresa. A su lado, Thysu adoptó una postura defensiva, su daga brillando a la luz de las antorchas mientras observaba con atención los alrededores.
El sonido de alas batiéndose con rapidez llegó hasta Ene antes que al resto. Inclinó la cabeza hacia el frente y señaló en dirección al ruido.
—¡Vienen desde el este! ¡Cinco murciélagos, justo como pensé!
En un instante, los murciélagos de caverna emergieron de entre los árboles, sus alas negras y membranosas golpeando el aire con fuerza. Sus ojos brillaban con un rojo intenso, y sus chillidos agudos resonaron en los oídos del grupo, causando un leve mareo en los novatos.
Yezzy no perdió tiempo. Su lanza surcó el aire con precisión mientras avanzaba hacia el primero de los murciélagos, atravesándolo con un movimiento rápido y calculado. La criatura emitió un chillido final antes de desvanecerse en fragmentos de luz.
Rosa y Serif se posicionaron lado a lado para enfrentar a dos de los murciélagos que intentaban flanquear al grupo. Rosa desenvainó su espada con rapidez, bloqueando el ataque de uno de ellos antes de contrarrestar con un corte diagonal que lo hizo retroceder. Serif, por su parte, utilizó su escudo para bloquear al segundo murciélago, empujándolo hacia atrás antes de atacar con su espada.
Mientras tanto, los dos murciélagos restantes se lanzaron hacia la retaguardia, donde Kirito, MILF y Thysu los esperaban. MILF reaccionó primero, levantando su cimitarra para interceptar al murciélago que se dirigía hacia Kirito. Su ataque fue torpe, pero efectivo, cortando el ala de la criatura y obligándola a caer al suelo. Thysu aprovechó la oportunidad para abalanzarse sobre ella, apuñalándola rápidamente con su daga hasta que se desintegró.
El último murciélago se dirigió directamente hacia Kirito, quien apenas tuvo tiempo de levantar su espada para intentar defenderse. Sin embargo, antes de que la criatura pudiera alcanzarlo, Thysu saltó frente a él, bloqueando el ataque con su daga. MILF aprovechó el momento para lanzar un corte lateral, eliminando al murciélago con un destello de luz.
—¿Estás bien? —preguntó MILF, girándose hacia Kirito mientras limpiaba el sudor de su frente.
—Gracias... —respondió Kirito, su respiración entrecortada mientras tomaba otra poción para estabilizar su salud—. Hicieron un buen trabajo.
Cuando el último murciélago se desintegró, el grupo se reunió para recuperar el aliento. Rosa caminó hacia Ene, quien aún mantenía Escucha activa, aún con sus ojos cerrados intentaba detectar cualquier otra amenaza.
—¿Algo más? —preguntó Rosa.
Ene abrió los ojos y negó con la cabeza.
—Por ahora, nada. Pero creo que estamos cerca. Escuché algo más adelante... un ruido diferente. Podría ser el NPC que estamos buscando.
Rosa asintió y se giró hacia el resto del grupo.
—Vamos. Mantengamos esta formación y sigamos avanzando. Estamos cerca.
La calma en el grupo duró apenas unos minutos antes de que una ventana de alerta apareciera frente a todos:
Nueva misión activada: "Salva a Paracelso"
Un aldeano en peligro necesita ayuda. Evita que sea devorado por la jauría de lobos comandada por los Kobolds antes de que sea demasiado tarde.
Antes de que nadie pudiera reaccionar, un grito desgarrador rasgó el aire nocturno. A la distancia, se escuchaba el sonido de alguien corriendo desesperadamente, acompañado por el inconfundible aullido de lobos y un chillido gutural, más grave y amenazante. Ene cerró los ojos, activando Escucha nuevamente, y rápidamente señaló hacia la dirección del ruido.
—¡Allá! —dijo, señalando hacia un claro a través de la espesura del bosque—. Es un hombre… y algo lo está persiguiendo.
—¡Es un NPC! —anunció Rosa tras fijarse bien, sus ojos brillando intensamente con la habilidad Búsqueda. Entonces lo vio: un hombre de aspecto delgado y ropas andrajosas corría torpemente, sosteniendo un saco lleno de frascos que tintineaban con cada paso. Detrás de él, una jauría de lobos se movía con precisión mortal, y, liderándolos, dos figuras humanoides se destacaban: Kobolds.
—No son Kobolds normales —gruñó Kirito, con la vista fija en el más grande de ellos. Su voz se tensó al reconocer al segundo enemigo—. ¡Ese es un Kobold de pantano!
El grupo se detuvo en seco. Incluso los novatos sabían que enfrentarse a Kobolds ya era un desafío en los alrededores del laberinto del primer piso, pero los de pantano eran una amenaza completamente diferente.
—¿Un Kobold de pantano? —preguntó MILF con el ceño fruncido—. ¿Qué tiene de especial?
—Lleva un látigo —respondió Kirito rápidamente—. ¡Puede desarmarnos y usar nuestras propias armas contra nosotros! Si no lo enfrentamos con cuidado, será un desastre.
—¡Más razón para ignorarlo! —intervino Yezzy, su expresión seria y pragmática—. Esa misión no es parte de nuestra prioridad. Estamos buscando al alquimista para ayudar a Kirito, y perder tiempo en esto solo nos pondrá en peligro.
—¿Ignorarlo? —replicó Thysu con una furia inusitada—. ¡No podemos dejar que muera! ¡Paracelso es un alquimista! ¿No entiendes lo importante que podría ser? En la vida real, fue un científico legendario… y puede ser clave para nuestra misión.
Yezzy cruzó los brazos, su mirada afilada.
Rosa observó la discusión en silencio, calculando las posibilidades. Sus ojos se clavaron en Paracelso, que tropezó y cayó al suelo mientras los lobos se acercaban. Los Kobolds avanzaban con movimientos coordinados, el de pantano desenrollando su látigo con un chasquido amenazante.
—No tenemos tiempo para discutir. —La voz de Rosa era firme y cortante—. Thysu tiene razón. Si podemos salvarlo, lo haremos. Pero debemos ser estratégicos.
Yezzy bufó, pero no discutió más.
—Está bien, pero si esto sale mal, será su responsabilidad.
—Ene —ordenó Rosa rápidamente—, sigue usando Escucha para detectar cualquier amenaza adicional. Yezzy, serás el primero en atacar al Kobold de pantano; tu lanza te da ventaja contra su látigo. Serif, MILF, ustedes cubren a los lobos. Thysu, mantente cerca de Kirito y protégelo, pero estate listo para interceptar si algo intenta flanquearnos. Kirito… —Rosa hizo una pausa, mirando al chico con una mezcla de preocupación y determinación—. Haz lo que puedas, pero no te arriesgues demasiado.
Kirito asintió, agradeciendo en silencio la confianza de Rosa a pesar de su estado.
El grupo se puso en movimiento, acelerando hacia el claro. Cuando llegaron, la escena era aún más caótica. Paracelso estaba en el suelo, sosteniendo un frasco en alto como si fuera su única defensa. Los lobos lo rodeaban, gruñendo con los dientes al descubierto, pero no atacaban. Era claro que esperaban la señal de los Kobolds.
El Kobold de pantano avanzó con calma, su látigo silbando en el aire mientras lo agitaba.
—¡Ahí está nuestra amenaza principal! —gritó Kirito, señalando al enemigo.
—Entendido. —Yezzy dio un paso al frente, ajustando su lanza. Sus ojos se fijaron en el Kobold de pantano, evaluando sus movimientos con cuidado—. Esto será interesante.
El Kobold de pantano chasqueó su látigo hacia Yezzy, intentando desarmarlo antes de que pudiera atacar. Pero Yezzy estaba listo. Con un giro rápido, esquivó el ataque y contraatacó con un golpe ascendente, obligando al enemigo a retroceder.
Mientras tanto, Serif y MILF cargaron contra los lobos, utilizando sus armas para mantener a las criaturas a raya. MILF bloqueó un mordisco con su cimitarra, mientras Serif empujaba a otro lobo con su escudo antes de atacar con su espada.
Rosa y Ene se posicionaron para enfrentarse al segundo Kobold, que blandía un cuchillo oxidado y avanzaba con movimientos ágiles. Ene esquivó un ataque y contraatacó con su estoque, mientras Rosa bloqueaba los golpes con su espada, buscando una apertura.
Kirito y Thysu llegaron hasta Paracelso, quien estaba respirando con dificultad en el suelo. El hombre apenas podía hablar, pero aún sostenía su saco de frascos como si fuera lo más valioso en su vida.
—¡Tranquilo! —le dijo Thysu mientras lo ayudaba a ponerse en pie—. Estamos aquí para ayudarte. ¿Estás herido?
Paracelso negó con la cabeza, jadeando.
—No… no estoy herido.
—¿Qué ocurrió? —preguntó Kirito mientras daba otro sorbo a una poción.
—Yo… es taba haciendo unos experimentos en el campo y fui emboscado por estas criaturas… La verdad no me di cuenta de que la noche cayó.
Thysu asintió enseguida ante sus palabras y lo miró con una mezcla de admiración, sabía que ése señor no era el verdadero Paracelso y sabía aún más que se trataba solo de un NPC diseñado para ofrecer misiones a los jugadores, pero una parte de sí mismo no podía evitar sentirse realizado.
Ahora que Thysu y Kirito habían resguardado a Paracelso, observaban la batalla. Thysu mantenía su postura defensiva, pero sus ojos brillaban con determinación.
—Confía en ellos —dijo Kirito, su voz más firme de lo que esperaba.
—Lo hago —respondió Thysu, apretando su daga—. Pero también confío en mí mismo para asegurarme de que nadie salga herido.
Antes de que Thysu pudiera preguntar decir alguna otra cosa, un grito resonó justo a su lado.
—¡Cuidado! ¡Tiene un látigo! —Kirito giró bruscamente, viendo cómo el Kobold que Rosa y Ene enfrentaban sacaba un látigo improvisado de su bolsillo y, con un movimiento rápido y certero, desarmó a Rosa, arrebatándole su espada.
—¡No puede ser! —gritó Rosa, viendo cómo su arma volaba por el aire y caía en las manos del enemigo.
Ene retrocedió un paso, evaluando la nueva amenaza mientras preguntaba con seriedad:
—¿Tu espada es fuerte?
Rosa apretó los dientes antes de asentir.
—Tristemente, sí…
El Kobold levantó la espada con facilidad, probándola con un par de cortes en el aire acompañado de un zumbido aterrador, antes de lanzarse nuevamente al ataque. Ene bloqueó el primer golpe con dificultad, sintiendo la fuerza del enemigo amplificada por el arma robada.
—¡Esto complica las cosas! —gritó Ene mientras esquivaba un segundo golpe.
En el otro frente, Yezzy seguía luchando contra el Kobold de pantano. Aunque mantenía la compostura, el sudor en su frente dejaba claro que el combate no era fácil. El látigo del enemigo chispeaba en el aire con cada movimiento, obligándolo a mantener su distancia y calcular cada ataque con precisión.
—¡Estúpidos novatos! —gritó Yezzy, frustrado por la situación—. ¡¿Cómo pueden dejar que les roben las armas?!
Rosa lo ignoró mientras se apartaba del combate, intentando buscar otra arma en su inventario.
—¡No hay tiempo para regaños! ¡Solo concéntrate en tu pelea!
Mientras tanto, Serif y MILF mantenían a raya a los lobos con maniobras coordinadas. Aunque los animales eran rápidos y feroces, la experiencia y coordinación del dúo estaban logrando contenerlos, al menos por ahora.
—¡Necesitamos acabar con esto rápido! —gritó MILF mientras bloqueaba un ataque.
Thysu, viendo la desventaja de Ene al enfrentarse al Kobold armado, dejó a Paracelso con Kirito.
—¡Cuida de él! —ordenó Thysu, corriendo hacia la batalla con la daga lista para apoyar a Ene.
Kirito se quedó inmóvil por un momento, sus pensamientos divididos. Paracelso estaba débil y desorientado, pero no parecía en peligro inmediato. En cambio, la batalla se complicaba cada vez más.
—¿Qué hago…? —susurró para sí mismo, sus manos temblando mientras veía a sus compañeros luchando.
La voz de Paracelso lo sacó de sus pensamientos.
—Joven… —dijo, aunque débilmente—. Si no los ayudas, podrías perderlo todo. Las dudas son peligrosas.
Kirito apretó los dientes, cerrando los puños con fuerza. Sabía que Paracelso tenía razón, pero el miedo de fallar o ser una carga seguía pesando sobre él. Miró hacia la pelea:
Ene y Thysu estaban enfrentando al Kobold con la espada robada, pero el enemigo los mantenía a raya con ataques rápidos y contundentes.
Yezzy continuaba su duelo contra el Kobold de pantano, cada movimiento meticulosamente calculado para evitar ser desarmado.
Rosa había encontrado un arma secundaria, pero no era tan fuerte como su espada original y estaba buscando una apertura para ayudar.
Serif y MILF seguían peleando contra los lobos, pero era evidente que no podrían mantener ese ritmo por mucho tiempo.
Kirito respiró hondo, cerrando los ojos por un segundo. La voz de Suguha, su hermana, resonó en su mente:
"No importa si tienes miedo… lo importante es que actúes cuando importa."
Cuando abrió los ojos, su mirada había cambiado.
—¡Paracelso, quédate aquí! —dijo Kirito, desenvainando su espada y corriendo hacia la batalla.
Su decisión estaba tomada. Aunque no se sentía preparado, sabía que no podía quedarse de brazos cruzados mientras los demás se esforzaban por proteger a todos.