Chereads / LAS CRÓNICAS DE AINCRAD | Vol. 1 / Chapter 16 - 16. Diavel

Chapter 16 - 16. Diavel

Las calles de Tolbana estaban más tranquilas de lo habitual. Las pequeñas casas de piedra y madera ofrecían una sensación de seguridad que contrastaba con los peligros constantes que acechaban en los campos y las cuevas de Aincrad. En una de las mesas del restaurante al aire libre cerca de la plaza principal, Kirito estaba sentado, con la mirada fija en su menú mientras tomaba pequeños sorbos de una poción de vida. Aunque su HP se había estabilizado por ahora, las toxinas del combate reciente aún parecían afectarlo ligeramente, dejando un cansancio visible en su rostro.

Ene, sentada frente a él, jugueteaba con su estoque Silver Edge, haciéndolo girar lentamente entre sus manos. Aunque no lo decía en voz alta, su preocupación por Kirito era evidente. Cada vez que él fruncía el ceño o exhalaba más fuerte de lo normal, Ene desviaba la mirada hacia él, asegurándose de que estuviera bien.

A su lado, Argo se había acomodado, relajada, con las piernas cruzadas mientras comía un pan recién horneado. Sus orejas de ratón se movían ligeramente cada vez que alguien pasaba cerca, atentas a las conversaciones que pudieran contener información útil.

—¿Cómo te sientes, Kiboy? —preguntó Argo, rompiendo el silencio mientras daba un mordisco al pan— No luces tan mal, considerando que casi te conviertes en veneno andante.

Kirito dejó de beber la poción y la miró con una mezcla de cansancio y sarcasmo.

—Gracias por la motivación. Estoy mejor... pero esto no es exactamente cómo planeaba mi tarde.

Ene soltó una pequeña risa, aunque su preocupación no se desvanecía del todo.

—Deberías dejar de restarle importancia a lo que pasó, Kirito. Estabas al límite —dijo Ene, mirándolo fijamente con el ceño fruncido—. Si no hubieras tenido esas pociones extra, no estaríamos aquí hablando.

Kirito desvió la mirada hacia la plaza, fingiendo ignorarla, pero sabía que tenía razón. El enfrentamiento con los Poisonous Crawlers había sido más intenso de lo esperado, y su cuerpo aún sentía el agotamiento.

—Deberías aprender a planear mejor entonces —bromeó Ene mientras giraba su estoque en el aire y lo dejaba caer con elegancia sobre la mesa. Su tono era ligero, pero la tensión de los últimos eventos aún se notaba en su postura—. Aunque supongo que nadie puede prever que termines siendo el héroe suicida de la noche.

Kirito se encogió de hombros y bebió otro sorbo de la poción.

—No es que tuviera muchas opciones, ¿no? —respondió con un toque de ironía, pero sin la energía habitual en su tono.

—Oye, al menos sobrevivieron, ¿no? —interrumpió Argo, con una sonrisa divertida mientras sacaba un pequeño cuaderno y comenzaba a escribir algo en él—. Y, además, la información vale oro. Ahora sé que esos bichos venenosos estaban muy lejos de donde deberían estar. ¿No creen que eso es un poco... curioso?

Ene levantó una ceja, interesada en el comentario.

—¿A qué te refieres?

Antes de que Argo pudiera responder, un grupo de tres jugadores entró en la plaza, llamando inmediatamente la atención de todos en la mesa. Diavel, con su porte seguro y su cabello castaño bien cuidado, lideraba el grupo, seguido de Kibao, con su actitud más rígida, y Lind, cuya espada corta colgaba a su lado con facilidad. Sus armaduras básicas pero funcionales sugerían que eran jugadores activos y organizados.

Los tres se detuvieron al ver a Argo. Diavel fue el primero en hablar, adoptando una postura tranquila pero imponente mientras se acercaba.

—Argo, justo a quien queríamos ver. —Su voz era firme, pero con un aire amigable—. ¿Tienes lo que te pedimos?

Argo, sin inmutarse, cerró su cuaderno con un golpe seco y se puso de pie. Sus orejas de ratón se movieron ligeramente mientras hablaba, su sonrisa profesional intacta.

—Oh, claro que sí. Pero tengo que decirles... la información que buscaban ya no tiene mucho valor.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Kibao con un tono brusco, cruzando los brazos.

—Solo digo que ya no hay nada útil en esa cueva. Lo que sea que estaban buscando... ya no está ahí —respondió Argo con una ligera inclinación de hombros, manteniendo la calma.

Diavel pareció pensativo por un momento, sus ojos recorriendo la plaza antes de detenerse en Kirito. Su mirada se centró rápidamente en la Anneal Blade que descansaba junto a la mesa. Una sonrisa apareció en su rostro mientras daba un paso más cerca.

—Parece que hemos encontrado a alguien interesante aquí. —Diavel señaló la espada con un leve gesto de cabeza—. No es común ver a alguien con un arma así tan temprano en el juego.

Kirito alzó la vista, algo incómodo por la atención repentina.

—¿Y eso qué importa? —respondió con un tono neutral, aunque sus manos se tensaron ligeramente mientras daba otro sorbo a su poción de salud.

Diavel soltó una risa breve, levantando las manos en señal de paz.

—Tranquilo, amigo. Solo soy alguien curioso. Por cierto, soy Diavel, y estos son mis compañeros, Kibao y Lind. —Señaló a los otros dos jugadores, quienes asintieron con la cabeza—. Nuestra meta es sencilla: estar al frente y liberar a todos los jugadores de este maldito juego.

Ene rodó los ojos y cruzó los brazos.

—¿Y qué quieren de nosotros exactamente?

Diavel mantuvo su sonrisa, aunque no respondió de inmediato. Sus ojos se encontraron con los de Kirito, como si estuviera evaluándolo. Después de un momento, asintió para sí mismo, como si hubiera llegado a una conclusión.

—Nada en este momento. Solo quería tratar con Argo, pero por sus armas puedo saber que son gente con talento. Y gente con talento es exactamente lo que necesitamos en este juego.

Kirito no respondió de inmediato. En lugar de eso, bajó la mirada hacia su espada, recordando el caos y el peligro de las últimas horas. No estaba seguro de si quería involucrarse con alguien más en ese momento, especialmente con alguien como Diavel, cuyo aire de confianza le resultaba casi irritante. Pero antes de que pudiera decir algo, Argo se adelantó.

—Bueno, caballeros, como les dije, no hay nada más que ver allí. Y me temo que mis amigos aquí necesitan descansar un poco más. —La sonrisa de Argo se amplió ligeramente, como si disfrutara siendo la intermediaria en la conversación.

Diavel pareció captar la indirecta y asintió.

—De acuerdo. Pero espero que nos crucemos de nuevo. —Dirigió una última mirada a Kirito antes de darse la vuelta y marcharse con su grupo, desapareciendo entre las calles de Tolbana.

Ene suspiró, dejando caer la cabeza sobre la mesa.

—No me digas que ahora estamos en la mira de esos tipos.

Kirito negó con la cabeza, terminando la última gota de su poción que después se desintegro en múltiples fragmentos brillantes.

—No sé qué quieren realmente... pero algo me dice que no será la última vez que los veamos.

Cuando la figura de Diavel y su grupo desapareció entre las calles de Tolbana, un incómodo silencio quedó flotando en el aire. Kirito, aún sosteniendo su Anneal Blade, la colocó cuidadosamente a un lado y miró a Argo con una mezcla de desconfianza y cansancio. Por su parte, Ene dejó escapar un suspiro mientras se recostaba contra el respaldo de la silla, claramente exhausta tras la tensión del encuentro.

Argo, sin embargo, parecía revitalizada, como si el intercambio con Diavel le hubiera dado una idea. Sus orejas de ratón se movieron ligeramente mientras cruzaba los brazos y miraba a los dos con una sonrisa pícara.

—Bueno, parece que la fama empieza a seguirlos, chicos. Especialmente a ti, espadachín. —dijo, dirigiéndose a Kirito con un coqueto guiño.

Kirito levantó una ceja, algo irritado. 

—¿Qué quieres decir con eso? 

Argo se inclinó ligeramente hacia adelante, apoyando los codos en la mesa. 

—¿No te diste cuenta? Diavel estaba más interesado en tu espada que en cualquier otra cosa. No me extrañaría que intentara descubrir cómo conseguiste esa Anneal Blade. Y, bueno, eso me lleva a una pequeña propuesta. 

Ene entrecerró los ojos, notando el cambio en el tono de Argo. 

—¿Qué tipo de propuesta? 

Argo sacó su pequeño cuaderno y un lápiz, girándolos en sus manos con una habilidad casi teatral. 

—Información. Quiero comprar la información de cómo conseguiste esa espada. Y no solo eso. También quiero saber todo lo que recuerden sobre las diferencias entre la beta y lo que hemos visto hasta ahora. 

Kirito frunció el ceño, claramente cauteloso. 

—¿Por qué te interesa tanto? 

La sonrisa de Argo desapareció por un instante, y su expresión se volvió más seria. 

—Porque algo no encaja. —Hizo una pausa, mirando a ambos con intensidad—. Durante la beta, hubo zonas que eran desafiantes, sí, pero nada como lo que enfrentaron hoy. Esos Poisonus Crawlers no deberían haber estado en esa cueva. No en el piso uno. Y lo que es más inquietante, parece que Kayaba ha modificado las mecánicas para que sean más punitivas para los beta testers. 

Ene parpadeó, sorprendida, a diferencia de Kirito quién mantuvo un semblante pensativo al respecto, como si se diera cuenta de algo.

—¿Estás diciendo que Kayaba quiere eliminarnos a propósito? 

Argo asintió lentamente. 

—Es solo una teoría, pero tiene sentido. Los beta testers tienen una ventaja sobre los demás jugadores: conocemos los mapas, las rutas, las estrategias para maximizar recursos y habilidades. Pero si Kayaba está cambiando el diseño del juego para que nuestras ventajas sean inútiles... —Dejó la frase en el aire, permitiendo que el peso de sus palabras cayera sobre ellos. 

Kirito apretó los puños sobre la mesa, sus ojos oscureciéndose. 

—Eso explicaría por qué esas criaturas eran tan fuertes… y el porqué la misión para tomar la Anneal Blade fue mucho más complicada.

Argo volvió a sonreír, pero esta vez su expresión era más profesional que juguetona. 

—Exacto. Y es por eso por lo que quiero esa información. Necesito comparar lo que saben con lo que ya tengo para confirmar mis sospechas. Si Kayaba está intentando aprovecharse de los conocimientos de los beta testers, todos estamos en peligro, no solo ustedes. 

Ene intercambió una mirada con Kirito. La propuesta de Argo no era irracional, pero había algo en ella que les hacía dudar. Después de todo, la información era poder en Sword Art Online, y compartirla podría ser tanto una ventaja como una desventaja. 

—¿Y qué obtendremos a cambio? —preguntó Ene finalmente, cruzando los brazos. 

Argo sonrió de nuevo, esta vez con una chispa de astucia en los ojos. 

—Pago justo, por supuesto. 100 col por la información sobre las diferencias entre la beta y ahora. Y... digamos, 200 col por los detalles sobre cómo conseguir esa Anneal Blade. 

Kirito alzó una ceja. 

—¿200 col? Es mucho.... 

Argo se encogió de hombros. 

—Soy una comerciante. Pero estoy dispuesta a negociar si creen que pueden conseguir un mejor trato. 

Ene soltó una pequeña risa, aunque todavía evaluaba la situación. 

—Eres toda una pieza, ¿sabes? 

—Gracias, lo tomo como un cumplido —respondió Argo con una sonrisa encantadora. 

Kirito dejó escapar un suspiro y se pasó una mano por el cabello. 

—De acuerdo, hablaremos. Pero antes de darte cualquier cosa, necesitamos garantías de que no usarás esta información en nuestra contra. 

Argo levantó las manos, como si quisiera tranquilizarlos. 

—Descuiden, seré una vendedora de información. No voy a compartir datos personales ni nada por el estilo… Solo me interesa lo que tienen que contar sobre el juego. 

Kirito y Ene intercambiaron otra mirada antes de asentir.

—Supongo que no les he dicho por qué estoy tan interesada en esta información, ¿verdad? —preguntó, rompiendo el silencio. 

Kirito y Ene intercambiaron una mirada antes de que Kirito respondiera. 

—No, pero puedo imaginarlo. ¿Vas a venderla al mejor postor? 

La sonrisa traviesa de Argo reapareció por un momento, pero rápidamente se desvaneció. 

—Esa sería la opción más rentable, ¿no? Pero no. No es eso. 

Ene ladeó la cabeza, intrigada. 

—¿Entonces para qué la necesitas? 

Argo se inclinó hacia adelante, bajando la voz como si estuviera a punto de revelar un gran secreto. 

—Quiero hacer una guía. Una que cualquier jugador pueda usar, especialmente aquellos que no participaron en la beta como ustedes. 

Kirito alzó una ceja, claramente sorprendido. 

—¿Una guía? 

Argo asintió con seriedad. 

—Exacto. Este juego no es solo un desafío; es una trampa mortal. Los jugadores que no tienen experiencia están en una enorme desventaja. Muchos de ellos ni siquiera saben cómo usar correctamente sus habilidades o gestionar sus recursos. Si hay algo que puedo hacer para equilibrar las cosas, es esto: recopilar toda la información posible y distribuirla. Y para eso, necesito datos precisos, como los que ustedes tienen. 

Ene se quedó en silencio, procesando las palabras de Argo. Finalmente, habló, con un tono más suave. 

—¿Quieres decir que no planeas vender esta información para tu propio beneficio? 

Argo negó con la cabeza, sus orejas de ratón moviéndose ligeramente. 

—No. Si fuera solo por dinero, no estaría aquí. Los beta testers como ustedes tienen un conocimiento que puede salvar vidas. Si puedo reunirlo y convertirlo en algo accesible para todos, podríamos evitar que más personas mueran innecesariamente. 

Kirito bajó la mirada hacia su Anneal Blade, recordando las caras de aquellos que ya habían caído desde que comenzó el juego. Podía sentir el peso de sus acciones y decisiones, pero también la esperanza de que compartir lo que sabía pudiera marcar una diferencia. 

—Entonces... esto no es solo para ti —dijo en voz baja—. Es para todos. 

Argo asintió, con una sonrisa cálida que no era habitual en ella. 

—Exactamente. 

Ene miró a Kirito y luego a Argo, y tomó una decisión en ese instante. 

—Si es así, no necesitamos que nos pagues. 

Argo parpadeó, sorprendida. 

—¿Qué? 

Kirito asintió, reforzando las palabras de Ene. 

—No queremos tu dinero. Si realmente vas a usar esta información para ayudar a los demás, entonces cuenta con nosotros. La compartiremos contigo gratis. 

Argo detuvo su lápiz a medio escribir, sorprendida por las palabras de Kirito. Había esperado una negociación más tensa, tal vez incluso un rechazo. Sin embargo, su sonrisa habitual se desvaneció por un momento, reemplazada por una expresión de genuina sorpresa. 

—¿Gratis? —repitió, como si quisiera asegurarse de que había escuchado correctamente. 

Kirito asintió con firmeza, apoyando los brazos sobre la mesa mientras miraba a Argo con determinación. 

—Así es. Si planeas usar esta información para crear una guía que ayude a los demás jugadores, no tenemos intención de cobrar por ella. 

Ene, sentada a su lado, cruzó los brazos y añadió: 

—Todos estamos atrapados en este juego, luchando por sobrevivir. Si compartir lo que sabemos puede salvar vidas, entonces no hay razón para ponerle precio. 

Argo los miró a ambos en silencio durante unos instantes, como si estuviera evaluando la sinceridad de sus palabras. Luego, su expresión se suavizó, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. 

—Vaya, no esperaba eso de ustedes, chicos. —Argo cerró su cuaderno por un momento y se inclinó hacia atrás en su silla, cruzando las piernas—. Debo admitir que tienen un buen corazón. 

Kirito dejó escapar un suspiro, desviando la mirada. 

—No es cuestión de buen corazón. Es simple lógica. Si más jugadores están preparados, menos vidas se perderán. Eso también nos beneficia a nosotros. 

—Claro, claro, lógica pura —respondió Argo, aunque había un toque de sarcasmo amable en su voz. 

Ene lo observó de reojo, notando su actitud algo distante, y decidió reforzar su postura. 

—Además, somos beta testers. Sabemos que la mayoría de los jugadores puede llegar a despreciarnos porque creen que tenemos una ventaja injusta. Si compartir lo que sabemos puede ayudar a reducir esa brecha, entonces es lo correcto. 

Argo asintió lentamente, comprendiendo lo que querían decir. 

—Entiendo. De todos modos, aprecio el gesto. Pero déjenme decirles algo: no todos los jugadores son tan nobles como ustedes. Si esta información llega a las manos equivocadas, podría ser utilizada para fines menos altruistas. 

—Entonces asegúrate de que la guía esté bien distribuida —dijo Kirito con un tono firme—. Si todos tienen acceso a la misma información, será más difícil que alguien se aproveche de ella. 

Argo los observó por unos segundos más antes de abrir su cuaderno nuevamente. 

—De acuerdo, trato hecho. Me aseguraré de que lo que me cuenten se convierta en algo útil para todos. Ahora... —Argo sonrió mientras tomaba su lápiz y volvía a inclinarse hacia ellos—. ¿Por dónde empezamos? 

Kirito y Ene comenzaron a relatar lo que sabían hasta ahora después de las aproximadas 24 horas de juego, como las diferencias en la disposición de los enemigos. Hablaron de los Poisonus Crawlers que habían enfrentado, de cómo habían sido mucho más fuertes que cualquier criatura que recordaran del piso cuatro en la beta y que por alguna razón nada filantrópica, estaban aguardando en una trampa diseñada para matar a los jugadores en este piso. También mencionaron los patrones de ataque, los puntos débiles que habían descubierto y los objetos útiles que habían encontrado, así como una guía para mejorar armas y armaduras, pues los materiales variaban dependiendo del equipo a mejorar, añadiendo que si bien los NPC herreros son demasiado útiles, si un jugador comienza a desarrollar esas habilidades sería indudablemente superior que cualquier NPC.

A medida que la información fluía, Argo tomaba notas rápidamente, su lápiz casi volando sobre el papel. Pero también hacía preguntas estratégicas, buscando detalles específicos que pudieran ser cruciales para otros jugadores.

Con respecto a la misión "Medicina Secreta del Bosque" que Kirito realizó para obtener la Anneal Blade, Kirito comentó acerca de la reaparición excesiva de enemigos en el área circundante, así también como la aparición de las Nepenthes con semilla y que por ninguna razón deberían de golpearla si no querían atraer una horda fatal hacia ellos, del mismo modo que la única que importaba matar eran las Nepenthes con flor.

Finalmente, cuando terminaron, Argo cerró su cuaderno con un golpe suave y los miró con una sonrisa. 

—Esto será invaluable. De verdad, gracias por confiar en mí. 

Kirito asintió, aunque aún parecía algo serio. 

—Solo asegúrate de que cumpla su propósito. 

—No te preocupes, espadachín. —respondió Argo con un guiño—. Yo me encargo. Pueden agregarme como amiga para seguir en contacto, sin duda volveremos a vernos y les pediré más información.

—Si, sin duda. —respondió Kirito y de inmediato intercambiaron sus contactos.

Ene observó a Argo mientras se levantaba de la silla, su cuaderno bien guardado en su bolso. 

—¿Te quedarás más tiempo en Tolbana? —preguntó Ene, inclinando la cabeza. 

Argo negó con la cabeza.

—Tengo que moverme rápido. Hay mucha más información que recolectar y cuanto antes publique esta guía, antes podrán beneficiarse todos los jugadores. Pero si necesitan algo, ya saben cómo encontrarme. 

Cuando Argo finalmente se despidió, desapareciendo entre las calles de Tolbana, Kirito y Ene se quedaron sentados en el banco, observando cómo la ciudad comenzaba a iluminarse con los tonos cálidos del atardecer virtual. Los NPC seguían caminando por las calles, y algunos jugadores iban y venían de las tiendas, pero todo se sentía más tranquilo ahora.

Kirito dejó escapar un largo suspiro, estirando los brazos por encima de su cabeza.

—Hacer una guía para todo el primer piso, ¿eh? —bostezó, recostándose perezosamente contra el respaldo del banco—. Suena como un trabajo agotador. Vamos a tener que recorrer cada rincón, cada misión secundaria, cada mazmorra…

Ene se cruzó de brazos y lo miró con una ceja arqueada.

—¿Eso es todo lo que tienes que decir? ¿Ya te estás quejando?

Kirito se encogió de hombros, con una media sonrisa.

—Solo digo que será un montón de trabajo. Podríamos estar semanas aquí antes de siquiera considerar avanzar al segundo piso.

Ene rodó los ojos, pero había una leve sonrisa en su rostro.

—Deja de dramatizar, Kirito. No será tan difícil si somos inteligentes al respecto.

Kirito giró la cabeza hacia ella, curioso.

—¿Qué tienes en mente?

Ene le devolvió una mirada determinada.

—Para empezar, no tenemos que hacerlo todo juntos. Si nos separamos, podremos cubrir más terreno en menos tiempo. Tú podrías encargarte de las áreas abiertas y las misiones relacionadas con combate, mientras yo exploro las mazmorras y los rincones donde probablemente haya trampas o información oculta.

Kirito frunció el ceño, claramente no convencido.

—¿Separarnos? Eso suena peligroso, especialmente con criaturas como esos Poisonus Crawlers rondando por ahí.

—Por eso tenemos que ser eficientes —replicó Ene—. Además, no somos los únicos beta testers en este juego. Estoy segura de que hay más como nosotros que también están recolectando información. Argo no puede ser la única que está interesada en esto. Si más personas están haciendo lo mismo, recopilar datos no será tanto trabajo como piensas.

Kirito suspiró, rascándose la nuca mientras miraba hacia el cielo virtual, donde las nubes rosadas del atardecer parecían tan reales.

—Supongo que tienes razón —admitió finalmente—. Pero aun así, prefiero asegurarme de que no te metas en problemas.

Ene sonrió suavemente, apreciando su preocupación.

—Estaré bien, Kirito. Sé cuidarme sola. Además, si algo sucede, siempre podemos regresar aquí y reagruparnos.

Kirito se quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre sus palabras. Finalmente, asintió con un leve encogimiento de hombros.

—Está bien. Pero promete que si encuentras algo realmente peligroso, me llamarás de inmediato.

—Lo prometo —respondió Ene, levantando una mano como si hiciera un juramento solemne.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, contemplando el trabajo que tenían por delante. A pesar del cansancio y las dificultades que habían enfrentado, había algo reconfortante en saber que estaban avanzando hacia un objetivo común, no solo por ellos mismos, sino por todos los jugadores atrapados en este mundo.

—Bien —dijo Kirito, poniéndose de pie y estirándose una vez más—. Supongo que deberíamos empezar mañana temprano.

—Eso es lo más sensato que has dicho hoy —respondió Ene, poniéndose también de pie y dándole una palmada amistosa en el brazo—. Vamos, te vendrá bien descansar antes de que te quejes otra vez.

Ambos rieron mientras se dirigían hacia la posada más cercana, dejando atrás las luces de Tolbana y preparándose para el arduo camino que les esperaba. Aunque el desafío era inmenso, la determinación de ambos brillaba con fuerza, como una chispa en medio de la oscuridad. Sin embargo, también sabían que cada día traería nuevos desafíos, y no podían bajar la guardia. Tal vez, solo tal vez, estaban dando un pequeño paso hacia la salvación de todos los atrapados en Sword Art Online.

Con eso, Argo se despidió y salió de la taberna, dejando a Kirito y Ene reflexionando en silencio. Aunque ambos estaban cansados, sentían que habían dado un pequeño paso para ayudar a los demás jugadores.