El grupo se encontraba reunido cerca de la plaza principal de Tolbana, esperando la llegada de Argo. Aunque la conversación anterior había relajado un poco el ambiente, la preocupación por la condición de Kirito seguía presente en Ene. Su HP bajaba constantemente debido a la toxina, y aunque él trataba de actuar con naturalidad, el constante uso de pociones no pasaba desapercibido para el resto.
Ene observó de reojo cómo Kirito, casi de manera automática, bebía otra poción, logrando apenas estabilizar su vida. La cantidad de pociones que había comprado en el mercado parecía inmensa, pero no infinita. El pensamiento de que pudieran agotarse le generaba una creciente inquietud.
Thysu repasaba en su mente las posibilidades que una habilidad como la alquimia podía ofrecer, mientras Serif estaba distraído, dibujando formas en la mesa con los dedos. MILF parecía más cómoda ahora, escuchando los consejos que Rosa le daba sobre la importancia de tener al menos un arma decente y no depender de su habilidad de pesca.
De repente, una figura ágil y menuda entró al comercio, con una sonrisa despreocupada y un aire de autoconfianza que llamaba la atención. Su cabello castaño estaba recogido de manera descuidada, y llevaba un atuendo simple, pero funcional. Argo, la Rata.
—Bien, bien, bien. Veo caras nuevas y... —su mirada se fijó en Kirito y Ene—, algunas no tan nuevas.
—Argo—dijo Kirito con un leve asentimiento, tratando de mantener su compostura habitual.
El grupo giró al unísono, encontrándose con Argo, quien llevaba su característico atuendo y esa sonrisa astuta que siempre la acompañaba.
—¿Ella es Argo?—preguntó Rosa, inclinándose un poco hacia Ene.
Ene asintió, bajando la voz.
—Sí, y te recomiendo que no la subestimes. Es una de las mejores en lo suyo.
Argo, sin perder tiempo, se cruzó de brazos y miró al grupo con una ceja levantada.
—Bien, escupan. ¿Qué es lo que necesitan?
Kirito dio un paso adelante, haciendo un esfuerzo por mantenerse firme a pesar del constante drenaje de su vida.
—Información sobre alquimia. Queremos aprender lo básico y cómo desbloquear la habilidad para que uno de nosotros pueda usarla.
Argo soltó una risa ligera, como si ya supiera lo que iba a decir antes de que lo pidieran.
—Eso les costará 500 Col—anunció con tono despreocupado—. Y eso es solo por lo básico. Si quieren los detalles de la misión específica para desbloquear la habilidad, serán 1,000 Col adicionales.
El grupo intercambió miradas nerviosas. Serif y MILF revisaron automáticamente sus monederos, como si ya supieran que no podrían contribuir demasiado.
—¿Mil quinientos Col por información?—protestó Ene, cruzándose de brazos con una mezcla de incredulidad e irritación—. ¿No puedes darnos un descuento o algo? ¡Esto es para ayudar a un amigo!
Argo soltó una carcajada.
—No soy una organización benéfica, chiquilla. Y la alquimia no es cualquier habilidad; es rara. No cualquiera tiene acceso a esta información, así que su precio es acorde.
Rosa suspiró, colocando una mano sobre el hombro de Ene para calmarla.
—Argo tiene razón. Su información siempre vale lo que cuesta.
—Exactamente—respondió Argo, sin perder su sonrisa—. Y, en este caso, el precio lo pongo yo.
Thysu miró a Kirito, casi como si esperara que él tuviera una solución mágica para evitar pagar.
—¿500 Col... más otros mil? Eso es más de lo que tenemos entre todos nosotros, ¿verdad?
Rosa suspiró, sacando su monedero digital para verificar sus fondos.
—No sería tanto si no hubieras gastado tanto en pociones, Kirito.
Kirito levantó una ceja pero no respondió, sabiendo que Rosa no estaba del todo equivocada. Finalmente, se giró hacia Argo.
—Está bien, te pagaremos los 500 por ahora. Pero no tenemos los 1000 para la misión específica.
Mientras Kirito sacaba el dinero, Ene lo miró con preocupación.
—Kirito, ¿estás seguro? Estás gastando demasiado en esto. Además, sigues usando esas pociones como si fueran agua. A este paso, se te acabarán antes de que encuentres una cura.
Kirito la miró de reojo, con una leve sonrisa que intentaba tranquilizarla.
—No te preocupes, Ene. Estoy acostumbrado a gestionar los recursos. Solo hay que priorizar.
Sin embargo, las palabras no lograron calmar la creciente culpa que sentía Ene. Sabía que, si no encontraban una solución pronto, Kirito podría quedar en una situación crítica.
Argo, observando la interacción, no pudo evitar intervenir.
—Bien, bien, no se preocupen tanto. Si siguen mis instrucciones al pie de la letra, podrán recuperar el dinero que están gastando... eventualmente.
Ene rodó los ojos, pero prefirió no responder. Kirito entregó los 500 Col, y Argo comenzó a explicar.
—La alquimia se desbloquea completando una misión en este piso, pero no está marcada en el mapa. Tienen que buscar a un NPC en las afueras de Tolbana, cerca de la zona de recolección de hierbas. Él les dará el primer paso para desbloquear la habilidad.
—¿Eso es todo?—preguntó Thysu, arqueando una ceja.
Argo le dirigió una mirada burlona.
—Eso es lo básico, chiquillo. Si quieren saber más, ya saben lo que tienen que pagar.
Kirito tomó nota mental de las instrucciones mientras Argo esperaba pacientemente a que decidieran si compraran el resto de la información. Mientras tanto, el grupo comenzó a discutir sus próximos pasos.
—Primero debemos buscar al NPC—dijo Rosa, tomando el liderazgo de manera natural—. Si conseguimos más detalles en el proceso, mejor.
Ene asintió, aunque seguía con la mirada fija en Kirito, claramente preocupada.
—Y deberíamos darnos prisa. No sabemos cuánto más puede aguantar Kirito con esa toxina.
—Tranquilos—intervino Kirito, con su tono habitual de calma—. Lo resolveremos.
Argo, satisfecha con su transacción, se despidió con un gesto rápido.
—Buena suerte, chicos. Si necesitan algo más, ya saben dónde encontrarme.
El grupo observó cómo se alejaba, y Rosa suspiró mientras se colocaba al frente del grupo, con una expresión seria que inspiraba tanto confianza como respeto. Tras la partida de Argo, el ambiente se tornó más enfocado y organizado. Los novatos, aunque algo nerviosos, parecían dispuestos a seguir cualquier indicación con tal de aumentar sus posibilidades de sobrevivir.
—Bien —dijo Rosa con firmeza—. Antes de salir de Tolbana, quiero dejar algo claro: yo seré la líder de este grupo. Y no es debatible.
Hubo un breve silencio mientras los demás asimilaban sus palabras.
—Eso significa —continuó, cruzando los brazos— que mis órdenes no se cuestionan. Especialmente ustedes tres —miró directamente a Serif, Thysu y MILF—. No hay lugar para improvisaciones ni heroísmos innecesarios. Obedecerán sin dudarlo, ¿entendido?
Los tres novatos intercambiaron miradas y asintieron con cierta timidez.
Rosa dirigió entonces su mirada a Kirito y Ene.
—Ustedes son como yo, así que, aunque mi palabra será la última, estoy dispuesta a escuchar sus ideas y sugerencias para ejecutar planes de acción más eficientes. Aprovecharemos sus conocimientos al máximo, pero no quiero ver a nadie actuando por su cuenta.
Ene sonrió levemente, cruzándose de brazos.
—Me parece justo.
Kirito, a pesar de su condición, asintió.
—Entendido.
Rosa asintió con satisfacción antes de continuar.
—Antes de salir, necesitamos asegurarnos de que Kirito tenga suficientes pociones. Es una prioridad.
Miró directamente a los novatos.
—Ustedes tres van a gastar lo poco que tienen en más pociones de HP para Kirito… Gasten cada Col. Incluso una pequeña poción al final puede hacer una enorme diferencia.
Thysu abrió la boca para protestar, pero Rosa lo interrumpió antes de que pudiera decir algo.
—Sé que duele desprenderse de sus Col, pero si Kirito cae, nuestras posibilidades de éxito se desploman. Él será nuestro último recurso en combate, así que debemos mantenerlo vivo a toda costa.
Serif y MILF asintieron, aunque con cierta resignación. Thysu, tras un momento de duda, finalmente aceptó.
—Bien. Ahora que eso está claro, formaré la party —dijo Rosa, abriendo el menú de interfaz. En pocos segundos, todos recibieron y aceptaron la invitación para unirse al grupo.
—¿Por qué formar una party? —preguntó Serif, intrigado.
—Para compartir los recursos y la experiencia obtenida —explicó Rosa—. También facilita la coordinación durante el combate y la participación en misiones conjuntas. Además, así puedo tener un mejor control de sus barras de HP y saber si alguno de ustedes está en problemas.
Tras organizar todo, Rosa trazó la formación que seguirían.
—Ene y yo iremos al frente. Necesitamos tener a los más experimentados liderando el combate. Serif, estarás en el centro para reaccionar rápido a cualquier amenaza en la retaguardia. Thysu, MILF, y Kirito, ustedes cubrirán la retaguardia. Kirito solo intervendrá en combate como última instancia.
MILF levantó una mano con cierta timidez.
—¿Y qué pasa si los monstruos nos rodean?
—Si eso ocurre, Ene y yo los atraeremos mientras ustedes retroceden al centro de la formación. Pero no se preocupen, si siguen las instrucciones no debería llegar a ese punto —dijo Rosa, con confianza.
Ene le dedicó una sonrisa a Rosa.
—Esto parece algo sacado de un manual militar.
Rosa no respondió al comentario, enfocándose en los preparativos finales.
El cielo sobre Tolbana comenzaba a teñirse de tonalidades rojizas y anaranjadas a medida que el día se despedía. Los últimos rayos del sol se desvanecían detrás de las colinas que rodeaban la ciudad, dejando paso a la oscuridad que se cerniría sobre el mundo. El viento fresco de la tarde susurraba entre las hojas de los árboles, mientras las sombras se alargaban, invadiendo los caminos de tierra que conducían hacia las áreas circundantes. El aire, cargado de humedad, presagiaba que la noche sería fría y que los monstruos de la zona no tardarían en aparecer.
A pesar de la belleza natural del atardecer, había una sensación de urgencia en el aire. El sol ya se estaba poniendo, y lo ideal hubiera sido partir al amanecer, cuando la luz del día ofreciera visibilidad y los monstruos estuvieran en su estado más débil. Sin embargo, el veneno que Kirito arrastraba consigo hacía que esperar al amanecer fuera una opción peligrosa, incluso fatal. Con cada hora que pasaba, la toxina le consumía más fuerzas, y su HP descendía de manera alarmante. Cada 30 segundos debía tomar una poción para mantenerse en pie, pero las pociones no duraban para siempre. La cuenta atrás para su posible colapso ya había comenzado.
—No tenemos tiempo que perder. —Rosa observaba la puesta de sol con una expresión dura, la determinación en su mirada era más clara que nunca. A pesar de que salir por la noche implicaba un mayor peligro, no podían darse el lujo de esperar. Kirito estaba en juego, y todo el grupo sabía que debían actuar de inmediato.
Rosa reunió al grupo en el centro de la plaza de Tolbana, donde el crepúsculo había oscurecido ya la mayoría de las calles. La ciudad, normalmente tranquila, comenzaba a vaciarse de jugadores, que preferían regresar a sus casas antes de que la oscuridad se apoderara completamente. Los pocos valientes o desesperados que aún permanecían en la plaza, se limitaron a observar la reunión de Rosa y su equipo, no se atrevieron a acercarse. Era sabido que las criaturas de Aincrad se volvían más agresivas por la noche, y el peligro crecía con cada minuto que se acercaba la completa oscuridad. Los murmuros acerca de su imprudente hazaña llegaron a sus oídos, pero antes de que cualquier cosa pudiera suceder Rosa alzó la voz para su grupo ensordeciendo los comentarios de quiénes los veían.
—Escuchen bien. —La voz de Rosa era firme, sin espacio para la duda. Sus ojos recorrieron a cada miembro del grupo, asegurándose de que todos entendieran la gravedad de la situación.— Kirito está envenenado, y debemos actuar rápido. No podemos darnos el lujo de esperar al amanecer. Salimos de noche, y eso significa que los monstruos serán más fuertes, más variados y mucho más peligrosos. Todos deben seguir mis órdenes al pie de la letra, sin excepción.
El ambiente se tornó aún más tenso cuando la oscuridad terminó de extenderse por completo, transformando los caminos hacia el sur en un laberinto de sombras impenetrables. Los árboles se agitaban suavemente por el viento, pero a lo lejos, los susurros de criaturas desconocidas podían escucharse, haciéndolos alertarse de que no estaban solos.
Rosa miró a su alrededor, y vio que no podían permitirse la debilidad de la luz natural. Los monstruos, como siempre, se volvían más agresivos en la penumbra. La única manera de avanzar sería con antorchas, y decidió distribuirlas de manera estratégica.
—Recuerda, Kirito, solo intervienes cuando sea absolutamente necesario. No sobrepases tus límites. —Rosa le lanzó una mirada firme, dándole la última instrucción antes de que se adentraran en la oscuridad.
Entre las preparaciones y la formación estratégica de Rosa, un extraño detalle comenzó a llamar la atención de los miembros del grupo. En la esquina de la plaza, donde las sombras ya cubrían las calles, una figura solitaria observaba desde lejos, algo en su presencia destacaba. Era Yezzy, un aventurero con una postura altiva y calculadora, que vestía una armadura de cuero roja y portaba una lanza que parecía mucho más refinada y poderosa que cualquier equipo básico que un novato podría tener.
Su mirada afilada parecía medir cada movimiento de Rosa y su equipo, y aunque su presencia era inquietante, no dejaba de sonreír de una manera peculiar, como si estuviera saboreando la oportunidad de lo que se avecinaba. No había sido invitado, ni siquiera era parte de la ciudad, pero al parecer algo lo había atraído hacia ese lugar: la conversación y la misión del grupo.
Con un paso lento pero seguro, Yezzy avanzó hasta la distancia que lo separaba de Rosa, sin prisa, sin vacilar. Dejó escapar un suspiro al llegar cerca de ellos, manteniendo su sonrisa intacta, y su tono de voz, aunque tranquilo, no dejaba de tener un matiz calculador.
—No pude evitar escuchar… Salir a esta hora, ¿eh? —dijo con un dejo de diversión en su voz, mirando a Rosa y al resto de su equipo con una expresión que oscilaba entre la simpatía y la ironía.— Ya saben, en la noche los monstruos son más fuertes, pero también más lucrativos. Mejor loot y experiencia. A lo mejor una oportunidad como esta no se presenta dos veces.
Su comentario no pasó desapercibido para el grupo, y aunque Rosa lo observó con desconfianza, algo en sus palabras resonó con la situación en la que se encontraban. Kirito ya estaba en una condición crítica debido a las toxinas, y su capacidad de lucha estaba muy por debajo de lo normal. Los otros miembros del grupo, inexpertos en combate nocturno, necesitaban a alguien que pudiera aportar una ventaja.
—¿Y por qué te ofreces a ayudarnos? —preguntó Rosa, manteniendo su tono firme pero cauteloso. Era evidente que no confiaba completamente en un desconocido, pero las circunstancias la obligaban a tomar decisiones rápidas.
Yezzy encogió los hombros, mostrando una actitud relajada pero decidida.
—Me conviene. —dijo con una ligera sonrisa torcida.— No soy tonto. Los monstruos nocturnos ofrecen más recompensa, y se ve que ustedes están en una misión urgente. Puedo ayudarles a limpiar el camino. Además, con lo que he visto, un grupo como el suyo necesita una mano extra, ¿no?
Rosa frunció el ceño, ¿Por cuánto tiempo este sujeto ha estado espiando? A pesar de su creciente duda sabía que no podía rechazar una oportunidad como esa. La situación era peligrosa, y un jugador con experiencia como Yezzy, que se atrevía a salir de noche en busca de loot, podría ser la diferencia entre el éxito y el fracaso.
—Está bien. —finalmente aceptó, sabiendo que debían maximizar sus posibilidades de sobrevivir.— Pero la formación cambiará. —y miró a Yezzy con una severidad nueva, entendiendo que debían tomar precauciones ante un desconocido.
Yezzy arqueó una ceja, pero se mostró sorprendentemente complacido con la decisión.
—¿Cambio en la formación? —dijo con una ligera risa, como si fuera una oportunidad interesante.— Adelante, soy todo oídos.
Rosa lo miró directamente, sin dudar ni un momento. Sabía que, aunque Yezzy pudiera ser útil, debía establecer claras reglas.
—Tú irás al frente, como la punta de lanza. Tú serás quien se enfrente primero a los monstruos. —declaró con autoridad, señalando a Yezzy con una mirada firme.
Yezzy sonrió ante la propuesta, aceptándola sin reservas. Parecía estar disfrutando de la idea de liderar la carga.
—Perfecto. —dijo con entusiasmo.— Me parece bien.
Rosa continuó con su estrategia, señalando a los demás.
—Ene y yo iremos en la segunda capa, detrás de Yezzy, para proteger y dar soporte. —Rosa miró a Ene, quien asintió con seriedad.— Serif, vas en el medio, para defender y proteger a todos en caso de que surja un ataque inesperado.
La formación comenzaba a tomar su forma final, y todos estaban dispuestos a acatar las decisiones de Rosa, confiando en su liderazgo.
—Thysu y MILF, ustedes irán en la retaguardia. —dijo Rosa, mirando a los más inexpertos.— Kirito estará con ustedes para mantener la protección. Su salud no está en su mejor momento, así que debemos cuidarlo.
Yezzy sonrió ampliamente al escuchar la asignación. Sabía lo que significaba ser el líder de la vanguardia. Era la posición más peligrosa, pero también la más excitante. El grupo ahora estaba bajo una nueva formación, una que pondría a prueba sus habilidades, pero también les daba una mejor oportunidad para sobrevivir y lograr la misión.
Rosa dio un paso hacia adelante, sacudiendo la cabeza para despejar cualquier duda. Kirito seguía débil, y aunque la nueva formación parecía sólida, la oscuridad de la noche y los monstruos podrían ponerlos a prueba de maneras imprevistas.
—Vamos, y mantengan los ojos abiertos. —Rosa fue clara y firme en sus palabras, dando la señal para que comenzaran a moverse. La noche estaba llena de peligros, y ellos debían estar preparados para todo lo que pudiera venir.
Yezzy observó a todos y, aunque el grupo no le era familiar, entendía la dinámica que se estaba formando. Rosa era la líder, y él tenía que ganarse la confianza de todos mientras demostraba sus habilidades en la batalla.
Con la formación establecida, Rosa dio la señal para avanzar. Yezzy tomó la delantera, avanzando con agilidad y seguridad, su lanza brillando bajo la tenue luz de las antorchas. Ene, Rosa, Serif, Thysu, MILF y Kirito seguían en la fila, cada uno sabiendo su rol en esta misión nocturna. La oscuridad caía rápidamente sobre Tolbana, pero el grupo estaba listo para enfrentarse a los monstruos que acechaban en la noche, con un desconocido que podría ser la clave para su supervivencia.
El grupo salió por las puertas principales de Tolbana, adentrándose en los campos abiertos que rodeaban la ciudad. La atmósfera cambió de inmediato: el ambiente relajado de la seguridad de la ciudad dio paso a una tensión palpable. El mundo exterior estaba lleno de monstruos, y cualquier error podría ser fatal.
Los primeros encuentros no tardaron en llegar. Pequeños grupos de lobos grises y jabalíes hostiles aparecían de manera constante. Yezzy, Rosa y Ene, al frente, manejaron la mayoría de los combates con precisión y rapidez, mientras que Serif, en el centro, observaba con atención para aprender de sus movimientos.
Kirito, tal como se había planeado, se mantuvo al margen, limitándose a beber una poción de HP cada vez que su barra se acercaba al rojo. Aunque esto optimizaba el uso de las pociones, Ene no podía evitar sentirse cada vez más inquieta al ver el constante drenaje de su vida.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó Ene en un momento de calma, acercándose a Kirito mientras Rosa organizaba al grupo.
Kirito le dedicó una pequeña sonrisa.
—Estoy bien. Lo importante es que avancemos rápido.
Ene frunció el ceño, pero decidió no insistir.
MILF, mientras tanto, intentaba acostumbrarse al manejo de su cimitarra, atacando tímidamente a los enemigos más débiles bajo la supervisión de Rosa. Thysu, con su daga, mostraba un poco más de confianza, aunque su inexperiencia todavía era evidente.
Serif, en cambio, parecía absorber cada lección con entusiasmo, aunque mantenía un perfil bajo en combate.
—¡Miren, un conejo! —gritó Serif en un momento dado, señalando un monstruo no hostil en la distancia.
Ene rodó los ojos, mientras Rosa soltaba un suspiro.
—Concéntrate, Serif.
El grupo continuó avanzando, enfrentando encuentros ocasionales con monstruos y mejorando lentamente su coordinación. Aunque la formación y la estrategia de Rosa podían parecer exageradas, estaba claro que mantenían al grupo a salvo y les permitían avanzar de manera eficiente.
Mientras tanto, la barra de HP de Kirito seguía siendo un recordatorio constante de la urgencia de encontrar una solución.
—Sigamos adelante —ordenó Rosa—. No podemos perder tiempo.
El grupo, ahora mucho más unido y organizado. La sensación de inseguridad era palpable, pero la determinación de Rosa y la fuerza de voluntad del grupo les daban una nueva esperanza.
Kirito, mientras caminaba al final de la formación, se aseguraba de tomar una poción cada vez que su HP se acercaba al rojo. Cada treinta segundos, sus movimientos se veían acompañados por el sonido característico de un frasco de poción siendo destapado, seguido de un trago rápido. El veneno que aún corría por sus venas no le permitía relajarse. La toxina afectaba su agilidad, su visión, su concentración… Cada paso que daba lo sentía más difícil que el anterior. Pero lo peor no era el malestar físico, sino la constante presión que sentía por no poder dar todo de sí mismo. Sabía que estaba debilitando al equipo, y esa era una carga que no podía ignorar.
Ene, caminando junto a Rosa, no podía evitar mirar a Kirito con preocupación. Ella le había advertido, pero sabía que, aunque Kirito tomara sus precauciones, las pociones no duraban para siempre. El veneno podía acabar con él antes de que encontraran la cura.
La formación era simple pero efectiva, Yezzy, Rosa y Ene al frente representaban la columna vertebral del ataque. Los tres eran jugadores de alto nivel y se encargaban de enfrentar cualquier enemigo que se les presentara. Aunque Kirito estuviera debilitado, sabían cómo gestionar los combates.
Mientras se alejaban más de Tolbana, Kirito se mantenía en silencio, solo centrado en tomar pociones y monitorear su salud. Cada paso que daba era más doloroso que el anterior, pero seguía adelante, por su equipo, por su misión.
Rosa miró hacia adelante, con el corazón firme y la mente clara.
—Vamos a hacer esto. No hay vuelta atrás.
Con cada uno asumiendo su rol en la party, comenzaron a adentrarse más en el peligroso mundo de Aincrad. La primera misión en común apenas comenzaba, pero el desafío que enfrentaban era mucho más grande de lo que imaginaban.