En el reino de Aethoria, el Caballero del Sexto Sol Creciente bajó cuidadosamente a Nevaeh de su espalda. Sin perder tiempo, marchó directo al trono real. Al llegar, se arrodilló frente a su rey en señal de respeto y comenzó a relatar los eventos ocurridos en el Reino de Sombrafel.
El rey, tras escuchar los detalles, tomó una decisión drástica: enviar al Caballero del Primer Sol Creciente tras Azrael. Nevaeh no estaba al tanto de lo que se discutía, pues se encontraba en compañía de su amiga María, horneando dulces para los caballeros del reino.
El Primer Sol Creciente, conocido por su omnisciencia y omnipotencia, hizo acto de presencia ante el llamado del rey. A pesar de su gran poder, el rey de Aethoria seguía siendo más fuerte que él, incluso más que el propio rey de Sombrafel. Este caballero, considerado un ser perfecto, era admirado y envidiado por todos. Desde pequeño había demostrado un talento incomparable con la espada y la magia, y su linaje real le garantizaba un lugar privilegiado entre los caballeros. Tras una breve reverencia, partió hacia el Reino de Sombrafel.
El Primer Sol Creciente llegó al reino de Sombrafel como una tormenta de destrucción. En cuestión de segundos, comenzó a aniquilar a los habitantes y caballeros. En tan solo 25 segundos, había eliminado a más de 50 legiones (72 millones de caballeros) y asesinado a 5 millones de civiles a sangre fría.
Cuando Azrael apareció, el cielo se tiñó de rojo, marcando el inicio de una batalla que sacudiría los mismos cimientos de los Cinco Dominios. Las fuerzas desatadas amenazaron incluso con destruir toda la existencia misma de ese reino.
Azrael enfrentó al Primer Sol Creciente con una fuerza que desafiaba toda lógica. Recibió varios golpes devastadores, el primer sol creciente lanzó un asteroide y cuando el asteroide de miles de kilómetros cayó hacia azrael, lo detuvo con un solo puñetazo. Aun así, el Primer Sol Creciente mantenía la ventaja.
La batalla era tan intensa que, con cada choque de puños, se creaban infinitos Big Bangs, dando lugar a nuevos universos mientras otros eran destruidos al instante. La estabilidad del multiverso estaba en peligro.
Ambos estaban muy parejos en la batalla, tanto que el mismo núcleo del reino de Sombrafel se resquebrajó levemente. Azrael creó un campo gravitatorio que abarcó kilómetros de distancia, aplastando innumerables edificios y casas del infinito reino de Sombrafel. La destrucción era inconmensurable, y el Primer Sol Creciente comenzó a enfurecerse.
Primer Sol Creciente: ¡¿No puedes morir de una vez?!
Azrael: Me gustaría verte intentarlo. ¡Jajaja!
Mientras Azrael reía, sus golpes seguían chocando contra los del Primer Sol Creciente, desatando una colisión tras otra. La intensidad de la batalla cobró muchas vidas: civiles y caballeros del reino murieron bajo el caos, y hasta el mismo rey de Sombrafel pereció, decapitado por un choque mágico de hechizos. Sin embargo, ambos combatientes parecían disfrutar el combate, peleando sin descanso a una velocidad que desafiaba la comprensión.
La lucha duró cinco días, y la intensidad de sus ataques llegó a hacer temblar incluso la barrera protectora de la espada Drakon. Azrael alzó un dedo hacia el cielo y desató una lluvia de meteoros que impactaron sobre el Primer Sol Creciente, destruyendo gran parte del infinito reino. A medida que la batalla continuaba, los dioses de otros reinos empezaron a preocuparse. El rey de Aethoria observaba todo a través de una esfera divina, incapaz de ignorar la magnitud del conflicto.
El Primer Sol Creciente, enfurecido, desenvainó una espada de luz extremadamente poderosa, capaz de borrar existencias con solo tocar a su objetivo. Pero Azrael, inmune al borrado existencial, se reía mientras seguía golpeando al caballero hasta derribarlo al suelo.
Cuando todo parecía más calmado…
El Primer Sol Creciente, evaluó la situación, decidió acabar con Azrael utilizando uno de sus hechizos más poderosos:
sol creciente 1:¡Atadura de la Luz Infinita! ¡Liberación!
Azrael quedó inmovilizado por completo. Viendo que su oponente estaba indefenso, el Primer Sol Creciente decidió llevárselo al Reino de la Luz.
Cuando todo parecía perdido, los Caballeros Oscuros aparecieron en medio de la destrucción. Adara, una de sus líderes, observó la devastación de su reino con furia. Su cabello comenzó a crecer de forma antinatural mientras liberaba su energía oscura.
Sin embargo, la Quinta Caballera de los Soles Crecientes descendió del cielo con una presencia abrumadora. Su poder era tal que cinco de los Caballeros Oscuros se lanzaron contra ella al instante, iniciando una feroz batalla que rivalizaba toda lógica.
Mientras tanto, el Primer Sol Creciente no perdió tiempo y, con Azrael aún inmovilizado, lo llevó consigo al Reino de la Luz. La guerra entre los Soles Crecientes y los Caballeros Oscuros estaba lejos de terminar, pero una cosa era clara: el destino de Azrael cambiaría para siempre.