Ambos llegaron ante el rey y se arrodillaron ante él.
Azrael: Majestad, los enemigos están muertos, pero apareció un sabio con la espada Drakon.
Rey: ¿¡La espada qué!? La sellé junto a tres dioses más, ¿cómo es posible?
Sol Creciente 1: Parece que recibió ayuda de algún ser... pero aún no logro discernir cuál. ¿Será que mi omnisciencia está fallando?
Azrael: ¿Y qué me dicen del concepto que protegía la espada… Uno
El rey mira hacia las nubes por la ventana del salón real y dice:
Rey: La espada que viste, Azrael, no es solo un arma de destrucción. Es un símbolo de la división, el conflicto y la dualidad que gobiernan este mundo. Pero hace siglos, el sabio Plotino nos dejó un legado de conocimiento. Él enseñó que todo lo que existe, toda multiplicidad, proviene de un principio único: el Uno. Este principio está más allá de todo lo que podemos imaginar, más allá incluso de la existencia misma.
El rey se levanta de su trono y avanza un paso, con una expresión solemne.
Rey: Esa espada, en manos equivocadas, puede desatar el caos. No solo corta lo físico, sino también los lazos que nos conectan con lo divino, desintegrando aquello que somos en lo más profundo. Plotino dedicó su vida a comprender el Uno, esa unidad primordial que es el origen de todas las fuerzas y formas.
Hace una pausa, su voz se vuelve más intensa.
Rey: Los dioses, al igual que los hombres, nacen del Uno. Si caemos en la trampa de luchar por esta espada, por el poder que ella representa, nos alejaremos del verdadero orden que él nos enseñó. El Uno no es un arma ni un amo; es el flujo eterno que guía a quienes son lo suficientemente sabios para comprenderlo.
Se acerca a Azrael, su mirada cargada de advertencia.
Rey: La espada que Plotino y los dioses arcanos protegieron no es peligrosa por su poder, sino por lo que hace a quienes la desean. Los ciega, los aparta de la verdad. El Uno no destruye ni crea por capricho. Su poder radica en la conexión, en recordarnos que todo está unido. Si buscas la espada, Azrael, que sea para preservar esa unidad, no para desatar una nueva división.
Azrael: Entiendo, majestad, gracias por tu explicación.
Nevaeh: ¡Es increíble! Entonces, si juntamos Uno y Plotino, ¿se llamaría Uno de Plotino?
Rey: Exactamente, Nevaeh, eres una chica muy lista. Este concepto estaba escrito en un pergamino que guarda secretos de hace millones de años. Nosotros, como seres trascendentales, somos eternos, querida Nevaeh. Nosotros nunca moriremos por envejecer, pero… aquel sabio del que hablas, Azrael… ¿Era viejo?
Azrael: Sí, pero él viene de otro dominio. No nació aquí. Supongo que alguien le abriría las puertas a los demás dominios y al dominio al que pertenecemos nosotros. Hay una fuerza mayor que no puedo reconocer con mi omnisciencia. ¿Qué será…?
Rey: Bueno, supongo que tengo que darte las gracias, Azrael. Eres digno de este reino…
Azrael sale del salón real con Nevaeh cogidos de la mano. Al llegar a un parque cercano, Nevaeh se acerca más a Azrael, y ambos se quedan en silencio por un momento, sintiendo la paz tras la batalla.
Nevaeh: (sonriendo) ¿Sabes? Aunque todo lo que hemos vivido ha sido una pesadilla, estar aquí contigo lo hace todo más soportable.
Azrael, con una sonrisa cansada pero genuina, la mira.
Azrael: La guerra no termina aquí, Nevaeh, pero por ahora… disfrutemos de este momento, seguramente vengan más enemigos.
Ambos se acercan lentamente, y al final, se besan bajo la luz suave del atardecer. El viento acaricia sus rostros mientras, desde lejos, el horizonte sigue siendo incierto. La primera temporada concluye con el sonido lejano de un trueno, la calma podría ser solo temporal, mientras nuevas amenazas se ciernen sobre ellos.