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Chapter 10 - Azrael y el rey se reencuentran

Al cruzar, fueron recibidos por un hombre de porte imponente, el Sol Creciente 1.

Sol Creciente 1: Pero bueno, pierdo vuestro rastro y, de repente, siento vuestra presencia aquí. Nevaeh, ¿qué le pasó a tus ojos?

Azrael se adelantó con firmeza.

Azrael: Ya no fastidies y déjanos pasar. Vengo a unirme a vosotros.

Sol Creciente 1: ¿Tú? ¿A nosotros? ¡Qué ingenuo! Por encima de mi cadáver.

Nevaeh: ¡Deténganse ya, par de cazurros!

Ambos hombres se giraron hacia ella, cruzaron miradas y, como si fuera un reflejo sincronizado, respondieron al unísono:

Azrael y Sol Creciente 1: ¡SÍ!

La escena, ridículamente cómica, desató una nueva risa de Nevaeh, mientras el ambiente volvía a relajarse… al menos por ahora.

Al llegar al reino, el Sol Creciente 1 escoltó a Azrael ante el rey.

Rey: ¿Tú de nuevo?

Antes de que pudiera decir algo más, Nevaeh se adelantó rápidamente.

Nevaeh: ¡Oye, padre! Por favor, él es mi amigo, y quiere unirse a los Soles Crecientes.

Rey: ¿Qué? ¿Cómo que unirse a los Soles Crecientes? ¿Acaso estás loca, hija? ¡Él mató a un Sol Creciente y casi acaba con la Quinta Sol Creciente! ¿Cómo podré confiar en él?

Azrael: Tsk… Qué fastidio. Sol Patético 1, ¿por qué no usas tu omnisciencia, eh?

Sol Creciente 1: ¿¡Cómo te atreves a llamarme así, pequeña rata?! —gruñó, ofendido—. Bueno… No noto malas intenciones, mi rey. —añadió con firmeza.

Rey: Bien. Serás el Sol Creciente 2. Pero escucha bien: si haces un solo movimiento en falso, todos los Soles te atacarán y te matarán al instante, porque yo mismo lo ordenaré.

Azrael: Sí, sí… Venga, dame mi túnica.

Rey: ¿Túnica? Usarás una armadura o ropa digna del reino.

Azrael: Me siento más cómodo con una túnica blanca. Dame una túnica.

Rey: Está bien…

El rey alzó la voz, llamando a sus caballeros.

Rey: ¡Traigan una túnica blanca enseguida!

Caballeros: ¡Sí, majestad!

Los caballeros regresaron con la túnica. Azrael se la colocó, pero sus ojos seguían siendo rojos.

Azrael: Ay, qué molestia… Denme un poco de su poder y yo lo convertiré en una fuente mágica que brote sin límite.

Rey: ¿Tú? Una simple gota de poder no bastará para obtener un poder divino completo.

Azrael: Tengo la habilidad de convertir una gota de magia en una fuente infinita.

Azrael tomó las manos de Nevaeh, provocando que ella se sonrojara de nuevo.

Azrael: Concéntrate y trata de darme poder divino.

Nevaeh cerró los ojos, concentrándose. Sus pupilas volvieron a brillar en blanco mientras transmitía su poder a Azrael.

Azrael: Ahora, concéntrate nuevamente e intenta liberar tu poder sombrío.

Al desatar el poder sombrío, el rey notó algo que antes había pasado por alto: Nevaeh poseía tanto el poder divino como el sombrío también ojos rojos.

Rey: ¿Cómo es posible que Nevaeh tenga esos poderes?

Azrael: Ella quería ser poderosa, y le di un poco de mi poder. ¿Qué más, pues?

Rey: ¿¡Cómo te atreves a manchar a una ciudadana de mi reino con tu poder?!

Azrael: Ya no fastidies. Su sueño es ser caballera de los Soles, y lo será.

El rey suspiró, resignado.

Rey: Bien… Está bien.

Azrael y Nevaeh salieron del salón real. Azrael, ahora con ojos amarillos y su túnica blanca, caminaba junto a Nevaeh, cuyos ojos rojos brillaban intensamente, resaltando su ropa negra. Ambos estaban decididos a entrenar y fortalecer sus poderes para enfrentar las amenazas que antes habían parecido insuperables.