Chereads / El legado de la espada drakon / Chapter 9 - El camino hacia el reino de la luz

Chapter 9 - El camino hacia el reino de la luz

Azrael: Bueno, caballeros, me voy. Tengo prisa.

Caballera Érika: ¿A dónde crees que vas? ¡Tienes que sanar primero a Adara!

Azrael: Sí, sí…

Azrael alzó su mano desde lejos, apuntando hacia Adara. Un destello de energía brotó de su palma y lanzó un hechizo de sanación que restauró su magia y cerró todas sus heridas.

Azrael: Bueno, ahora sí. Me voy.

Caballera Adara: ¡Yo te mato, Azrael! ¡Tienes que quedarte aquí!

Sin responder, Azrael desapareció, entrando a un portal que lo llevó nuevamente a Sylvaris.

Nevaeh: ¡Wow! Los elfos sois increíbles… ¡y vosotras, las hadas, también! ¡Además, cocináis de maravilla!

De repente, Azrael reapareció.

Azrael: Toc, toc… ¿interrumpo?

Nevaeh: ¿Cómo te fue?

Azrael: Pues… Tuve que matar al Sol Creciente 2. —dijo, con un tono de temor, esperando que Nevaeh se enfadara—.

Nevaeh: ¿¡Estás loco!? ¡Ahora hay un puesto libre para los Soles!

Azrael: Lo mismo digo… Mataron al Séptimo Caballero Sombrío. En fin, la Quinta Caballera se salvó.

Nevaeh: Faltaría más… Ella sí es mi amiga. Además, es muy superior a mí.

Azrael: ¿Quieres ser poderosa, Nevaeh?

Nevaeh: ¿Acaso tienes un método para que yo lo sea?

Azrael: Sí. Pero… obtendrás poderes sombríos. Luego, cuando domines ambos poderes, podrás combinarlos. Serás incluso más poderosa que yo.

Nevaeh: Increíble… ¿Y cómo lo harás?

Azrael tocó con suavidad las mejillas de Nevaeh, quien retrocedió levemente, avergonzada.

Nevaeh: ¿Q-qué haces? —dijo con las mejillas encendidas—.

Azrael: Ya, cállate, comelona.

Azrael comenzó a transferirle poder, como si de una fuente mágica se tratara.

Nevaeh: ¡Ya basta! ¡Te quedarás sin magia!

Azrael: Tranquila, comelona. Tengo magia infinita.

Nevaeh: ¿Eh? ¿Eso siquiera es posible?

Tras unos instantes, Azrael terminó la transferencia. Nevaeh cerró los ojos y, al abrirlos, estos brillaban de un intenso rojo.

Nevaeh: ¿Me veo… más poderosa?

Azrael: Hmm… Ahora mismo te compararía con el Sol Creciente 6.

Nevaeh: ¿Pero cómo uso este poder?

Nevaeh estaba ilusionada, aunque no notaba que sus ojos, antes blancos como la nieve, habían cambiado de color.

Azrael: Oye, Nevaeh… No sé si te has dado cuenta, pero ahora tus ojos son rojos. Como los míos.

Nevaeh: ¿¡Quéeeee!?

Azrael: Jajaja… Ahora eres más bonita que antes.

Nevaeh: ¿Q-qué? B-bueno, no es para tanto, ¿no? —dijo, mirando hacia otro lado, sonrojada—.

Nevaeh miró a Azrael con intensidad y dejó salir su anhelo más profundo.

Nevaeh: Te lo volveré a repetir, y quiero que lo tengas en cuenta… Quiero que te unas a los Soles Crecientes, Azrael. Quiero que estés junto a mí… Quiero que vivas conmigo en el reino, por favor.

Azrael desvió la mirada, con un deje de tristeza en los ojos.

Azrael: Lo sé, Nevaeh. Yo también quisiera estar contigo… pero, ¿cómo será posible?

Nevaeh: Yo convenceré al rey. Él siempre me mimó mucho en mi infancia. De verdad, es como mi padre.

Azrael chasqueó la lengua, fingiendo fastidio.

Azrael: Hmm, tsk… ¡Qué molestia! Pero si me matan, será tu culpa. —Dijo con una expresión exagerada de enfado que provocó una carcajada en Nevaeh—.

Nevaeh: ¡Jajajaja! Vamos, pequeñín.

Azrael: ¿¡Quééé?! ¿¡Cómo que pequeñín?!

Nevaeh no pudo contener la risa, y su alegría contagió incluso a Azrael.

Azrael: Jajaja… Bueno, tendrás que ducharte, ¿no? —añadió Azrael, con un tono descarado.

Nevaeh: ¿Eh? ¿Cómo te atreves a hablarle así a una mujer?

Sin esperar respuesta, Azrael la alzó en brazos y la llevó al baño, cerrando la puerta tras ella.

Nevaeh: Bien… Si tú lo dices, chiquitín…

Mientras Nevaeh se duchaba, sus pensamientos volaron hacia Azrael y cómo podría convencer al rey de aceptarlo en el reino.

En el salón principal, Azrael hablaba con una de las hadas guardianas.

Azrael: Oye, amiga hada, ¿aquí estamos seguros de toda vigilancia exterior, verdad?

Hada: Claro que sí, visitante. Aquí nadie puede saber que estás, ni siquiera la omnisciencia bastaría para descubrirlo. Este reino es pacífico; no estamos especializados en luchar, aunque algunos elfos problemáticos siempre causan revuelo. Pero en general, todos nos llevamos bien y cantamos junto a la hoguera por la noche, solo existe 7 caballeros poderosos compuesto por elfos y un hada, los anubis.

Azrael: Ay… ¡Demasiada ternura para mí!

Hada: Jajajaja.

Azrael: Bueno, tengo que entrenar a Nevaeh.

Nevaeh salió del baño envuelta en una toalla. Se secó rápidamente, se vistió y salió con el cabello aún húmedo, sus ojos rojos brillando intensamente. Azrael la miró con atención, notando cada detalle.

Nevaeh: ¿Qué miras, chiquitín?

Azrael: ¿Acaso un ser superior tiene que dar explicaciones? —respondió, visiblemente avergonzado.

Nevaeh: Ya cállate, se nota en tu mirada.

Azrael: Bueno, si realmente me dejan entrar a tu reino, te entrenaré allí… y cambiaré mi túnica por una blanca.

Nevaeh: ¿De verdad lo decidiste? ¿Estás seguro de tu elección?

Azrael: Sí… Pero solo por ti. Y que lo sepas, si algo llegara a pasarte, destruiría el reino.

Nevaeh: ¡Tu deber será protegerlo, no destruirlo por mí!

Azrael: Sí, sí, comelona. Venga, vamos ya.

Azrael se despidió de las hadas y los elfos, y abrió un portal hacia el Reino de la Luz.