La vida en la nave de Freezer era todo menos tranquila. Un día, escuché a Freezer discutiendo acaloradamente con su padre, el Rey Cold, sobre mi futuro. Me mantuve oculto detrás de una puerta, tratando de no ser descubierto mientras espiaba la conversación.
"Padre, Tarok tiene un potencial increíble. Si lo entrenamos adecuadamente, será una valiosa adición a nuestras conquistas planetarias", decía Freezer, tratando de sonar convincente.
"¿Estás seguro, hijo? Ese niño es un Saiyajin. No podemos confiar en ellos. Además, apenas tiene 5000 de poder de pelea. Necesita enfrentarse a un soldado con al menos 10000 de poder para comenzar a acostumbrarse a la batalla", respondió el Rey Cold con voz firme.
Freezer frunció el ceño. "Lo sé, pero es un desafío que debe superar. Estoy dispuesto a apostar por él."
Esa misma tarde, fui llevado a la sala de entrenamiento. Frente a mí, un soldado de Freezer, enorme y musculoso, me miraba con una sonrisa burlona. "¿Este es el mocoso que tengo que entrenar?", se rió. "No durará ni un minuto."
"¡Cállate y pelea, soldado!", ordenó Freezer desde un balcón elevado, observando con atención.
El soldado avanzó hacia mí, pero algo dentro de mí se encendió. Quizás era el instinto Saiyajin, o tal vez un vago recuerdo de mi vida pasada. En cualquier caso, me preparé para luchar.
El combate comenzó, y aunque mi poder de pelea era inferior, mi tenacidad y determinación me mantuvieron en pie. Esquivaba golpes y contraatacaba con la ferocidad de un joven Saiyajin. El soldado, sorprendido por mi resistencia, comenzó a tomarse la pelea en serio.
Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos, el soldado me venció con un golpe final que me dejó aturdido en el suelo. Freezer descendió del balcón, su expresión era de desilusión. "Broly, esto no es suficiente. Si no puedes vencer a este soldado a la primera, tendrás que pelear contra él una y otra vez hasta que lo logres. No puedo permitir debilidad en mis filas."
Las palabras de Freezer resonaban en mi cabeza mientras trataba de recuperarme del golpe. "¿Otra vez? Esto es una locura", pensé, sintiendo una mezcla de frustración y cansancio. Pero sabía que no tenía elección.
Durante las siguientes semanas, los combates se volvieron rutinarios. Cada día, me enfrentaba al mismo soldado. Cada derrota me hacía más fuerte, más resistente. Freezer observaba cada pelea, su mirada crítica pero esperanzada.
Finalmente, después de innumerables intentos, algo hizo clic dentro de mí. En un golpe de suerte (y quizás un poco de instinto divino), logré derribar al soldado con una patada bien dirigida. El silencio llenó la sala de entrenamiento mientras el soldado caía al suelo, aturdido.
Freezer, sin mostrar mucho entusiasmo, simplemente dijo: "Era de esperarse de alguien que ahora es miembro de mi familia, aunque sea adoptado". Luego, miró el medidor de poder que llevaba en la mano. Mis ojos se abrieron de par en par cuando vi que mi poder había aumentado a 15000.
Freezer sonrió con su característica malicia. "Jejeje, mocoso, ahora te voy a poner a pelear con un soldado de 50000 de poder para ver cómo te va."
Mis ojos se agrandaron. "¿50000? ¿Quieres que muera o qué?" exclamé, sin poder contenerme.
Freezer se giró hacia mí, levantando una ceja. "Vamos, tarok, ¿dónde está ese espíritu Saiyajin? ¿O es que prefieres seguir siendo un debilucho?"
"¡Claro que no! Pero 500 de poder... ¡Eso es una locura!", respondí, sintiendo que mi voz temblaba ligeramente.
Freezer sonrió de manera aún más siniestra. "¿Locura? No, mocoso, esto es entrenamiento. Y como miembro de mi familia, espero que te enfrentes a estos desafíos con valentía. Además, será divertido verte intentarlo."
Mientras tanto, en otro rincón del universo, Vegeta se enteraba de las noticias. "¿Freezer adoptó a un bebé Saiyajin?", rugió, incrédulo. "¡Esto es una burla a nuestra raza! ¡Ese monstruo no tiene derecho a criar a uno de los nuestros!"
Nappa, que estaba cerca, intentó calmarlo. "Vegeta, tal vez podamos usar esto a nuestro favor. Si ese niño crece bajo el mando de Freezer, podríamos..."
"¡No! ¡Ese niño es una vergüenza para todos los Saiyajin!", interrumpió Vegeta, furioso. "Debemos hacer algo al respecto."
De vuelta en la nave de Freezer, mientras intentaba recuperarme del agotador entrenamiento, no podía evitar sentir una mezcla de emociones. Había sobrevivido a mi primer combate exitoso y había ganado un pequeño atisbo de respeto de Freezer. Sin embargo, sabía que mi vida seguiría siendo una montaña rusa de desafíos y sorpresas.
"Vaya manera de entrenar", pensé, sonriendo para mis adentros. "Esto apenas está comenzando."
El entrenamiento continuaba, y con ello venían las palizas. No había un solo día en el que no terminara exhausto y adolorido. Freezer, con su sonrisa maliciosa, había decidido que mi próxima prueba sería enfrentar a un soldado con un poder de 500. Me enfrentaba a mi peor pesadilla.
El soldado de 50000 de poder, llamado Zaron, era un guerrero impresionante, alto y con una presencia imponente. Desde el primer golpe, supe que esto sería diferente. Cada ataque suyo era como un terremoto, cada defensa mía parecía un intento fútil de detener una avalancha.
"¿Este es el mocoso que tiene tanto potencial?", se burló Zaron mientras me lanzaba al suelo con un solo golpe. "Pensé que Freezer estaba bromeando."
Me esforzaba por mantenerme en pie, mis piernas temblaban. "Tengo que seguir. No puedo rendirme ahora", pensaba, aunque mi cuerpo rogaba por un respiro.
Freezer observaba desde el balcón, su rostro una máscara de desdén. "Vamos, Tarok. No tengo todo el día. Si sigues así, no serás más que un juguete roto."
Zaron lanzó otro ataque, y me vi volando por la sala de entrenamiento, estrellándome contra la pared. "¡Esto es ridículo! ¿Cómo se supone que debo vencerlo?", pensé, con cada hueso de mi cuerpo doliendo.
En un intento desesperado por ganar algo de tiempo, traté de levantarme y balbuceé: "¡Hey, Zaron! ¿Acaso no tienes algo mejor que hacer que golpear a un niño? ¿No tienes una cita o algo?"
Zaron se detuvo, sorprendido por mi comentario. Luego, una sonrisa divertida cruzó su rostro. "Vaya, tienes agallas, mocoso. Lástima que no te servirán de mucho aquí."
A pesar del dolor, me puse de pie de nuevo, tambaleándome. "No puedo rendirme. No voy a dejar que Freezer me vea derrotado. Tengo que seguir luchando."
Cada enfrentamiento con Zaron era una lucha desesperada por mantenerme en pie. Cada vez que caía, me levantaba, aunque a duras penas. Mis golpes apenas lo afectaban, pero cada pequeño esfuerzo parecía contar.
"Vamos, Tarok. ¡Puedes hacerlo!", me gritaba a mí mismo, tratando de ignorar el dolor que sentía en todo el cuerpo.
Freezer finalmente intervino después de que Zaron me lanzara al suelo por enésima vez. "Suficiente por hoy, Zaron. El mocoso necesita descansar si quiere sobrevivir al siguiente entrenamiento."
Zaron se retiró, dejando caer una última burla: "Descansa bien, mocoso. Mañana será aún más difícil."
Mientras me arrastraba fuera de la sala de entrenamiento, con el cuerpo hecho trizas, Freezer se me acercó. "Tarok, no olvides que estás aquí por una razón. Cada golpe que recibes te hace más fuerte. No me defraudes."