Tarok, aún con la emoción de haber obtenido el grimorio de magia oscura, llegó a su habitación sin perder tiempo. Se sentó en el borde de la cama, observando el libro con atención. La cubierta era oscura, adornada con símbolos antiguos y letras grabadas que parecían cambiar y moverse a medida que las observaba. Había algo inquietante pero a la vez fascinante en ese libro, como si el poder encerrado dentro estuviera esperando ser liberado.
Al abrir la primera página, una inscripción clara le llamó la atención:
*"Para que el grimorio obedezca únicamente a su dueño, se deberá ofrecer una gota de sangre en la cubierta, escribir tu nombre y otorgarle un nombre. Una vez hecho esto, concéntrate y dale la forma deseada."*
Tarok frunció el ceño. ¿Sangre? No era exactamente lo que había esperado, pero si quería descubrir el potencial de ese grimorio, tendría que seguir las instrucciones. Sin pensarlo dos veces, hizo un pequeño corte en su dedo con una daga y dejó caer una gota de sangre sobre la cubierta. La sangre se absorbió rápidamente, como si el grimorio tuviera vida propia.
Con su nombre inscrito, ahora le tocaba darle un nombre al grimorio. Tarok, recordando algunos libros antiguos que había leído en su vida anterior, decidió llamarlo *Ekate*, un nombre que evocaba poder y misterio.
Finalmente, vino la parte de darle una forma deseada. Se sentó en el suelo de su habitación, cerró los ojos y comenzó a concentrarse. Mientras lo hacía, sus pensamientos vagaban. *"¿Cómo debería ser? Algo imponente, algo poderoso..."* Pero entonces, su mente, traicionera, no pudo evitar deslizarse hacia la imagen de una hermosa mujer gótica. Había visto muchas representaciones de mujeres misteriosas en libros y series de su vida anterior, con su piel pálida, labios oscuros y vestimenta elegante. *"Bueno, sería algo genial,"* pensó Tarok sin darle demasiada importancia.
De repente, sintió un tirón en su energía y abrió los ojos, sorprendido. Frente a él, el grimorio comenzó a brillar con una luz oscura, y ante sus ojos, la forma del libro empezó a cambiar, como si estuviera vivo. El contorno de una figura humana emergió del grimorio, y pronto, ante él, se materializó una mujer alta, de piel pálida y cabello largo y negro como la noche. Llevaba un vestido ajustado de estilo gótico, con detalles oscuros y brillantes. Sus ojos brillaban con un tono carmesí mientras lo miraba con una mezcla de desdén y sorpresa.

"¿De verdad...?" fue lo primero que dijo la figura, cruzando los brazos y mirando a Tarok de arriba abajo. "Mil años encerrada en esa estúpida cueva, esperando un amo digno... ¡y el primero que se convierte en mi dueño es un chico pervertido!"
Tarok casi se atragantó de la sorpresa y, más que nada, de la vergüenza. No había esperado que el grimorio, ahora transformado en una figura femenina, tuviera conciencia, mucho menos una que lo juzgara tan rápido.
"¡E-Espera!" dijo Tarok, levantando las manos en señal de rendición. "No es lo que piensas... yo solo... no quería que te vieras como un simple libro aburrido."
La mujer lo miró con los ojos entrecerrados, claramente no convencida. "¿Ah sí? ¿Y lo primero que se te ocurre es una mujer gótica? Claro, porque eso grita 'seriedad', ¿verdad?"
Tarok se sonrojó aún más. "Bueno... tú... no sé. Solo fue lo primero que se me ocurrió. No lo pensé demasiado."
Ella suspiró, llevándose una mano a la frente. "Esto es ridículo. Después de siglos, me despierto para ser servidora de un niño que ni siquiera puede mantener sus pensamientos en algo menos... hormonal."
"¡Oye!" protestó Tarok. "No fue con esa intención."
"Claro," dijo ella con sarcasmo, girando los ojos. "Porque un gótico sensual es justo lo que cualquier mago respetable querría como compañera de grimorio. Genial, solo genial. A ver, ¿cuál es tu plan, amo? ¿Quieres que luzca seductora mientras lanzas hechizos?"
Tarok se rascó la nuca, incómodo. "Bueno, ahora que lo mencionas, no sé mucho de magia... pero, eh... estoy seguro de que puedes enseñarme, ¿no?"
"¡Por supuesto!" exclamó la mujer, lanzando las manos al aire con dramatismo. "Lo primero en la lista: enseñarle magia a un chico que claramente prioriza el estilo sobre la sustancia. ¿Sabes qué? Estoy casi impresionada. Esto es un nuevo nivel de baja expectativa."
Tarok suspiró y se dejó caer en la cama. "Bueno, al menos podrías haberme avisado que tomarías forma humana... y que tendrías esta... actitud."
Ella le dedicó una sonrisa irónica. "Oh, lo siento, amo. No sabía que querías una sirviente silenciosa y sumisa. Hubiera sido mejor que me especificaras eso antes de hacer tu deseo."
"¡No!" exclamó Tarok rápidamente. "Eso sería aún más raro. Solo... no sabía que podrías hablar, para empezar."
"Bueno, aquí estoy," dijo ella, señalándose a sí misma con una mano. "Ekate, tu fiel grimorio. Ahora con una apariencia 'gótica' gracias a tu brillante imaginación."
Tarok no sabía cómo reaccionar. Todo este encuentro era mucho más extraño de lo que había previsto. Pero, al mismo tiempo, no podía negar que algo en él encontraba divertida la situación. Aunque Ekate lo criticara, había algo refrescante en tener una compañera con esa personalidad... aunque eso lo hacía sentir aún más culpable.
"Bueno, dejemos esto claro," dijo Ekate, acercándose a él. "A pesar de lo que pienses, soy un grimorio poderoso. Si me cuidas bien y no haces tonterías, puedo enseñarte cosas que no puedes ni imaginar. Pero si me tratas como un adorno, mejor olvídalo."
Tarok asintió con seriedad. "Lo entiendo. Quiero aprender."
"Bien," respondió ella, retrocediendo un poco. "Porque te voy a poner a prueba, amo. Si me decepcionas, olvídate de todo esto."
"Haré lo mejor que pueda," dijo Tarok, más decidido ahora que había superado la vergüenza inicial.
Ekate lo miró un momento, evaluándolo. "Eso espero. Y por favor, la próxima vez que pienses en 'diseñarme', tal vez elige algo un poco más... práctico."
Tarok se rió nerviosamente. "Lo tendré en cuenta."
Y así, comenzó la extraña relación entre Tarok y Ekate, el grimorio gótico culon que ahora lo acompañaba en su búsqueda de poder.