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Chapter 11 - capitulo 11 pelea epica parte 2

El encuentro final entre Tarok y el capitán pirata

La tensión en el aire era palpable mientras el capitán pirata, aún con su imponente forma transformada, se mantenía firme. A pesar de haber demostrado una fuerza sobrehumana que lo había colocado momentáneamente por encima de Tarok, ahora era evidente que las tornas habían cambiado. La activación del modo Dark Aura había elevado a Tarok a un nivel completamente diferente.

Tarok, con una sonrisa confiada pero sin perder el aire serio que había adoptado momentos antes, se cruzó de brazos mientras miraba al capitán.

—Antes de que terminemos esto —dijo Tarok, su voz resonando como un trueno en el campo de batalla—. ¿Tienes un nombre, furro? No quiero derrotar a alguien sin saber cómo se llama.

El capitán pirata frunció el ceño, claramente ofendido por el tono casual y despectivo del saiyajin. Su energía vibraba en el aire, pero respondió con un rugido grave.

—¡Mi nombre es Kaelgor, el terror de los mundos fronterizos! ¡El que ha puesto de rodillas a cientos de planetas! ¡El invencible Kaelgor!

Tarok alzó una ceja, fingiendo interés.

—Kaelgor, ¿eh? Bueno, lo recordaré... al menos por un rato.

Kaelgor rugió con furia y cargó hacia Tarok, su velocidad haciendo que el suelo se rompiera bajo sus pies. Sin embargo, Tarok apenas movió un pie, desapareciendo de la vista justo cuando el enorme puño del pirata estaba a punto de alcanzarlo.

Kaelgor miró alrededor, confuso por un momento, antes de sentir una presencia detrás de él. Se giró rápidamente, lanzando un golpe que creó una onda expansiva en el aire, pero golpeó nada más que vacío.

—¿Qué pasa, Kaelgor? ¿Esa gran fuerza tuya no sirve si no puedes alcanzarme? —bromeó Tarok, quien estaba ahora a varios metros de distancia, con los brazos relajados a los costados.

Desde su posición, Burter, el más rápido de las Fuerzas Especiales Ginyu, observaba la pelea con asombro.

—Esto es... increíble —murmuró—. Ni siquiera puedo seguir sus movimientos, y eso que soy el más rápido aquí.

Kaelgor, cada vez más frustrado, comenzó a lanzar ráfagas de energía hacia Tarok, pero el saiyajin las esquivó todas con una facilidad casi insultante. A medida que los ataques del pirata se hacían más desesperados, Tarok empezó a cerrar la distancia entre ellos. Cuando Kaelgor intentó lanzar un golpe directo, Tarok lo interceptó con un bloqueo perfecto, sujetando su enorme puño con una sola mano.

—Bonito intento, pero te falta algo de velocidad, grandulón —dijo Tarok, su tono cargado de sarcasmo.

Antes de que Kaelgor pudiera reaccionar, Tarok lanzó un rodillazo directo al abdomen del pirata, haciendo que este escupiera saliva mientras su cuerpo se doblaba por el impacto. Aprovechando el momento, Tarok giró sobre sí mismo y le propinó una patada giratoria que lo envió volando contra una formación rocosa cercana. La montaña se derrumbó bajo el impacto, pero Kaelgor, aunque claramente herido, se levantó una vez más.

—¡Esto no ha terminado, saiyajin! —gritó Kaelgor, liberando un rugido que hizo temblar la tierra a su alrededor.

Kaelgor cargó de nuevo, pero esta vez Tarok no esperó. En un abrir y cerrar de ojos, el saiyajin apareció frente al pirata y comenzó a atacar con su técnica recién desarrollada: la Ametralladora de Puñetazos. Golpe tras golpe, los puños de Tarok impactaron en el cuerpo de Kaelgor a una velocidad que parecía imposible, incluso para alguien con el nivel de poder del pirata.

—¡Mil golpes por segundo, Kaelgor! ¿Qué te parece mi nueva técnica? —gritó Tarok mientras continuaba su ofensiva.

Kaelgor no pudo responder. Cada impacto sacudía su cuerpo, creando ondas de choque que se extendían por el campo de batalla. Los demás miembros de las Fuerzas Ginyu observaban con una mezcla de asombro y terror mientras el cuerpo del capitán pirata era destrozado, incapaz de defenderse contra la velocidad y precisión de Tarok.

Finalmente, después de lo que parecieron horas pero que apenas fueron segundos, Tarok retrocedió, dejando a Kaelgor tambaleándose, con su cuerpo cubierto de heridas y su energía casi agotada. Sin embargo, el saiyajin no mostró signos de agotamiento. De hecho, parecía estar disfrutando del combate.

—¿Eso es todo, Kaelgor? ¿Ese es el terror de los mundos fronterizos? —preguntó Tarok, cruzándose de brazos de nuevo.

Kaelgor, con el poco aliento que le quedaba, intentó reunir energía para un último ataque, pero Tarok no le dio la oportunidad. Con un movimiento rápido, apareció frente al pirata y lo golpeó con un puñetazo directo al pecho, enviándolo volando una vez más. Esta vez, Kaelgor no se levantó.

El campo de batalla quedó en silencio mientras el polvo se asentaba. Tarok, aún rodeado por su aura oscura, se giró hacia las Fuerzas Ginyu, quienes lo observaban con expresiones de incredulidad.

—Bueno, eso fue divertido —dijo Tarok, su tono volviendo a ser relajado mientras desactivaba el modo Dark Aura. Su energía regresó a niveles normales, pero la sensación de poder absoluto seguía presente en el aire.

Burter se acercó, aún impactado.

—¡Ese fue el combate más rápido que he visto en mi vida! —exclamó—. Tarok, eres increíble.

Tarok simplemente se encogió de hombros.

—Bueno, alguien tenía que encargarse del "terror de los mundos fronterizos". Supongo que hoy fue mi turno.

Con eso, el saiyajin se alejó del campo de batalla, dejando atrás al derrotado Kaelgor y a las Fuerzas Ginyu, quienes aún intentaban procesar lo que acababan de presenciar.

Tras la caída de Kaelgor, Tarok permaneció de pie, observando los restos del campo de batalla con una expresión que mezclaba satisfacción y agotamiento. Su pecho subía y bajaba con cada respiración profunda mientras contemplaba al líder pirata derrotado. El aire aún estaba cargado de la energía que había desatado durante el combate, y un ligero aroma a ozono flotaba alrededor.

Mientras los miembros de las Fuerzas Ginyu comenzaban a reagruparse, Tarok se acercó al cuerpo inconsciente de Kaelgor. Su mirada cayó sobre los imponentes cuernos que adornaban la cabeza del pirata transformado. Una sonrisa traviesa cruzó su rostro.

—Estos se verán perfectos en mi sala de trofeos —murmuró para sí mismo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Jeice, acercándose con cautela, aún impresionado por la demostración de poder de Tarok.

—Me estoy llevando un recuerdo de esta pelea —respondió Tarok con un tono despreocupado mientras colocaba un pie sobre el torso de Kaelgor para estabilizarse. Sacó una daga de su cinturón y, con precisión quirúrgica, comenzó a cortar los cuernos. Jeice hizo una mueca al escuchar el sonido crujiente del hueso siendo separado, pero no dijo nada.

Burter, quien estaba revisando la nave pirata en busca de sobrevivientes, se unió a la conversación desde la distancia.

—¡Tarok, la nave de este tipo es enorme! ¡Parece que tiene todo tipo de armas y tecnología avanzada!

Tarok levantó la mirada hacia la imponente nave que flotaba sobre el campo de batalla, aún humeante por los daños que había sufrido durante el combate. Sus ojos brillaron con interés.

—Perfecto. Nos la llevamos también. Siempre quise una nave personal, y esta tiene el toque intimidante que me gusta.

Una vez que Tarok terminó de extraer los cuernos, los sostuvo en alto, admirando su tamaño y peso. Tenían una textura rugosa y oscura, con vetas rojizas que parecían irradiar una energía latente. Los colocó cuidadosamente en una cápsula de almacenamiento antes de dirigirse hacia la nave pirata.

En el camino, las Fuerzas Ginyu lo observaron en silencio, todavía procesando lo que acababan de presenciar. Ginyu, el líder del grupo, finalmente rompió el silencio.

—Tarok, lo que hiciste hoy fue impresionante. Pero... ¿realmente necesitas trofeos de todos tus combates?

Tarok se encogió de hombros mientras subía la rampa de la nave pirata.

—Por supuesto. Cada trofeo cuenta una historia. Este, por ejemplo, me recordará que no debo confiarme la próxima vez que me enfrente a alguien fuerte. Además, ¿no crees que estos cuernos se verán geniales en mi colección?

Ginyu no pudo evitar sonreír ante la confianza del saiyajin.

—Supongo que tienes razón. Ahora, veamos cómo está esta nave.

La nave de Kaelgor era tan impresionante por dentro como lo era por fuera. Pasillos largos y metálicos conectaban habitaciones llenas de tesoros saqueados, equipos avanzados y armamento pesado. Tarok caminaba por los corredores con Ekate flotando a su lado, observando todo con curiosidad.

—Este lugar es un caos —comentó Ekate, su tono lleno de desdén—. Aunque no esperaba menos de un pirata.

—Sí, pero tiene potencial. Un poco de limpieza y modificaciones, y esta nave será mi nuevo centro de operaciones —respondió Tarok mientras inspeccionaba una sala llena de mapas estelares y registros de saqueos.

Ekate soltó una risita.

—¿Y qué vas a hacer con todo este botín? ¿Venderlo? ¿Usarlo para decorar?

—Ya veré. Primero, aseguremos que todo funcione correctamente.

Tarok y las Fuerzas Ginyu trabajaron juntos para poner en marcha la nave pirata. Aunque algunos sistemas estaban dañados, pudieron repararlos con los suministros disponibles. Una vez que la nave estuvo operativa, Tarok se acomodó en la cabina principal, disfrutando de la vista desde el asiento del capitán.

—Esto es mucho mejor que cualquier cápsula de combate —dijo mientras ajustaba los controles.

Jeice se acercó desde el puesto de navegación.

—Es un poco ostentosa, pero definitivamente impone respeto.

Tarok asintió, su sonrisa volviendo a aparecer.

—Exactamente lo que necesito.

El viaje de regreso a la base de Freezer fue tranquilo. Tarok utilizó el tiempo para explorar más de la nave, seleccionando cuidadosamente algunos de los objetos más interesantes para añadirlos a su colección. Ekate, por supuesto, no perdió la oportunidad de hacer comentarios sarcásticos sobre su obsesión por los trofeos.

—¿Realmente necesitas llenar una sala entera con cosas que has arrancado de tus enemigos? —preguntó mientras flotaba cerca de una caja llena de armas pirata.

—Por supuesto. Cada uno de estos trofeos tiene un significado. Además, ¿no crees que los cuernos de Kaelgor se verán geniales en mi pared? —respondió Tarok con una sonrisa.

Ekate suspiró.

—Eres un caso perdido.

Una vez de vuelta en la base, Tarok se dirigió directamente a su sala de trofeos. Este espacio era una mezcla de museo y guarida personal, con paredes adornadas con reliquias de sus victorias pasadas. Desde espadas y armas hasta armaduras y artefactos, cada pieza contaba una historia de combate y conquista.

Tarok colocó los cuernos de Kaelgor en un pedestal central, asegurándose de que estuvieran iluminados por una luz que destacara su imponencia.

—Perfecto —dijo, dando un paso atrás para admirar su trabajo.

Ekate flotó cerca, observando los trofeos con una mezcla de curiosidad y resignación.

—Bueno, al menos tienes buen gusto para la decoración.

Tarok rió entre dientes.

—Gracias, Ekate. Ahora, vamos a ver qué otra misión interesante nos asignan. Siento que las cosas apenas están comenzando.

Con eso, salió de la sala de trofeos, listo para enfrentar lo que fuera que el universo tuviera reservado para él.

gracias por leer por favor dejen un comentario y si se lo preguntan el nivel de pelea de tarok en dark aura es de 18000000 y el de el pirata era de 6000000 full power