**Desde la perspectiva del capitán pirata**
El aire se tensó con una energía abrumadora que hacía difícil respirar. Observé a ese maldito chico, Tarok, mientras su cuerpo comenzaba a irradiar un aura que hacía temblar el suelo bajo nuestros pies. Las rocas circundantes se agrietaban y el cielo parecía oscurecerse levemente. Su poder no dejaba de aumentar, y por un instante, una sombra de duda pasó por mi mente. Pero la descarté de inmediato. No importa cuánto poder mostrara, seguía siendo un simple mortal.
"¿De verdad crees que esto es suficiente para derrotarme?" murmuré, mi voz cargada de rabia y desdén. Pero antes de que pudiera moverme, él desapareció.
No tuve tiempo de reaccionar. En un parpadeo, lo sentí aparecer justo frente a mí. Una explosión de dolor recorrió mi pecho cuando su pierna chocó violentamente contra mi torso. El impacto fue brutal, como si me hubieran arrojado contra un meteoro en movimiento. Mi cuerpo fue lanzado como un proyectil, atravesando el aire antes de estrellarme contra una roca masiva. El crujido de la piedra rompiéndose fue ensordecedor, y el polvo cubrió el área.
Gruñí, levantándome con dificultad mientras la roca detrás de mí se desmoronaba. Ese golpe no solo había herido mi orgullo, sino que también había dejado una marca en mi cuerpo. Mi pecho ardía, y aunque el dolor era intenso, la rabia lo superaba.
"¡Maldito insecto!" rugí, dejando que mi voz reverberara en todo el campo de batalla. Mi poder empezó a aumentar de nuevo, pero ese idiota no me dio tiempo para tomar la ofensiva. Lo vi moverse con una velocidad casi imposible de seguir, esquivando cada una de mis ráfagas de energía como si fueran simples chispas. Mi frustración creció con cada disparo fallido.
"¡Quédate quieto y pelea como un hombre!" grité, disparando otra ráfaga más potente, pero él simplemente se deslizó hacia un lado con una sonrisa arrogante en su rostro. Esa maldita sonrisa. Era como si disfrutara jugar conmigo, como si creyera que ya había ganado. Pero no lo permitiría.
Cuando vi que se detenía por un instante, supe que estaba tramando algo. Sus movimientos eran demasiado calculados para ser al azar. Antes de que pudiera procesarlo, Tarok ya estaba frente a mí, y esta vez no parecía estar conteniéndose.
"Te mostraré lo que puedo hacer," dijo, y su aura explotó de nuevo. Pero lo que hizo después fue algo que jamás habría imaginado.
De repente, me golpeó una y otra vez. Al principio pensé que era un simple combo, pero entonces comprendí lo que estaba pasando. Sus puños se movían a una velocidad que apenas podía percibir, y cada golpe impactaba en mi cuerpo con una fuerza que resonaba como un trueno. **Mil golpes en un segundo.** Mil malditos golpes, y cada uno de ellos era más fuerte que el anterior. Mi mente intentaba seguir el ritmo, pero mi cuerpo no podía reaccionar. Era como si me estuviera golpeando desde todas las direcciones al mismo tiempo.
Mi cuerpo comenzó a retroceder involuntariamente por la fuerza de los impactos, y sentí cómo mis músculos y huesos se resentían. La sangre salía de mis labios mientras trataba de encontrar un punto débil en su ataque, algo que pudiera usar para contraatacar. Pero no había nada. Estaba completamente atrapado.
"¡Maldita sea!" rugí internamente mientras trataba de reunir mi energía. Sabía que si no hacía algo pronto, estaría acabado. No podía permitir que un mocoso como él me derrotara. No podía permitir que mi reputación fuera destruida por alguien así.
Con un último rugido, liberé todo mi poder. Mi cuerpo se hinchó aún más, y mis músculos, que ya eran enormes, se tensaron hasta un punto crítico. Sentí cómo mi poder aumentaba rápidamente, superando el límite que había alcanzado antes. **Novecientos cincuenta mil… No, un millón.**
"¡YA BASTA!" grité, liberando una explosión de energía que finalmente detuvo sus ataques. Su cuerpo fue lanzado hacia atrás, y por primera vez en toda la pelea, vi algo que se parecía a la sorpresa en su rostro.
Me levanté completamente, mi cuerpo ahora envuelto en un aura oscura y salvaje que hacía que todo el campo de batalla temblara. La tierra bajo mis pies se hundía, y el cielo se volvió aún más oscuro. Sabía que ahora lo había superado. Ahora era yo quien tenía la ventaja.
"¿Creíste que podías ganarme con esa técnica ridícula?" le dije, mi voz cargada de desprecio. "Esto no ha hecho más que comenzar, chico. Ahora, ¡prepárate para morir!"
Cargué hacia él, liberando toda mi furia en un solo movimiento. Mis puños eran más rápidos y fuertes que nunca, y esta vez, era él quien estaba a la defensiva. No importaba cuánto intentara esquivar o bloquear, mis ataques lo alcanzaban. Cada golpe que aterrizaba en su cuerpo era una pequeña victoria para mí, una prueba de que mi poder era superior.
Su rostro mostraba determinación, pero también podía ver algo más. ¿Era miedo? ¿O simplemente la realización de que había cometido un error al enfrentarse a mí? No lo sabía, y francamente, no me importaba. Lo único que importaba ahora era demostrar que yo era el más fuerte.
**Desde la perspectiva de Tarok**
El impacto del último golpe del capitán pirata me mandó a volar contra una montaña rocosa. Al estrellarme, el aire salió de mis pulmones y mi visión se nubló por un momento. Escupí un poco de sangre y traté de ponerme de pie mientras mi mente trabajaba a toda velocidad.
"¿Por qué me confié tanto? ¿Por qué demonios dejé que se saliera de control?" pensé, sintiendo cómo mi cuerpo temblaba, no solo por el daño físico, sino también por la frustración. Siempre había estado acostumbrado a tomar el control, a ser el más fuerte, pero ahora este maldito pirata me había puesto en una posición que no experimentaba desde hacía mucho tiempo: estaba en desventaja.
La voz de Ekate resonó en mi cabeza, interrumpiendo mis pensamientos.
—*¿Qué demonios estás haciendo, idiota? ¿Acaso tienes un deseo de morir o qué?* —me dijo con un tono de fastidio.
—¡Cállate, sé lo que estoy haciendo! —le respondí, pero ni yo me lo creía. La verdad era que estaba fuera de mi zona de confort.
Ekate soltó un suspiro exagerado.
—*Oh, claro, el gran Tarok, invencible e infalible… hasta que un idiota con cuernos de venado le da una paliza. ¿Qué sigue, perder contra un cachorro de Namek?*
—¡Ya basta, Ekate! —grité en voz alta, ignorando las miradas confusas de los soldados Ginyu que aún estaban conscientes.
Fue entonces cuando sentí un golpe repentino en la cabeza, como si alguien me hubiera dado con un mazo invisible. Me llevé la mano al lugar donde sentí el dolor y gruñí.
—¿Qué demonios fue eso? —pregunté, mirando alrededor, pero ya sabía la respuesta.
—*Eso fui yo, tarado.* —respondió Ekate, con su característico tono burlón. —*Si no empiezas a pelear en serio, juro que me voy a buscar un nuevo amo. Ahora escúchame: usa el modo Dark Aura. Es hora de dejar de jugar y mostrarle a este payaso por qué eres el elegido para manejar mi poder.*
Mi cuerpo se tensó al escuchar esas palabras. El modo Dark Aura… Era una técnica que apenas había comenzado a dominar. Si lo usaba, mi poder aumentaría exponencialmente, pero también conllevaba un riesgo: agotaría mis reservas de energía rápidamente si no acababa con esto de un solo golpe. Sin embargo, no tenía otra opción. Este pirata estaba a un nivel que no podía ignorar.
—Está bien, Ekate —dije con un suspiro. —Pero no creas que esto es porque tú lo dijiste.
—*Sí, sí, claro. Sigue diciéndote eso, genio.*
Me concentré, cerrando los ojos por un momento. Sentí cómo mi energía comenzaba a cambiar, volviéndose más densa, más oscura. Mi aura habitual, de un color rojizo brillante, se transformó en un negro azabache que parecía absorber la luz a su alrededor.

El suelo comenzó a temblar bajo mis pies mientras mi poder aumentaba a niveles que nunca antes había alcanzado en esta forma base. Las grietas se extendían en todas direcciones, y las rocas cercanas comenzaron a flotar, desintegrándose en el aire. Mi cuerpo se sentía ligero, pero lleno de una fuerza abrumadora. Por primera vez en esta pelea, sentí que tenía el control.
Abrí los ojos y noté que todo a mi alrededor se había detenido. El capitán pirata, que hasta ahora había estado avanzando con una sonrisa confiada, se detuvo en seco. Sus ojos estaban fijos en mí, y podía ver algo que no había esperado: duda.
—¿Qué pasa, capitán? ¿No que eras el más fuerte? —le dije con una sonrisa arrogante, aunque por dentro aún sentía la presión de la situación. —Venga, ¿no ibas a demostrarme por qué eres tan temido?
El pirata rugió de frustración y cargó hacia mí con toda su fuerza, pero esta vez era diferente. Podía ver cada movimiento suyo con claridad, como si estuviera viendo todo en cámara lenta. Cuando lanzó su primer golpe, simplemente me moví hacia un lado, dejando que su puño pasara rozando.
—¿Eso es todo lo que tienes? —le pregunté, mi voz goteando sarcasmo.
Antes de que pudiera responder, lo golpeé con un rodillazo en el estómago, lo suficientemente fuerte como para mandarlo volando varios metros hacia atrás. El suelo se quebró bajo sus pies mientras trataba de mantenerse en pie, pero no le di tiempo de recuperarse. En un instante, ya estaba frente a él, lanzando una ráfaga de golpes rápidos que lo dejaron tambaleándose.
—¡Esto es por hacerme ver como un idiota frente a mis compañeros! —grité, rematándolo con un gancho ascendente que lo lanzó al aire.
A pesar de la ventaja momentánea, el capitán no se rendía. Incluso mientras caía, su aura comenzó a brillar aún más intensamente, y su cuerpo parecía adaptarse a mis ataques. Cuando aterrizó, su risa resonó en todo el campo de batalla.
—¡Impresionante, chico! Pero si crees que esto es suficiente para derrotarme, estás muy equivocado.
Antes de que pudiera responder, liberó una explosión de energía que me empujó hacia atrás, obligándome a cubrirme con los brazos. Su poder había aumentado de nuevo, y ahora estábamos nuevamente a la par. Pero esta vez, no sentí miedo. No sentí duda.
Solo sentí determinación.
—Muy bien, capitán. Parece que esta pelea va a ser más divertida de lo que esperaba. —dije, adoptando una posición de combate mientras mi aura negra se intensificaba aún más. —Vamos a terminar esto.
Y así, la batalla continuó, con ambos luchando al límite de nuestras capacidades, en un enfrentamiento que haría temblar al mismo universo.