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Chapter 21 - Capítulo 20 : Forjando el Rugido del Leviatán**

Después de la tormentosa batalla contra la serpiente marina, Frank —o más bien, Infernus, como había decidido llamarse a partir de ese momento— observó el cadáver de la criatura con un brillo calculador en sus ojos. La criatura había sido un adversario formidable, y aunque su muerte significaba el fin de una amenaza, para Infernus, también era el principio de una oportunidad. No veía simplemente a una bestia derrotada; veía recursos, posibilidades, y sobre todo, una manera de reforzar su barco y dejar claro al mundo entero que él no era un enemigo que se pudiera subestimar.

Con esa idea en mente, Infernus se acercó al cadáver de la serpiente marina y, con la hoz aún impregnada de energía oscura, comenzó a abrir el colosal cuerpo de la criatura. Sus subordinados, que habían presenciado la batalla desde el barco, lo miraban con asombro y temor. No sabían qué planeaba su capitán, pero tampoco osaban interrumpirlo. Cada corte era preciso y calculado, como si ya tuviera un esquema mental de lo que buscaba.

Tras varios minutos de trabajo, Infernus llegó al núcleo de la criatura: una piedra mágica del tamaño de un melón, luminiscente y palpitante con una energía azul intensa que parecía tener vida propia. Al verla, una idea se formó rápidamente en su mente. Sosteniendo la piedra, sonrió, su mente ya trabajando en los detalles.

—Esto servirá —murmuró para sí mismo, con una mezcla de orgullo y ambición—. No solo será un trofeo, sino el corazón de una nueva arma.

Se volvió hacia su tripulación, que lo observaba expectante.

—Escuchen bien —dijo, alzando la piedra mágica para que todos la vieran—. Esta piedra es el núcleo de la criatura. Es la fuente de su poder, el aliento devastador con el que casi destruyó nuestro barco. Pero ahora, este poder nos pertenece. Usaremos esto para crear un cañón que ningún otro barco podrá igualar. Uno que no solo simbolice nuestra victoria, sino que sea un arma letal contra cualquiera que se atreva a enfrentarnos.

Los hombres vitorearon, motivados por la visión de su capitán. Sabían que cuando Infernus tenía una idea, era mejor seguirla hasta el final.

Infernus reunió a sus mejores artesanos y herreros en el barco. Aunque no era ingeniero ni herrero profesional, había adquirido conocimientos básicos de forja y construcción gracias a los textos que había leído en su grimorio, además de un instinto natural para improvisar y crear. Bajo su dirección, comenzaron a planificar el diseño del cañón.

El primer paso fue preparar el cráneo de la serpiente marina. Con su enorme tamaño y sus colmillos afilados, Infernus vio que el cráneo sería perfecto como carcasa intimidante para el cañón. Durante horas, junto a los herreros, trabajaron para limpiarlo y reforzarlo con placas metálicas en los puntos clave. El cráneo fue colocado sobre un marco de acero diseñado específicamente para sostenerlo, asegurándose de que pudiera resistir las vibraciones y el calor generados al disparar.

Mientras trabajaban, Infernus no dejaba de dar órdenes, sus ojos siempre atentos a cada detalle.

—El cráneo debe ser el centro de atención —dijo mientras examinaba el progreso—. Cuando disparen este cañón, quiero que el enemigo sienta que es la misma serpiente la que vuelve a la vida para devorarlos.

La piedra mágica era el componente más importante. Sabían que, sin la serpiente marina para estabilizar su energía, la piedra podría volverse volátil y peligrosa. Por ello, Infernus ordenó construir un contenedor especial hecho de un metal mágico llamado adamantio oscuro, el único material disponible en el barco capaz de resistir la energía liberada por la piedra.

El contenedor fue diseñado con runas mágicas grabadas en su superficie, runas que Infernus mismo inscribió siguiendo las instrucciones de su grimorio. Estas runas no solo canalizaban la energía de la piedra, sino que también la amplificaban, asegurando que cada disparo fuera devastador.

Cuando la piedra fue colocada dentro del contenedor, el aire en el barco pareció vibrar, como si la misma energía de la piedra estuviera reaccionando a su entorno. Infernus observó cómo sus subordinados retrocedían, intimidados por la intensidad de la energía. Él, sin embargo, solo sonrió.

—Perfecto —murmuró mientras cerraba el contenedor y lo conectaba al mecanismo del cañón.

El siguiente paso fue construir el mecanismo de disparo. Este era un sistema complejo que combinaba ingeniería y magia. En el interior del cañón, un sistema de cristales mágicos actuaba como conductores, canalizando la energía de la piedra hacia la boca del cañón. Los cristales fueron cuidadosamente alineados para formar un circuito mágico que podía activarse con un simple comando de voz o mediante un panel de control en el timón del barco.

El exterior del cañón fue forjado con acero reforzado y cubierto con un revestimiento negro, lo que le daba un aspecto imponente y acorde con el nombre de su capitán. En la boca del cañón, el cráneo de la serpiente fue colocado con precisión, sus mandíbulas abiertas como si estuviera lista para lanzar un rugido mortal.

Tras semanas de trabajo, el cañón estaba finalmente terminado. Lo llamaron **"El Rugido del Leviatán"**, un nombre que resonaba con el poder y el miedo que la serpiente marina había infundido en ellos. Infernus reunió a su tripulación para probar el arma en una isla desierta cercana.

—Hoy será un día para recordar —dijo mientras activaba el mecanismo desde el panel de control. Sus ojos brillaban con anticipación mientras el cañón comenzaba a cargar energía.

La piedra mágica en el interior del cañón comenzó a brillar con una intensidad cegadora, y una vibración profunda resonó en el barco. Los cristales mágicos condujeron la energía hacia la boca del cañón, donde el cráneo de la serpiente parecía cobrar vida. Con un rugido atronador, un haz de energía azul salió disparado del cañón, destruyendo completamente una sección de la isla frente a ellos. La explosión fue tan poderosa que el agua circundante se levantó en enormes olas, y un silencio reverente cayó sobre la tripulación.

Infernus observó el resultado, su expresión una mezcla de orgullo y satisfacción. Colocó una mano en el cañón, como si estuviera saludando a un viejo amigo.

—Este cañón no es solo un arma —dijo en voz alta, para que todos lo escucharan—. Es un recordatorio de lo que somos capaces de lograr. Y un aviso para cualquiera que intente cruzarse en nuestro camino.

Los hombres vitorearon, sus gritos llenos de entusiasmo y lealtad. Sabían que con "El Rugido del Leviatán" a bordo, su barco no solo era un medio de transporte, sino una fortaleza flotante capaz de enfrentarse a cualquier enemigo.

El cañón, con el cráneo de la serpiente marina como adorno, se convirtió en el orgullo del barco. Desde ese día, cada vez que el cañón disparaba, los enemigos no solo temían la devastación que traía, sino que también recordaban la historia de su creación. Y en el centro de todo, estaba Infernus, el capitán que no solo había derrotado a la serpiente marina, sino que había convertido su poder en un arma legendaria.