El gigante se levantó del suelo, limpiando la sangre de su mandíbula rota con el dorso de la mano. Sus ojos amarillentos brillaban con una mezcla de furia y diversión. Extendió su brazo hacia el cielo, y un aura terrosa comenzó a envolverlo. Pequeñas piedras y polvo flotaban a su alrededor, como si estuvieran respondiendo a un llamado ancestral.
-¡Siente el poder de la tierra que me da vida, insecto! -rugió el gigante, su voz resonando como un terremoto-. ¡Ataque de *Géa Lithomakhía*!
El suelo bajo los pies de Infernus tembló antes de que una lluvia de enormes rocas afiladas emergiera de la tierra, disparándose hacia él a una velocidad mortal. Las piedras cortaban el aire como cuchillas, destinadas a convertir al semidiós en un montón de carne destrozada.
-¡Vaya, eso parece molesto! -exclamó Infernus con una sonrisa burlona mientras las rocas se acercaban-. Pero, ¿sabes qué? No estoy para juegos de canicas.
En un abrir y cerrar de ojos, Infernus desapareció en una nube de sombras. Las rocas atravesaron su silueta, pero no encontraron nada más que aire. Apareció detrás del gigante, observando cómo las rocas impactaban contra el suelo y levantaban columnas de polvo.
-¿Eso era todo? -preguntó Infernus, cruzando los brazos y adoptando una postura relajada-. Pensé que los gigantes eran más creativos.
El gigante rugió de frustración y giró en busca de su adversario, pero Infernus ya estaba en movimiento. Aprovechando el descuido del coloso, desapareció nuevamente en un destello de sombras y apareció justo detrás de su tobillo.
-Veamos si sigues siendo tan inmortal después de esto -dijo con una sonrisa peligrosa mientras levantaba su guadaña.
Con un movimiento rápido y preciso, la hoja de su arma cortó los tendones del tobillo del gigante. El coloso soltó un rugido de dolor y perdió el equilibrio, cayendo de rodillas mientras intentaba estabilizarse.
-¿Te duele? -preguntó Infernus, burlándose mientras saltaba hacia el cuello del gigante. Su guadaña brilló con un destello oscuro mientras la hundía en la nuca del gigante-. ¡Pues esto va a doler más!
El gigante intentó girar para atrapar a Infernus, pero el semidiós no le dio tiempo. Con otro salto ágil, apareció frente a los ojos del coloso y, con un movimiento certero, cortó ambos globos oculares.
-¡Ahora sí que no puedes verme venir! -dijo Infernus, aterrizando en el suelo en una pose dramática, con la guadaña descansando sobre su hombro.
La tripulación observaba desde la distancia, algunos aplaudiendo y otros silbando en señal de admiración.
-¡Eso, capitán! ¡Muéstrele quién manda! -gritó uno de los hombres desde el barco.
Pero el momento de gloria de Infernus no duró mucho. A pesar de las heridas, el gigante se levantó nuevamente, su regeneración rápida restaurando parcialmente su visión y fuerza. Extendió ambos brazos, y raíces gigantescas emergieron del suelo, lanzándose hacia Infernus como serpientes hambrientas.
-¡Esto no va a terminar bien! -exclamó Infernus mientras intentaba esquivar las raíces.
Una de ellas lo atrapó por el torso, envolviéndolo como una boa constrictora. Infernus luchó por liberarse mientras era levantado en el aire.
-¡Oye, oye! ¡Ni siquiera me he bañado hoy, y ya me estás cubriendo de tierra! -protestó, forcejeando inútilmente-. ¡Esto no es justo, grandulón!
El gigante sonrió con malicia mientras las raíces comenzaban a balancear a Infernus hacia el suelo con una fuerza devastadora.
-¡Vamos a ver si sigues siendo tan arrogante después de esto! -rugió el coloso.
-¡Oh, no, no, no, no! -gritó Infernus mientras veía el suelo acercarse rápidamente-. ¡Esto no puede ser el final de alguien tan increíble como yo!
Pero justo antes de ser estrellado contra el suelo, Infernus activó su teletransporte de sombras. Su cuerpo se desvaneció en una nube oscura, y las raíces impactaron contra el suelo vacío, dejando un enorme cráter.
El gigante miró a su alrededor, confundido, buscando a su enemigo.
-¿Dónde estás, insecto? -rugió, girando en círculos.
Infernus apareció detrás del gigante, con una sonrisa llena de confianza.
-¡Aquí estoy, pedazo de roca con patas! -exclamó mientras levantaba su guadaña-. ¡Y aquí va tu merecido!
Con un movimiento rápido y preciso, Infernus desató un corte de alma directo en la espalda del gigante. La energía oscura de la guadaña atravesó el cuerpo del coloso, haciendo que este cayera de rodillas con un rugido de agonía.
Infernus aterrizó en el suelo, respirando con dificultad.
-Bien, bien. ¿Te vas a rendir ya, o tengo que seguir humillándote? -preguntó, limpiando el sudor de su frente.
Para su frustración, el gigante comenzó a levantarse nuevamente. Aunque tambaleante, todavía tenía suficiente fuerza para luchar.
-¿En serio? -exclamó Infernus, levantando los brazos en señal de incredulidad-. ¿Qué parte de "corte de alma" no entendiste? ¡Se supone que ese era el golpe final!
El gigante lo miró con una sonrisa burlona, aunque la sangre goteaba de sus múltiples heridas.
-¿Eso es todo lo que tienes, pequeño insecto? -preguntó con voz ronca-. Tendrás que hacerlo mejor si quieres vencerme.
Infernus suspiró, dejando caer los hombros.
-De acuerdo, esto está empezando a ser ridículo -murmuró para sí mismo-. ¡Oye, grandote! ¿Qué tal si te rindes y nos ahorramos todo este espectáculo?
-¡Nunca! -rugió el gigante, golpeando el suelo con su garrote.
Infernus se pasó una mano por el cabello, claramente exasperado.
-Está bien, está bien... -dijo mientras volvía a levantar su guadaña-. Pero no digas que no te lo advertí. ¡Ahora sí, voy a acabar contigo de una vez por todas! .
El gigante, furioso y cansado de ser superado, apretó los puños y canalizó su magia. Su cuerpo se llenó de energía terrosa, y sus músculos parecieron hincharse aún más. Con un rugido ensordecedor, activó una magia oculta, envolviendo su cuerpo en un aura marrón brillante que aumentaba su velocidad.
-¡Prepárate, insecto! -gritó, lanzándose hacia Infernus con una velocidad que parecía imposible para alguien de su tamaño-. ¡Voy a acabar contigo de una vez por todas!
Infernus apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando el gigante comenzó a lanzar un frenesí de puñetazos. Cada golpe era tan rápido y poderoso que el viento generado por sus movimientos arrancaba árboles de raíz y levantaba olas en el mar cercano. Infernus intentó esquivar, usando su teletransporte de sombra, pero el gigante le acertó varios golpes consecutivos.
-¡Maldita sea, este tipo no se detiene! -gruñó Infernus mientras era lanzado hacia atrás, su cuerpo atravesando varias rocas antes de detenerse en el suelo.
Aturdido, intentó levantarse, pero un hilo de sangre resbaló por la comisura de sus labios. Infernus se limpió la boca con el dorso de la mano y, al ver la sangre, algo dentro de él cambió. Su mirada pasó de la exasperación a una furia incontrolable.
-¿Me hiciste sangrar? -dijo, su voz baja y peligrosa. Levantó la mirada hacia el gigante, sus ojos brillando con un fuego oscuro-. ¿A mí? ¿Hiciste que sangrara?
El gigante sonrió con arrogancia.
-Finalmente, pareces comprender tu lugar, pequeño mortal. ¡Esto es lo que pasa cuando te enfrentas a un ser inmortal en su tierra!
Infernus, sin responder, levantó su guadaña. Su cuerpo comenzó a brillar con un aura negra mientras la energía oscura se acumulaba a su alrededor. Alzó una mano hacia el cielo, y las nubes comenzaron a arremolinarse, oscureciendo el paisaje. Relámpagos negros crujieron entre las nubes, iluminando brevemente el rostro furioso de Infernus.
-¡Relámpago Negro de Erebo! -gritó con toda su fuerza mientras un enorme rayo negro descendía del cielo, impactando directamente sobre el gigante.
El coloso soltó un rugido de dolor mientras la energía oscura lo consumía, quemando su piel y destrozando su aura mágica. El impacto lo lanzó al suelo, y por primera vez en la batalla, el gigante parecía debilitado. A pesar de todo, comenzó a levantarse de nuevo, tambaleándose mientras su cuerpo chisporroteaba con los restos del rayo.
-¿Aún te levantas? -dijo Infernus, su voz teñida de incredulidad y furia-. ¿Qué te hace pensar que puedes seguir después de esto?
Infernus dio un paso adelante, inconscientemente acumulando más energía. Sus manos se llenaron de un fuego oscuro y ardiente, diferente a cualquier magia que había usado antes. Una enorme bola de fuego infernal comenzó a formarse frente a él, su calor era tan intenso que las rocas cercanas comenzaron a derretirse y el aire mismo parecía ondular.
-¡Esto acaba aquí! -gritó mientras lanzaba la bola de fuego directamente hacia el gigante.
El impacto fue devastador. La bola de fuego envolvió al coloso en un mar de llamas negras, destruyendo todo a su paso. La tierra tembló bajo la fuerza del ataque, y cuando el fuego finalmente se disipó, el gigante estaba en el suelo, apenas consciente. Su cuerpo estaba cubierto de quemaduras, y cada movimiento que hacía era lento y doloroso.
A pesar de su estado, el gigante reunió las fuerzas que le quedaban y levantó un brazo tembloroso. Con un último esfuerzo, usó su magia para crear una enorme ola de barro que se lanzó hacia Infernus, cubriendo todo a su paso.
Infernus, con una mirada fría, simplemente dio un paso al costado, esquivando la ola sin dificultad. Ni siquiera se molestó en mirar al barro que pasaba junto a él.
-¿Es todo lo que tienes? -preguntó con un tono seco y despectivo-. Esto ya no es divertido.
El gigante, incapaz de responder, cayó de rodillas. Infernus levantó su mano, y de las sombras comenzaron a emerger cadenas oscuras, serpenteando como criaturas vivientes. Las cadenas se abalanzaron sobre el gigante, envolviendo su cuerpo y atándolo con fuerza.
El coloso intentó luchar, pero las cadenas se apretaron con cada movimiento, drenando su fuerza y clavándose en su piel. Infernus caminó hacia él con calma, su guadaña brillando con una energía oscura y peligrosa.
-Te lo advertí, pero no quisiste escuchar -dijo Infernus, mirando al gigante a los ojos. Su voz era grave, cargada de furia contenida-. Pudiste haberte apartado y seguir con tu miserable vida. Pero no, decidiste enfrentarte a mí. Y ahora... pagarás el precio.
El gigante levantó la cabeza con dificultad, sus ojos llenos de miedo por primera vez.
-Espera... no... por favor...
Infernus no mostró piedad.
-Tu tiempo se acabó. -Levantó su guadaña, y la energía oscura que la rodeaba comenzó a intensificarse. Miró al gigante con una mezcla de desprecio y determinación-. Te voy a mandar directo al infierno.
Con un grito feroz, Infernus bajó la guadaña, liberando una explosión de energía oscura que envolvió al gigante. El coloso lanzó un último rugido antes de ser consumido por completo, desapareciendo en las sombras que lo rodeaban.
Cuando todo terminó, el silencio cayó sobre el lugar. Infernus permaneció inmóvil, respirando con dificultad mientras las cadenas oscuras se desvanecían en el aire. La tierra a su alrededor estaba destrozada, y el calor de la batalla aún podía sentirse en el ambiente.
-Eso fue... agotador -murmuró finalmente, dejando caer su guadaña al suelo y limpiándose la sangre de la boca. Miró hacia donde estaba su tripulación, quienes lo observaban con una mezcla de asombro y temor.
-¡Capitán! ¡Eso fue increíble! -gritó uno de los hombres, rompiendo el silencio.
Infernus esbozó una pequeña sonrisa, aunque su cansancio era evidente.
-Sí, claro... increíble... -dijo mientras se dejaba caer en el suelo, mirando el cielo con una expresión agotada-. Solo espero que no haya más gigantes en esta isla. Ya tuve suficiente diversión por hoy.
Con eso, cerró los ojos por un momento, permitiéndose un breve descanso antes de continuar con su aventura.