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Chapter 25 - capítulo 24**El Duelo de Magos: Infernus vs. La Bruja del Hielo**

Infernus apenas había tenido tiempo de disfrutar su descanso después de su encuentro con el gigante cuando algo extraño sucedió. Mientras él y su tripulación continuaban su camino, el aire comenzó a volverse inusualmente frío, y una espesa niebla azulada se extendió por el bosque. Jones, el fiel segundo al mando de Infernus, notó el cambio de inmediato.

-Capitán... ¿esto es normal? -preguntó, abrazándose los brazos mientras el frío se volvía insoportable.

-¿Normal? -respondió Infernus con una ceja levantada, mirando a su alrededor con desconfianza-. Nada de lo que hemos vivido últimamente es normal.

De repente, una risa aguda y escalofriante resonó en el aire, seguida por una figura que emergió de la niebla. Era una mujer alta y pálida, con cabello blanco que parecía hecho de escarcha y un vestido que brillaba como si estuviera tejido de hielo puro. En sus manos sostenía un bastón con una gema azul helada en la punta, que parecía irradiar una energía gélida.

-Bienvenidos a mis dominios, viajeros imprudentes -dijo la mujer, su voz fría como el hielo-. Soy Freya, la Bruja del Hielo, y nadie cruza mi territorio sin pagar un precio.

Antes de que Infernus pudiera responder, Freya agitó su bastón y lanzó un hechizo que envolvió a toda la tripulación en un instante. Jones y los demás marineros quedaron congelados en perfectas estatuas de hielo, sus expresiones de sorpresa y miedo grabadas en sus rostros.

-¡¿Pero qué demonios?! -gritó Infernus, dando un paso atrás mientras miraba a su tripulación congelada.

Freya sonrió con arrogancia, su mirada fija en el chico.

-Tú, joven insolente, pareces diferente. Tienes poder, lo puedo sentir. -Se inclinó ligeramente hacia él-. Te propongo un trato: si ganas, liberaré a tus hombres. Pero si pierdes, serás mi siervo para siempre.

Infernus entrecerró los ojos, claramente molesto.

-¿Siervo? -dijo con un tono sarcástico-. Claro, porque siempre soñé con ser el asistente personal de una bruja loca que colecciona estatuas de hielo.

La bruja no pareció impresionada por sus palabras.

-¿Aceptas o no? -preguntó, alzando una ceja.

Infernus suspiró y levantó su guadaña, apuntando directamente a la bruja.

-Acepto... pero si yo gano, serás tú la que termine siendo mi sirvienta. ¿Qué te parece eso?

Freya parpadeó, claramente sorprendida de que alguien se atreviera a desafiarla de esa manera. Sin embargo, su sorpresa se transformó rápidamente en una sonrisa confiada.

-De acuerdo, chico arrogante. Que comience el duelo.

Infernus no perdió tiempo. Señaló a su tripulación congelada y gritó con determinación:

-¡Decongelaticus!

Una ola de energía oscura surgió de sus manos, envolviendo las estatuas de hielo. En cuestión de segundos, el hechizo de Freya se deshizo, y Jones y los demás marineros volvieron a la normalidad, aunque visiblemente confundidos.

-¡Capitán! ¡Está helado aquí! -exclamó Jones mientras tiritaba.

-¡Entonces ponte a trabajar! -gritó Infernus sin apartar la vista de la bruja-. Esto es una batalla de magos, y no tengo tiempo para babysittear.

Freya, claramente irritada de que su hechizo hubiera sido contrarrestado tan fácilmente, alzó su bastón y lo clavó en el suelo. Una tormenta de hielo comenzó a formarse a su alrededor, y el suelo se cubrió de una capa de escarcha.

-Muy bien, pequeño arrogante -dijo con un tono frío-. Veamos si puedes mantener ese orgullo cuando enfrentes el poder de una verdadera hechicera.

Infernus sonrió con confianza, su guadaña brillando con un aura oscura.

-¿Una verdadera hechicera? -repitió burlonamente-. Lo siento, pero no estoy impresionado. ¡Vamos a ver qué tan fría eres cuando te enfrentes a alguien que puede derretir tus ilusiones!

Con un grito, ambos se lanzaron al ataque, desatando una batalla de magia que haría temblar hasta a los dioses.

Infernus esquivaba con gracia los hechizos que Freya lanzaba, haciendo que las afiladas lanzas de hielo se estrellaran contra los árboles cercanos y estallaran en fragmentos brillantes. Sus movimientos eran ágiles y despreocupados, como si estuviera jugando con la bruja. Su expresión era una mezcla de diversión y burla, algo que Freya no tardó en notar.

-¿Qué te parece esto, "hechicera"? -dijo Infernus con una sonrisa traviesa mientras lanzaba un rayo de energía oscura hacia ella, que Freya apenas logró desviar con un escudo de hielo.

Freya frunció el ceño, claramente molesta.

-¿Vas a luchar en serio o solo a decir tonterías? -respondió con un tono helado, preparando otro hechizo.

Pero Infernus no podía evitar añadir más leña al fuego. Mientras seguía desviando sus ataques, comenzó a coquetear con ella, claramente con la intención de irritarla.

-Tienes talento, no lo niego. Pero me pregunto... ¿todas las brujas del hielo son tan atractivas como tú, o eres una excepción? -dijo con una sonrisa descarada, esquivando una nueva ráfaga de lanzas heladas.

Freya se detuvo un momento, sorprendida por su comentario. Su mirada fría se transformó en una mezcla de confusión y enojo.

-¿Qué clase de estrategia es esa? -preguntó, su voz llena de incredulidad.

Infernus se encogió de hombros mientras le guiñaba un ojo.

-Oh, no es una estrategia. Solo digo la verdad. Pero si te sientes halagada, no tienes que agradecérmelo.

Freya respondió con un gruñido de frustración y levantó su bastón, invocando un nuevo ataque. De las nubes que se formaron sobre ellos, comenzaron a caer lanzas de hielo aún más grandes, casi del tamaño de columnas.

-¡Cállate y lucha! -gritó Freya, su paciencia claramente al límite.

Infernus, sin inmutarse, extendió su mano hacia el cielo. En un instante, invocó un dragón relámpago negro, que rugió con furia mientras se dirigía hacia las lanzas de hielo, destruyéndolas en un espectáculo de luz y sombras.

-¿Eso es todo lo que tienes? -gritó Infernus con un tono burlón-. Vamos, Freya, pensé que querías ganarte a un sirviente como yo. Vas a tener que esforzarte más.

Sin embargo, mientras el dragón y las lanzas chocaban en el aire, algo llamó la atención de Infernus. Desde una rama alta, un búho blanco lo observaba fijamente. Su mirada parecía inquisitiva y, al mismo tiempo, molesta. Infernus frunció el ceño, reconociendo de inmediato el simbolismo del ave.

-Espera un momento... -murmuró para sí mismo, esquivando por instinto otro hechizo de Freya-. Un búho blanco... ¿No es ese el símbolo de Atenea?

El pensamiento lo desconcertó por un instante. ¿Qué hacía un símbolo de la diosa de la sabiduría observándolo en medio de una batalla contra una bruja?

Freya, notando su distracción, aprovechó el momento para lanzar un hechizo. Grandes columnas de hielo emergieron del suelo, encerrando a Infernus en una prisión cristalina.

-¡Te tengo! -exclamó Freya con una sonrisa triunfante.

Pero antes de que pudiera celebrar, el hielo que rodeaba a Infernus comenzó a oscurecerse, cubriéndose de una sombra inquietante. Con un rugido, Infernus rompió la prisión desde dentro, lanzando fragmentos de hielo en todas direcciones.

-¡¿En serio pensaste que eso iba a detenerme?! -gritó, su voz resonando con un poder renovado-. Pero dime algo, Freya... -dijo, señalando al búho-. ¿Ese pájaro es tu mascota o alguien más está interesado en esta pelea?

Freya miró al búho, claramente desconcertada.

-¿De qué estás hablando? -respondió, su tono irritado-. Ese búho no tiene nada que ver conmigo.

Infernus entrecerró los ojos, su mente trabajando rápidamente.

-Interesante... Muy interesante.

El búho, como si comprendiera que estaba siendo observado, dejó escapar un suave ulular antes de desplegar sus alas y desaparecer en el cielo. Infernus lo siguió con la mirada, pero no tuvo tiempo de reflexionar más cuando Freya lanzó un nuevo ataque.

-¡No te distraigas! -gritó, invocando una tormenta de hielo y nieve que se dirigió directamente hacia él.

Infernus sonrió, listo para volver a la batalla.

-Está bien, Freya, ¡si quieres toda mi atención, entonces la tendrás! -gritó, invocando una serie de cadenas oscuras que se lanzaron hacia la bruja.

Infernus, después de intercambiar intensos ataques con la bruja Freya, decidió cambiar su estrategia. Ya no tenía intención de prolongar esta batalla innecesariamente. Su mirada se endureció mientras levantaba su mano, sus ojos brillando con una intensidad oscura y maliciosa.

-Freya, he jugado contigo suficiente tiempo -dijo con voz profunda, dejando atrás el tono burlón de antes-. Es hora de que sientas el verdadero poder que llevo dentro.

Freya, aún respirando agitadamente, levantó su bastón con desdén.

-¿Crees que tus trucos oscuros me asustan? -respondió, tratando de ocultar el leve temblor en su voz. Sin embargo, su mirada traicionaba su creciente preocupación.

Infernus ignoró su desafío verbal y comenzó a recitar un hechizo en un lenguaje antiguo y gutural. A medida que pronunciaba las palabras, una energía oscura comenzó a surgir a su alrededor, envolviéndolo como un manto de pura sombra. El aire se volvió pesado y frío, y la tierra a sus pies empezó a agrietarse bajo la presión de su poder.

-**Esencia del Tártaro** -anunció con voz grave mientras la oscuridad se aferraba a su cuerpo como una segunda piel.

El aura negra que lo cubría parecía viva, palpando el ambiente, buscando presas de las que alimentarse. Freya sintió cómo su energía mágica se debilitaba al estar cerca de él. Cada movimiento que hacía se volvía más lento, y sus hechizos perdían fuerza incluso antes de ser lanzados.

-¿Qué... qué es esto? -preguntó Freya, retrocediendo mientras intentaba lanzar un rayo de hielo que se desintegró antes de alcanzar a Infernus.

-Esto, querida Freya, es la esencia de las profundidades del Tártaro, un poder que ni siquiera tú puedes comprender -dijo Infernus con una sonrisa siniestra-. Absorbe tu energía, debilita tus ataques, y lo mejor de todo, me fortalece. ¿No es maravilloso?

Freya apretó los dientes, sintiendo cómo su magia se desvanecía poco a poco. Desesperada, comenzó a invocar todas las fuerzas que le quedaban.

-¡No voy a perder contra ti! -gritó, canalizando todo su poder en un único hechizo final.

El suelo bajo sus pies comenzó a congelarse rápidamente, extendiéndose en un círculo que se expandía a su alrededor. Fragmentos de hielo se elevaron en el aire, girando como si estuvieran siendo absorbidos por un vórtice invisible. El cielo se oscureció y una tormenta helada surgió de la nada. Infernus observó con interés mientras Freya comenzaba a transformarse.

-¿Qué planeas ahora? -preguntó con una mezcla de curiosidad y aburrimiento.

Freya no respondió. Su cuerpo comenzó a brillar con una luz azulada mientras se transformaba en una criatura masiva. Sus extremidades se alargaron, su piel se endureció y se cubrió de escamas heladas, y unas enormes alas cristalinas surgieron de su espalda. En pocos segundos, Freya dejó de ser una humana para convertirse en un gigantesco dragón de hielo.

-¿Te gusta mi verdadera forma? -rugió el dragón Freya, su voz retumbando como un trueno-. Ahora entenderás que enfrentarte a mí fue tu mayor error.

Infernus no parecía impresionado. De hecho, parecía más emocionado que nunca.

-Oh, Freya... Esto se pone cada vez mejor -dijo, flexionando sus dedos mientras el aura del Tártaro se intensificaba a su alrededor-. ¿Un dragón de hielo? Es lo mejor que podrías ofrecer. Y pensar que me estaba aburriendo...

Freya lanzó un rugido ensordecedor antes de atacar. Disparó una ráfaga de aliento helado que congeló todo a su paso. Infernus saltó hacia un lado, esquivando el ataque, pero el frío extremo hizo que el sudor en su frente se cristalizara.

-¡Eso estuvo cerca! -exclamó, antes de usar su teletransporte de sombra para aparecer detrás del dragón y lanzar un corte con su guadaña.

El golpe alcanzó una de las alas del dragón, pero las escamas de hielo eran increíblemente resistentes. Apenas logró dejar una grieta en ellas.

-¿Eso es todo lo que tienes? -se burló Freya, girando rápidamente y barriendo el suelo con su cola.

El golpe tomó a Infernus desprevenido, enviándolo volando contra un árbol cercano. Él se levantó lentamente, sacudiéndose el polvo, y sonrió.

-Vaya... Tienes más fuerza de la que pensaba. Pero yo también puedo jugar duro.

Levantó su mano y convocó un nuevo hechizo. Del suelo surgieron cadenas oscuras, que se lanzaron hacia Freya, envolviendo sus patas y su cuello. El dragón luchó contra ellas, pero las cadenas parecían implacables, apretando cada vez más.

-¡No puedes detenerme! -rugió Freya, batiendo sus alas con fuerza para romper las cadenas.

Infernus se teletransportó de nuevo, esta vez apareciendo sobre la cabeza del dragón. Levantó su guadaña, que ahora brillaba con una energía oscura, y la clavó con fuerza en el cráneo del dragón. Freya soltó un rugido de dolor, sacudiéndose violentamente para intentar derribarlo.

-¡Quédate quieta! -gritó Infernus, sujetándose con fuerza mientras las sombras del Tártaro fluían hacia la herida que había hecho.

Freya, debilitada por el poder del Tártaro y las heridas acumuladas, cayó de rodillas, pero aún no estaba vencida. Con las pocas fuerzas que le quedaban, creó una gigantesca ola de hielo que se dirigió hacia Infernus.

-¡Toma esto, monstruo arrogante! -gritó con furia.

Infernus alzó una barrera de sombras para protegerse, pero el impacto fue tan fuerte que fue lanzado hacia atrás. Cayó al suelo, jadeando, pero con una sonrisa en el rostro.

-Eres terca, lo admito... Pero ya es hora de que termine este juego -dijo, levantándose lentamente.

Extendió ambas manos hacia el cielo, invocando un hechizo final. Una esfera de energía oscura comenzó a formarse sobre él, creciendo rápidamente hasta alcanzar el tamaño de un edificio.

-Este es tu final, Freya. ¡Que el Tártaro te consuma!

Lanzó la esfera hacia el dragón, que no pudo esquivar debido a las cadenas que aún lo mantenían atado. La explosión resultante fue devastadora, cubriendo el área con una oscuridad densa. Cuando la niebla se disipó, Freya había vuelto a su forma humana, tendida en el suelo, completamente derrotada.

Infernus se acercó a ella, aún rodeado por el aura del Tártaro, y se inclinó para mirarla a los ojos.

-Te lo advertí, Freya. Ahora eres mía.

Freya, agotada y sin fuerzas para resistir, simplemente asintió.

-Haré... lo que quieras... -murmuró antes de desmayarse.

Infernus sonrió triunfante, dejando que el aura del Tártaro desapareciera mientras levantaba a Freya.

-Una bruja poderosa como tú será útil... Muy útil. -Luego miró a su tripulación, que ya había recuperado la conciencia-. ¡Levanten las velas! Tenemos un largo camino por delante. Y ahora tenemos a una nueva compañera de viaje.