Chereads / oscuridad y dioses: el heredero del trono infernal / Chapter 9 - ### **Capítulo 8: ### **La Muerte Aborda el Mar**

Chapter 9 - ### **Capítulo 8: ### **La Muerte Aborda el Mar**

Frank, bajo la tutela de Hécate, estaba aprendiendo rápidamente. Habían pasado varios días desde que comenzó su entrenamiento, y ya era capaz de crear esferas de magia oscura con un control impresionante. Estas esferas no solo servían como armas, sino también como herramientas para explorar y manipular el entorno. Pero su verdadero logro fue llevar su visión del futuro a un nivel extremo.

-¿Sabes? -comentó Hécate mientras flotaba ligeramente sobre la cubierta del barco, observando cómo Frank manipulaba las esferas-. No todos los mortales son capaces de dominar la magia oscura tan rápido. Pero tú... eres una excepción curiosa.

Frank sonrió de lado, haciendo que una de las esferas girara a su alrededor como un satélite.

-No soy un simple mortal, Hécate. Soy un semidiós, hijo de Hades. Y, modestia aparte, tengo talento.

-¿Talento o arrogancia? -respondió la diosa con una sonrisa burlona.

-Un poco de ambas -admitió Frank, lanzando la esfera al aire y haciéndola estallar en una lluvia de sombras que se disiparon rápidamente-. Pero no puedo negar que esto es divertido.

Una tarde, mientras practicaban en la cubierta, Frank se giró hacia Hécate con una mirada inquisitiva.

-Oye, Hécate. He estado pensando... Si puedo crear maldiciones, ¿eso significa que puedo inventarlas también?

La diosa lo miró con interés, cruzando los brazos.

-Depende de lo que quieras decir con "inventarlas". Las maldiciones son hechizos que manipulan las leyes naturales y las energías de un individuo. Crear una desde cero requiere un conocimiento profundo de la magia, pero no es imposible.

Frank se rascó la barbilla, procesando sus palabras.

-Entonces, si quisiera maldecir a alguien para que, no sé, siempre tuviera hambre pero nunca pudiera comer, ¿podría hacerlo?

Hécate soltó una carcajada, algo que rara vez hacía.

-Eso sería una maldición cruel, pero sí, podrías hacerlo. Sin embargo, las maldiciones más efectivas son aquellas que están profundamente conectadas con la esencia de la víctima. Por ejemplo, si alguien es vanidoso, podrías maldecirlo para que todos lo vean como un monstruo.

Frank sonrió con malicia, claramente disfrutando la idea.

-Interesante... ¿Y qué pasa si la maldición es tan compleja que desafía las leyes mismas de la magia?

Hécate alzó una ceja, intrigada por su pregunta.

-Eso requeriría un nivel de habilidad y poder que pocos poseen. Pero si alguien pudiera lograrlo, ese alguien serías tú, Frank.

Él asintió, satisfecho con la respuesta, mientras ya comenzaba a idear posibles maldiciones.

### **Llevando la Visión del Futuro al Límite**

Frank no solo se dedicaba a perfeccionar su magia. También continuaba explorando su habilidad para ver el futuro, llevándola a extremos que ni siquiera Hécate había previsto.

Una noche, mientras meditaba en la cubierta bajo la luz de la luna, algo extraño ocurrió. Cerró los ojos y dejó que su mente se sumergiera en las corrientes del tiempo. De repente, las imágenes comenzaron a aparecer frente a él. No eran del presente ni de su época, sino de un futuro lejano, uno que no entendía del todo.

Vio enormes ciudades de metal y cristal, vehículos que volaban por los cielos y personas con ropa extraña. Pero lo que más llamó su atención fueron unas armas que parecían brillar con fuego y poder oscuro: **las Espadas del Caos**.

Frank abrió los ojos de golpe, respirando con dificultad. **Sabía lo que eran. Sabía que provenían de algo llamado "juego de video", específicamente de uno llamado "God of War".** Su visión le había dado no solo las imágenes, sino también la información sobre ellas.

-¿Qué demonios...? -murmuró, todavía asimilando lo que había visto.

Hécate, que había estado observándolo desde las sombras, se acercó con curiosidad.

-¿Qué ocurrió? ¿Qué viste?

Frank se giró hacia ella, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y obsesión.

-Vi algo... increíble. Espadas, Hécate. Espadas cubiertas de fuego y oscuridad, conectadas a cadenas que se envuelven alrededor de los brazos. Se llaman "Espadas del Caos".

La diosa arqueó una ceja.

-¿Espadas del Caos? Nunca he oído hablar de algo así.

Frank se levantó de golpe, aún lleno de emoción.

-Son del futuro, de un mundo que no es el nuestro. Pero voy a crearlas, Hécate. Aun si tengo que pedirle ayuda a Hefesto.

Hécate lo miró con incredulidad, aunque no podía negar que la determinación de Frank era admirable.

-¿Estás diciendo que quieres replicar algo que viste en una visión?

-No solo replicar -respondió Frank, su sonrisa llena de determinación-. Mejorarlas.

### **Obsesión por el Futuro**

Desde ese momento, Frank comenzó a explorar el futuro cada vez que se aburría. Descubrió algo llamado "anime" y "películas", y quedó fascinado por ambas cosas.

Una tarde, mientras manipulaba una esfera de magia oscura, comenzó a reírse en voz alta.

-¡Esto es genial! No puedo creer que algo como "One Piece" exista en el futuro. Ese tal Luffy es como yo, pero más... ¿cómo decirlo? Optimista.

Hécate, que estaba sentada en la cubierta leyendo un antiguo grimorio, lo miró con una mezcla de confusión y exasperación.

-¿De qué estás hablando ahora?

Frank se giró hacia ella, su expresión llena de emoción.

-El futuro tiene historias increíbles, Hécate. Historias de piratas, guerreros y... ¡oh, hay algo llamado "cine"! Es como ver recuerdos proyectados en una pared.

La diosa suspiró, claramente sin entender del todo.

-A veces pienso que estás más interesado en tus visiones que en aprender magia.

Frank soltó una carcajada.

-Vamos, Hécate. ¿No te interesa saber cómo será el futuro?

Ella lo miró seriamente.

-El futuro es algo que siempre está cambiando. Lo que ves puede no ser lo que realmente ocurra.

Frank se encogió de hombros.

-Tal vez, pero eso no significa que no pueda disfrutarlo. Además, ya he decidido que voy a crear esas espadas del caos.

Hécate rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.

-Eres un alumno extraño, Frank. Pero tal vez eso sea lo que te hace único.

Y así, entre prácticas de magia oscura, visiones del futuro y obsesiones inesperadas, Frank continuó su camino, decidido a dejar su huella en el mundo y más allá.

Desde la cubierta de su barco, el capitán Delmore contemplaba la densa niebla que se extendía sobre el océano. La atmósfera era pesada, como si algo ominoso acechara bajo las olas. Había rumores en las tabernas del puerto sobre un navío fantasmal que recorría las aguas, tripulado por muertos vivientes y comandado por un semidiós oscuro. Para Delmore, aquello no eran más que cuentos para asustar a los niños.

Pero cuando sus vigías gritaron que habían avistado un barco solitario en la distancia, el capitán vio una oportunidad.

-¡Izad las velas! -ordenó, ajustándose su chaqueta negra adornada con bordados dorados-. Si ese barco está tan vacío como parece, tendremos un buen botín antes del anochecer.

Los piratas se movieron con eficiencia, preparándose para el abordaje. Las cuerdas con garfios se lanzaron al aire, aferrándose al casco del otro navío. Pero mientras el capitán observaba el barco enemigo, algo le resultó extraño. No había movimiento en cubierta, ni siquiera un alma viva.

-¿Dónde están todos? -murmuró, frunciendo el ceño.

Un escalofrío recorrió su espalda cuando notó que las velas del barco enemigo no ondeaban al viento. Aún así, la embarcación se movía, como si algo invisible la impulsara.

-Capitán, algo no está bien -dijo uno de sus hombres, un joven llamado Roderick, que había servido como espía en otros reinos antes de unirse a la tripulación.

Delmore lo ignoró.

-No seas cobarde. Si este barco es como dicen las leyendas, entonces tendrá tesoros dignos de un dios. ¡Asegúrate de que todos estén listos para el combate!

El capitán fue el primero en cruzar al otro barco, espada en mano, seguido por su tripulación. Pero al tocar la cubierta, la sensación de vacío se volvió insoportable. Había algo profundamente antinatural en ese lugar.

-Es demasiado silencioso... -dijo otro pirata, un hombre robusto con una cicatriz en la mejilla.

De repente, una risa gutural resonó en el aire.

-¿Quién se atreve a interrumpir mi descanso?

Delmore giró la cabeza hacia la voz, pero no logró identificar su origen. Sus hombres comenzaron a mirar alrededor, nerviosos.

-¿Quién eres? ¡Muestra tu rostro, cobarde! -gritó el capitán, intentando ocultar el temblor en su voz.

Desde las sombras de la cubierta inferior, emergió un hombre. Vestía un abrigo negro con detalles carmesí, y su mirada era fría y penetrante. Había algo en su sonrisa que hacía que incluso los hombres más valientes retrocedieran.

-Soy Frank, hijo de Hades. Y lamento informarte, capitán, que este barco es mi hogar.

-¿Hijo de Hades? -murmuró Delmore, sintiendo que sus piernas flaqueaban por un instante.

Pero antes de que pudiera reaccionar, un coro de gemidos y crujidos llenó el aire. De las sombras surgieron figuras esqueléticas, cadáveres reanimados que caminaban con una torpeza antinatural pero mortal.

-¡Son muertos vivientes! -gritó uno de los piratas, retrocediendo hacia el borde del barco.

-¡Ataquen! -rugió Delmore, intentando recuperar el control.

El caos estalló en un instante. Los zombies avanzaron sin piedad, destrozando a los piratas con sus manos huesudas y dientes podridos. Algunos hombres intentaron luchar, pero las armas convencionales no eran suficientes para detenerlos.

Delmore se unió al combate, cortando a través de un par de muertos vivientes con su espada. Pero cada vez que uno caía, parecía que otros dos tomaban su lugar.

-¡Esto es una locura! -gritó Roderick, mientras intentaba protegerse con un barril como escudo.

Entonces, Frank actuó. Con una sonrisa sádica en el rostro, tomó una de las cuerdas atadas al barco y se lanzó hacia la cubierta del navío pirata, aterrizando con una elegancia que parecía burlarse del caos que lo rodeaba.

-¿Qué clase de demonio eres tú? -exclamó Delmore, enfrentándolo directamente.

Frank inclinó la cabeza, su sonrisa ampliándose.

-No soy un demonio. Soy algo mucho peor.

Con un movimiento rápido, Frank golpeó a un grupo de piratas, lanzándolos por la borda como si fueran muñecos de trapo. Otro intentó apuñalarlo por la espalda, pero él lo detuvo con una esfera de magia oscura que lo envolvió y lo redujo a cenizas.

El capitán observaba la escena, horrorizado. Su tripulación estaba siendo masacrada, y los pocos que quedaban vivos estaban completamente paralizados por el miedo.

-¡Por favor, no nos mates! -gritó uno de los piratas, arrojando su espada al suelo y cayendo de rodillas.

Frank lo miró con desprecio.

-¿Dónde quedó tu valentía? -preguntó, antes de girarse hacia Delmore-. Y tú, capitán, ¿qué tienes que decir en tu defensa?

Delmore tragó saliva, levantando su espada con manos temblorosas.

-Si vas a matarme, al menos hazlo rápido.

Frank se acercó lentamente, disfrutando del terror en los ojos del hombre.

-Oh, no te preocupes. No voy a matarte... aún.

Con un movimiento de su mano, los pocos piratas sobrevivientes, incluido Delmore, fueron rodeados por los zombies, que los inmovilizaron.

-Ustedes serán mis mensajeros -dijo Frank, su voz llena de autoridad-. Cuenten esta historia en cada puerto, en cada taberna. Digan que Frank, el hijo de Hades, reina sobre estos mares. Y que cualquiera que se atreva a desafiarme enfrentará un destino peor que la muerte.

Con un gesto, Frank ordenó a sus zombies que liberaran a los piratas sobrevivientes. Delmore, aún temblando, ayudó a los demás a subir a un pequeño bote salvavidas.

Mientras remaban hacia la costa, el capitán no pudo evitar mirar hacia atrás. El barco de Frank se alejaba lentamente, envuelto en una niebla oscura que parecía devorar la luz del sol.

-Nunca olvidaré esto... -murmuró Delmore, apretando los dientes.

En su mente, juró que algún día regresaría, no para vengarse, sino para asegurarse de que nunca más tuviera que enfrentarse a algo tan aterrador.

El sol comenzaba a ponerse mientras Frank se paseaba por la cubierta del barco que había capturado. A pesar del estado ruinoso de la embarcación, había algo fascinante en ella. Los mástiles altos y desgastados, el casco cubierto de cicatrices de antiguas batallas, y la bandera pirata descolorida, ondeando al viento, parecían narrar una historia de saqueos y aventuras. Pero Frank no era un hombre que se conformara con reliquias del pasado.

-Este barco es... aceptable, pero no suficiente. -Frank habló en voz alta mientras examinaba la nave. A su alrededor, cinco marineros temblaban, atados y obligados a arrodillarse en la cubierta.

Uno de ellos, un hombre flacucho con una cicatriz en el ojo, se atrevió a hablar.

-¿Qué vas a hacer con nosotros?

Frank se volvió hacia él, su sonrisa peligrosa como siempre.

-¿Con ustedes? Oh, ustedes tienen suerte. Decidí quedarme con cinco de ustedes como nuevos miembros de mi tripulación.

Los hombres intercambiaron miradas de incredulidad.

-¿"Tripulación"? -preguntó otro, con una voz llena de escepticismo.

Frank se rió entre dientes.

-Por supuesto. Serán parte de la mejor tripulación que estos mares hayan visto. Aunque... eso no significa que confíe en ustedes.

Los marineros tragaron saliva mientras Frank les quitaba las ataduras con un movimiento de su mano.

-Ahora, ayúdenme a inspeccionar lo que queda de este viejo trasto.

La inspección no tardó mucho. En la bodega del barco, Frank y los marineros encontraron dos cofres llenos de oro, joyas y objetos de valor. Frank sonrió ampliamente al abrir los cofres, observando cómo las monedas brillaban bajo la tenue luz del atardecer.

-Esto es exactamente lo que necesitaba -dijo, chasqueando los dedos. El oro comenzó a flotar mágicamente hacia su propio barco, que aún estaba anclado junto al navío capturado.

-¿Qué planeas hacer con todo esto? -preguntó uno de los marineros, incapaz de contener su curiosidad.

Frank se giró hacia él con una expresión seria.

-Voy a crear algo magnífico.

Los marineros no entendieron a qué se refería hasta que llegaron a una pequeña isla desierta poco después. Allí, Frank puso en marcha un hechizo que dejó a todos boquiabiertos. Con un movimiento de sus manos y un torrente de energía oscura, fusionó los dos barcos en uno solo.

El resultado fue impresionante. La nueva embarcación era enorme, con mástiles tan altos que parecían tocar las nubes y un casco reforzado con una madera negra como la obsidiana. En cada lado del barco, sobresalían torretas mágicas que lanzaban flechas y ballestas, diseñadas para destruir cualquier cosa que se interpusiera en su camino.

Uno de los marineros no pudo evitar soltar un silbido de admiración.

-Esto no es un barco... es un maldito castillo flotante.

Frank asintió con satisfacción.

-Exacto. Y con este castillo flotante, iremos en busca del "One Piece".

Los marineros intercambiaron miradas confusas.

-¿El qué?

Frank rió, disfrutando de su desconcierto.

-Es algo que entenderán en el futuro. Una frase que probablemente usaré mucho.

-¿Es algo de magia? -preguntó uno de los hombres, aún más perdido.

-No, es... bueno, digamos que es una referencia de otra época. -Frank hizo un gesto despreocupado y añadió con una sonrisa traviesa-: Pero antes de eso, iremos hasta el final del arcoíris para robarle al duende su inmensa olla de oro.

Los marineros parpadearon, incrédulos.

-¿Un duende? -preguntó uno de ellos, rascándose la cabeza.

Frank asintió con entusiasmo.

-Exacto. Un duende. Y no me importa si creen que estoy loco, porque cuando tengamos esa olla de oro, seremos los hombres más ricos de estos mares.

### **Traición en la Oscuridad**

Mientras el nuevo barco zarpaba, uno de los marineros, un hombre llamado Garrick, comenzó a susurrar sus propios planes al oído de los demás.

-Cuando lleguemos al oro, nos llevamos todo al barco y dejamos a este tipo atrás.

Los otros lo miraron como si estuviera loco.

-¿Dejarlo atrás? -dijo uno de ellos, bajando la voz para que Frank no los oyera-. ¿Te has dado cuenta de lo que puede hacer? Nos destruiría antes de que pudiéramos siquiera intentarlo.

-Es un riesgo que estoy dispuesto a correr -insistió Garrick, sus ojos brillando con ambición-. ¿Realmente quieres pasar el resto de tu vida bajo el mando de un loco?

Los demás no respondieron de inmediato, pero las semillas de la traición habían sido plantadas.

### **El Capitán Delmore Regresa**

Mientras tanto, en un puerto lejano, el capitán Delmore llegaba al lugar donde Frank había robado su barco. Su rostro estaba lleno de rabia y humillación, pero su espíritu seguía intacto.

-¿Dónde está ese bastardo? -gruñó mientras se dirigía hacia el rey local, un hombre corpulento con una corona de oro macizo.

El rey, que aún estaba furioso por la desaparición de su propio barco, miró a Delmore con desdén.

-Si estás aquí para recuperar tu honor, tendrás que esperar tu turno. Ese hombre no solo te robó a ti, sino también a mí.

Delmore apretó los dientes.

-Entonces, ¿qué hacemos?

El rey se levantó de su trono, su mirada llena de determinación.

-Reunimos a nuestras fuerzas. Ese hijo de Hades no tiene idea de lo que se le viene encima.

Mientras tanto, en algún lugar del océano, Frank seguía riendo en la cubierta de su nuevo barco, sin preocuparse por las tormentas que se avecinaban. Para él, cada día era una nueva aventura, y el mundo no tenía idea de lo que estaba por venir.