Frank había pasado años vagando de reino en reino. En cada lugar al que iba, se presentaba como mercenario, buscando un trabajo que le permitiera sobrevivir. Pero la respuesta siempre era la misma: **rechazo.**
Algunos lo rechazaban por miedo; otros, por orgullo. Pero la razón subyacente era siempre la misma: **nadie quería estar cerca de él.** Para los demás, Frank no era un simple semidiós; era un hijo de Hades, el dios del inframundo, y estar en su presencia era como tener la misma muerte rondando cerca.
Mientras vagaba, enfrentaba una creciente soledad. La gente cruzaba la calle para evitarlo, y hasta los taberneros se negaban a servirle una cerveza. Pero Frank no se detuvo. **Con el tiempo, descubrió una habilidad peculiar: podía ver a través de los ojos de los cuervos.**
Frank estaba sentado en un claro del bosque, observando cómo un cuervo se posaba en una rama cercana. Desde que había notado que los cuervos lo seguían a todas partes, comenzó a experimentar con ellos. Una noche, mientras meditaba, sintió una conexión única con las aves. Cerró los ojos y, para su sorpresa, pudo ver el mundo desde la perspectiva del cuervo que lo observaba desde lo alto.
—Esto es interesante... —murmuró, experimentando con la habilidad.
**No tenía puntos ciegos.** A través de los ojos de los cuervos, podía vigilar su entorno desde cualquier ángulo, lo que le dio una ventaja incomparable en su camino como mercenario... aunque seguía sin ser aceptado.
Pero esa habilidad también lo llevó a enfrentarse con un destino inesperado.
Un día, mientras viajaba por un camino desierto, un joven apareció frente a él. El hombre tenía el cabello dorado como el sol y una presencia resplandeciente. Era un semidiós, como Frank, pero su origen era claro: **era hijo de Apolo, el dios de la luz y la verdad.**
El joven se detuvo en medio del camino, mirando a Frank con desdén.
—¡Así que finalmente te encuentro, engendro del inframundo! —gritó, con su voz resonando como un trueno.
Frank alzó una ceja, cruzando los brazos.
—¿Y tú quién se supone que eres? ¿Otro idiota que cree que puede salvar al mundo golpeándome?
El hijo de Apolo apuntó con su lanza, que brillaba con un resplandor dorado.
—¡Soy Helion, hijo de Apolo! Y estoy aquí para liberar al mundo de un ser tan oscuro y malvado como tú. Tu mera existencia es una amenaza para el equilibrio.
Frank suspiró, claramente irritado.
—¿Sabes qué es lo gracioso? —dijo, dando un paso adelante—. Todos ustedes, hijos de los dioses "virtuosos", siempre me juzgan sin saber nada de mí.
Helion no esperó a que Frank terminara de hablar. Lanzó su lanza dorada hacia él, confiado en que su ataque sería certero. Pero lo que no esperaba era la ventaja de Frank. **A través de los ojos de los cuervos, Frank lo veía todo.**
Frank esquivó el ataque con facilidad, moviéndose como una sombra.
—¿Eso es todo? ¿De verdad crees que puedes tocarme con algo tan predecible? —preguntó con sarcasmo.
Helion, frustrado, cargó contra él con más ataques, pero cada golpe era desviado o esquivado. **Frank no solo estaba ganando, sino que lo estaba humillando.**
—¡Deja de moverte, cobarde! —gritó Helion.
Algo dentro de Frank se rompió en ese momento. Años de rechazo, humillación y desprecio salieron a la superficie. Sin darse cuenta, su brazo derecho comenzó a transformarse en una masa oscura y amorfa, un fragmento del poder del inframundo que había heredado de su padre.
—¿Cobarde? —repitió Frank, con su voz más fría de lo habitual. —No tienes idea de lo que soy capaz.
Con un movimiento rápido, Frank atrapó a Helion con su brazo oscuro, levantándolo en el aire como si no pesara nada.
—¿Quieres ver lo que tanto temes? —dijo, antes de estamparlo contra una pared cercana.
El impacto dejó una grieta en la piedra, y Helion apenas tuvo tiempo de recuperarse antes de que Frank lo azotara contra el suelo con una fuerza brutal.
—Espero que esto te enseñe a no juzgar a la gente antes de conocerla —dijo Frank, soltándolo finalmente.
Sin mirar atrás, Frank se alejó, dejando a Helion inconsciente en el suelo. Pero aunque había ganado, algo dentro de él se sentía... vacío.
Esa noche, Frank se sentó en la orilla de un puerto, mirando el reflejo de la luna en el agua. **Estaba harto.** Harto de intentar ser aceptado. Harto de demostrar que no era el monstruo que todos creían.
—Si todos piensan que soy un monstruo... entonces quizás debería convertirme en uno —murmuró, con una sonrisa amarga en el rostro.
Cerca de él, un barco insignia del reino estaba atracado en el puerto. Era una nave imponente, diseñada para la guerra, pero en ese momento solo había una tripulación reducida a bordo. Frank se puso de pie, mirando el barco con una mezcla de determinación y desprecio.
—Quizás este sea mi nuevo comienzo.
Con un movimiento decidido, abordó el barco. **La tripulación no tuvo oportunidad.** En cuestión de minutos, los había eliminado uno por uno, usando su fuerza sobrehumana y su habilidad para manipular la oscuridad.
Cuando la última chispa de vida desapareció de la nave, Frank se paró en la proa, mirando el horizonte. **No quería estar solo en esta nueva vida, pero tampoco confiaba en los vivos.**
—Padre... —murmuró, cerrando los ojos—. Escucha mi súplica. Dame una tripulación que nunca me abandone, que no tema a mi oscuridad. Convierte a estos hombres en mis sirvientes eternos.
El aire se volvió frío, y una neblina oscura comenzó a rodear el barco. Uno a uno, los cadáveres de la tripulación se levantaron, ahora transformados en no muertos. Sus ojos brillaban con un resplandor espectral, y en sus manos aún sostenían las armas que habían usado en vida.
Frank observó el resultado de su petición con una sonrisa sombría.
—Perfecto. Ahora, esta será mi nave, y yo seré su capitán.
Con un movimiento de su mano, arrancó la bandera del reino y la reemplazó con una improvisada bandera negra, adornada con un cráneo que parecía flotar en la oscuridad.
—A partir de ahora, soy Frank, el Capitán del Abismo.
### **El Inicio de una Leyenda Oscura**
Con sus nuevos remeros no muertos, el barco zarpó hacia el horizonte, marcando el inicio de una nueva vida para Frank. **Si el mundo quería un monstruo, entonces les daría uno.** Pero en el fondo, una pequeña parte de él seguía deseando encontrar un lugar donde pudiera ser aceptado.
Mientras navegaba, los cuervos volaron en círculos alrededor del barco, sus graznidos resonando en la noche. **La leyenda del Capitán del Abismo había comenzado, y el mundo nunca volvería a ser el mismo.**