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Chapter 54 - cap 54

La batalla en las dunas de arena continuaba, el caos y el polvo se mezclaban en el aire mientras Naegi Makoto se enfrentaba al escorpión gigante. La criatura, con sus garras afiladas y su cola venenosa, parecía un monstruo sacado de las pesadillas más profundas. Sin embargo, en medio de ese tumulto, Naegi mantenía su compostura. Aunque su suerte a menudo lo llevaba a situaciones peligrosas, era su amabilidad y su capacidad para conectar con los demás lo que realmente brillaba en momentos de crisis.

"Male", gritó Naegi, mientras esquivaba un zancada mortífera del escorpión, "¡Emilia es la clave para acabar con las reglas de la Torre! Necesitamos que ella llegue al primer piso!"

A lo lejos, Emilia corría con Ekidna en brazos, cada paso resonando con la urgencia de su misión. Antes, había sostenido la mano de Ekidna, pero la necesidad de avanzar rápidamente había llevado a la elfa a cargarla, duplicando su velocidad. Mientras corrían, intercambiaron lo que Naegi les había revelado sobre su plan.

"Si llego a la cima de la Torre, puedo encontrar una manera de reescribir nuestra situación", explicó Emilia, su voz entrecortada por el esfuerzo. "Pero, ¿no necesitas guardar fuerzas para lo que viene en el primer piso?" preguntó Ekidna, claramente preocupada por su bienestar.

"No te preocupes", respondió Emilia, sonriendo con confianza. "Cargar a alguien no me gasta nada de energía. Estoy bien." Sin embargo, una sombra cruzó su rostro cuando Ekidna le hizo una pregunta más profunda.

"¿No te da miedo ser olvidada?" La pregunta resonó en el aire, y Emilia sintió un nudo en el estómago.

"Un poco, sí", admitió, "pero ahora mismo tengo una misión que cumplir. No puedo permitir que ese miedo me paralice." Recordó a Julius, quien había sido olvidado por sus compañeros, y sintió una punzada de empatía. "Él lo ha tomado peor que yo", reflexionó, "tal vez porque no había nadie a su lado para apoyarlo."

El espíritu de Ekidna sintió un pequeño destello de celos al pensar en la confianza ciega que Emilia tenía en Naegi. Había vivido con Anastasia durante diez años, pero nunca había experimentado esa misma conexión inquebrantable.

Finalmente, llegaron al segundo piso, donde Julius y Reid luchaban. A pesar de que Reid estaba usando solo palillos de madera y un parche en el ojo, su habilidad con la espada era impresionante. La danza de las espadas era hermosa de ver, pero la situación era peligrosa. "¡Muere, idiota!" exclamó Reid, lanzando un corte que, aunque era estéticamente perfecto, también era letal.

Julius se movió velozmente, esquivando el ataque, pero su capa fue cortada, y una grieta se formó en el suelo y las paredes de la Torre. La tensión aumentaba cuando un vacío comenzó a formarse entre ellos, arrastrando a Julius hacia su oponente.

"¡Hey, no creas que te has escapado!" dijo Reid con una sonrisa desafiante. En ese momento, el aire se comprimía a su alrededor, creando una atmósfera casi palpable de peligro.

Justo cuando el combate parecía alcanzar su clímax, un sonido de campanas resonó, interrumpiendo la feroz batalla. Una semi-elfa, con una voz firme, exclamó: "¡Suficiente!" La extraña presencia detuvo a ambos combatientes en seco, su sorpresa evidente.

Un bloque de hielo fue lanzado entre ellos justo cuando el vacío se disipaba. Julius, al ver el enorme bloque acercándose, saltó hacia atrás, mientras Reid, sonriendo, bloqueó el hielo con uno de sus palillos. Sin embargo, el trozo de hielo comenzó a quebrarse bajo la presión.

"Eres realmente una luchadora", dijo Reid, admirando el esfuerzo de la semi-elfa. Pero Emilia interrumpió, "Mis disculpas, no quise interrumpir, pero necesito que Julius te gane."

Reid frunció el ceño, confundido. Julius, aún sorprendido por la intervención, preguntó: "¿Quién eres?"

"Es un poco difícil de explicar", dijo Emilia, "pero es alguien que está en el mismo barco que tú." En ese momento, la conexión entre ellos comenzó a hacerse evidente. Ambos habían sido borrados de la memoria de sus compañeros por los arzobispos.

"Ahora sé cómo te sientes", dijo Emilia con sinceridad, y Julius, reconociendo la situación, se colocó frente a las dos chicas, preparándose para protegerlas.

La tensión se reanudó rápidamente cuando Reid, impaciente, lanzó un ataque de viento hacia Julius, quien lo bloqueó con habilidad a pesar de estar en desventaja. Reid, aunque había perdido un palillo, no disminuyó su poder; su fuerza era imponente y su espíritu de lucha aún más.

"Voy a ser tu oponente cuando termine con este novato", dijo Reid, señalando a Emilia, pero se detuvo en seco, incapaz de avanzar. "¿Qué… qué está pasando? No puedo moverme."

"Sí lo hiciste", respondió Emilia, "perdiste porque tocaste mi pecho con tus palillos." La frustración de Reid era palpable, pero la situación había cambiado.

"Voy a ir al primer piso", anunció Julius con determinación, mientras Emilia se preparaba para avanzar. "¿Puede ir mi hermosa dama de nombre desconocido?" preguntó, su tono un tanto burlón, pero lleno de admiración.

Mientras Emilia corría hacia las escaleras que conducían al primer piso, el corazón le latía con fuerza. Sabía que había dejado atrás a sus amigos, pero no podía perder tiempo. Al llegar a la cima, se dio cuenta de que el primer piso no era un piso en absoluto, sino el techo de la Torre. Frente a ella se extendía un vasto cielo, y en el centro, un dragón azul de tamaño colosal la miraba fijamente.

"¿Tú que has llegado a la cima de la Torre, avanza por el primer piso, todopoderoso peticionario?" dijo el dragón, su voz resonando como un trueno.

Emilia, temblando de asombro y miedo, se dio cuenta de que había llegado a un lugar más allá de su imaginación. Todo lo que había experimentado la había llevado a este momento, y ahora debía enfrentar su mayor desafío.

Mientras tanto, en el exterior de la Torre, Naegi luchaba contra el escorpión gigante, sus movimientos eran un reflejo de su determinación y su deseo de proteger a sus amigos. La batalla era feroz, pero él nunca se rendiría. La lucha por la supervivencia, la amistad y la esperanza apenas comenzaba.