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Chapter 60 - cap 60

La oscuridad del bosque se había disipado, dejando a Naegi en un estado de confusión y angustia. Había regresado de la muerte, un ciclo que parecía repetirse, como si el destino jugara con él. Miró a su alrededor, sintiendo la hierba fresca bajo sus pies descalzos, y recordó vívidamente el incendio que había consumido el bosque, una tragedia que había ayudado a desencadenar. Ahora, el lugar estaba intacto, y una mezcla de alivio y culpa llenaba su corazón. Era su oportunidad de cambiar las cosas, de evitar que el horror se repitiera.

"¿Dónde estoy?", murmuró, intentando poner en orden sus pensamientos. La voz familiar de Todo interrumpió su introspección. Aunque las circunstancias eran tensas, Naegi siempre había apreciado la forma en que Todo se preocupaba por él. Pero ahora había un giro en la narrativa, un cambio que lo dejaba inquieto. "Sé que estás confundido", dijo Todo, "pero tranquilízate. Prometo que todo estará bien". Sin embargo, sus palabras no ofrecieron consuelo. Naegi se sintió atrapado, como un pájaro enjaulado.

"Salté a un río. Supongo que nos capturaron", respondió Naegi, tratando de mantener la calma en medio de la tormenta emocional. Era un intento de humor, pero no fue bien recibido. Todo, visiblemente enfadado, le gritó que se detuviera. En un instante, un puñetazo impactó en su rostro, y la confusión se transformó en dolor. La traición de aquel que había considerado un amigo lo dejó atónito.

En medio del caos, un grito desgarrador resonó en el aire. Subaru, uno de los soldados, había sido apuñalado y, con su grito, la tensión se intensificó. Jamal irrumpió en la tienda, demandando explicaciones. "¿Qué hiciste?", le preguntó a Todo, su voz cargada de incredulidad. Naegi, aún atado y lleno de dolor, no comprendía por qué todo había cambiado tan drásticamente. Todo, con una mirada de determinación, explicó que había sentido algo inquietante en Naegi, como si estuviera ocultando algo.

"Ese sujeto podría estar fingiendo", dijo Todo, su voz tensa. Naegi entendió que estaba en una posición precaria. Tenía que actuar rápido y, aunque su mente estaba sumida en el caos, recordó su entrenamiento en situaciones difíciles. "Conozco a la gente de Sandra", gritó, su voz resonando en la atmósfera cargada de tensión. Era una jugada arriesgada, pero no tenía otra opción. La incredulidad en los rostros de sus captores le dio la oportunidad que necesitaba.

Todo, intrigado, le preguntó si realmente podía llevarlos a la tribu. "Sí, haré lo que sea necesario para salvar mi vida", respondió Naegi, intentando sonar convincente. Se sintió como un actor en una obra de teatro, interpretando un papel que no le pertenecía. Mientras Todo y los soldados discutían sobre su destino, Naegi sabía que tenía que mantener su fachada, aunque eso significara traicionar a su propia gente.

Finalmente, fue llevado a ver a Remy y Louis, quienes eran prisioneras en el campamento. Naegi intentó convencer a Todo de que las necesitaba para completar su plan, pero la desconfianza era palpable. "Primero debemos confirmar tus palabras", dijo Todo, y Naegi sintió que el tiempo se le escapaba de las manos. Sin embargo, la idea de que podía salir de esta situación le dio un pequeño destello de esperanza.

Al avanzar por el bosque con un grupo reducido de soldados, la tensión era casi palpable. Jamal seguía lanzándole miradas de desdén, y Naegi se preguntaba cuán cerca estaba de ser descubierto. Sin embargo, la naturaleza jugó a su favor. Un grito desgarrador resonó en el aire: "¡Una bestia!". Era la serpiente que lo había atacado antes, y Naegi vio su oportunidad. Mientras los soldados se preparaban para enfrentar a la criatura, él se escabulló, su mente centrada en un solo objetivo: regresar al campamento y liberar a Remy.

Pero su escape fue interrumpido de manera abrupta. Un hacha pasó silbando, incrustándose en un árbol frente a él. Todo lo había descubierto. La furia en sus ojos era inconfundible, y Naegi sintió que su corazón latía con fuerza mientras corría. La desesperación lo impulsaba, pero Todo no se detendría. Una daga se clavó en su espalda, y el dolor lo hizo caer, pero su mente seguía enfocada en lo que había dejado atrás: sus amigos, su hogar, y el deseo de regresar.

Finalmente, el suelo se inclinó bajo sus pies, y cayó por una pendiente, golpeándose la cabeza. Cuando despertó, se encontró atrapado en una prisión de madera. La voz de Vincent, ese enigmático hombre enmascarado, resonó en sus oídos. "No te preocupes, los perseguidores no están aquí", dijo. Naegi sintió un alivio momentáneo, pero también una inquietud. Vincent, el emperador de Volar, estaba compartiendo su cautiverio. El destino tenía un sentido del humor oscuro, ya que ahora se encontraba más atrapado que nunca.

Mientras reflexionaba sobre su situación, Naegi sabía que tenía que encontrar una manera de salir de allí. No solo por su propia vida, sino por la de aquellos a quienes había dejado atrás. La mente de Naegi, siempre estratégica, comenzaba a formular un plan. La amistad y la confianza eran vitales, y aunque Todo lo había traicionado, había una chispa de esperanza en su corazón. Al final, la determinación de Naegi lo llevaría a luchar por su libertad y la de los demás, incluso si eso significaba enfrentarse a sus propios demonios.

Así, el capítulo cerró con una mezcla de incertidumbre y esperanza. Naegi se encontraba en una encrucijada, y la lucha por la verdad apenas comenzaba. ¿Podría superar la traición y encontrar un camino hacia la redención? Solo el tiempo lo diría.

El frío de la celda se hacía más agudo a medida que la noche se adentraba en el pueblo de sombras. Naegi miraba a su alrededor, atrapado en un espacio pequeño entre barrotes de madera, sus pensamientos girando como un torbellino. La reciente conversación con Vincent había dejado una mezcla de ansiedad y determinación en su pecho. Había pasado de ser un simple vagabundo a un prisionero en una tribu guerrera, y todo lo que podía pensar era en Rem, la chica que había llegado a significar tanto para él.

Los recuerdos de su encuentro con Rem lo invadieron, y una sonrisa triste apareció en su rostro. "¿Dónde estarás ahora?", susurró para sí mismo. Se preguntaba si ella también estaba luchando, si se mantenía fuerte. Sabía que la situación era difícil, pero la idea de rendirse no era una opción para él. Había tenido suficiente de desesperarse.

Vincent, a su lado, parecía estar en su mundo, reflexionando sobre su propia situación. Naegi sintió que debía romper el silencio. "¿Por qué crees que nos eligieron como prisioneros? ¿Por qué no simplemente nos matan y se deshacen de nosotros?", preguntó, buscando entender la lógica detrás de su captura.

Vincent lo miró fijamente, como si evaluara sus palabras. "Porque este lugar tiene sus propias reglas. Nos ven como un recurso, algo que pueden utilizar en su propio beneficio. Pero también hay un peligro en eso. Ellas son fuertes, pero no son invencibles".

Naegi asintió, recordando la fortaleza de las mujeres de la tribu, su musculatura y determinación. Pero también había algo más en su mirada. "¿Qué te hace pensar que puedan traicionarnos?", insistió Naegi, su voz llena de esperanza.

Vincent se encogió de hombros. "Hay rumores de que los soldados de Bolatti están buscando expandir su territorio. Si deciden romper el pacto, nada nos salvará, y tú lo sabes". La sinceridad de Vincent hizo que Naegi se sintiera aún más ansioso.

En ese momento, una pequeña figura apareció en el borde de su visión. Era la niña que había observado desde la distancia antes. Su cabello negro con puntas moradas brillaba con la tenue luz de la celda, y Naegi sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que ella era la misma niña que lo había matado en el bucle anterior.

"¿Por qué estás aquí?", preguntó la niña, su voz suave pero firme. Naegi se quedó sin palabras. Recordar su muerte a manos de ella era desgarrador, pero sabía que debía mantener la calma.

"Solo estaba pensando en cómo salir de aquí", respondió Naegi, tratando de sonar despreocupado. "¿Tú también eres de aquí?".

La niña lo miró con curiosidad. "Soy U. ¿Y tú? ¿Por qué te importa tanto lo que suceda aquí? No eres de nuestra tribu".

"Porque... no quiero que nadie sufra", dijo Naegi, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. "No quiero que pasen por lo que yo he pasado".

La pequeña U pareció reflexionar sobre sus palabras, y Naegi se sintió un poco más cerca de ella. "A veces las cosas son complicadas. No todos entienden lo que significa ser parte de este lugar. Algunos piensan que somos solo guerreras, pero hay más en nosotras".

Vincent interrumpió, su voz cargada de urgencia. "U, necesitamos tu ayuda. Hay algo más grande en juego aquí. La vida de muchas personas está en peligro, incluidas las de tu tribu".

U frunció el ceño, claramente confundida. "¿Cómo puedes saber eso? ¿Por qué debería confiar en ti?".

"Porque soy un amigo y quiero ayudar", respondió Naegi, su tono tan sincero como podía ser. "Sé que no parezco mucho, pero estoy aquí por una razón. Quiero salvar a Rem y a los demás. Y si el pacto se rompe, todos enfrentaremos las consecuencias".

La niña lo miró con desconfianza, pero algo en su expresión se suavizó. "¿Y si no funciona? ¿Y si te mienten?".

"Entonces solo habrá que intentarlo", respondió Naegi, con una determinación renovada. "No puedo quedarme aquí y no hacer nada. Eso sería rendirme, y no pienso hacer eso".

Vincent, observando la interacción, se sintió intrigado. "U, si quieres, podemos mostrarte que nuestras intenciones son reales. Pero necesitamos que confíes en nosotros".

Con un suspiro, U dio un paso atrás, como si estuviera sopesando las palabras de los dos prisioneros. Naegi sentía que cada segundo contaba, que el tiempo se estaba escurriendo entre sus dedos.

Finalmente, la niña se giró y gritó: "¡Mi celda! ¡Necesito hablar con ella!".

Naegi sintió que su corazón se aceleraba. "¿Qué planeas decirle?", preguntó con ansiedad.

"Que hay forasteros aquí que podrían ser útiles", respondió U. "Tal vez ella escuche".

Mientras la niña se alejaba, Naegi se dio cuenta de que, a pesar de la desesperación, había una chispa de esperanza. "Vincent, ¿crees que esto funcionará?", preguntó, sintiendo el peso de la incertidumbre en su pecho.

Vincent sonrió, aunque sus ojos mostraban una preocupación genuina. "Todo depende de nosotros. Pero recuerda, no puedes rendirte. Nunca".

Naegi asintió, sintiendo que la determinación se encendía en su interior. Había mucho en juego, y esta vez estaba decidido a cambiar el destino que parecía ineludible. La vida de Rem, y de todos aquellos que se había encontrado en su camino, dependía de su capacidad para actuar.

Mientras se preparaba para el próximo giro de los acontecimientos, Naegi sintió que su mala suerte podría ser lo que lo salvaría una vez más. Pero, por primera vez, estaba listo para enfrentarlo con todo lo que tenía, y no dejaría que la traición de otros lo detuviera.

La noche avanzaba, y el destino de todos pugnaba por cambiar en las sombras.