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Chapter 34 - cap 34

El eco del mensaje resonaba en la plaza devastada del ayuntamiento, y mientras Emilia sonreía al escuchar las noticias, Naegi Makoto sentía cómo su corazón latía con una intensidad que le era familiar, una sensación que había experimentado antes, en la confrontación con Pitt Elius. Había algo inquietante en la alegría que le rodeaba, una sombra oscura que se cernía sobre él. Era el gen de la bruja que ahora llevaba dentro de él, una confirmación de la muerte de Régulos, y con ella, un nuevo peligro.

El gen de la bruja podría poseerlo, podría llevarlo hacia la locura, y aunque su mente luchaba con esos pensamientos, Naegi se obligó a recordar: "No importa cuántas cosas espeluznantes me posean, yo estaré bien". Con un suspiro entrecortado, asumió su nuevo poder, un descanso momentáneo en su corazón, como si esa aceptación pudiera blindarlo de lo que vendría.

—¿Estás bien? —preguntó Emilia, mirándolo con preocupación.

—No hay problema —respondió Naegi, su voz más firme de lo que se sentía por dentro. Intentaba ocultar la tormenta que se agolpaba en su mente mientras ambos se dirigían al ayuntamiento, ahora un esqueleto de lo que una vez fue.

Al llegar, lo que encontraron fue desolador. El edificio, símbolo de autoridad y esperanza, yacía destruido, sus muros derrumbados, como si la ciudad misma hubiera sido despojada de su vida. La inquietud se apoderó de Naegi mientras miraba a su alrededor, intentando entender lo que había sucedido.

—¡Naegi! —una voz familiar interrumpió sus pensamientos. Beatriz apareció, su mirada fija en él.

—¡Beatriz! —exclamó, aliviado de verla. Interactuaron como siempre, un intercambio de palabras cargadas de complicidad. Beatriz sonrió al ver a Emilia.

—Me alegra que estés a salvo. Si te pasaba algo, Pak se habría preocupado mucho. Recuerda, no te dejes capturar de nuevo.

—Gracias, Beatriz. Parece que estuviste trabajando duro durante mi ausencia. Lo siento por todo, solo te ocasioné problemas —se disculpó Naegi, sintiéndose culpable.

—Estoy bastante acostumbrada a que me causes problemas, así que no te preocupes por eso —respondió Beatriz con una leve sonrisa, aunque su tono era firme.

Naegi se rió, pero la risa se desvaneció cuando recordó la destrucción a su alrededor.

—Así que... ¿destruiste este edificio? —preguntó, buscando un atisbo de humor en la situación.

—Yo no lo hice, estaba así cuando llegué —se defendió Beatriz, su voz teñida de indignación.

—Ya lo sé —dijo él, sonriendo—. Si lo hubieras destruido, podríamos haber escuchado el estruendo desde lejos.

Fue entonces cuando Anastasia, con su cabello verde pintado, se acercó, interrumpiendo su conversación.

—Reinhart está recorriendo la ciudad con Félix para ver si hay rezagos del ataque y recuperar a los heridos —informó ella.

Naegi escuchó atentamente mientras ella relataba cómo Capella había atacado el ayuntamiento y cómo Aldebarán había intervenido. Se sorprendió al escuchar que Priscila había regresado tras derrotar a Sirios.

—Entiendo, entonces la recuperación de las torres de control fue un éxito... ¿y los que enviamos? —preguntó, preocupado.

—Todos regresaron sanos y salvos —respondió Anastasia, y un alivio momentáneo se instaló en el corazón de Naegi.

Luego se dirigieron al refugio más cercano, la nueva base tras la destrucción del ayuntamiento. Allí encontró a Garfield, quien lo felicitó, y ambos compartieron un momento de celebración por sus victorias. Pero el ambiente se tornó tenso rápidamente cuando una gatita llamada Mini embistió a Garfield, quien cayó al suelo, gritando de dolor.

—¡Bajaste la guardia! Esa es tu debilidad, Garfield —se rió Mini, saltando en su pecho.

—¡Quítate! Estás haciendo que mis heridas se abran de nuevo —gritó Garfield, mientras Naegi observaba la escena con una mezcla de diversión y preocupación.

—Esos dos hacen buena pareja —dijo Naegi, mirando a Emilia, quien respondió con una sonrisa.

—Mini es linda y parece que realmente le gusta a Garfield, pero él está enamorado de Rahm. Eso es bastante triste —reflexionó Emilia, haciendo que Naegi se sorprendiera. No había tenido una conversación así con ella antes, y la revelación provocó una chispa de incomodidad entre ellos.

Justo entonces, William llegó, su presencia era sombría. Naegi se acercó a él, notando las heridas en su traje destrozado.

—Recogí las cenizas de mi esposa —dijo William, su voz un susurro lleno de dolor—. Quiero colocarlas en una tumba.

Naegi sintió un nudo en el estómago.

—Eso es increíble, William. Eres una persona maravillosa por hacer eso —respondió, nervioso y sin saber qué más decir.

—Sí, intercambié palabras con mi esposa y luego me despedí —dijo William antes de alejarse. Naegi lo observó, sintiendo el peso del sufrimiento de su amigo.

Cuando regresó con Emilia, ella le preguntó por William.

—Está bien, parece que logró sanar algunas de sus heridas... las del corazón —respondió Naegi, tratando de calmar la inquietud que también lo asediaba.

Mientras tanto, Liliana había llegado y comenzó a cantar para los presentes. Decidiendo no interrumpir el espectáculo, Naegi comentó que la verían después.

Tirita, quien estaba cerca de Liliana y Beatriz, se acercó a Naegi y le dijo que lo había despertado cuando fue a ayudar a otro. Además, mencionó que Itaca le había dado piedras mágicas para luchar, lo que hizo que Naegi reconsiderara su opinión sobre él. Había demostrado ser un verdadero líder.

—Los heridos están en un hospital improvisado en una carpa diferente a esta —dijo Emilia, y juntos se dirigieron a buscar a su amigo Oto.

Al encontrarlo, Naegi bromeó.

—Te encanta meterte en problemas, ¿verdad, oficial de asuntos internos de grado guerrero?

Oto sonrió, pero rápidamente se deshizo de la broma.

—No digas esas cosas, ese trabajo y ese grado ni siquiera existen —replicó, aunque su cuerpo mostraba signos de haber pasado por una batalla.

Naegi escuchó atentamente mientras Oto relataba su encuentro con Glotonería y cómo, gracias a Fell-sama y la gente de las escamas del dragón blanco, lograron detenerlo. Agradeció a Beatriz por su ayuda, pero la preocupación aún persistía en su mente.

Luego, Oto mencionó que Felt había salido a buscar a sus subordinados y le advirtió sobre uno de los arzobispos capturados en el siguiente refugio.

—Vamos al siguiente refugio —declaró Naegi, sintiendo que una nueva misión se acercaba.

Al llegar al siguiente refugio, fueron recibidos por Priscila, quien, tras un diálogo tedioso, les reveló que dentro se encontraba el arzobispo y Aldebarán, quien hacía guardia.

Naegi se sintió inquieto

Resumen del Capítulo Anterior: La batalla contra el arzobispo de la Gula, Royal Far, había dejado una huella profunda en los corazones de los guerreros que habían luchado valientemente. Julius, aunque había sobrevivido, se encontró en una situación angustiante: su nombre había sido robado, borrando su existencia del mundo. Mientras conversaba con Emilia y Naegi, reveló la complejidad de los poderes de la Gula y cómo sus efectos devastadores habían afectado a otros, como Cross y Red. La conversación, aunque llena de tristeza, también dejó entrever la esperanza de un futuro mejor. Con la determinación de descubrir la verdad, el grupo se preparaba para buscar respuestas en la Torre de las Pléyades.

Desarrollo del Capítulo:

La atmósfera en el refugio era tensa, casi palpable. Mientras Julius trataba de acomodarse a la nueva realidad de ser un hombre sin nombre, los ecos de la batalla resonaban en su mente. A su alrededor, el bullicio se intensificaba conforme más aliados llegaban para participar en la urgente reunión. Naegi sintió un escalofrío recorrer su espalda; la mala suerte parecía seguirlo como una sombra, y esa sensación de inminente desgracia nunca lo abandonaba.

"¿Cómo es posible que las cosas hayan llegado a este punto?", se preguntó Julius, su mirada perdida en el vacío. "Era un caballero, un amigo, y ahora, soy un extraño incluso para los que una vez fueron mis compañeros."

Emilia, siempre perceptiva, notó la lucha interna de Julius. "¿Qué nos depara el futuro si hemos perdido tanto?", reflexionó mientras se acercaba a él. "Pero, Julius, aún tienes algo. Tienes la oportunidad de crear nuevos lazos, de forjar nuevas amistades. Quizás nuestra historia no ha terminado."

Mientras la conversación se profundizaba, el grupo se preparaba para discutir los siguientes pasos. Anastasia, con su porte elegante, se puso al frente. "Debemos centrarnos en el presente. La amenaza de los arzobispos no ha desaparecido, y nuestro próximo movimiento es crucial."

Félix, siempre pragmático, interrumpió. "Necesitamos tomar decisiones rápidas. La captura de Ian y su grupo es solo un paso. ¿Qué hacemos con el arzobispo capturado? No podemos permitirnos perder la pista de Cross."

La tensión aumentó. La sala se llenó de murmullos de acuerdo y desacuerdo. Naegi, sintiendo la presión de la situación, alzó la voz. "No podemos dejarlos vivir. La Gula no es solo un poder; es una maldición. Si dejamos a Royal Far libre, podría atacar de nuevo y robar todo lo que conocemos."

"Pero..." interrumpió Emilia, "¿y si podemos obtener información valiosa de ellos? Después de todo, la supervivencia de Cross podría depender de ello." Su voz sonaba con una mezcla de determinación y preocupación.

"Ambos tienen razón", afirmó Reinhart, su mirada fija en Naegi y Emilia. "Debemos encontrar un equilibrio. La vida de esas personas es importante, pero también lo es lo que pueden ofrecer en términos de información."

Fue en ese momento que la conversación tomó un giro inesperado. "¿Y si buscamos ayuda en otro lugar?", sugirió Naegi de repente, su mente trabajando a toda velocidad. "El sabio Shaula en la Torre de las Pléyades... él podría tener la respuesta que necesitamos."

La sala se llenó de murmullos nuevamente, esta vez de incredulidad. "¿Estás sugiriendo que viajemos hasta allí?", preguntó Felt, su voz llena de escepticismo. "¿Por qué deberíamos confiar en una leyenda?"

"Porque, aunque sea una leyenda, tiene una reputación por una razón", replicó Naegi, decidido. "Shaula tiene la capacidad de ver más allá de lo que nosotros podemos. Quizás incluso pueda ayudarnos a restaurar lo que se ha perdido."

Anastasia, tras evaluar la situación, asintió lentamente. "Es una opción arriesgada, pero podría ser nuestra única oportunidad de entender la magnitud de lo que enfrentamos."

Con el consenso alcanzado, el grupo comenzó a planear su viaje. Mientras tanto, Julius observaba a sus amigos, sintiendo una mezcla de gratitud y tristeza. "Si tan solo recordaran quién soy", pensó, una punzada de melancolía atravesando su corazón. Pero había algo más. En el fondo, un destello de esperanza brillaba. Tal vez, en la Torre de las Pléyades, podría encontrar respuestas no solo sobre su pasado, sino sobre su futuro.

El Viaje a la Torre de las Pléyades:

El camino hacia la Torre de las Pléyades estaba lleno de incertidumbres. Mientras el grupo avanzaba, Julius se esforzaba por recordar fragmentos de su vida pasada, pero todo parecía borroso. La naturaleza que los rodeaba era hermosa, pero en su mente, solo había sombras. Empezó a hablar con Naegi, quien, pese a su habitual mala suerte, parecía estar en un estado de ánimo sorprendentemente optimista.

"¿Sabes, Julius?", comenzó Naegi, su voz llena de un tono ligero. "A veces creo que la suerte es solo una forma de ver las cosas. Quizás, si aprendemos a mirar lo bueno, incluso en lo malo, podríamos encontrar soluciones inesperadas."

Julius sonrió melancólicamente. "Tienes razón, aunque no puedo evitar sentir que estoy atrapado en un mal sueño. A veces, me pregunto si alguna vez volveré a ser quien solía ser."

"Lo serás", respondió Naegi, con una firmeza que sorprendió incluso a sí mismo. "Solo necesitas encontrar tu camino de regreso."

Las palabras de Naegi resonaron en Julius mientras el grupo continuaba su viaje. La esperanza y la determinación comenzaron a brotar en su corazón, como los retoños de espíritu que Emilia había mencionado. Tal vez, solo tal vez, había un camino hacia la redención y la restauración.

Finalmente, después de días de viaje, llegaron a la Torre de las Pléyades. La estructura era magnífica, un monumento a la sabiduría y el conocimiento. Todos sintieron una mezcla de asombro y aprehensión al acercarse, conscientes de que lo que sucediera a continuación podría cambiar el curso de sus vidas para siempre.

"Sea lo que sea que encontremos aquí, debemos estar preparados", advirtió Reinhart, su mirada fija en la puerta. "El sabio Shaula puede ser nuestra mejor esperanza, pero también puede ser un desafío."

Con el corazón latiendo furiosamente, Julius dio un paso al frente. "Estamos listos para enfrentar cualquier cosa. Juntos, podemos superar cualquier obstáculo."

Y así, con la determinación renovada, cruzaron el umbral de la Torre de las Pléyades, listos para enfrentar lo desconocido y descubrir los secretos que les aguardaban en su búsqueda de respuestas. La lucha estaba lejos de haber terminado, pero tal vez, en medio de las sombras, había una luz esperándolos.