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Chapter 55 - La llegada de Angela

El campo de batalla era un caos. Las sombras y la luz chocaban en una danza de destrucción sobre las ruinas de Heven, donde los restos del otrora glorioso Ejército Celestial combatían contra el oscuro ejército de Sholan. Las sombras, implacables e interminables, absorbían cada golpe como si estuvieran diseñadas para la guerra. En medio de todo, una figura majestuosa descendió desde el cielo. Angela, la legendaria cazadora y líder de los ángeles, había llegado al frente.

Su presencia era imponente, con su cabello carmesí ondeando al viento y su armadura brillante como el fuego celestial. Los ángeles restantes se reagruparon a su alrededor, ganando algo de moral ante la llegada de su líder. Angela evaluó rápidamente la situación, su mirada escaneando el caos hasta detenerse en una figura inmóvil en medio del campo de batalla.

Un Anchorita. O al menos, eso parecía. Era extraño, rodeado por un aura de calma en medio del frenesí. No se movía ni atacaba, pero cuando varios ángeles cayeron derrotados cerca de él, Angela lo observó susurrar algo, y lo que sucedió a continuación la llenó de un inquietante desconcierto.

De los ángeles caídos se levantaron manos oscuras atravesando sus cuerpos saliendo de ellos, pero ya no eran los mismos. Sus cuerpos se desintegraron tan pronto como las sombras emergieron de los cuerpos. Se habían transformado en guerreros sombra.

Angela entrecerró los ojos. No cabía duda: esa figura era la fuente de todo el caos.

—Él es el responsable —murmuró para sí misma, recordando las palabras de la Reina Serephiel antes de partir.

"Identifica al origen del caos. No permitas que escape, Angela. Hazlo por Heven."

—¡Ataquen! —ordenó con una voz firme y decidida, señalando al Anchorita. La estrategia era clara: lanzar un ataque frontal masivo para distraerlo mientras ella misma se encargaba de capturarlo.

Los ángeles obedecieron, cargando con sus lanzas de luz y cánticos de guerra hacia el ejército de sombras. Angela, mientras tanto, se movió como un relámpago, zigzagueando entre los enfrentamientos. Su espada brillaba con la intensidad de una estrella mientras cortaba a través de las sombras que se interponían en su camino.

El Anchorita no se movía.

Angela arremetió con más fuerza, derribando guerreros sombra a su paso. La distancia entre ella y su objetivo se acortaba con cada segundo, pero a medida que avanzaba, el ejército enemigo parecía volverse más implacable. Su respiración era pesada, pero su determinación inquebrantable.

Finalmente, llegó hasta él.

El Anchorita estaba con los ojos cerrados, su rostro sereno, como si todo lo que sucedía a su alrededor no le concerniera. Angela blandió su espada, lista para abatirlo, pero justo cuando estaba a punto de alcanzarlo, el Anchorita se movió.

Con un giro elegante y casi casual, esquivó su ataque. Antes de que Angela pudiera reaccionar, un uppercut preciso y devastador impactó en su mandíbula, lanzándola a través del aire como si fuera una muñeca de trapo. Su cuerpo atravesó un edificio cercano, reduciéndolo a escombros mientras el estruendo resonaba en todo el campo de batalla.

El Anchorita, ahora de pie, abrió los ojos lentamente. Eran dos abismos brillantes, llenos de poder infinito. Una sonrisa ladeada apareció en su rostro mientras observaba a Angela entre los escombros.

—¡Te tengo! —exclamó Sholan, su voz resonando como un trueno en medio de la batalla.

El campo de batalla quedó momentáneamente en silencio, como si todos los presentes sintieran el peso de su declaración. Los guerreros sombra rugieron, redoblando sus esfuerzos contra los ángeles, mientras Angela emergía de los escombros, su mirada llena de sorpresa y rabia.

La verdadera batalla estaba a punto de comenzar.