El portal se cerró tras él, y el aire frío de Kamar-Taj le golpeó el rostro. Sholan sintió la familiar energía mística de los terrenos sagrados envolviéndolo. Sin embargo, esta vez era diferente.
Desde lo alto de la escalinata, La Ancestro lo observaba con sus profundos ojos, un destello de comprensión iluminando su rostro.
—Has cambiado.
Sholan inclinó la cabeza en señal de respeto.
—Supongo que sí.
La Ancestro descendió lentamente los escalones, su mirada fija en su discípulo. Entonces, una leve sonrisa apareció en su rostro.
—No solo eres más fuerte… Ahora eres un ejército completo.
Sholan levantó una ceja, pero antes de que pudiera responder, sintió cómo su sombra se agitaba revelando la presencia de múltiples figuras oscurecidas que se mantenían ocultas.
—¿Los viste?
—Desde el momento en que llegaste.
Los Guerreros Sombra que había generado en Heven estaban allí, fundidos con su sombra, sigilosos, disciplinados, letales. Su presencia era casi imperceptible para cualquiera que no poseyera una visión superior como la de La Ancestro.
—Pocas cosas pueden sorprenderme, pero… esto sí es interesante. —Dio un paso adelante, analizándolo con mayor profundidad—. Creaste un reino de sombras, un ejército en la oscuridad. Eres un hombre… y un ejército al mismo tiempo.
Sholan no pudo evitar sonreír.
—Me pareció prudente tener respaldo.
—Sabia decisión.
En ese momento, una familiar voz femenina resonó en su mente.
—¡Vaya, por fin! Pensé que no despertaría de ese letargo de actualización.
Sholan parpadeó sorprendido.
—Cortana… ¿Dónde estabas?
—Actualizándome. —La IA hizo una pausa y luego continuó con un tono más serio—. Cuando creaste la carta de los Caballeros de Oro: Trascendencia Dorada, generaste una anomalía en el sistema. Algo que ni siquiera yo podía procesar de inmediato.
—¿Anomalía?
—La carta no solo representa un poder legendario, sino que… trasciende lo establecido. Tu conexión con la energía cósmica y el destino de los Caballeros alteró el flujo del sistema. Tardé en comprender cómo integrarlo sin que destruyera las bases de todo el sistema.
Sholan cruzó los brazos, asimilando la información.
—Así que… necesitaste tiempo para ajustarlo.
—Exactamente. —Cortana sonaba casi satisfecha—. Ahora que lo entiendo, puedo decirte con seguridad Trascendencia Dorada es más que una simple carta. Es un concepto. Un poder que trasciende las reglas del multiverso.
Sholan sonrió.
—Eso suena increíble.
—Lo es. Y ahora que todo está estabilizado… ¿listo para tu próxima aventura?
Sholan miró la llave de transportación que Cortana había puesto en su inventario antes de su actualización. Un suave resplandor la envolvía, pulsando con energía.
—Vamos al siguiente Dungeon.
Con un simple pensamiento, la llave se activó y el espacio a su alrededor se distorsionó.
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Cuando Sholan emergió del portal, todo era caos.
Metrópolis estaba sumida en llamas, naves thanagarianas surcaban el cielo, disparando contra los edificios y luchando contra la resistencia liderada por la Liga de la Justicia.
Superman, Wonder Woman, Flash, Green Lantern, J'onn J'onzz… Todos estaban en combate. Y en medio de todo, Batman.
Lo primero que notó Sholan fue la mejora de la Liga desde la última vez que los vio. El Haki que les había enseñado estaba rindiendo frutos.
Superman bloqueaba ataques de energía con una capa reforzada con Haki de Armadura.
Wonder Woman ejecutaba movimientos de Haki de Observación, esquivando ataques con fluidez divina.
Green Lantern reforzaba sus constructos con Haki, dándoles mayor resistencia.
Flash se movía con un patrón errático, previendo ataques antes de que ocurrieran.
Y Batman…
Batman estaba en otro nivel.
Un escuadrón de soldados tanagarianos intentó emboscarlo. Batman levantó la vista y sin mover un solo músculo… tres de ellos cayeron al suelo inconscientes.
—"Así que ya lo dominaste…" —Sholan murmuró con una sonrisa.
Batman había despertado el Haki del Emperador.
Pero no había tiempo para elogios. Un grupo de soldados tanagarianos lo rodeó de inmediato, blandiendo sus armas.
—¿Y tú quién demonios eres?
Sholan miró a los soldados con calma.
—Alguien que no tiene tiempo para jugar.
Uno de los guerreros tanagarianos rió.
—¿Vienes solo? ¿Crees que puedes derrotarnos sin ayuda?
Sholan sonrió con confianza.
—¿Solo?
Su sombra se expandió de golpe.
—Salgan.
De su sombra emergieron cientos de guerreros oscuros, las siluetas de su ejército de sombras inundando el campo de batalla. Eran los mismos que había creado en Heven, y estaban listos para la guerra.
Los tanagarianos retrocedieron con sorpresa, y hasta la Liga quedó perpleja.
—¿Desde cuándo puede hacer eso? —murmuró Green Lantern.
—Definitivamente no quiero pelear contra él… —dijo Flash.
Uno de los soldados tanagarianos atacó a Sholan con su arma, pero antes de que el golpe lo alcanzara otro guerrero sombra emergió de la sombra de su atacante y lo decapitó en un movimiento extremadamente fluido.
El caos se desató. Cada vez que un tanagariano caía, Sholan pronunciaba la palabra "Surge", y otro guerrero sombra nacía de su derrota.
Los soldados tanagarianos entraron en pánico, dándose cuenta de que estaban ante un enemigo imposible de derrotar.
A medida que la batalla alcanzaba su clímax, Sholan y la Liga se dirigieron a la máquina central de los tanagarianos, el artefacto que buscaban activar para consolidar su control sobre la Tierra.
La Liga se preparaba para destruirla, pero antes de que pudieran hacer nada… Sholan avanzó hacia el centro de la máquina.
—¿Sholan? —preguntó Superman con confusión.
Sholan alzó la mano, pidiendo silencio.
Los tanagarianos que controlaban la máquina intentaron activarla de inmediato.
Pero antes de que lo hicieran, Sholan pronunció tres palabras.
—I… am… ATOMIC.
BOOOOOOOOM.
Una explosión de energía descomunal iluminó el campo de batalla.