Sholan apareció en Heven, el reino celestial de los ángeles, un lugar cuya belleza era digna de una obra maestra divina. Los cielos brillaban con tonos dorados y púrpuras, y los campos estaban llenos de flores resplandecientes que parecían cantar al viento. Las ciudades flotaban en el horizonte, hechas de cristal y mármol, irradiando una luz que casi cegaba.
Sin embargo, Sholan no se dejó engañar por la apariencia del paraíso. Bajo esa belleza deslumbrante se escondía una corrupción profunda, un ciclo perverso que pervertía el equilibrio del multiverso. La energía oscura de Heven era palpable, un recordatorio constante de los horrores que los ángeles habían normalizado en su arrogancia.
A su lado flotaba Cortana, su figura etérea y definida gracias a la fuerza del Fénix que se había unido a ellos. Su presencia añadía un contraste perfecto a la luz cegadora de Heven, como una sombra vigilante en un reino que temía la oscuridad.
—Este lugar... —murmuró Sholan, con los ojos brillando con una mezcla de ira y determinación—. Es un paraíso podrido.
Desde las sombras, Nightbringer, su soldado élite creado de la sombra de Dormammu, emergió. Su figura oscura y aterradora contrastaba con la pureza falsa del entorno. Era como una cicatriz en el rostro del paraíso, una advertencia de lo que estaba por venir.
—Actúa con precisión, Nightbringer —ordenó Sholan con firmeza—. Sé el terror que este lugar jamás ha conocido.
La fuerza inicial de defensa de Heven estaba liderada por una imponente Ángel de Guerra llamada Fernande, una guerrera famosa por su brutalidad y su lealtad inquebrantable a la reina suprema. Dirigía un escuadrón de cazadores cuando Nightbringer los atacó.
A pesar de la belleza del lugar, el ataque de Nightbringer fue un espectáculo aterrador. Desde las sombras que proyectaban los edificios y los árboles, surgió como un huracán de oscuridad. Sus movimientos eran fluidos y letales, cada corte de su espada sombra dejaba a los soldados incapacitados antes de que pudieran reaccionar.
Fernande, sorprendida pero no intimidada, desenvainó sus armas de luz y se lanzó al combate, intentando repeler al invasor. Sin embargo, Nightbringer demostró ser un enemigo implacable. En un movimiento calculado, la desarmó y la dejó inconsciente con un golpe que resonó en todo el campo.
Sholan apareció entonces, moviéndose con sigilo entre las sombras. Con una combinación de agilidad y estrategia, ocultó el cuerpo de Fernande en un depósito cercano, lejos de las patrullas.
Con Fernande asegurada, Sholan invocó el Puño Fantasma del Fénix, envolviendo su mano en llamas espirituales que brillaban con un resplandor dorado y rojo. Colocó su dedo índice sobre la frente de la ángel inconsciente haciendo que un haz de luz atravesara su cabeza de lado a lado, en ese instante las llamas penetraron sus pensamientos, desentrañando sus recuerdos más profundos.
Las imágenes que vio en su mente lo llenaron de furia. Vio cómo los ángeles utilizaban una máquina perversa, conocida como la Forja Celestial, para capturar las esencias o almas de sus enemigos derrotados. Estas esencias eran moldeadas y corrompidas, usándolas como base para crear nuevos guerreros ángeles. Un ciclo de vida pervertido y retorcido que alimentaba su ejército.
Lo más perturbador fue descubrir que ningún ser consciente en Heven sentía el más mínimo remordimiento por este acto. Para ellos, era un proceso natural, una muestra de su supremacía divina.
Cortana, con voz solemne, dijo:
—Esto es peor de lo que creíamos. Este lugar no merece ser llamado un paraíso.
En ese momento, el Sistema intervino con una notificación que resonó en la mente de Sholan:
[Nueva Misión Activada: El Ragnarok de Heven]
Objetivo: Completa aniquilación de Heven y purificación de su corrupción.Recompensa: 50,000 puntos quantum, desbloqueo de habilidad especial: Fénix Ascendente.
Sholan cerró los ojos, intentando controlar la furia que lo consumía. Pero era inútil. La imagen de los ángeles, arrogantes y sin remordimientos, lo llenaba de ira.
Fernande comenzó a despertar, pero antes de que pudiera decir una palabra, Sholan materializó la Spirit Sword, la espada de energía utilizada por Vegito.
—Fernande... —murmuró con una mezcla de tristeza y determinación—. Este es el juicio que Heven ha evadido durante demasiado tiempo.
Un movimiento rápido de la Spirit Sword perforó su frente, extinguiendo su vida en un instante. Su cuerpo quedó inmóvil, y su esencia celestial comenzó a disiparse. Sin embargo, Sholan alzó la mano izquierda y pronunció una sola palabra:
—Surge.
Una sombra oscura emergió del cadáver de Fernande, retorciéndose y tomando forma bajo la voluntad de Sholan. Era un nuevo soldado sombra, tan imponente como Nightbringer.
—Bienvenido al ejército de las sombras, Duskstalker —dijo Sholan mientras la nueva criatura se inclinaba ante él.
Con la información obtenida de Fernande, Cortana proyectó un mapa holográfico de Heven. Los puntos estratégicos, las fortalezas, y la ubicación de la Forja Celestial estaban claramente marcados.
—La única forma de derrotar a Heven es destruir su estructura desde dentro —dijo Cortana—. Eliminaremos sus líderes, sus recursos, y dejaremos su ejército sin sustento.
Sholan asintió mientras miraba a Nightbringer y Duskstalker, que esperaban sus órdenes desde las sombras.
—Heven enfrentará la oscuridad que ha alimentado durante tanto tiempo. Esto no será una batalla; será un juicio.
Y con esa declaración, el juicio de Heven comenzó.