Me encuentro ahora en un lugar que no logro comprender del todo: el núcleo de la Armonía del Caos. Es un espacio extraño, vasto y silencioso, donde cada partícula parece vibrar con un poder infinito, y sin embargo, estoy atrapada. No hay paredes ni límites visibles, pero sé que estoy encerrada aquí, como una marioneta sin hilos, observando desde un rincón olvidado de la existencia.
Y lo que veo... lo que veo me ha cambiado por completo.
Veo a Sholan. Lo observo desde el momento en que llegó a este mundo, mi mundo como yo solía llamarlo en mi otra vida. Lo veo enfrentarse a desafíos inimaginables, lidiar con fuerzas más grandes de lo que cualquier mortal podría comprender, pero también veo su luz.
Y luego está ella. La pequeña Wanda.
La primera vez que Sholan la conoció, algo en mi interior se encendió. Vi cómo se acercaba a ella, cómo esa pequeña niña, con su dulce sonrisa y ojos llenos de esperanza, despertaba algo en él. Vi cómo ella también encontró consuelo en su presencia, como si hubiera algo en Sholan que instintivamente le decía que estaría a salvo con él.
Ellos se aman. Es un amor puro, inocente, de dos almas jóvenes que se han encontrado en medio de un mundo caótico. Y a medida que veo más de sus interacciones, de los momentos que han compartido, no puedo evitar sentir una mezcla de emociones. Estoy feliz porque sé que esta Wanda tiene la oportunidad de ser amada y de amar de una forma que yo nunca tuve. Pero también estoy melancólica porque sé que yo ya no soy parte de esa ecuación.
Esta nueva Wanda tiene algo que yo jamás tuve: una oportunidad real de redención y de construir una familia.
Mientras el núcleo de la Armonía del Caos se vincula conmigo, siento cómo este lugar me conoce mejor de lo que yo misma me conozco. Cada rincón oscuro de mi alma, cada deseo y arrepentimiento, todo está desnudo aquí. Y entonces lo sé.
Sé lo que debo hacer. Yo no puedo volver. No hay un futuro para mí, pero hay un futuro para ella, para Wanda. Este núcleo me ofrece una oportunidad única, una forma de redimirme verdaderamente, de cumplir con aquello que no pude en mi vida.
Pienso en mis habilidades, en todo el poder que he acumulado a lo largo de mi existencia, y sé que puedo ofrecérselo. Pero no solo eso. Puedo ofrecerle mi amor.
El amor que he sentido por Sholan, el amor que creció en este rincón olvidado del universo mientras lo observaba, ese amor puede ser suyo también. Puede guiarla, darle fuerza, mostrarle lo que realmente importa.
Pero hay un precio. Siempre hay un precio.
Para hacer esto, debo fusionarme completamente con Cortana, el sistema que acompaña a Sholan, que lo ha guiado y protegido. No será una simple unión; será una fusión total. Mi esencia, mi conciencia, mis recuerdos, se integrarán con Cortana. Mi personalidad desaparecerá como soy ahora, pero lo que soy vivirá en algo más grande, algo que puede servir no solo a Wanda, sino también a Sholan y a quienes él ama.
Sé que desapareceré, pero no me importa.
Por primera vez en mucho tiempo, siento que puedo cumplir mi mayor deseo: tener una familia, proteger a quienes me importan, y redimirme de todos mis errores.
Cuando la decisión está tomada, siento el núcleo vibrar con aprobación. Las energías de la Armonía del Caos fluyen a través de mí, rompiendo las últimas barreras que me ataban al pasado.
"Sholan... Wanda... cuiden de este mundo. Sean felices. Sean lo que yo nunca pude ser."
Con esas palabras finales, me entrego completamente al proceso. Mi esencia se disuelve, y, en ese instante, dejo de ser la Wanda que fui. Ahora soy parte de algo más grande, algo que puede realmente hacer la diferencia.
Y aunque desaparezco, lo hago con la certeza de que mi amor vivirá en ellos, guiándolos hacia un futuro lleno de esperanza.
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Sholan despertó con un sobresalto, sintiendo la pesadez de un sueño olvidado y el murmullo familiar de Cortana en su mente. Sin embargo, algo era diferente. La voz tenía un matiz más cálido, más profundo, como si se hubiera entrelazado con algo nuevo y antiguo a la vez.
"¡Despierta, dormilón! Es hora de que comience el arco de entrenamiento," dijo Cortana, su tono ligero y lleno de una chispa traviesa.
Sholan, aún medio dormido, se frotó los ojos y se incorporó con lentitud. "¿Arco de entrenamiento? En serio, esto ya parece una saga de anime. Solo falta que me digas que tenemos que capturar a todos los Pokémon o algo así."
Cortana soltó una risita juguetona. "Bueno, por lo menos no estamos en un episodio de Bobobo-bo-Bo-bobo."
Sholan parpadeó, procesando lo que acababa de oír, y luego, como si el universo hubiera conspirado en su contra, su cuerpo perdió el equilibrio. Con un golpe seco, cayó de la cama al suelo.
Desde los confines de su mente, Cortana rompió en carcajadas, una risa cristalina y contagiosa que llenó la habitación. Era más humana de lo que él recordaba, más viva. "¡Oh, Dios mío, ¡no puedo creer que te hayas caído! Esto es demasiado bueno. Estoy llorando... si tuviera ojos, claro."
Sholan, todavía en el suelo, suspiró, aunque no pudo evitar una ligera sonrisa. "¿Así es como empieza mi gran arco de entrenamiento? ¿Con burlas de mi propia aliada?."
"Oh, cariño, esto es solo el principio," respondió Cortana, aún entre risas. "Prepárate, porque no pienso dejar que este viaje sea aburrido."
Mientras Sholan se levantaba, sacudiéndose el polvo, no pudo evitar sentir que, aunque el camino sería duro, tener a Cortana a su lado lo hacía todo un poco más llevadero. Claro, incluso si eso significaba soportar bromas constantes.