El eco de las palabras de Sholan resonó como un tambor en la sala del trono de Asgard: "Aldrif Odinsdottir". El silencio se apoderó del ambiente mientras Odin lo miraba con intensidad, su ojo único lleno de interrogantes y una chispa de incredulidad. Freyja, sentada a su lado, se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y preocupación. Sholan, inmóvil pero sintiendo el peso de la atención divina sobre él, mantuvo su postura firme, aunque su mente se movía a toda velocidad.
—¿Estás segura de que esto es una buena idea, Cortana? —pensó Sholan, intentando mantener la calma mientras hablaba con su compañera IA en su mente.
Cortana respondió casi de inmediato, su tono ligero pero cargado de confianza.
—Oh, querido, esto no solo es una buena idea, es una jugada brillante. Mencionar a Aldrif ha plantado una semilla de duda y emoción en Odin, y Freyja ya está preocupada. Ambos están exactamente donde queremos.
—Eres terriblemente manipuladora, —respondió Sholan con un dejo de sarcasmo.
—¿Manipuladora? Yo prefiero llamarme estratega visionaria, —dijo Cortana con una risa juguetona—. Ahora sigue el guion. No olvides que este es el momento decisivo. Si juegas bien tus cartas, no solo ganarás tiempo, sino que asegurarás su cooperación.
Con esa certeza en mente, Sholan continuó.
—Padre de Todo —dijo en voz alta, rompiendo el silencio—. Sé que esto puede sonar improbable, pero he tenido acceso a cierta información por parte de los Celestiales.
Odin frunció el ceño, inclinándose ligeramente hacia adelante.
—¿Los Celestiales? —repitió, su voz grave llenando la sala—. ¿Fue el Núcleo Génesis quien te dio esa información?
Sholan asintió con la mayor confianza que pudo reunir.
—Sí —mintió sin titubear. En realidad, su conocimiento provenía de su vida pasada como un geek de la cultura pop, pero eso no era algo que pudiera compartir.
Odin permaneció en silencio por un momento, evaluando las palabras de Sholan. Luego, habló de nuevo, su voz tan poderosa como el trueno.
—Continúa.
—Aldrif está viva —declaró Sholan, su voz firme pero medida—. Pero ha sido manipulada toda su vida. En este momento, ella no es aliada de Asgard. De hecho, se encuentra bajo una influencia que la convierte en una enemiga.
Freyja inhaló profundamente, su expresión endureciéndose mientras sus ojos buscaban los de su esposo.
—Creo que puedo traerla de vuelta —continuó Sholan—. Pero ahora mismo no tengo la fuerza suficiente para hacerlo.
Odin lo interrumpió, su mirada dura como el acero.
—¿Y lo que quieres es que te otorgue mi poder?
Sholan negó con decisión.
—No, Padre de Todo. Si me diera su poder, no sería realmente mío. Lo que necesito es tiempo y entrenamiento. Mi objetivo es traer de vuelta a Aldrif, pero necesitaré al menos seis años para alcanzar el nivel necesario.
Odin arqueó una ceja.
—Seis años. Eso es apenas un parpadeo para los asgardianos.
—Para mí, es más que suficiente —respondió Sholan con seriedad.
El silencio regresó, pero esta vez no era incómodo. Era el tipo de silencio que precedía a una decisión importante. Odin se giró hacia Freyja, quien asintió después de un momento de deliberación.
—Muy bien —dijo Odin finalmente—. Tendrás nuestro apoyo. Entrenarás bajo la supervisión de mi familia y los guerreros más fuertes de Asgard.
Sholan inclinó la cabeza, profundamente agradecido.
—Gracias, Padre de Todo.
Odin, sin embargo, no había terminado. Se volvió hacia la Ancestro, quien había observado todo con una expresión tranquila pero atenta.
—Haremos un juramento mágico para sellar este acuerdo —declaró Odin—. Tú y yo, Ancestro, garantizaremos que esta alianza sea respetada.
La Ancestro asintió con serenidad.
—Estoy de acuerdo. Será lo mejor para todos.
El proceso del juramento fue breve pero intenso. Una luz dorada envolvió a los tres mientras las palabras mágicas eran pronunciadas. Sholan sintió una calidez inexplicable que parecía fortalecer no solo su cuerpo, sino también su determinación.
Cuando todo terminó, Odin se levantó de su trono.
—Ahora, celebremos. Habrá un banquete en tu honor, forastero. Descansa esta noche, porque mañana comienza tu entrenamiento.
Más tarde, después del banquete, Sholan se retiró a sus aposentos asignados. La habitación era opulenta, decorada con detalles dorados y tejidos exquisitos, pero no podía concentrarse en su entorno, fue un día muy agotado y cayó en un profundo sueño. En su mente Cortana no se comportaba como usualmente lo hacía cuando Sholan estaba dormido y ella procesaba lo sucedido en el día, en esta noche particular ocurrió algo extraño.
La presencia de Cortana pareció fallar, como si su sistema estuviera sufriendo un error. Fragmentos de su voz se mezclaron con distorsiones, y luego, se transformó en una figura diferente. Era alta y esbelta, con una vestimenta rojo sangre que irradiaba peligro.
—Querido Sholan —dijo la figura con voz muy suave pero cargada de un poder inquietante—. Has llegado muy lejos desde tus días en la Tierra, en el mundo original del que vienes. La figura solo sonrió, sus ojos brillando con un misterio insondable.
En ese momento la figura pensó para sí misma —Todo a su tiempo, querido. Solo recuerda: jamás volverás a estar solo—.
Y con esas palabras, la figura desapareció transformandose nuevamente en Cortana y realizando sus habituales tareas.
Sholan dormía sabiendo que su tiempo en Asgard no solo le daría el poder que necesitaba, sino también algunas respuestas a los misterios que lo rodeaban.