El viento azotaba el árido paisaje de las Tierras Devastadas, mientras cada miembro del grupo se encontraba aislado, enfrentando su propio desafío. El destino los había separado, y las sombras parecían observarlos, esperando el momento para atacar.
Kazuki avanzaba lentamente, la reliquia en su mano brillando con un tenue resplandor que parecía señalar un camino incierto.
—No puedo fallar ahora... no después de llegar tan lejos —murmuró, tratando de mantener la calma.
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Kazuki y el Laberinto de los Ecos
Kazuki llegó a una caverna de paredes negras que reflejaban su propio rostro como si fueran espejos. Al cruzar la entrada, las luces de la reliquia comenzaron a parpadear, y una voz resonó en el aire.
—Eres fuerte, pero tu fortaleza no es suficiente. Muéstrame quién eres realmente.
De repente, las paredes se deformaron, y las imágenes reflejadas comenzaron a moverse por sí mismas. En cada una, Kazuki vio versiones distorsionadas de sí mismo: un tirano gobernando con mano de hierro, un cobarde huyendo de sus amigos, un ser consumido por la oscuridad.
—¿Qué es esto? —preguntó, apretando los puños.
—Son tus futuros posibles. Solo tú puedes decidir cuál será real.
La reliquia empezó a brillar intensamente, y las imágenes lo atacaron una a una. Kazuki tuvo que luchar contra sus propias sombras, cada golpe haciéndolo dudar de su propósito.
Finalmente, con un grito de pura determinación, logró destruirlas.
—No seré controlado. Ni por esta reliquia ni por mis miedos.
La caverna desapareció, dejándolo nuevamente en el desierto.
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Selene y las Llamas del Pasado
Selene despertó cerca de un lago de fuego líquido. El calor era insoportable, y sus recuerdos comenzaron a invadir su mente. Imágenes de su infancia, de su familia, de la traición que la había llevado a convertirse en una guerrera fría y calculadora.
—¿Por qué huyes de lo que eres? —preguntó una voz suave, pero imponente.
Una figura emergió del fuego: una versión más joven de Selene, con lágrimas en los ojos y una expresión de dolor.
—No soy esa niña débil —respondió Selene, alzando sus dagas.
—¿No lo eres? Entonces, ¿por qué no puedes dejar atrás tu pasado?
La figura se convirtió en una bestia de fuego, atacándola con furia. Selene luchó con todo su poder, pero cada golpe parecía inútil.
—No puedo ganar... —pensó, cayendo de rodillas.
En ese momento, recordó las palabras de Kazuki: "Estamos todos en el mismo barco. No somos enemigos."
Levantándose, Selene canalizó su fuerza interior y logró derrotar a la bestia, aceptando que su pasado no definiría su futuro.
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Ren y la Prueba de la Lealtad
Ren se encontró en un campo de batalla, rodeado de los cadáveres de sus amigos. La sangre cubría sus manos, y una voz resonó en su mente.
—Siempre has sido impulsivo, un arma de doble filo. ¿Cuánto más podrás proteger a quienes amas antes de destruirlos?
Una figura apareció frente a él: era Kazuki, pero con un aura oscura y los ojos vacíos.
—Ren, me traicionaste... —susurró, antes de atacar con una velocidad impresionante.
Ren trató de defenderse, pero cada movimiento parecía torpe, como si estuviera luchando contra su propia mente.
—¡Yo nunca los traicionaría! —gritó, bloqueando un golpe final y contraatacando con todas sus fuerzas.
La figura desapareció, dejando a Ren solo, pero más decidido que nunca.
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Kael y el Enigma del Conocimiento
Kael, el sabio del grupo, se encontraba en una biblioteca infinita, llena de libros que narraban futuros alternativos. Cada uno mostraba una versión diferente del viaje, con finales catastróficos.
—El conocimiento es una maldición, Kael. Sabes demasiado y, aun así, no puedes evitar el destino.
Una figura encapuchada apareció, con una máscara que reflejaba el rostro de Kael.
—Si sabes que fallarán, ¿por qué sigues adelante?
Kael cerró los ojos, recordando las palabras de su maestro: "El conocimiento no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para crear esperanza."
Cuando abrió los ojos, la figura desapareció, y los libros se convirtieron en polvo.
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Elara y el Peso de la Compasión
Elara despertó en un campo lleno de flores marchitas, con cientos de voces pidiéndole ayuda. Su magia comenzaba a agotarse mientras intentaba sanar cada flor, pero por cada una que salvaba, otras tres morían.
—No puedes salvar a todos. Tu compasión será tu perdición.
La figura de una mujer anciana apareció frente a ella, con una sonrisa triste.
—Debes aprender a elegir, o te perderás en tu deseo de proteger a todos.
Elara cerró los ojos, respiró profundamente y comenzó a sanar las flores que estaban más cerca de morir. La anciana desapareció, dejando a Elara con una sensación de paz y determinación renovada.
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Reunión en las Sombras
Uno por uno, los miembros del grupo comenzaron a encontrarse nuevamente, cada uno llevando las cicatrices de sus pruebas.
—¿Todos están bien? —preguntó Kazuki, aliviado al verlos juntos nuevamente.
—Más o menos —respondió Ren, rascándose la cabeza. —Pero creo que aprendí algo importante.
Kael asintió.
—Las Tierras Devastadas están diseñadas para desentrañar nuestras debilidades. Si hemos sobrevivido a esto, es porque hemos crecido.
Selene miró a Kazuki con una pequeña sonrisa.
—Sigamos adelante. Juntos.
El grupo continuó su camino, más fuerte y unido que nunca, pero conscientes de que las pruebas solo se volverían más difíciles a medida que se acercaban al Santuario del Alba.
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Fin del Capítulo 22.