Tras obtener el segundo fragmento del Alba, el grupo decidió acampar cerca de un río cristalino que marcaba el final del sendero. La noche estaba tranquila, pero el ambiente estaba cargado de un extraño peso. Las estrellas parecían brillar con más intensidad, como si observaran cada movimiento del grupo.
Kazuki se sentó junto al fuego, girando el fragmento del Alba entre sus manos. La reliquia parecía reaccionar al nuevo fragmento, emitiendo pulsos de luz rítmicos que iluminaban el rostro pensativo del líder.
—Algo en esto se siente... incompleto —murmuró.
Selene, sentada cerca, lo observó con atención.
—¿A qué te refieres? Hemos conseguido dos fragmentos. Estamos avanzando.
Kazuki negó con la cabeza.
—Lo sé, pero... ¿y si estamos siguiendo un camino que no entendemos del todo? Estos fragmentos tienen un propósito, pero no sabemos el costo real de reunirlos.
Elara se acercó, colocando una mano en su hombro.
—Kazuki, hemos enfrentado demasiado para detenernos ahora. Sea lo que sea que nos espere, lo enfrentaremos juntos.
Ren, quien afilaba su lanza en silencio, intervino con un tono despreocupado.
—Deja de pensar tanto, Kazuki. Si viene un problema, lo resolvemos. Así hemos llegado hasta aquí, ¿no?
Kael cerró su grimorio y levantó la mirada.
—Aunque Ren tiene un punto, Kazuki no está equivocado. Necesitamos más información. Quizás el siguiente fragmento nos revele algo.
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El Sueño de Kazuki
Esa noche, mientras todos dormían, Kazuki tuvo un sueño inquietante. Se encontraba en una versión desmoronada de su aldea natal, con las casas en ruinas y el aire cargado de cenizas. En el centro del pueblo, una figura oscura lo esperaba.
—Kazuki... —la voz de la figura resonó como un eco distante.
—¿Quién eres? —preguntó Kazuki, desenvainando su espada.
La figura levantó una mano, y las cenizas comenzaron a girar a su alrededor, formando imágenes de su pasado: la pérdida de su familia, su búsqueda de poder, y los sacrificios que había hecho.
—Eres fuerte, pero tu fuerza nace del dolor. ¿Cuánto más podrás soportar antes de que te rompas?
Kazuki avanzó con determinación.
—He perdido mucho, pero no perderé a mi equipo. No importa lo que venga, seguiré adelante.
La figura rió suavemente antes de desvanecerse, dejando atrás solo una frase.
—La verdad siempre encuentra el camino. Prepárate para enfrentarla.
Kazuki se despertó bruscamente, respirando con dificultad. El fragmento del Alba en su bolsa brillaba débilmente, como si hubiera reaccionado a su sueño.
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La Presencia Inesperada
A la mañana siguiente, mientras el grupo se preparaba para partir, una presencia inesperada apareció en el bosque cercano. Una mujer con una túnica negra, cuyo rostro estaba cubierto por un velo, se presentó ante ellos.
—Así que ustedes son los buscadores de los fragmentos del Alba —dijo con una voz fría y calculadora.
Ren alzó su lanza, listo para atacar.
—¿Quién eres y qué quieres?
La mujer levantó una mano, y una ráfaga de energía oscura se extendió alrededor de ella, mostrando que no era alguien común.
—Mi nombre es Irina. Soy una mensajera del Vínculo Oscuro, y he venido a advertirles: abandonen su búsqueda.
Selene avanzó, sus dagas brillando bajo la luz del sol.
—¿Y si no lo hacemos?
Irina inclinó ligeramente la cabeza.
—Entonces estarán eligiendo un camino de destrucción. Reunir los fragmentos no traerá salvación, sino caos.
Kazuki dio un paso al frente, sosteniendo la reliquia con firmeza.
—No confío en tus palabras. Hemos visto demasiado como para creer en advertencias vacías.
Irina suspiró, como si hubiera anticipado esa respuesta.
—Entonces, que así sea. Pero recuerden esto: cada fragmento que reúnan los llevará más cerca de la verdad... y de su perdición.
Con esas palabras, Irina desapareció en un torbellino de sombras, dejando al grupo con más preguntas que respuestas.
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La Decisión del Equipo
Tras el encuentro con Irina, el grupo discutió sus opciones mientras continuaban avanzando.
—¿Y si tiene razón? —preguntó Elara, su tono lleno de preocupación. —¿Qué pasa si estamos caminando hacia algo que no podemos controlar?
Kael cerró los ojos, pensativo.
—No podemos ignorar lo que dijo. Pero también sabemos que este mundo no puede seguir como está. Si los fragmentos pueden restaurar el equilibrio, debemos intentarlo.
Ren se encogió de hombros.
—No voy a detenerme por unas palabras de alguien que ni siquiera tuvo el valor de atacarnos.
Kazuki asintió, mirando a sus amigos con determinación.
—Seguiremos adelante. Pase lo que pase, enfrentaremos las consecuencias juntos.
El grupo continuó su viaje, dejando atrás el río y adentrándose en un nuevo territorio. Aunque la advertencia de Irina pesaba en sus mentes, su resolución no vaciló.
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Fin del Capítulo 27.