El grupo continuó su marcha hacia el próximo destino señalado por la reliquia, un lugar descrito en las páginas del grimorio de Kael como "La Fortaleza Carmesí". Según las antiguas leyendas, allí residía un fragmento del Alba, custodiado por un pacto de sangre que pocos habían osado desafiar.
El paisaje a su alrededor cambió drásticamente mientras se adentraban en una región donde el suelo parecía teñido de rojo y los árboles tenían un aspecto retorcido, como si hubieran sido moldeados por un poder oscuro.
—Esto no pinta bien —murmuró Ren, mientras su mirada se desplazaba entre las sombras que se movían entre los árboles.
Selene, con las dagas desenfundadas, asintió.
—No estamos solos.
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La Llegada a la Fortaleza
La Fortaleza Carmesí apareció en el horizonte como una estructura imponente, construida con piedra oscura y cubierta de enredaderas espinosas. Las puertas principales estaban abiertas de par en par, invitándolos a entrar, pero la atmósfera estaba cargada de una sensación de peligro inminente.
—Esto es una trampa evidente —dijo Ren, cruzándose de brazos.
Kazuki miró la reliquia, que brillaba débilmente, y asintió.
—Lo sé. Pero no tenemos otra opción.
Al entrar, las puertas se cerraron detrás de ellos con un estruendo, y una voz resonó en el aire, profunda y autoritaria.
—Bienvenidos, buscadores del Alba. Soy Dorian, el Guardián del Juramento de Sangre. Si desean el fragmento, deben sellar un pacto con su propia sangre.
Una figura alta y elegante apareció en el centro de la sala. Dorian tenía la apariencia de un noble, vestido con una túnica roja y negra, pero sus ojos brillaban con un carmesí antinatural.
—¿Qué significa eso? —preguntó Elara con cautela.
Dorian extendió una mano, revelando un cáliz adornado con símbolos antiguos.
—Cada uno de ustedes debe ofrecer una gota de su sangre en este cáliz. Al hacerlo, vincularán sus destinos al fragmento. Pero cuidado: si alguno de ustedes falla en mantener el juramento que implica este pacto, su vida será tomada como pago.
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La Duda del Equipo
El anuncio de Dorian dejó al grupo en silencio. Kael fue el primero en hablar.
—Este pacto es demasiado arriesgado. Si alguno de nosotros cae en el camino, pondremos en peligro al resto.
Ren gruñó, golpeando el suelo con su lanza.
—No hemos llegado tan lejos para echarnos atrás ahora. Si este es el precio, lo pagaré.
Elara se mordió el labio, sus manos temblando ligeramente.
—Pero... ¿y si no logramos cumplir con el juramento? ¿Qué significa realmente fallar?
Dorian sonrió, como si disfrutara del dilema que enfrentaban.
—El juramento es simple: protegerán el fragmento con sus vidas y lucharán por cumplir su misión hasta el final. Si alguno duda, traiciona o abandona, el pacto lo castigará.
Kazuki dio un paso adelante, mirando al resto del grupo.
—Hemos enfrentado mucho juntos. Si vamos a seguir adelante, lo haremos como un equipo. Nadie fallará. Confío en todos ustedes.
Tras un momento de tensión, uno por uno, el grupo asintió.
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El Pacto de Sangre
Dorian presentó el cáliz frente a cada miembro del grupo. Con un corte rápido, cada uno ofreció una gota de sangre, que se fusionó en un líquido brillante y pulsante.
Cuando Kazuki ofreció la última gota, una energía oscura envolvió el cáliz, y el fragmento del Alba emergió de su interior, flotando hacia las manos de Dorian.
—Han sellado el pacto. Este fragmento es suyo, pero recuerden: ahora están unidos por algo más que su misión. La sangre que han derramado los vincula para siempre.
Dorian entregó el fragmento a Kazuki, quien lo sostuvo con firmeza. La reliquia reaccionó de inmediato, absorbiendo el nuevo fragmento y emitiendo un destello de luz carmesí.
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La Advertencia de Dorian
Cuando el grupo se preparaba para partir, Dorian los detuvo.
—Un último consejo, buscadores. Cada fragmento que reúnen los acerca al verdadero poder del Alba, pero también al despertar de aquello que duerme en las sombras.
Selene frunció el ceño.
—¿De qué estás hablando?
Dorian dio un paso atrás, desvaneciéndose en las sombras.
—Lo entenderán a su debido tiempo. Solo recuerden: el mayor enemigo no siempre está afuera. A veces, está dentro.
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El Regreso al Camino
El grupo abandonó la fortaleza, sintiendo el peso del pacto que habían hecho. La tensión era palpable mientras avanzaban por el bosque carmesí.
—¿Creen que cometimos un error? —preguntó Elara en voz baja.
Kazuki negó con la cabeza, aunque su expresión era seria.
—No lo sé. Pero debemos seguir adelante. Si este pacto nos pone en peligro, también nos hace más fuertes.
Kael cerró su grimorio, mirando al horizonte.
—Tenemos más fragmentos por encontrar y muchas preguntas sin respuesta. Pero una cosa es segura: no podemos permitirnos fallar.
El grupo continuó su marcha, sabiendo que los desafíos por venir serían aún más difíciles. Pero, aunque el precio del pacto era alto, su determinación de cumplir con su misión ardía más fuerte que nunca.
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Fin del Capítulo 29.