El grupo avanzó hacia el próximo destino indicado por la reliquia: un lugar conocido como el Laberinto de los Ecos. Según los textos de Kael, este lugar no solo desafiaba las habilidades físicas, sino también la fortaleza mental de quienes se aventuraban en su interior.
El camino los llevó a un valle rodeado de montañas, donde el suelo parecía vibrar con una energía inquietante. Al llegar a la entrada del laberinto, un portal de piedra cubierto de runas antiguas, Selene se detuvo y examinó las marcas.
—Estas runas... no solo son antiguas, también están diseñadas para confundir a cualquiera que intente descifrarlas.
Kael se acercó, pasando los dedos sobre las inscripciones.
—No es confusión, Selene. Es un acertijo. Este lugar no es solo un laberinto físico, también es uno espiritual.
Kazuki miró el portal con seriedad.
—Entonces debemos prepararnos. Pase lo que pase, nadie se separa.
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Dentro del Laberinto
Al cruzar el portal, el grupo se encontró en un corredor sinuoso hecho de piedra negra, donde las paredes parecían absorber la luz de las antorchas. El aire estaba impregnado con un eco constante de sus propios pasos, pero de vez en cuando, se escuchaban susurros lejanos, como si alguien o algo los estuviera observando.
—Esto es peor de lo que imaginé —dijo Ren, apretando su lanza.
A medida que avanzaban, los corredores comenzaron a cambiar, moviéndose como si el laberinto tuviera vida propia. La reliquia en manos de Kazuki comenzó a brillar, señalándoles el camino, pero el grupo pronto descubrió que no todo era tan sencillo.
Un cruce en el camino les presentó su primera prueba. En las paredes, imágenes de sus recuerdos más dolorosos comenzaron a proyectarse como sombras vivientes.
—¿Qué es esto? —preguntó Elara, retrocediendo al ver una imagen de su pueblo natal destruido.
Una voz resonó en el aire, susurrante y burlona.
—El Laberinto de los Ecos refleja lo que llevan dentro. Solo al enfrentarlo podrán avanzar.
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Las Pruebas del Laberinto
Cada miembro del grupo enfrentó un corredor individual, donde los ecos de su pasado y sus miedos se manifestaron de maneras diferentes.
Kazuki: La Carga del Liderazgo
En su corredor, Kazuki vio a sus compañeros caer uno por uno, mientras una versión más joven de sí mismo lo señalaba con acusación.
—Todos dependen de ti, pero siempre fallas. ¿Cuánto tiempo antes de que vuelvas a perderlo todo?
Kazuki apretó los dientes, enfrentando la imagen.
—Tal vez falle. Tal vez pierda. Pero siempre seguiré luchando.
Al aceptar sus temores, el corredor se iluminó, permitiéndole avanzar.
Selene: La Sombra de la Traición
Selene se encontró en un salón lleno de espejos, cada uno mostrando un reflejo diferente de sí misma. Algunos la mostraban traicionando al grupo, otros siendo abandonada por ellos.
—¿De verdad confías en ellos? ¿O simplemente estás esperando el momento para actuar por tu cuenta?
Selene rompió uno de los espejos con sus dagas.
—Confío en ellos. Y si me fallan, me enfrentaré a ello cuando ocurra.
Con su determinación renovada, las imágenes desaparecieron.
Ren: El Peso de la Soledad
Ren caminó por un campo vacío, donde las voces de sus antiguos compañeros resonaban en el aire, acusándolo de ser incapaz de proteger a nadie.
—Siempre serás un lobo solitario. Nadie confía en ti.
Ren apretó su lanza, gritando.
—Tal vez antes, pero ya no. No estoy solo.
El campo se desvaneció, y Ren siguió adelante.
Elara: La Pérdida de Fe
Elara enfrentó una escena donde sus intentos de curar a los heridos fallaban una y otra vez. Las personas se alejaban, despreciándola.
—¿De qué sirve tu bondad si no puedes salvar a nadie?
Elara cerró los ojos, recordando las vidas que había cambiado.
—Hago lo que puedo. Y eso es suficiente.
Elara superó su prueba, encontrando fuerzas renovadas.
Kael: La Tentación del Poder
Kael fue rodeado por libros y grimorios antiguos que susurraban secretos prohibidos. Una voz le ofreció poder ilimitado a cambio de abandonar a sus compañeros.
—El conocimiento sin sacrificio no vale nada —respondió Kael, rechazando la tentación.
Los libros se desvanecieron, y Kael avanzó.
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El Corazón del Laberinto
Finalmente, el grupo se reunió en el centro del laberinto, donde un altar oscuro sostenía el fragmento del Alba. A su lado, una figura encapuchada los esperaba.
—Han superado las pruebas del Laberinto de los Ecos. Pero para tomar el fragmento, deben hacer un sacrificio.
Kazuki se adelantó, su espada en mano.
—¿Qué tipo de sacrificio?
La figura levantó una mano, mostrando un cristal oscuro que contenía una pequeña llama.
—Una parte de su propia esencia. Este fragmento solo responde a aquellos dispuestos a renunciar a algo de sí mismos.
El grupo intercambió miradas, y uno por uno ofrecieron una parte de su energía al cristal. Con cada sacrificio, el fragmento del Alba comenzó a brillar con más intensidad, hasta que finalmente se fusionó con la reliquia.
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La Revelación
Cuando el fragmento se unió a la reliquia, esta emitió un destello que iluminó todo el laberinto. Por un breve momento, Kazuki y los demás vieron una visión de un mundo devastado, donde una figura oscura sostenía la reliquia completa en sus manos.
—¿Qué fue eso? —preguntó Elara, temblando.
Kael cerró su grimorio, su rostro sombrío.
—Una advertencia, o quizás un vistazo al futuro.
Kazuki guardó la reliquia y miró a su equipo.
—No importa lo que vimos. Seguiremos adelante.
Con esas palabras, el grupo salió del laberinto, sabiendo que las pruebas solo se harían más difíciles.
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Fin del Capítulo 30.