La barca se deslizó por las aguas oscuras del Limbo, mientras el silencio se hacía más denso con cada remada. Las sombras en el río parecían crecer, susurrando palabras ininteligibles que rozaban los oídos de los viajeros. Selene estaba tensada, con una daga en cada mano, mientras Ren mantenía su lanza lista para atacar.
Kazuki observaba al misterioso hombre encapuchado que guiaba la barca. Había algo extraño en él, más allá de su aspecto sombrío.
—¿Qué es este lugar realmente? —preguntó Kazuki, rompiendo el silencio.
El hombre encapuchado no se giró, pero su voz resonó como un eco en la oscuridad.
—El Limbo no es un lugar. Es un estado. Aquí, los recuerdos y los miedos toman forma. Si no tienen cuidado, podrían perderse en ellos.
Kael, quien había estado en silencio, frunció el ceño.
—¿Por qué decidiste ayudarnos? No pareces ser alguien que actúe por simple bondad.
El hombre encapuchado sonrió, aunque su rostro permaneció oculto bajo la capucha.
—Digamos que tengo mis propios intereses. Y ustedes, especialmente el joven portador de la reliquia, son parte de algo mucho más grande de lo que imaginan.
Kazuki apretó los puños.
—Si tienes respuestas, quiero escucharlas ahora.
El hombre se detuvo un momento, clavando el remo en las aguas oscuras.
—Todo a su tiempo, portador. Por ahora, concentra tu mente. El Limbo no perdona distracciones.
---
El primer desafío
De repente, la barca se detuvo bruscamente, como si hubiera chocado contra algo invisible. Las aguas se agitaron y, de ellas, emergieron figuras translúcidas, humanoides con ojos vacíos que emanaban un aura inquietante.
—¡Espectros del Limbo! —gritó Kael, levantando su báculo. —Son recuerdos atormentados que buscan aferrarse a los vivos.
Ren saltó de la barca, plantándose en el estrecho borde del río.
—¡Perfecto! Algo en lo que puedo golpear.
Con un rápido movimiento, lanzó su lanza hacia una de las figuras, pero esta atravesó el espectro sin dañarlo.
—¡¿Qué demonios?!
Elara, desde el fondo de la barca, comenzó a recitar un hechizo.
—¡Son inmunes a los ataques físicos! Necesitamos magia para dispersarlos.
Kazuki se levantó, sintiendo cómo la reliquia en su mano comenzaba a brillar intensamente.
—Déjenme intentarlo.
---
El poder de la reliquia
Con un profundo suspiro, Kazuki concentró su energía en la reliquia, dejando que su luz dorada envolviera todo su cuerpo. Levantó la mano y lanzó una onda de energía que impactó directamente contra los espectros, haciéndolos retroceder.
—¡Funciona! —gritó Selene, mientras cubría a Kazuki con rápidos movimientos para mantenerlo protegido.
Los espectros, aunque debilitados, se reorganizaron, fusionándose en una figura más grande y aterradora. Kazuki jadeó, sintiendo el agotamiento del vínculo con la reliquia.
El hombre encapuchado observaba la escena con calma, pero no hizo ningún intento por intervenir.
—Tu conexión con la reliquia es fuerte, pero no suficiente. Si no controlas tu miedo, el Limbo te consumirá.
Kazuki cerró los ojos, intentando calmar su mente. Recordó las palabras de Kael sobre el equilibrio. No solo necesitaba poder; necesitaba control.
Con un grito de determinación, canalizó toda su energía en un ataque final. La luz dorada envolvió al espectro gigante, desintegrándolo en miles de partículas que se disiparon en el aire.
---
La revelación
Cuando el peligro pasó, el grupo se tomó un momento para recuperar el aliento. Kazuki cayó de rodillas, exhausto, mientras Selene y Ren lo ayudaban a levantarse.
—Bien hecho, chico —dijo Ren, dándole una palmada en la espalda. —Aunque deberías avisar antes de hacer explotar cosas.
El hombre encapuchado continuó remando, como si nada hubiera pasado.
—Esto fue solo el comienzo. Lo que enfrentaron no fue más que una fracción de lo que el Limbo guarda.
Kael lo miró con desconfianza.
—Sabías que esto iba a suceder, ¿verdad?
El hombre encogió los hombros.
—El Limbo prueba a todos los que lo atraviesan. Pero no te preocupes. Estamos cerca del otro lado.
Kazuki lo miró fijamente, con la respiración pesada.
—Quiero respuestas. ¿Quién eres realmente?
El hombre encapuchado se detuvo, girando la cabeza hacia Kazuki.
—Soy alguien que ha caminado por este camino antes. Y si sobreviven lo suficiente, entenderán por qué los he ayudado.
---
El final del cruce
Finalmente, la barca alcanzó la otra orilla. Las aguas oscuras del Limbo quedaron atrás, y el grupo se encontró frente a un paisaje completamente distinto. Las Tierras Devastadas se extendían ante ellos: un páramo cubierto de niebla, con montañas irregulares y árboles retorcidos que parecían estar vivos.
El hombre encapuchado bajó de la barca y se giró hacia ellos.
—Mi parte del trato está cumplida. Ahora, la promesa está en sus manos.
Kazuki apretó los puños, pero asintió.
—Cumpliremos nuestro trato, siempre y cuando no nos pongas en peligro innecesariamente.
El hombre rió suavemente, desapareciendo en las sombras de las Tierras Devastadas.
—Nos veremos pronto, portador.
Kael miró el horizonte, suspirando profundamente.
—Hemos salido del Limbo, pero esto solo se volverá más peligroso.
El grupo avanzó, sabiendo que cada paso los acercaba más a su destino, pero también a un peligro inimaginable.
---
Fin del Capítulo 18.