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Chapter 15 - Capítulo 15: La Aldea Oculta

Después de horas de caminata y tensión acumulada, el grupo finalmente llegó a la aldea de la que Kael había hablado. Estaba escondida en un valle cubierto de una neblina mágica, que actuaba como barrera protectora. Desde afuera, parecía solo un claro vacío, pero al cruzar el umbral, el paisaje cambió abruptamente.

La aldea estaba formada por pequeñas casas de piedra y madera, iluminadas por antorchas encantadas que flotaban en el aire. Había personas de todas las edades, la mayoría vestidas con ropas sencillas, pero con un aire de alerta y preparación que indicaba que no eran campesinos comunes.

Kael levantó una mano, deteniendo al grupo.

—Aquí estamos a salvo, pero deben seguir mi ejemplo. Los aldeanos no confían en forasteros, y menos si tienen algo que ver con la Élite.

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Un recibimiento frío

Apenas pusieron un pie en la aldea, los aldeanos comenzaron a salir de sus casas, observándolos con expresiones severas. Una mujer mayor, que parecía ser la líder, se acercó a Kael con el ceño fruncido.

—Kael, dijiste que nunca regresarías. ¿Por qué estás aquí, y quiénes son ellos?

Kael bajó la cabeza en señal de respeto.

—No tuve elección, Elara. Estos son aliados, y llevan algo que la Élite no debe obtener a toda costa. Necesitamos su ayuda para protegerlo.

Elara miró al grupo con desconfianza. Sus ojos se detuvieron en Kazuki, quien instintivamente puso una mano sobre su pecho, donde ocultaba la reliquia.

—¿Qué traen con ustedes? —preguntó, su tono duro.

Kazuki intercambió una mirada con Kael antes de dar un paso adelante.

—Es una reliquia de los Ancestros, un fragmento del equilibrio. La Élite nos persigue porque no quiere que se use para liberar al mundo de su opresión.

Elara permaneció en silencio por un momento, estudiando al grupo. Finalmente, suspiró.

—Si Kael confía en ustedes, les daremos refugio. Pero no se equivoquen: si traen problemas a esta aldea, no dudaré en expulsarlos.

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Un momento de descanso

El grupo fue conducido a una cabaña al borde de la aldea, donde finalmente pudieron relajarse después de días de tensión. Ren se dejó caer en una silla, suspirando.

—Por fin, un lugar donde no nos están apuntando con espadas o hechizos.

Selene inspeccionó la cabaña, asegurándose de que no hubiera trampas ni peligros ocultos.

—No bajes la guardia, Ren. Esta gente nos tolera, pero no confían en nosotros.

Kazuki se sentó junto a una ventana, observando a los aldeanos trabajar en silencio. Había una mezcla de curiosidad y tristeza en su mirada.

—Parece que este lugar ha sufrido tanto como el resto del mundo —comentó.

Kael asintió, apoyándose en su báculo.

—Esta aldea fue uno de los primeros refugios creados para resistir a la Élite. Pero incluso aquí, la paz es frágil.

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La advertencia de Elara

Esa noche, mientras los demás descansaban, Kazuki fue llamado por Elara. La anciana lo llevó a un templo en el centro de la aldea, donde un altar antiguo descansaba bajo un techo decorado con símbolos ancestrales.

—Tú eres el portador de la reliquia —dijo Elara, su voz grave. —Eso te hace tanto un salvador como una amenaza para el equilibrio.

Kazuki frunció el ceño.

—No busco poder ni gloria. Solo quiero detener a la Élite y liberar a los que sufren bajo su yugo.

Elara asintió lentamente.

—Tus intenciones son nobles, pero el poder de la reliquia es peligroso. Puede corromper incluso al más puro de corazón. Si caes, llevarás a todo el mundo contigo.

Kazuki apretó los puños, sintiendo el peso de sus palabras.

—Haré lo que sea necesario para protegerla. No dejaré que caiga en manos equivocadas.

Elara lo miró fijamente, antes de colocar una mano sobre su hombro.

—Entonces, te enseñaremos cómo contener su poder, pero debes estar preparado para hacer sacrificios.

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Un nuevo amanecer

A la mañana siguiente, el grupo se reunió con Kael y Elara en el templo. La líder de la aldea explicó que para controlar la reliquia, Kazuki debía someterse a un ritual antiguo que conectaría su espíritu con el poder del equilibrio.

—Pero deben saber que este ritual atraerá la atención de la Élite —advirtió Elara. —Si nos encuentran aquí, la aldea estará en peligro.

Ren se cruzó de brazos.

—Entonces debemos prepararnos para luchar. No dejaremos que esta gente pague por protegernos.

Selene asintió, ajustando sus dagas.

—Si vienen, les daremos una bienvenida que no olvidarán.

Kazuki miró a sus compañeros, sintiendo una mezcla de orgullo y responsabilidad.

—Haré el ritual. Si esto nos da una oportunidad contra la Élite, vale la pena el riesgo.

Kael colocó una mano en su hombro, su expresión solemne.

—Entonces no perdamos tiempo. Comencemos antes de que sea demasiado tarde.

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Fin del Capítulo 15.