Con la reliquia en manos de Kazuki, el grupo salió de la cámara principal, dirigiéndose hacia la salida de la caverna. Aunque habían logrado superar las pruebas y derrotar a Morrigan, la atmósfera era tensa. El peso del poder recién adquirido parecía una sombra que los seguía.
Selene fue la primera en romper el silencio.
—Ahora que tenemos la reliquia, no hay tiempo que perder. Debemos llevarla a un lugar seguro antes de que la Élite descubra lo que hemos hecho.
Ren, aún recuperándose de los golpes de la batalla, frunció el ceño.
—¿Y cuál sería ese lugar seguro? Si la Élite tiene ojos en todas partes, no importa dónde nos escondamos. Vendrán por nosotros.
Kazuki guardó la reliquia en un compartimento oculto dentro de su armadura.
—Lo importante es que no se dividan nuestras fuerzas. Mientras estemos juntos, tendremos una oportunidad de enfrentarlos.
Mientras discutían, un ruido de pasos resonó desde el pasillo detrás de ellos. Las antorchas parpadearon, y el grupo se puso en alerta.
—¿Morrigan? —susurró Ren, alzando su lanza.
Pero no era Morrigan. Una figura alta y delgada emergió de las sombras. Vestía una armadura ligera y llevaba un báculo que emanaba una energía azulada. Su rostro estaba oculto por una capucha, pero sus ojos brillaban con una intensidad inquietante.
—¿Quién eres? —preguntó Kazuki, levantando su espada.
El extraño levantó las manos en un gesto de paz.
—Calma, no vengo a luchar. Mi nombre es Kael, y si han llegado tan lejos, es porque compartimos un enemigo en común: la Élite.
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Un enemigo común
Kael explicó que había sido un antiguo miembro de la Élite, pero había desertado tras descubrir sus verdaderas intenciones.
—La Élite no busca restaurar el equilibrio, como afirman. Su verdadero objetivo es usar el poder de la reliquia para someter al mundo entero bajo su control. No les importa quién sufra en el proceso.
Ren, aún desconfiado, se cruzó de brazos.
—¿Y por qué deberíamos confiar en ti? Podrías ser un espía enviado para seguirnos.
Kael suspiró, bajando su báculo lentamente.
—No espero que confíen en mí de inmediato. Pero los he seguido porque sé lo que enfrentan. La Élite ya sabe que tienen la reliquia. No pasarán más de un día antes de que envíen a sus cazadores tras ustedes.
Selene lo miró con desconfianza, pero también con curiosidad.
—¿Y qué sugieres?
Kael hizo una pausa antes de responder.
—Unirme a ustedes. Mi conocimiento sobre la Élite podría ser la diferencia entre sobrevivir y caer.
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La decisión
El grupo se reunió a cierta distancia para discutir. Ren fue el primero en hablar.
—Esto huele a trampa. ¿Cómo sabemos que no está usando esta historia para ganar nuestra confianza y traicionarnos?
—No tenemos muchas opciones —dijo Selene, cruzando los brazos. —Si la Élite viene por nosotros, cualquier ventaja que podamos tener será crucial.
Kazuki permaneció en silencio, observando a Kael. Había algo en su mirada que le resultaba familiar, una mezcla de desesperación y sinceridad que no podía ignorar.
—Creo que dice la verdad —dijo finalmente. —Si quisiera matarnos, ya habría intentado algo. Dejémoslo venir con nosotros, pero no bajemos la guardia.
Ren gruñó, pero no discutió.
—Espero que no vivamos para arrepentirnos de esto.
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La emboscada
Mientras el grupo salía de la caverna, un grupo de soldados apareció en la distancia, bloqueando la salida. Sus armaduras negras y emblemas dorados dejaban claro que pertenecían a la Élite.
—¡Entréguennos la reliquia y les perdonaremos la vida! —gritó su líder, un hombre imponente con una espada brillante en la mano.
Ren giró hacia Kazuki.
—Parece que tu nuevo amigo tenía razón.
Kael dio un paso adelante, colocando su báculo frente a él.
—No pueden luchar contra ellos de frente. Déjenme encargarme de esto.
Antes de que pudieran protestar, Kael lanzó una explosión de energía azul que envolvió el área en una neblina espesa.
—¡Corran! —gritó Kael.
El grupo no dudó y se lanzó hacia una salida lateral que Kael había señalado antes de atacar. Los gritos de los soldados se mezclaban con el sonido de los hechizos de Kael, y la caverna temblaba como si estuviera a punto de colapsar.
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Un respiro breve
Horas después, el grupo se detuvo en un claro del bosque, lejos de la caverna. Kael llegó poco después, visiblemente agotado pero ileso.
—Eso los detendrá por un tiempo, pero no para siempre —dijo, dejándose caer contra un árbol.
Kazuki le ofreció agua mientras Ren lo observaba con una mezcla de respeto y sospecha.
—¿Por qué arriesgarte tanto por nosotros? —preguntó Selene.
Kael miró al suelo, su voz suave.
—Porque sé lo que la Élite es capaz de hacer. Si logran apoderarse de la reliquia, no habrá esperanza para nadie.
El grupo quedó en silencio, procesando sus palabras. Sabían que su camino sería cada vez más peligroso, pero también entendían que habían ganado un aliado valioso.
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Fin del Capítulo 13.