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Chapter 10 - Capítulo 10: La Caverna del Juicio

La caverna era un lugar inquietante. La luz de las antorchas que llevaba el grupo apenas iluminaba los muros, cubiertos de inscripciones antiguas que parecían cambiar cada vez que alguien los observaba detenidamente. La atmósfera era densa, como si cada respiración costara más de lo normal. Kazuki, Selene y Ren avanzaron con cautela, sintiendo que estaban entrando en un territorio donde no eran bienvenidos.

—Esto no es solo una caverna —murmuró Selene, observando las inscripciones. —Es un laberinto diseñado para quebrar la mente y el espíritu.

Kazuki asintió, sintiendo el peso de la magia que impregnaba el lugar. Cada paso parecía traer consigo un murmullo distante, como si las paredes susurraran secretos olvidados.

—¿Qué tipo de pruebas nos esperan aquí? —preguntó Ren, sosteniendo su lanza con fuerza.

Selene no respondió de inmediato. En lugar de eso, se detuvo frente a un arco que se alzaba en medio del túnel. Inscripciones doradas brillaban intensamente sobre él, y en el centro del arco había un símbolo que Kazuki reconoció de inmediato: el mismo que había visto en sus visiones desde que tocó el Núcleo.

—Este es el Arco del Juicio —dijo Selene, con un tono grave. —Según las leyendas, cada persona que lo cruce será separada del grupo y enfrentará su mayor temor o debilidad. Solo aquellos que superen su prueba podrán continuar.

Ren resopló, mirando el arco con desdén.

—¿Y qué pasa si fallamos?

Selene lo miró con seriedad.

—No lo sabemos. Algunos dicen que las personas quedan atrapadas en sus propios miedos para siempre. Otros creen que simplemente desaparecen.

Kazuki sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no dejó que el miedo lo detuviera. Dio un paso adelante, mirando a sus compañeros.

—No tenemos opción. Este es el camino hacia la reliquia. Si queremos llegar, debemos enfrentar lo que sea que haya detrás de este arco.

Ren asintió, aunque su expresión mostraba dudas.

—Muy bien, pero no me culpes si no salimos de esta.

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Uno por uno, cruzaron el arco. La luz dorada los envolvió, y Kazuki sintió cómo el mundo a su alrededor se desvanecía. Cuando abrió los ojos, ya no estaba en la caverna. Estaba en un lugar que le era extrañamente familiar: el dojo donde había entrenado con Ren por primera vez.

Pero algo estaba mal. El lugar estaba oscuro y vacío, y una figura encapuchada lo esperaba en el centro. Kazuki desenfundó su espada, preparándose para lo que fuera.

—¿Quién eres? —preguntó, con voz firme.

La figura levantó la cabeza, revelando un rostro que hizo que el corazón de Kazuki se detuviera por un instante: era él mismo, pero con una expresión fría y despiadada. Sus ojos brillaban con una luz carmesí, y su presencia irradiaba un aura de amenaza.

—Soy el reflejo de lo que podrías ser —dijo la figura, con una voz que era idéntica a la suya. —El tú que busca poder por encima de todo. El tú que estaría dispuesto a sacrificarlo todo, incluso a tus amigos, para lograr tus objetivos.

Kazuki apretó los dientes, sintiendo cómo la ira crecía dentro de él.

—Eso no soy yo. No quiero este poder para mí. Lo hago para cambiar el mundo, para detener la injusticia.

El reflejo se rió, un sonido oscuro y burlón.

—¿De verdad lo crees? ¿Cuántas veces has dudado de tus propios motivos? ¿Cuántas veces has deseado ser más fuerte, no para proteger a otros, sino para demostrar tu valor? La ambición está en tu corazón, Kazuki. No puedes negarlo.

La figura avanzó, desenvainando una espada idéntica a la de Kazuki. El combate comenzó de inmediato, y Kazuki se encontró luchando contra un oponente que conocía cada uno de sus movimientos, cada una de sus debilidades.

A medida que la batalla continuaba, Kazuki comenzó a darse cuenta de que no podía ganar simplemente con fuerza. Este oponente era una representación de sus propios miedos y dudas. Si quería superarlo, tenía que aceptar esa parte de sí mismo.

—¡No negaré lo que soy! —gritó, bloqueando un ataque y retrocediendo. —Sí, he dudado. Sí, tengo ambición. Pero eso no significa que sea un esclavo de mis deseos. Puedo ser más fuerte sin perder de vista quién soy y por qué lucho.

La figura se detuvo, su espada bajando lentamente. Por un momento, pareció sonreír, antes de desvanecerse en una nube de humo oscuro.

Kazuki cayó de rodillas, respirando profundamente. Sabía que esa no sería la última vez que enfrentaría sus propios miedos, pero por ahora, había superado la prueba.

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Cuando salió del juicio, encontró a Selene y Ren esperándolo. Ambos parecían agotados, pero vivos.

—¿Lo lograron? —preguntó Kazuki.

Selene asintió, aunque su rostro estaba pálido.

—Cada prueba es diferente, pero sí... estamos aquí.

Ren no dijo nada, pero su expresión era seria, como si aún estuviera procesando lo que había enfrentado.

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Con el grupo reunido nuevamente, continuaron avanzando. La caverna parecía más oscura que antes, como si el lugar mismo estuviera reaccionando a su éxito. Finalmente, llegaron a una enorme puerta, decorada con intrincados grabados y sellada con múltiples capas de magia.

Selene se acercó a la puerta, examinándola cuidadosamente.

—Este es el último obstáculo antes de la reliquia —dijo, con voz tensa. —Pero no podemos abrirla sin un sacrificio.

Kazuki frunció el ceño.

—¿Qué tipo de sacrificio?

Selene lo miró, con tristeza en los ojos.

—No lo sé todavía, pero debemos prepararnos para lo peor.

El grupo se quedó en silencio, contemplando la puerta y lo que significaría cruzarla. Sabían que estaban más cerca que nunca de la reliquia, pero también que el precio para alcanzarla podría ser más alto de lo que esperaban.

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Fin del Capítulo 10.