El ascenso por la Montaña del Espejo fue lento y extenuante. La niebla envolvía todo a su alrededor, y el aire parecía más denso con cada paso que daban. Kazuki, Ren y Selene avanzaban en silencio, atentos a cualquier señal de peligro. La montaña no solo era un desafío físico; había algo en el ambiente que hacía que cada uno de ellos sintiera una creciente sensación de inquietud.
—Este lugar está impregnado de magia antigua —susurró Selene, deteniéndose para observar unas inscripciones grabadas en una roca cercana. —Los Ancestros usaron este lugar como un santuario, pero también como un lugar para proteger algo valioso. No será fácil atravesarlo.
Kazuki miró las inscripciones, intentando comprender su significado. Desde que tocó el Núcleo del Conocimiento, había comenzado a percibir ciertas energías y patrones que antes le eran invisibles. Ahora, las inscripciones parecían brillar débilmente, como si reaccionaran a su presencia.
—¿Puedes leer esto? —preguntó Selene, notando su interés.
Kazuki entrecerró los ojos, concentrándose en las formas.
—No completamente, pero siento que es una advertencia... algo sobre "el precio de la ambición".
Selene asintió lentamente.
—Tiene sentido. Los Ancestros valoraban el equilibrio por encima de todo. Si estamos aquí para tomar la reliquia, tendremos que demostrar que somos dignos de ella.
Ren, quien había estado observando el camino más adelante, regresó rápidamente.
—Tenemos un problema. Hay algo moviéndose en el sendero. No parecen humanos.
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El grupo continuó avanzando con precaución, sus armas listas. A medida que ascendían, comenzaron a notar figuras emergiendo de la niebla. Eran guardianes antiguos, construidos con piedra y energía mágica. Sus formas humanoides parecían imponentes, y sus ojos brillaban con una luz azul intensa.
—Son constructos de los Ancestros —explicó Selene, sacando su daga. —No están vivos, pero están programados para atacar a cualquiera que se acerque demasiado.
Uno de los guardianes se giró hacia ellos, su mirada fija en Kazuki. Con un sonido mecánico y grave, levantó su brazo, que se transformó en una gigantesca espada de piedra.
—¡Cuidado! —gritó Ren, empujando a Kazuki justo a tiempo para evitar el primer ataque.
El choque de la espada contra el suelo hizo temblar la montaña, y fragmentos de roca salieron disparados en todas direcciones. Kazuki rodó por el suelo, levantándose rápidamente con la espada en mano. Los constructos avanzaban lentamente, pero cada uno de sus movimientos era letal.
—¡No podemos enfrentarlos directamente! —gritó Selene, esquivando otro ataque. —Debemos encontrar una forma de desactivarlos.
Kazuki recordó las inscripciones en la roca y la advertencia que había sentido. Miró alrededor, buscando algo que pudiera darle una pista. Fue entonces cuando notó un patrón en el suelo: un círculo mágico que parecía conectado a los constructos.
—¡Selene! Creo que esos círculos los controlan —dijo, señalando el patrón.
Ella lo miró y asintió.
—Si eso es cierto, tenemos que romper el círculo. Pero hacerlo podría desencadenar algo peor.
Ren ya estaba enfrentándose a uno de los constructos, usando su lanza para mantenerlo a distancia.
—¡No tenemos otra opción! —gritó, golpeando al guardián con toda su fuerza. Aunque logró dañarlo, el constructo no se detuvo.
Kazuki corrió hacia el círculo mágico, sintiendo cómo la energía que emanaba de él se intensificaba con cada paso. Se arrodilló y colocó su mano sobre el patrón, intentando conectar con la magia.
Un destello de luz lo envolvió, y de repente se encontró en un lugar diferente, un espacio vacío y brillante. Frente a él, apareció una figura etérea, una mujer con una túnica blanca y ojos que parecían contener galaxias enteras.
—Eres valiente, joven portador del Núcleo —dijo la figura, con una voz que resonaba en su mente. —Pero la reliquia no es para cualquiera. Debes demostrar que tu corazón está alineado con el equilibrio.
Kazuki sintió cómo el peso de su misión lo envolvía. Cerró los ojos y recordó todo lo que había enfrentado hasta ahora: la injusticia del mundo, la persecución de la Élite, y el deseo de cambiarlo todo no solo para él, sino para todos los que sufrían bajo el sistema actual.
—No busco este poder para mí —dijo, con voz firme. —Quiero un mundo donde todos tengan una oportunidad justa, donde el poder no esté en manos de unos pocos.
La figura lo observó en silencio antes de extender una mano.
—Si eso es verdad, entonces acepta este fragmento de conocimiento. Pero ten cuidado: el equilibrio siempre exige un sacrificio.
Cuando Kazuki abrió los ojos, estaba de vuelta en la montaña. Los círculos mágicos comenzaron a desintegrarse, y los constructos se detuvieron, volviendo a sus posiciones iniciales. Selene y Ren lo miraron con asombro.
—¿Qué hiciste? —preguntó Ren, acercándose.
Kazuki respiró profundamente.
—No estoy seguro, pero creo que pasé una prueba.
Selene lo observó con una mezcla de curiosidad y respeto.
—Lo que sea que hiciste, funcionó. Pero esto es solo el comienzo. Si los Ancestros dejaron guardianes, no puedo imaginar qué nos espera más adelante.
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El grupo continuó ascendiendo, más alerta que nunca. Finalmente, llegaron a la entrada de una caverna oculta en la roca. La entrada estaba cubierta de inscripciones brillantes, y una sensación de poder emanaba de su interior.
Selene dio un paso adelante.
—Aquí es donde comienza la verdadera prueba. La reliquia está dentro, pero llegar a ella será el desafío más grande que hemos enfrentado.
Kazuki apretó su espada, sintiendo cómo su determinación se reforzaba. Sabía que cada paso lo acercaba más a descubrir la verdad y a enfrentar a la Élite, pero también entendía que el precio de su misión sería alto.
Sin dudarlo, cruzaron la entrada, preparados para enfrentar lo desconocido.
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Fin del Capítulo 9.