El regreso a la ciudad fue silencioso. Ren caminaba unos pasos delante de Kazuki, su mirada fija en el horizonte, mientras el joven reflexionaba sobre los eventos recientes. Las palabras de Ren resonaban en su mente: "No se detendrán hasta encontrarte". Kazuki sabía que su conexión con el Núcleo del Conocimiento lo había convertido en un objetivo, pero no estaba seguro de por qué.
Cuando llegaron a los límites de Reyrix, el bullicio de la ciudad no logró disipar la tensión entre ellos. Ren lo condujo por callejones oscuros hasta un refugio escondido, un pequeño cuarto con paredes de piedra y apenas una mesa y un par de sillas.
—Aquí estaremos seguros por ahora —dijo Ren, encendiendo una lámpara de aceite. —Pero debemos movernos pronto. Los Cazadores no trabajan solos. Si estaban allí, es porque alguien los envió.
Kazuki se sentó, sintiendo el peso de todo lo que había sucedido. Miró a Ren con determinación.
—Necesito respuestas. ¿Quién controla a los Cazadores de Sombras? ¿Y por qué irían tras mí?
Ren suspiró y se sentó frente a él.
—Los Cazadores trabajan para la Élite de Reyrix, un grupo selecto de mujeres que controlan los recursos mágicos y las decisiones políticas del reino. Ellas no toleran amenazas a su poder, y si alguien sabe que tocaste el Núcleo, te verán como una amenaza directa.
Kazuki frunció el ceño.
—Pero yo no hice nada contra ellas. Apenas estoy aprendiendo a sobrevivir en este mundo.
Ren lo miró con seriedad.
—El hecho de que seas un hombre capaz de acceder al poder de los Ancestros ya es suficiente para inquietarlas. La Élite no puede permitir que ningún hombre demuestre ser su igual, mucho menos alguien que podría superarlas.
Kazuki apretó los puños. Sentía la injusticia de la situación, pero también sabía que no podía darse el lujo de ceder al miedo.
—Entonces, ¿qué hacemos? ¿Escondernos para siempre?
Ren negó con la cabeza.
—No podemos escondernos. Debemos adelantarnos a ellas. Hay personas en Reyrix que no están de acuerdo con el sistema actual, incluso dentro de la Élite. Si conseguimos aliados, podríamos tener una oportunidad.
Kazuki lo miró con curiosidad.
—¿Aliados? ¿Cómo conseguimos que alguien confíe en nosotros?
Ren sonrió levemente.
—Ya tengo a alguien en mente. Pero encontrarla será peligroso. Es una mujer llamada Selene, una exmiembro de la Élite que desertó hace años. Se dice que conoce secretos que podrían ayudarnos a entender más sobre el Núcleo y sobre cómo equilibrar el poder entre hombres y mujeres. Sin embargo, encontrarla no será fácil.
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La noche había caído completamente cuando Kazuki y Ren salieron del refugio. Se movían con cuidado por las calles de Reyrix, evitando las patrullas y los ojos curiosos. Ren había oído rumores de que Selene se escondía en los barrios bajos, una zona peligrosa donde incluso las leyes de la Élite tenían poco alcance.
Mientras caminaban, Kazuki no podía evitar notar la pobreza y el sufrimiento a su alrededor. Los barrios bajos eran un lugar olvidado por el resto de la ciudad. Las calles estaban llenas de hombres y mujeres luchando por sobrevivir, y las miradas desconfiadas seguían cada uno de sus movimientos.
Ren se detuvo frente a una taberna en ruinas, con una puerta medio colgante y apenas luz en su interior.
—Aquí es donde escuché su nombre por última vez —dijo Ren. —Quédate cerca y no llames la atención.
Kazuki asintió y lo siguió al interior. El ambiente era denso, con el olor a alcohol y humo impregnando el aire. Los pocos clientes que había en el lugar los observaron con desdén, pero ninguno hizo un movimiento. Ren se acercó al tabernero, un hombre corpulento con una cicatriz en el rostro.
—Buscamos a Selene —dijo Ren, sin rodeos.
El tabernero lo miró fijamente antes de soltar una carcajada seca.
—¿Selene? No es alguien que quieras encontrar, amigo. Si tienes suerte, ella no te encontrará a ti primero.
Ren no se inmutó.
—No estoy aquí por rumores. Sabemos que puede ayudarnos. Dime dónde está.
El tabernero entrecerró los ojos, estudiando a Ren y luego a Kazuki.
—Si ella quiere verte, te encontrará. Mi consejo es que te largues antes de que alguien decida que no perteneces aquí.
Ren suspiró, dándose cuenta de que no sacaría nada más del hombre. Pero antes de que pudiera alejarse, una voz femenina surgió desde las sombras del fondo de la taberna.
—¿Ren? ¿Eres tú?
Ambos se giraron y vieron a una mujer de cabello negro y ojos intensos que caminaba hacia ellos. Su porte era elegante, pero había algo en su mirada que denotaba peligro. Vestía una capa oscura que parecía absorber la poca luz de la taberna.
Ren sonrió, aunque con cautela.
—Selene. Nos alegra encontrarte.
La mujer los observó por un momento antes de asentir.
—No aquí. Síganme.
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Selene los condujo por un laberinto de callejones hasta un refugio oculto, una pequeña habitación subterránea llena de mapas, pergaminos y artefactos antiguos. Se giró hacia ellos, cruzándose de brazos.
—Sé por qué están aquí. Tocaste el Núcleo, ¿verdad? —dijo, mirando a Kazuki directamente.
Él asintió, sorprendido de que lo supiera.
—Entonces debes saber que ahora eres un peligro para todos —continuó Selene. —La Élite no te dejará en paz, y los secretos que descubriste te pondrán en su mira. Pero también podrían ser la clave para cambiarlo todo.
Kazuki la miró con seriedad.
—Necesitamos tu ayuda. No quiero esconderme, quiero luchar. Si hay una manera de equilibrar el poder, de darle a los hombres una oportunidad en este mundo, quiero encontrarla.
Selene lo observó en silencio por un momento antes de sonreír ligeramente.
—Eres valiente, pero también imprudente. Aún no entiendes lo que estás enfrentando. Pero tal vez, con el entrenamiento adecuado, podrías ser más que una chispa en la oscuridad. Podrías ser el fuego que la consuma.
Ren frunció el ceño.
—¿Qué propones, Selene?
Ella se acercó a un cofre y sacó un pergamino antiguo, cubierto con símbolos similares a los del Núcleo.
—Este es el mapa a una reliquia olvidada, algo que incluso la Élite teme. Si la encontramos antes que ellos, podríamos tener una oportunidad real de cambiar este mundo. Pero el camino será peligroso, y no hay garantía de éxito.
Kazuki tomó el pergamino, sintiendo el peso de su decisión.
—Estoy listo —dijo, con una determinación renovada. —Llévame a esa reliquia.
Selene asintió, su sonrisa volviéndose más seria.
—Entonces prepárate, Kazuki. Porque lo que venga después no será fácil.
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Fin del Capítulo 7.