La tarde caía lentamente sobre la mansión del Clan Veylith, donde Kael se encontraba sumido en sus pensamientos. En sus ojos, la frustración era palpable. Una vez más, había fallado en su intento de dominar las técnicas elementales que su madre le enseñaba con esmero, pero nada parecía funcionar. A pesar de ser el hijo del líder del clan, su talento parecía ser insuficiente, su progreso demasiado lento.En la penumbra de su habitación, el sonido de pasos ligeros lo alertó. La figura que apareció en la puerta era su madre, Ariella. Sus ojos, de un profundo color violeta, brillaban con una intensidad que Kael solo podía describir como... misteriosa. Con una calma serena, la mujer se acercó a su hijo, como si supiera lo que él sentía.—Kael, ven conmigo —dijo Ariella, su voz suave pero llena de determinación—. Hay algo que necesitas ver. Algo que te mostrará lo que realmente eres.Kael levantó la vista, confuso. ¿Qué más podía mostrarle? Ya había intentado todo, había practicado sin descanso. Nada parecía despertar el poder que su madre siempre le había prometido. Pero algo en la mirada de Ariella lo inquietó. Había un destello de sabiduría, algo más allá de lo que sus palabras decían.—¿Qué hay de nuevo? —preguntó, sus palabras cargadas de escepticismo—. He intentado todo lo que me has enseñado. Pero no... no hay nada dentro de mí.Ariella lo observó en silencio durante un largo momento. Sabía lo que su hijo sentía, había sido testigo de su lucha durante años. Sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse. No ahora.—Este no es el lugar ni el momento para dudar —respondió ella con firmeza—. Hay algo en ti, Kael. Un poder que no has entendido aún. Algo que ha estado esperando el momento adecuado para despertar. Y ese momento es ahora.Con un gesto decidido, Ariella lo condujo fuera de la mansión. Se adentraron en un área alejada del clan, una zona que Kael nunca había notado antes. Un círculo de piedras talladas rodeaba un altar central, cubierto de extrañas runas brillantes que Kael nunca había visto. El aire parecía vibrar con una energía desconocida. Todo el ambiente estaba impregnado de un aura de misterio, como si el tiempo mismo se hubiera detenido.—¿Qué es esto? —preguntó Kael, con el corazón acelerado, mirando las piedras con desconfianza—. Nunca había visto este lugar antes.Ariella tocó una piedra central con un delicado gesto, y de inmediato, la runa comenzó a brillar con una luz cegadora. El suelo bajo sus pies tembló levemente.—Este es un umbral —dijo Ariella, sin mirarlo, sus ojos fijos en la luz—. Una puerta hacia otro mundo, uno que no pertenece a nuestra realidad. Es allí donde encontrarás lo que has estado buscando.Kael dio un paso atrás, el miedo comenzando a apoderarse de él. Algo en su interior le decía que lo que su madre estaba sugiriendo no era algo que pudiera comprender. A pesar de su duda, su madre lo miró con una intensidad que no podía ignorar.—Debes confiar en mí, Kael —le dijo, y su voz era casi un susurro—. Este es el único camino que te llevará a descubrir el poder que llevas dentro.Antes de que pudiera protestar, Ariella activó el portal. En un parpadeo, ambos fueron absorbidos por una energía cegadora, y de repente se encontraron en un vasto y extraño paisaje. Los cielos eran de un color profundo e inmutable, las estrellas parecían moverse en patrones que Kael no entendía. Los árboles, altos y extraños, emitían una luz suave, como si estuvieran vivos de alguna manera. El suelo bajo sus pies parecía flotante, como si la gravedad no tuviera el mismo poder aquí.—¿Dónde estamos? —preguntó Kael, con la voz temblorosa—. Esto... no es real. No puede ser.Ariella lo miró, y sus ojos, más brillantes que nunca, se llenaron de un conocimiento ancestral. Su presencia parecía fundirse con el lugar, como si fuera una extensión del mismo.—Este es un refugio del tiempo, Kael —respondió ella, su tono bajo y solemne—. Un espacio que existe más allá de nuestra realidad. Aquí podrás conectar con tu verdadero ser, con el poder que llevas dentro. Pero debes ser fuerte. Este lugar puede ser abrumador para quienes no están preparados.La presión en el aire aumentó. Kael sintió que algo en su interior comenzaba a despertar. Un poder primitivo, salvaje, que había permanecido oculto durante toda su vida. Pero no podía controlarlo. Las sombras alrededor parecían moverse y retorcerse como si respondieran a su presencia. Kael cerró los ojos, tratando de concentrarse, pero algo lo estaba superando. Su cuerpo temblaba, y un dolor intenso se apoderó de su pecho.—¡No puedo! —gritó Kael, con desesperación—. ¡Es demasiado!Ariella lo miró con serenidad, como si lo esperara.—Concédele el control, Kael —dijo, su voz cálida pero firme—. Deja que el poder fluya. Siente la conexión. Este es el momento de despertar.Con esas palabras, el dolor se intensificó, pero algo dentro de Kael finalmente cedió. Un torrente de energía recorrió su cuerpo, desbordándose, formando una figura luminosa ante él. La luz se condensó en una forma etérea, un dragón ancestral que emergió del aire mismo. La criatura brillaba con una intensidad cegadora antes de desvanecerse en el aire, dejando atrás una sensación de poder absoluto.Kael cayó de rodillas, respirando agitadamente. No podía creer lo que acababa de suceder.—¿Eso... eso fui yo? —susurró, su voz llena de asombro.Ariella asintió lentamente, una sonrisa orgullosa en su rostro.—Sí, Kael. Ese es tu poder. Un poder único, algo que no se ha visto en mil años. Un poder que viene de un linaje mucho más antiguo que tu clan. Eres el heredero de algo mucho mayor.Pero antes de que pudiera decir más, una figura oscura emergió de las sombras cercanas. Un hombre, con una capa negra que cubría gran parte de su rostro. Solo se veían sus ojos, fríos y calculadores. Había estado observando todo desde un rincón distante, sin ser detectado. Se acercó, moviéndose con sigilo, y una leve sonrisa cruzó su rostro al ver la escena.—Así que el hijo del líder tiene un poder tan... impresionante —murmuró para sí mismo, sus ojos brillando con una luz peligrosa—. Esto cambiará todo. La familia Veylith nunca será la misma después de esto.Con una última mirada al despertar de Kael, el hombre desapareció en las sombras, dejando atrás una sensación de intriga y amenaza.