Chapter 12 - Zirael

Los días pasaron, y finalmente llegó el momento de comenzar mi entrenamiento con mi primo Zirael. Él siempre se mostraba animado, y su energía era contagiosa.

"¡Bueno, vamos a empezar!", dijo Zirael.

"Claro" respondí, aunque notaba que había algo de nerviosismo en su tono.

"A ver… ¿cómo empiezo?" Murmuró Zirael, pensativo.

Mientras nos preparábamos, noté que Luna y Rina estaban sentadas bajo un árbol, justo detrás de nosotros. Aunque parecían tranquilas al principio, pronto comenzaron a discutir entre ellas. No alcanzaba a escuchar bien, pero parecía una pelea sobre algo insignificante. Zirael, al notar este problema, intervino con calma.

De manera sorprendentemente rápida, y sin mucha ayuda de Zirael, las dos se reconciliaron. Era curioso ver cómo funcionaban. Rina era quien iniciaba las peleas, pero también era la primera en querer terminarlas. Me di cuenta de que Zirael manejaba estas situaciones con facilidad, aunque, observándolo más de cerca, me pareció que tenía un comportamiento algo extraño, quizás incluso un poco desinhibido. ¿O tal vez era solo mi imaginación?

"¿Cómo conociste a esas niñas?" Le pregunté.

Zirael sonrió, como si recordara algo significativo, y respondió, "¿Cómo las conocí? Bueno, eso fue hace un año. A Luna y Rina las encontré cuando estaba por el campo de cultivo. Vi a Luna siendo maltratada por unos niños, la estaban acosando. Iban a por ella, y aunque intenté interferir, de repente apareció Rina. Ella se enfrentó a esos niños sin dudarlo, aunque eran cuatro contra una. No me pareció justo, así que me acerqué para ayudarla también."

"¿Y qué pasó?" le pregunté, intrigado por la historia.

"Bueno, Rina no quería mi ayuda al principio", continuó Zirael, con una sonrisa que mostraba cierta admiración hacia ella. "Siempre ha sido muy independiente y algo terca. Tiene una forma bastante dura de ver a los demás, especialmente a los desconocidos. Pero, al final, logré que confiara en mí, y desde entonces nos volvimos amigos. Luna también se acercó después de que vio que no éramos una amenaza, y desde ese momento hemos sido inseparables. Son dos grandes amigas, sin duda".

Zirael señaló hacia donde estaban Luna y Rina conversando, parecían tan tranquilas y en armonía, como si nada de lo ocurrido en el pasado las afectara. Me sorprendía lo rápido que las cosas podían cambiar, y cómo una situación de conflicto podía dar lugar a una amistad tan sólida.

Es curioso cómo se pueden formar relaciones de amistad en las circunstancias más inesperadas, reflexioné observando cómo Rina, que antes parecía distante, ahora estaba a unos pasos de mí.

"¿Y cómo las trajiste aquí?", le pregunté, aún más curioso.

Zirael sonrió nuevamente, pero esta vez su sonrisa era más sincera.

"Es porque te veía muy solo", admitió. "Sé que tu mamá es muy protectora, y de hecho, era raro que te dejara salir. Además, había escuchado de mi papá que nunca habías salido de casa. Así que pensé que sería grandioso que conocieras a más personas, aparte de nosotros, ¡tu familia! Quería que tuvieras amigos como yo los tengo".

Sus palabras me hicieron reflexionar. Sin darme cuenta, Zirael había estado ayudándome desde el principio. No solo con sus visitas, sino también al abrirme las puertas a un mundo que antes me resultaba completamente ajeno. Las personas, las amistades, la sensación de estar acompañado, todo eso era algo que yo no había experimentado de la misma manera hasta ahora.

Me sentí agradecido de tener a alguien como él a mi lado.

"Bueno, ¿qué dices? Vamos a practicar tú y yo ahora mismo".

"Claro, ¿cómo vamos a iniciar?", respondí, algo intrigado.

"Primero, dime, ¿qué sabes sobre la magia?" Preguntó, con un tono más serio.

"Bueno... la magia es como la energía dentro del cuerpo de las personas, y algunos son más habilidosos y otros no", dije, tratando de recordar lo que había escuchado antes.

"Ahh, casi," dijo mi primo, ladeando la cabeza. "Yo tampoco sé todo sobre la magia, no sé exactamente cómo funciona, pero lo que sí sé es que todos tenemos esa energía dentro de nosotros".

"¿Es lo que dije, no?"

"Sí" continuó Zirael, llevándose el dedo a la boca, como si estuviera reflexionando. "Lo que quiero decir es que todo ser viviente, no solo personas o humanoides, tiene esta energía. Si no todos, hasta las mismas plantas".

"¿Todos cuentan con energía?"

"Sí, todos," respondió con seguridad. "No importa si eres humano, animal o incluso una planta. Todo lo que están vivos tiene esa energía dentro de sí. Algunos saben cómo usarla, y otros ni siquiera se dan cuenta de que la tienen. Pero es lo que nos conecta a todos. Esa energía es lo que nos permite realizar magia, aunque no todos pueden aprovecharla de la misma manera.

Sus palabras me dejaron pensando. La idea de que todo ser viviente tuviera una energía interna que podía ser utilizada para la magia me resultaba fascinante. Nunca lo había visto de esa manera, y ahora sentía una curiosidad aún mayor por entender cómo funcionaba en realidad.

"En este mundo existen varias rasas, ¿ya te diste cuenta, verdad?" Me dijo observando mis ojos. Cuando no respondí, él soltó un suplido y dijo, "Supongo que no, bueno, Luna es una mujer de la raza demonio, de la familia de los Nix. Ellos son demonios provenientes de otro continente que desconoce ella como yo".

"Entiendo". Respondí, aunque intentaba prestar atención, en mi mente, solo surgían más dudas. No conocía nada. Solo sabía que Luna no era normal y que era un demonio por el simple hecho de sus pequeños cuernos.

Así me siguió contando más detalles de Luna. Me dijo que era una clase de demonio, pero más familiarizada con la raza humana. En una forma más sencilla de explicar, ella era como una mestiza. También me contó que era raro ver en este pueblo otra raza aparte de la humana, pareciera que ella era una excepción en todo esto.

"Bueno sí, ehh… es mucho por contar, pero en sí eso sería todo", dijo Zirael.

"Entiendo", respondí, sintiendo curiosidad por más detalles, aunque no supiera precisamente de lo que me decía.

De repente, noté algo en su cintura que me dejó completamente sorprendido. Una especie de rama, con una piedra preciosa de color celeste que brillaba intensamente.

"¿Y eso qué es?"

"Ah, esto… es una varita," respondió Zirael con naturalidad.

"¿Una varita? ¿Y para qué sirve o cómo funciona?". Me pareció algo increíble.

"Bueno, sirve para expulsar con mayor facilidad la energía que tenemos" explicó, sosteniendo la varita con delicadeza.

"¿Entonces es como un duplicador?" pregunté, tratando de entender.

"Bueno, ese es un buen ejemplo, pero en realidad no duplica la energía". Más bien, es una herramienta que permite expulsar una mayor cantidad de energía de manera más eficiente", me corrigió Zirael.

"¿Y cómo conseguiste algo tan sorprendente?"

"Es un regalo de mi maestro, Brínp", respondió Zirael, con un rostro más iluminado, "es una persona que admiro mucho".

"¿En serio? ¿Tanto te ayudo?"

"Sí, más de lo que le podré agradecerle. Gracias a él conocí muchas cosas sobre la magia", dijo sonriendo. "Ahora es mi turno de enseñarte a ti".

"Habrá sido una persona muy especial para ti, por la forma en que te expresas", comenté.

"Sí…" respondió Zirael, aunque rápidamente cambió de tono. "Bueno, listo," dijo con seriedad. "Iniciaremos con un hechizo básico".

"De acuerdo," respondí.

"Extiende tus manos y di estas palabras, 'Llamas que alumbran la oscuridad, por favor, escucha mi voz, [se̱ṅge̱l ¡rawray!]. Solo eso, y sentirás cómo la energía fluye".

"¿Así de fácil fluirá la energía?"

"Sí. Solo pronuncia las palabras y concéntrate. Siente cómo la energía dentro de tu pecho se acumula en la palma de tu mano", me explicó Zirael.

"De acuerdo, lo intentaré," dije, intentando calmar mi nerviosismo. Estiré las manos y me concentré lo mejor que pude. "Llamas que alumbran la oscuridad, por favor, escucha mi voz, [se̱ṅge̱l ¡rawray…!]"

Cuando pronuncié esas palabras, sentí una leve vibración en mi pecho, como si algo dentro de mí comenzara a moverse.

Esa sensación solo se puede describir como ¡llamas!

De pronto, una pequeña chispa emergió en mi palma, creció rápidamente hasta convertirse en una esfera de fuego. La bola ardiente flotaba sobre mi mano, iluminando el aire con su calor y luz intensos. Aunque el tamaño era pequeño, como una canica, la sensación de poder era innegable.

"¡Excelente! A la primera lo pudiste hacer", dijo mi primo. "Ahora, tíralo".

"De acuerdo".

Me preparé para lanzarla, sintiendo la emoción y el poder en mi mano, pero justo en ese momento, Luna apareció frente a mí. Sorprendido, me detuve antes de lanzarlo, e instintivamente intenté apagar la bola de fuego con mi mano.

Eso fue un gran error.

El dolor fue inmediato. El ardor recorrió mi piel al tocar el fuego. "¡Ahh, me quemo!" exclamé.

"Kaini, ¡ay!" dijo mi primo, asustado, mientras se acercaba rápidamente para curarme. "Nunsalvagilo, tu manto curativo, que se realiza como tu mando intuitivo de, hanppiy ¡ṭiśana!". Sus manos emitieron una luz esmeralda y el dolor comenzó a desaparecer.

"No, lo siento, Kaini, no fue mi intención, perdón", dijo Luna, con una expresión de susto en su rostro.

"Tranquila, no es nada, ya desapareció el dolor gracias a Zirael", le respondí, tratando de aliviar su preocupación.

Zirael soltó una leve risa, acompañando el momento. "Jajaja, por eso te dije que lo tiraras".

Yo seguía acariciando mi mano, aún sorprendido por la sensación que me había dejado.

"¿Aún te duele?" preguntó Zirael, mirándome con sorpresa.

"No, ya no," respondí, aunque había algo extraño. A pesar de que el dolor había desaparecido por completo, me costaba olvidar lo que había sentido en el momento.

"Entonces, ¿por qué sigues acariciándote la mano?" insistió.

"Es que… parece raro. La textura es diferente, es como si la piel de mi palma fuera más suave, casi como la de un bebé", expliqué, moviendo los dedos con cuidado, notando lo tersa que se había vuelto.

"Sí, eso es uno de los beneficios de la curación", dijo Zirael con una sonrisa. "No solo sana el dolor, sino que también deja la piel como nueva".

La verdad, me sorprendía lo increíble que era la magia, cómo podía no solo sanar heridas, sino devolver a la piel una suavidad tan perfecta que parecía irreal. Era fascinante y, al mismo tiempo, me hacía darme cuenta de lo poderosa que podía ser la magia si se usaba bien.

"Sí tienes razón, es como si nunca hubiera sufrido el daño".

La magia de curación es realmente útil, igual que cuando mi mamá la usó conmigo aquella vez. Aunque el incidente de ahora sí es para asustarse, pero bueno, aprendí lo poderoso que es controlar la magia, y lo importante que es tener cuidado al usarla.

"Sí, bueno, continuemos, pero esta vez lánzalo", dijo Zirael, con un aliento.

En eso apareció Luna.

"Kaini, tu mamá dice que ya está lista la comida. Quiere que entres para comer", dijo, todavía nerviosa y con un gesto de pánico tras el accidente reciente.

"De acuerdo, un rato más practicamos y ya vamos", respondí, sin querer perder el ritmo de la práctica.

"De acuerdo… pe-pero rápido", dijo Luna, aún algo inquieta.

"Ya, ya, ya," le dije, mientras la veía alejarse hacia la casa. Rina la esperaba en la puerta, como si quisiera asegurarse de que todo estuviera bien.

"Bueno, la última vez, pero como te comenté, esta vez lánzalo", dijo Zirael, con una mezcla de seriedad y entusiasmo.

"De acuerdo, de acuerdo," respondí.

Zirael empezaba a sonar como mi mamá, intentando asegurarse de que estuviera atento y más cuidadoso esta vez. Tomé aire, volví a ponerme en posición, concentrándome por completo. Dejé mi mente en blanco, ignorando las distracciones, y apunté hacia un arbusto que estaba cerca de la casa. Con toda mi concentración, repetí el hechizo.

"Llamas que alumbran la oscuridad, por favor, escucha mi voz. Esfera de Fuego, ¡arde y brilla!

Esta vez, no salió nada. No sentí la calidez en mi cuerpo como antes.

"No sale, no aparece," dije, frustrado, sintiendo la ansiedad crecer dentro de mí.

"No te alteres, Kaini," dijo Zirael, intentando calmarme.

"Pero no aparece," insistí, cada vez más inquieto. Algo no estaba bien. ¿Por qué no funcionaba? ¿Qué había cambiado?

"De acuerdo, no te exijas tanto porque si no-", antes de que Zirael pudiera terminar, sentí cómo mi cuerpo se desplomaba al suelo. Mis piernas simplemente no podían sostenerme más, la energía que me mantenía de pie desapareció de repente.

"Ahh…", murmuré con cansancio.

"Te lo dije, que no te excedieras. Ya gastaste casi toda tu energía, tanto la vital como la personal", explicó Zirael, agachándose a mi lado.

"¿Y ahora qué?" pregunté, exhausto, mirando el cielo desde el suelo sin poder moverme.

"Bueno, ahora solo queda esperar a que recuperes algo de energía para que puedas moverte de nuevo", dijo Zirael, con una mezcla de simpatía y diversión en su tono.

Me sentía bastante tonto por haberme agotado así. Zirael, en lugar de regañarme o dejarme solo, se acostó a mi lado, mirando el cielo junto a mí.

"¿Y ahora por qué te has echado? ¿Por qué no te vas con ellas o mejor, ¡ayudas!?"

"Es que parece divertido estar en ese estado", respondió Zirael.

En parte era real, él y yo. Nos miramos por un momento y luego comenzamos a reír. "Jajaja".

Acostados en el pastizal, sentíamos la suavidad del césped, como si estuviéramos en una cama de algodón. El aire fresco y la comodidad de la hierba nos envolvían, convirtiendo ese momento en algo agradable, casi mágico, como si estuviéramos flotando en las nubes.

Era un instante perfecto, hasta que una voz rompió la calma desde arriba de nuestros rostros.

"Kaini, tu mamá está enojada. Dice que entres rápido", dijo Rina, con un tono serio pero claramente desinteresado. "Ya te avisé, después no me digas nada"

"De acuerdo, ayúdame a levantarme, por favor, Zirael," le dije, intentando ponerme de pie.

Pero, cuando miré su lado, noté que Zirael seguía en el suelo, boca arriba, mirando hacia Rina… Más específicamente, mirando bajo su falda.

¿Qué demonios está pasando aquí? Pensé, totalmente atónito. ¿Rina no se había dado cuenta de lo que estaba haciendo Zirael?

"¡Zirael!" exclamé, sin saber cómo reaccionar. Mi primo levantó la cabeza con una sonrisa traviesa, como si no estuviera haciendo nada malo.

Parecía que no me había escuchado.

Rina, todavía ajena a la situación, seguía hablando con la misma indiferencia. "Bueno, te espero adentro", dijo, dándose la vuelta sin percatarse de lo que había pasado.

Maldita sea, ¿qué fue eso? Pensé enojado, mirando a Zirael.

Realmente, con esto confirmé las sospechas que tenía. Al principio pensé que solo eran ideas mías, pero parece que no. Esto es incómodo.

"¡Zirael, me puedes ayudar!", exclamé de nuevo.

"Eh… sí, disculpa", respondió rápidamente, como si recién volviera a la realidad.

Finalmente, salió de su trance. Después de estar embobado con una simple prenda, se acercó y me abrazó para ayudarme a levantarme.

"Espera, déjame acomodarme", dije, mientras intentaba sostenerme mejor.

"Cuidado", dijo Zirael, mientras me ayudaba con más firmeza.

Me cargó entre sus brazos, mientras yo intentaba mantenerme de pie, aunque mis piernas aún temblaban. Con su apoyo, logramos llegar a la casa. Definitivamente, tenía que estar más consciente para no hacer tonterías como esa en el futuro. Y, por el amor de Dios, ya me había dado cuenta de algo más claro, mi primo es un maldito pervertido.