"Feliz cumpleaños, hijo."
"Feliz cumpleaños, mi pequeño Kaini."
"Gracias, papá, gracias, mamá."
Hoy es mi cumpleaños, y el ambiente en la casa está lleno de alegría. Han decorado y preparado platos que nunca antes había visto. Además, me han visitado parientes de parte de mi padre, y eso me tiene realmente muy entusiasmado porque, por fin, podré interactuar con más personas.
"Feliz cumpleaños, Kaini", me saludó un niño que me llevaba 3 años de ventaja. Él sostenía una caja de regalo. Su nombre era Zirael Firebrand Dorno, mi primo.
"Gracias, Zirael", dije con alegría, a lo que él respondió con una sonrisa antes de dirigirse hacia sus padres.
Cuando llegaron mis tíos, se presentaron y mostraron mucha alegría por mi cumpleaños. Debo decir que mi tío se parece mucho a mi papá, aunque físicamente se diferencian.
Bueno, mejor voy al punto. Mi tía se llama Paola Firebrand y mi tío, Paulus Firebrand. Aunque mi tío le concedió su apellido a su esposa, como es común en un matrimonio, hasta donde sé, mi tía también tiene su propio apellido, que se pronuncia Dorno. Sin embargo, al estar casada, el apellido del hombre a menudo se considera superior y predominante. Esto refleja que este mundo está totalmente atrasado.
Ahora, según lo que me comentó mi madre ese día, es cierto que la familia Firebrand tiene talento o interés en el combate con armas de filo, algo que queda claro por la espada que lleva ese hombre en la cintura; realmente es una persona de temer.
El tiempo empezó a pasar mientras conversábamos y probábamos todos los platos de comida servidos en la mesa, donde se podía observar la maravillosa decoración con los candelabros que estaban colocados frente a nosotros.
Después de pasar toda la tarde celebrando, mientras mi tío y mi padre disfrutaban hasta no poder más, mi madre me entregó un regalo envuelto en un papel curioso. Al abrirlo, me sorprendí: era un libro.
"Este es tu regalo, tanto de mi parte como de la de tu papá. Te ayudará a aprender sobre el uso de la magia. Es un libro que contiene lo básico para una enseñanza", dijo mi madre. Al comprender el contenido que tenía, me emocioné.
"¡Gracias, mamá!" exclamé. Su respuesta fue una risa de alegría. Mientras tanto, me giré para ver a mi papá y agradecerle, pero antes de que pudiera hablar, noté que él y mi tío ya parecían zombis. No podían entenderse el uno al otro de tanto beber. Era muy patético el espectáculo, así que mejor me quedé callado.
Al terminar de observar a mi papá, me vino a la mente la promesa de mi mamá. Ella realmente estaba cumpliendo su palabra de ayudarme a aprender magia, y eso me hizo sentir aún más agradecido.
"Eso es increíble, ¡eso habrá costado caro!" dijo mi primo, que estaba sentado a mi lado. Yo respondí.
"¿Por qué caro?"
"Porque los libros son muy costosos, y además, al ser un libro de magia, eso eleva aún más el costo. Y te lo digo porque yo también tengo un libro similar en mi casa", me explicó con una sonrisa.
"¿Y cómo tienes un libro… cómo puedes tener algo tan caro?", pregunté intrigado.
"Bueno, mi mamá era una maga de sanación y tenía un libro que usaba para aprender. Ese libro ha estado en casa desde hace tiempo, y ahora lo estoy utilizando yo", me respondió.
"¡Mi tía es una maga de sanación!" exclamé asombrado. Las ideas que surgían en mi mente me dejaban confuso. No sabía cómo expresar mi asombro. Lo primero que se me vino a la mente fue
"¿Tú sabes usar la magia?"
"¡Sí, yo también soy un mago y soy de rango avanzado!" me dijo con un tono de orgullo llevándose un puño al pecho.
"¡En serio, eso es asombroso!" Contesté, aunque en realidad no sabía mucho. ¿Acaso eran niveles? Lo que realmente me interesaba era aprender a usar la magia. Así que pensé.
Tengo un libro, un primo, una tía y, además, a mi mamá. Esto es perfecto; estoy destinado a ser un mago y uno de los mejores.
"Niveles, niveles... eso es una tontería. ¿Acaso eso les dará de comer o les permitirá disfrutar de esta bebida tan buena?" dijo mi papá, llevando un vaso de trago a su boca, con los ojos medio cerrados de tanto beber.
"Ya estás alucinando, hermano", respondió mi tío, dándole una palmada en la espalda, lo que hizo que mi papá escupiera parte del trago.
"¡Mira lo que has hecho, idiota!"
"¿A quién le dices idiota?"
"¡A ti, pedazo de imbécil! Eres un estúpido y sinvergüenza."
"Prefiero ser un sinvergüenza que un debilucho y, además, un picaflor."
"¿¡Picaflor!? ¡Eres un conchudo!" Mi papá, furioso, se lanzó hacia mi tío con la intención de agarrarlo, pero antes de que pudiera hacer algo, mi tío ya estaba listo para darle un puñetazo en la cara. Sin embargo, justo cuando el golpe estaba por aterrizar en su rostro, mi papá se desplomó, cayendo sobre la mesa.
Claramente, se había quedado dormido.
Ahh... qué patético, pensé, mientras llevaba mi mano hacia mi rostro.
"Jajaja, no aguantas nada, hermano. Yo al menos tengo una espada para proteger a mi familia, ¡y tú no puedes ni aguantar un trago! Así no podrás cuidar a nadie."
La escena era ridícula: dos hombres adultos comportándose como niños, tambaleándose como monos e intentando demostrar quién era el más fuerte o más hombre después de una tarde de tragos.
"¡Ya basta!" intervino mi tía, acercándose con paso decidido. Sin dudarlo, agarró a mi tío por la oreja y la retorció con fuerza.
"¡Ahhh, en la oreja no! ¡Duele!" Mi tío se retorcía como un niño atrapado en plena travesura.
"Así aprenderás a no hacer el ridículo", le contestó mi tía, sin soltarle la oreja.
"Ya, ya, suelta", dijo mi tío, desesperado.
"Perdón por el desorden," dijo mi tía a mi mamá, mientras arrastraba a mi tío, que seguía quejándose.
"No, tú perdona," respondió mi mamá, mostrando una sonrisa comprensiva, aunque algo nerviosa.
Mi primo y yo solo nos quedamos observando, mientras nuestras madres seguían disculpándose, llevándose la culpa la una a la otra.
"Primo, ¿me ayudarías a aprender a usar la magia?", le pregunté, acercándome a él con una sonrisa.
"Sí, claro", me respondió con cierta incomodidad por el reciente espectáculo visto.
"¡Genial! Entonces, practiquemos ahora mismo", dije emocionado.
"No, hijo, tus tíos ya se van. El sol se está poniendo y es peligroso por la noche. Deben retirarse", mencionó mi mamá.
"Sí, primo, ya es tarde. Es muy peligroso quedarse por la noche. Pero no te preocupes, mañana te enseñaré. Solo ven a mi casa. O mejor, yo vendré a la tuya", dijo mi primo.
"Entiendo, entonces mañana será", respondí.
"Bueno, hasta luego", dijo mi tía, tratando de llevarse a mi tío en brazos.
"Hasta luego, primo Kaini."
"Hasta luego," respondí. Cuando lo vi salir por la puerta de la casa, me pareció gracioso ver a mi tío balbucear y tambalearse mientras intentaba ponerse de pie. Afuera, pude escuchar a mi tía diciéndole: "Por eso no me gusta cuando tomas".
"Es que este trago estaba realmente bueno. Además, ¿por qué te preocupas? Yo puedo protegerte," respondió mi tío.
"¿A quién vas a proteger en ese estado? Cuidado con la reja," contestó mi tía mientras sus voces se iban desvaneciendo.
"Ya se fueron. Bien, Naára, por favor, limpia todo", dijo mi madre a la sirvienta que estaba parada al costado de ella.
"Sí, señora."
"Mamá, ¿mañana podré ir a la casa de mis tíos?", le pregunté tímidamente.
Necesitaba aprender y comprender todo esto, ya que aunque tenía el libro, todavía no sabía leer bien este idioma.
Mi mamá se quedó observándome ante la petición que le hice, su rostro mostraba duda, pero de repente me dijo
"Está bien."
"¿Entonces podré ir?"
"Sí, hijo", me respondió con una sonrisa.
"¡Excelente, gracias, mamá!" exclamé alegremente, dando un salto para poder abrazarla.
"Eso sí, irás con tu padre. ¿Es verdad, cariño, que llevarás a nuestro hijo afuera?" dijo mi mamá mirando a papá con una expresión enojada, supongo que por lo que hizo mientras bebía. Realmente, hasta a mí me dio vergüenza.
"Sí, yo lo haré", dijo mi papá, con la cabeza apoyada en la mesa, con un rostro somnoliento.
"Ya, hijo, ya tienes alguien que te acompañe. Ve a dormir, yo ayudaré a que tu padre se vaya a la cama y de paso ayudaré a Naára con la limpieza."
"No es molestia, señora, yo lo haré", respondió Naára con delicadeza, inclinándose.
"No me molesta; además, siento un poco de culpa. Debería haber sido más seria, porque esos dos hicieron un desastre", dijo mi mamá, un poco enojada.
***
Me dirigí a mi habitación mientras pensaba.
Ahora que recuerdo, si hay niveles, quiero ser el más fuerte. Sí, seré el mejor de la familia y de todos. Seré uno de los mejores; además, con la ventaja de tener la mentalidad de un joven, mi razonamiento será mucho mejor. Pondré todo de mi parte. Se podría decir que estoy haciendo trampa, jajaja... Realmente me emociona esto.
"¡Que sea mañana ya!"