"¿Ya estás listo, Manera?" Esa voz escuché mientras terminaba de vestirme. Me volteé y lo vi a él, mi mánager, esperando con paciencia.
"Si, salgo enseguida", respondí, acomodando mi cabello con las manos temblorosas. Él me miraba con una mezcla de expectativa y preocupación, como siempre.
Eran las 5 de la tarde. Faltaba solo una hora para mi presentación. Suspiré, sintiendo cómo el cansancio se acumulaba en mis hombros.
Hoy tengo un concierto en este país. Soy un artista de 16 años, y llegar hasta este punto en mi vida ha sido una historia larga y agotadora. Todo comenzó cuando tenía 12. Mis padres vieron en mí un talento y una apariencia perfecta para este tipo de negocios. Fue por ello, que ellos decidieron que debía dedicarme por completo a esta carrera. Ese fue el momento en que mi vida cambió drásticamente.
Me inscribieron en una academia de arte y entretenimiento, fue allí donde empezaron los años intensivos y esfuerzos interminables... o más bien, de tortura.
Siempre que pienso en eso, me hubiera encantado poder decir "No". Pero, claro, eso no habría servido de nada.
Mientras otros niños disfrutaban de su niñez, jugando y riendo, yo estaba encerrado en un salón, bailando durante horas hasta que mis piernas ya no podían más. No era justo. Sentí que me habían robado esos años, y todo por esta vida que ahora llevaba.
Esto puede agobiar a cualquiera, pensé, mientras subía al auto que nos llevaría al concierto. Traté de mantener una expresión neutral, pero en el fondo, estaba completamente agotado. Necesitaba mostrar una cara más agradable para todas mis fans, pero mi expresión en ese momento no mostraba ser la mejor.
"¿Estás bien?" me preguntó mi mánager, notando mi estado.
"Si, estoy bien", dije, intentando forzar una sonrisa.
"Todas tus fans están emocionadas de verte en tu llegada a este país. Te están dando una bienvenida increíble", añadió él, tratando de animarme.
"Eso es asombroso...", respondí con otra sonrisa falsa. En realidad, me daba igual.
La verdad es que la mayoría de mis fans en este país no eran de mi agrado, y mucho menos por su obsesión.
Te amamos, decían siempre.
Lo único que podía hacer ante esas palabras era sonreír, mientras en mi interior pensaba.
Las odio. Por ustedes, no puedo tener una pareja ni vivir una vida normal. Maldita mi suerte.
Al final, estos pensamientos no eran más que el resultado del cansancio que sentía en ese momento. Lo único en lo que podía pensar era en terminar todo esto de una vez.
Realmente, me odiaba a mí mismo. Odiaba la vida que vivía.
De repente, todo cambió. Sentí que mi cuerpo empezaba a volar, como si hubiera sido golpeado. No sabía qué estaba pasando. Algo refrescante recorrió mi rostro y bajó hasta mi cuello. No podía mantener la conciencia. Mi vista se volvió borrosa.
***
"Señor, hasta el momento han fallecido 2 personas y 3 están desaparecidas."
"¿Cómo es posible? ¿Cómo pueden desaparecer? ¡Sigan buscando!"
Eso fue lo primero que escuché cuando recuperé la conciencia. Había ruidos por todas partes, voces de personas a mi alrededor y una luz cegadora sobre mí que me impedía ver con claridad.
"¿Estás bien, chico?" preguntó un hombre, que parecía ser un doctor. Su rostro estaba cargado de angustia.
En medio de todo ese caos, escuché la voz que más conocía, la de mi mánager, mi padre.
"Doctor, dígame que se pondrá bien", dijo, con una mezcla de desesperación y miedo en su voz.
"Estamos haciendo todo lo posible, por favor apártese", respondió el doctor, mientras se apresuraba a pedirme que resistiera.
"Quédate con nosotros... rápido, al quirófano", repetía con inquietud, casi como una súplica.
Yo ya no tenía fuerzas. Solo quería dormir. Mi cuerpo se sentía pesado, como si estuviera hundido en un cansancio, mi vista seguía borrosa. Todo se movía en cámara lenta.
¿Qué es esa luz?
¿El cielo?