Chereads / Echoes of Revenge: The Silent Flame / Chapter 10 - Capítulo 10: Ecos del Horizonte Rojo

Chapter 10 - Capítulo 10: Ecos del Horizonte Rojo

La luz del amanecer apenas tocaba el bosque cuando el grupo se puso en marcha, sus cuerpos cansados pero sus mentes alerta tras el enfrentamiento con el demonio. El aire estaba cargado con una tensión palpable; las palabras de Aratsuki resonaban en sus pensamientos.

"Algo más grande está sucediendo."

El viaje hacia la aldea más cercana era largo, y el camino serpenteaba a través de colinas y densos bosques. Los sonidos del entorno natural parecían normales, pero Aratsuki no bajaba la guardia. Sus ojos escudriñaban cada sombra, cada movimiento entre los árboles.

La Torre Destruida

Tras unas horas de marcha, llegaron a una colina desde donde se podía ver el horizonte. Allí, en la distancia, se alzaba una torre, o lo que quedaba de ella. La estructura estaba derrumbada, su piedra ennegrecida como si hubiera sido consumida por llamas infernales.

"Eso no estaba en el mapa," comentó Eryn, su tono serio mientras apuntaba hacia la torre con una flecha en mano.

"Es reciente," dijo Dargan, examinando el terreno. "El humo todavía es visible. Si hubo supervivientes, estarán cerca."

"Deberíamos investigar," dijo Aria, con una mezcla de preocupación y resolución en sus ojos azules.

Aratsuki no respondió de inmediato, pero su mirada se clavó en la torre, fría y calculadora. Finalmente, asintió. "Nos acercaremos con cuidado. Esto podría ser una trampa."

La Aldea Quemada

A medida que avanzaban, descubrieron que la torre no era lo único destruido. Más allá de ella, una aldea yacía en ruinas. Las casas estaban quemadas hasta los cimientos, y los campos que alguna vez alimentaron a su gente eran cenizas y tierra estéril.

Eryn cubrió su nariz con una mano. "El aire... apesta a muerte."

"No fue un ataque de goblins ni orcos," dijo Dargan, señalando las marcas profundas en el suelo. "Esto fue obra de algo más... organizado."

Aria se arrodilló cerca de una pila de cenizas, donde un colgante de plata descansaba en el suelo. Lo recogió con cuidado, sus dedos temblando. "Esto pertenecía a alguien... alguien que probablemente ya no está aquí."

Aratsuki observó la escena en silencio, pero dentro de él, una llama ardía. Esto es lo que juré detener. No importa cuánto cueste.

Los Cazadores de Almas

El grupo no tardó mucho en encontrar señales de los responsables. Rastrearon las huellas hasta un claro donde un grupo de figuras oscuras se movía. Estos no eran simples bandidos; eran demonios menores, acompañados de ogros que llevaban cadenas con ganchos manchados de sangre.

"¿Esos son..." comenzó Dargan, su mandíbula apretada.

"Cazadores de almas," dijo Aratsuki, su tono helado. "Son esbirros de demonios mayores. Secuestran a los vivos para alimentarse de su esencia."

Aria tragó saliva, su mirada pasando de los monstruos al grupo. "No podemos dejarlos continuar. Si no los detenemos, más aldeas sufrirán lo mismo."

"Entonces hagámoslo," dijo Eryn, tensando su arco.

Aratsuki levantó una mano, señalando que se detuvieran. "Primero, estrategia. No subestiméis a estos monstruos. Eryn, cúbrenos desde los árboles. Dargan, haz el primer ataque para desorientarlos. Aria, mantente detrás y prepárate para curarnos."

"¿Y tú?" preguntó Aria.

"Voy a encargarme del líder."

El Enfrentamiento

Eryn fue la primera en moverse, subiendo a un árbol cercano con agilidad y preparando sus flechas. El primer disparo fue certero, perforando la cabeza de uno de los demonios menores.

Los ogros rugieron, alzando sus armas improvisadas mientras buscaban al atacante. Fue el momento que Dargan aprovechó, cargando con su martillo y golpeando el suelo con tal fuerza que una onda expansiva derribó a dos enemigos.

"¡Eso es, grandullones! ¡Venid a por mí!" gritó Dargan, retrocediendo estratégicamente hacia el centro del claro.

Aratsuki se movió como una sombra, flanqueando al grupo enemigo y dirigiéndose hacia el demonio más grande, que parecía comandar a los demás. Su espada brilló en el aire, chocando contra el arma del demonio en una explosión de chispas.

"Así que eres tú el que lidera este ataque," dijo Aratsuki, su tono cortante.

El demonio sonrió, mostrando colmillos afilados. "¿Y tú quién eres para interferir? No eres más que otro humano destinado a ser alimento."

"No soy como los demás," respondió Aratsuki, empujando al demonio con fuerza antes de lanzar un corte rápido que lo obligó a retroceder.

Mientras tanto, Aria comenzó a recitar un hechizo, y un aura brillante envolvió a Dargan, fortaleciéndolo mientras luchaba contra los ogros.

Eryn continuaba disparando desde las sombras, sus flechas encontrando sus blancos con precisión mortal. "¡Aratsuki, el flanco derecho está despejado!"

Aratsuki asintió, sus movimientos cada vez más fluidos mientras desafiaba al líder enemigo. Finalmente, con un golpe preciso, su espada atravesó el torso del demonio, rompiendo su resistencia y haciéndolo caer.

El Silencio Después del Caos

Cuando la última criatura cayó, el claro quedó en un silencio inquietante. El grupo estaba agotado, pero vivo.

"Eso fue intenso," dijo Dargan, limpiando el sudor de su frente.

Aria se acercó a Aratsuki, colocando una mano en su hombro. "Lo logramos... pero esto no es el final, ¿verdad?"

"No," dijo Aratsuki, guardando su espada. "Esto es solo una pequeña parte de algo mucho más grande."

Eryn miró hacia las ruinas de la aldea, su expresión sombría. "Entonces más razón para seguir avanzando. Tenemos que detener esto antes de que otra aldea termine igual."

El grupo continuó su camino, más determinados que nunca. Bajo el cielo que comenzaba a oscurecerse, juraron que harían todo lo necesario para evitar que más inocentes sufrieran.

Sombras en el Camino

El crepitar de la hoguera era el único sonido que acompañaba al grupo mientras descansaban en un pequeño claro del bosque. Las llamas danzaban, proyectando sombras alargadas en los rostros cansados de Aratsuki, Dargan, Aria y Eryn. Aunque la victoria en el enfrentamiento contra los Cazadores de Almas les había dado un respiro momentáneo, la amenaza de algo más grande seguía pesando en sus mentes.

Aria rompió el silencio mientras miraba las llamas, su voz apenas un susurro.

"¿Cuánto más creéis que podemos soportar esto?"

Dargan, que estaba revisando el filo de su martillo, soltó un resoplido.

"Todo lo que haga falta. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién más lo hará?"

Eryn, desde su posición recostada contra un árbol, levantó la vista.

"Es fácil decirlo, Dargan, pero no somos invencibles. La aldea... esos demonios... Si algo así vuelve a ocurrir, ¿estaremos preparados?"

Aratsuki permaneció en silencio, su mirada fija en la espada que descansaba junto a él. Aunque su rostro era impasible, las palabras de Eryn resonaban en su interior. ¿Estamos preparados? ¿Estoy preparado para llevarlos a través de esto?

Un Aviso en la Noche

El viento cambió, trayendo consigo un aroma extraño, metálico y penetrante. Aratsuki fue el primero en reaccionar, poniéndose de pie de inmediato y llevando una mano al mango de su espada.

"Algo viene."

Dargan también se levantó, su postura alerta.

"¿Qué es? No veo nada."

"Eso es lo preocupante," respondió Eryn, encordando su arco.

De entre los árboles, una figura emergió tambaleándose. Era un hombre, su ropa hecha jirones y su cuerpo cubierto de heridas. Aria corrió hacia él, pero Aratsuki la detuvo, su mirada fría y analítica.

"Espera. Puede ser una trampa."

"Está herido, Aratsuki. No podemos simplemente dejarlo así," insistió Aria, su tono lleno de compasión.

Tras unos segundos de vacilación, Aratsuki asintió lentamente. "Dargan, cúbrela. Eryn y yo estaremos listos para cualquier cosa."

Mientras Aria se acercaba al hombre, murmuró palabras de curación, sus manos brillando con una suave luz azul. El hombre jadeó al sentir el alivio inmediato del hechizo, sus ojos abriéndose con terror.

"Vienen... no podéis detenerlos... ellos lo consumen todo..."

Aria intentó calmarlo. "¿Quiénes vienen? ¿De qué estás hablando?"

El hombre apenas tuvo tiempo de responder antes de que su cuerpo se convulsionara. Una sombra oscura comenzó a envolverlo, retorciéndose y tomando forma.

"¡Es un parásito demoníaco!" gritó Dargan, retrocediendo mientras sacaba su martillo.

El Enfrentamiento

La sombra se expandió rápidamente, adoptando la forma de una criatura amorfa con extremidades afiladas y ojos rojos brillantes. Antes de que Aria pudiera retroceder, la criatura lanzó un ataque directo hacia ella.

Aratsuki reaccionó instintivamente, colocando su cuerpo entre Aria y el monstruo. Con un movimiento rápido, desvió el ataque con su espada, aunque el impacto lo hizo retroceder.

"¡Aria, aléjate!"

Eryn disparó una flecha que atravesó uno de los ojos del parásito, pero la criatura apenas reaccionó.

"No será tan fácil derribarlo," dijo, cargando otra flecha.

Dargan cargó contra el monstruo, golpeándolo con su martillo y provocando una grieta en su forma sombría. Sin embargo, el parásito parecía regenerarse con rapidez, absorbiendo la oscuridad del entorno.

"Está usando la noche a su favor," dijo Aratsuki, sus ojos fríos pero analíticos. "Eryn, dispara a los árboles cercanos. Necesitamos más luz."

Eryn asintió, apuntando hacia las ramas más bajas. Al impactar, las flechas incendiarias prendieron fuego a los árboles, iluminando el área y debilitando al parásito.

"¡Ahora, atacad!"

Con la luz a su favor, el grupo combinó sus fuerzas. Dargan golpeó con toda su fuerza, destrozando una de las extremidades del parásito. Aratsuki aprovechó la apertura para lanzar un corte preciso que dividió al monstruo por la mitad.

Las Consecuencias

El parásito se desintegró en un humo negro que se disipó con el viento. El cuerpo del hombre que lo había albergado quedó inerte en el suelo, sin vida.

Aria se arrodilló junto a él, su expresión llena de culpa. "No pude salvarlo..."

"No era culpa tuya," dijo Aratsuki, su tono más suave de lo habitual. "Ya estaba condenado cuando llegó aquí."

Eryn se acercó, colocando una mano en el hombro de Aria. "Lo que importa es que evitamos que esa cosa atacara a alguien más."

Dargan, aunque cansado, soltó un gruñido de aprobación. "Un monstruo menos en el mundo."

Mientras recogían sus cosas para continuar, Aratsuki miró hacia el horizonte. Algo se agitaba en su interior, una mezcla de determinación y preocupación.

"Esto es solo el principio. Si queremos sobrevivir, debemos estar listos para enfrentar cosas peores."

El grupo asintió en silencio, sus vínculos reforzados por el peligro compartido. Bajo el cielo estrellado, avanzaron hacia su próximo destino, sabiendo que la oscuridad no les daría tregua.