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Chapter 16 - Ecos de una Nueva Aventura

El gremio rebosaba de energía aquella mañana. Aventureros de diferentes niveles compartían anécdotas, revisaban tablones de misiones y cerraban contratos. En una mesa cerca de una de las ventanas, Aratsuki y su equipo compartían un raro momento de tranquilidad.

Dargan, con su inconfundible carcajada resonante, golpeaba la mesa mientras miraba a Eryn con una mezcla de burla y afecto.

"¡Vamos, arquera! ¿Cómo piensas acertar con esas flechas si te falta equilibrio? Quizá si tu pecho no fuera tan plano como un yunque, podrías concentrarte mejor".

Eryn infló las mejillas, claramente molesta, y lo fulminó con la mirada mientras cruzaba los brazos. "¡Cállate, enano! Al menos yo no tengo que cargar una barriga de cerveza para moverme rápido".

Fenrir, sentado entre ellos, observaba la escena con su habitual calma. Una pequeña sonrisa asomó en sus labios mientras intervenía con su voz profunda y tranquila. "Ya basta, ustedes dos. Si no frenan sus insultos, terminaremos en otra misión con la mitad del equipo peleándose entre sí. Aunque… —hizo una pausa teatral— "Admito que es entretenido ver cómo Eryn siempre pierde la paciencia".

"¡Yo no pierdo la paciencia!", exclamó la elfa, poniéndose de pie de un salto y apuntándolo con un dedo acusador.

"Claro que no", replicó Fenrir con tono irónico, aguantando una risa.

Aria, siempre la más centrada del grupo, suspiró mientras giraba una página de su grimorio. "Es increíble cómo logran hacer tanto ruido en un lugar lleno de aventureros más ruidosos que ustedes".

Aratsuki, quien había permanecido en silencio durante toda la conversación, desvió la mirada hacia la ventana, observando el bullicio del gremio. Aunque su rostro permanecía estoico, sus ojos traicionaban una leve exasperación.

"Cálmense. "Estamos aquí para trabajar, no para ser un espectáculo", dijo con su tono bajo y firme. Sus palabras cortaron la conversación como un filo bien afilado, pero no contenían hostilidad.

Dargan soltó un gruñido bajo y tomó un trago de su jarra de cerveza. "Está bien, líder. Pero un poco de humor no nos mata… aún."

Poco después, Lucy se acercó a su mesa con un contrato en las manos. Su sonrisa cálida iluminaba el espacio, aunque su mirada mostraba una pizca de preocupación.

"Aratsuki, esta misión parece perfecta para ustedes", dijo, entregándole el documento. "Aunque no voy a mentir, hay rumores extraños alrededor de este encargo".

Aratsuki tomó el contrato y lo revisó rápidamente, sin hacer comentarios. Fenrir observó por encima de su hombro, mientras Dargan y Eryn intercambiaban miradas curiosas.

"¿Qué clase de rumores?", preguntó Aria, dejando a un lado su grimorio.

"Desapariciones en la región de Alderal", explicó Lucy. "Extrañas luces en el bosque. Algunos dicen que los viajeros han visto criaturas desconocidas. La última patrulla no regresó".

"Parece peligroso", murmuró Aria, frunciendo el ceño.

"Por eso nos necesitan", dijo Aratsuki finalmente, levantándose de su asiento. "Prepárense. "Partimos en una hora".

El camino hacia Alderal fue tranquilo, pero el ambiente estaba cargado de una tensión subyacente. Dargan intentaba aligerar el humor con sus habituales bromas dirigidas a Eryn.

"Dime, elfa, ¿esas orejas puntiagudas sirven para algo más que escucharme burlarme de ti? Porque juraría que no las usas para detectar peligro".

Eryn le devolvió una mirada fulminante mientras ajustaba su carcaj. "Cuando un ogro decida usarte como muñeco de entrenamiento, no seré yo quien te salve."

Fenrir intervino antes de que la discusión escalara, su tono calmado actuando como un bálsamo. "No es necesario que el ogro intervenga. Seguro que Dargan termina tropezándose con una piedra y cayendo al río antes de que eso pase".

Dargan soltó una carcajada. "¡Al menos yo sé nadar, muchacho!"

Aratsuki se mantuvo a la cabeza del grupo, escuchando a sus compañeros pero sin unirse a sus bromas. Aunque sabía que estos momentos de camaradería eran importantes, su mente ya estaba en la misión. Su mano descansaba en la empuñadura de su espada, un gesto automático de alguien siempre listo para lo inesperado.

Al llegar a Alderal, fueron recibidos por aldeanos ansiosos. Una mujer mayor se acercó a ellos, su rostro marcado por el miedo y la desesperación.

"Por favor, ayúdennos", suplicó. "Mis nietos... desaparecieron hace tres días. Dijeron que vieron luces en el bosque. Pensaron que eran hadas…"

"Qué ingenuidad", murmuró Eryn, aunque su tono traicionaba una mezcla de tristeza y frustración.

Dargan le dio un suave golpe en el hombro, sin dejar de observar el bosque cercano. "No todos viven tanto como tú, elfa. "Los humanos tienen su propia manera de enfrentar el miedo".

"Nos encargaremos de esto", dijo Aratsuki, su tono firme pero calmado.

Esa noche, el grupo acampó cerca del borde del bosque. Mientras Eryn vigilaba desde una rama cercana, Fenrir preparaba una pequeña barrera espiritual alrededor del campamento. Dargan había encendido un fuego, y Aria preparaba una comida sencilla para todos.

"¿Crees que serán goblins?", preguntó Dargan, mirando hacia el oscuro horizonte.

"No lo sé", respondió Fenrir, cruzando los brazos. "Pero cualquier cosa que pueda desaparecer a una patrulla completa no será fácil de enfrentar".

"Siempre tienes un gran don para tranquilizar a la gente", dijo Eryn desde su posición elevada, su tono cargado de sarcasmo.

Aratsuki observaba el fuego, su rostro inmutable. "No importa qué sea. No fallaremos".

Y aunque sus palabras parecían tranquilizadoras, la sombra en sus ojos decía lo contrario. Había algo en este encargo que lo inquietaba, aunque no lo decía en voz alta. Mientras sus compañeros hablaban y bromeaban, él ya estaba pensando en las posibles estrategias para enfrentarse a lo desconocido.

Alrededor del campamento, las primeras luces comenzaron a aparecer entre los árboles. Y así, la calma se desvaneció.

Las Luces del Engaño

La noche era una mezcla inquietante de calma y tensión en el campamento. Las pequeñas luces que danzaban entre los árboles parecían inocentes, casi hipnóticas, pero Aratsuki sabía que había algo profundamente antinatural en ellas.

El grupo estaba alerta. Eryn, desde su posición elevada, tensó el arco, siguiendo con la mirada los movimientos erráticos de las luces. Fenrir, sentado con las piernas cruzadas, reforzaba las barreras espirituales mientras Dargan golpeaba su martillo contra la palma de su mano, ansioso.

"No son hadas, eso es seguro", murmuró Aria mientras mantenía el grimorio abierto sobre su regazo, sus ojos azules brillando con la tenue luz del fuego.

"Entonces, ¿qué son?" preguntó Dargan, en su tono grave. "Porque si siguen bailando de esa manera, voy a empezar a pensar que están invitándonos a una trampa".

Aratsuki, que había permanecido en silencio, finalmente habló, su tono bajo y controlado. "Eso es exactamente lo que quieren. "No bajen la guardia".

Un destello más brillante que los demás atravesó el bosque, y por un momento, el mundo se sumió en un silencio absoluto. Fue Fenrir quien reaccionó primero, poniéndose de pie de un salto.

"Vienen".

El primer ataque fue rápido, casi imperceptible. Una sombra emergió de entre los árboles, lanzándose directamente hacia Eryn. La elfa reaccionó con rapidez, disparando una flecha que se incrustó en el hombro de la criatura. Pero incluso herida, esta se abalanzó sobre ella con una ferocidad inhumana.

"¡Eryn, salta!" gritó Dargan, quien ya corría hacia el árbol.

Eryn se impulsó hacia atrás justo cuando Dargan golpeó el tronco con su martillo, haciendo que la criatura perdiera el equilibrio y cayera al suelo. Fue entonces cuando todos pudieron verla con claridad: una figura humanoide, retorcida y cubierta de una piel grisácea, con ojos que brillaban con una luz amarilla enfermiza.

"Un demonio menor", dijo Aria, levantándose rápidamente. "Pero… algo está mal. "No debería estar aquí".

"No importa por qué está aquí", replicó Fenrir, invocando un lobo espectral que cargó contra la criatura. "Lo importante es que lo eliminemos".

El demonio no estaba solo. Desde las sombras, más figuras comenzaron a emerger, rodeando el campamento. Aratsuki desenvainó su espada, su mirada fija en el enemigo más cercano.

"¡Formación cerrada!", ordenó, con su tono firme.

Eryn y Fenrir tomaron los flancos, mientras Dargan se posicionaba al frente, su martillo listo para golpear. Aria permaneció en el centro, canalizando magia protectora para mantenerlos a salvo.

"¡Cuidado, izquierda!" gritó Eryn, disparando una flecha que atravesó el ojo de un demonio que se acercaba a Fenrir.

Fenrir asintió, invocando una segunda criatura espiritual, esta vez un gran oso espectral, que barrió a los enemigos con un poderoso golpe de sus garras.

"¡Dargan, detrás de ti!"

El enano giró justo a tiempo para bloquear el ataque de un demonio que intentaba sorprenderlo. Su martillo golpeó con fuerza, rompiendo los huesos de la criatura en un solo movimiento.

"¿Esto es todo lo que tienen? "¡He luchado contra goblins más aterradores que ustedes!" rugió Dargan, su risa resonando por el campo de batalla.

Aratsuki, mientras tanto, se movía con precisión letal. Su espada cortaba a través de los demonios con movimientos rápidos y calculados, su rostro una máscara de concentración. Pero por cada demonio que caía, parecía que dos más tomaban su lugar.

La batalla se prolongó, y aunque el equipo mantenía su formación, era evidente que estaban siendo superados en número. Las heridas comenzaban a acumularse: un corte profundo en el brazo de Fenrir, un moretón en la pierna de Dargan y el agotamiento evidente en el rostro de Aria mientras seguía lanzando conjuros curativos.

"¡No podemos seguir así mucho más tiempo!" gritó Eryn, disparando tres flechas en rápida sucesión.

"Resistan", dijo Aratsuki, su voz firme. "Esta no es una batalla que podamos ganar con fuerza bruta. Fenrir, ¿puedes abrirnos un camino?"

Fenrir asintió, aunque estaba claro que estaba al límite. Canalizó su magia, invocando un enorme lobo espectral que embistió contra los demonios, creando una brecha en sus filas.

"¡Ahora!" ordenó Aratsuki.

El grupo se movió como una unidad, corriendo hacia el bosque mientras las criaturas los perseguían. Eryn cubría su retirada con disparos precisos, mientras Dargan golpeaba a cualquier enemigo que se acercara demasiado.

Finalmente, llegaron a un claro, donde las luces que habían visto antes brillaban con más intensidad. Allí, en el centro, había un portal oscuro que parecía pulsar con energía maligna.

"Así que este es el origen", murmuró Aria, su voz temblorosa.

"Tenemos que cerrarlo", dijo Aratsuki, su mirada fija en el portal.

"¿Y cómo planeas hacerlo?", preguntó Dargan, respirando con dificultad.

Aratsuki no respondió de inmediato. En cambio, levantó su espada, que comenzó a brillar con una tenue luz azul.

"Cúbranme".

Sin esperar respuesta, avanzó hacia el portal, enfrentándose a las criaturas que lo custodiaban. Sus compañeros, aunque exhaustos, se unieron a él, luchando con todo lo que les quedaba.

Con un grito final, Aratsuki clavó su espada en el centro del portal. Una explosión de luz los envolvió, cegándolos momentáneamente. Cuando la luz se desvaneció, el portal había desaparecido, y el bosque estaba en silencio.

El grupo se dejó caer al suelo, agotados pero aliviados.

"Eso… fue demasiado cerca", dijo Dargan, riendo débilmente.

"Demasiado cerca", coincidió Eryn, mirando el cielo estrellado.

Aratsuki no dijo nada, observando el lugar donde había estado el portal. En su interior, sabía que esto no era más que el principio. Algo mucho más grande estaba en juego.

"Tenemos que informar al gremio", dijo finalmente, ayudando a Aria a ponerse de pie.

Mientras regresaban a la aldea, el grupo no podía sacudirse la sensación de que algo los observaba desde las sombras. Algo que no se había ido con el portal.