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Chapter 13 - Capítulo 13: El Guardián de la Puerta

El aire se volvió aún más opresivo mientras el grupo avanzaba por el laberinto de pasillos oscuros. Las antorchas parpadeaban, arrojando sombras danzantes en las paredes cubiertas de grabados antiguos. Cada paso parecía resonar más fuerte, como si algo en las profundidades de la fortaleza los estuviera esperando.

"Esto no es normal," murmuró Eryn, su mirada fija en las runas talladas. "Estas marcas... son parte de un sistema de sellos. Estamos cerca de algo importante."

"¿Sellos para qué?" preguntó Dargan, su martillo descansando sobre su hombro. "Porque si es algo peor que lo que ya enfrentamos, prefiero que se quede sellado."

Aria, aún recuperándose de la batalla anterior, miró al suelo mientras caminaba. "Si están aquí, significa que alguien trató de contener algo. Y si lo rompieron..."

"No importa qué sea," interrumpió Aratsuki, su tono firme y cortante. "Lo enfrentaremos."

La tensión era palpable, pero nadie cuestionó al espadachín. Su fría determinación parecía ser el pilar que mantenía al grupo unido, incluso si su actitud distante seguía generando dudas en algunos.

De repente, un sonido gutural resonó en el corredor. Era un gruñido profundo, inhumano, que hizo que todos se detuvieran en seco.

El Guardián Aparece

Una puerta colosal de metal se alzaba al final del pasillo, sus grabados brillando con un tenue resplandor rojo. Frente a ella, un monstruo gigantesco aguardaba. Su forma era una amalgama grotesca de carne y metal, con brazos desproporcionados cubiertos de espinas y una mandíbula repleta de dientes afilados. Sus ojos, dos pozos de luz roja, irradiaban odio puro.

"Es un golem de carne," dijo Eryn, retrocediendo un paso. "Una abominación creada para proteger algo importante."

"¿Cómo lo derrotamos?" preguntó Aria, mirando nerviosa al monstruo mientras este rugía, llenando el corredor con un sonido ensordecedor.

"Con estrategia," respondió Aratsuki, desenfundando su espada. "Dargan, distráelo. Eryn, busca puntos débiles en sus articulaciones. Aria, concéntrate en mantenernos vivos. Yo lo terminaré."

Sin más palabras, el grupo entró en acción.

La Batalla

Dargan cargó contra el monstruo con su martillo alzado, esquivando por poco el primer golpe devastador de una de sus enormes garras. "¡Vamos, feo! ¡Intenta atraparme!" rugió el enano, girando para golpear una de las piernas del golem.

El impacto resonó como un trueno, pero la criatura apenas se tambaleó. En respuesta, lanzó un zarpazo que Dargan apenas esquivó, rodando hacia un lado.

Desde una posición elevada, Eryn disparó una flecha encantada que se clavó en el hombro del golem. El proyectil explotó en un destello de luz verde, dejando un agujero humeante.

"¡Las juntas son su punto débil!" gritó la elfa, disparando otra flecha al codo del monstruo.

Aria levantó su báculo, invocando una barrera de luz alrededor de Dargan justo a tiempo para bloquear un golpe que lo habría aplastado. "¡No puedo mantener esto mucho tiempo!"

Aratsuki, mientras tanto, se movía como una sombra. Esquivaba los ataques con precisión milimétrica, buscando una oportunidad para acercarse. Finalmente, encontró su momento: un salto ágil lo llevó a la espalda del golem, donde clavó su espada en la base de su cuello.

La criatura rugió, girando violentamente en un intento de sacudirse al espadachín. Aratsuki, aferrándose con todas sus fuerzas, dirigió la hoja hacia un núcleo brillante que palpitaba dentro del monstruo.

"¡Ahora, Eryn!" gritó.

La elfa disparó una flecha directamente al núcleo expuesto. El impacto provocó una explosión de energía que lanzó a todos hacia atrás.

Las Consecuencias

Cuando el polvo se asentó, el golem yacía inerte, sus restos chisporroteando en el suelo. La puerta que protegía emitió un chasquido, como si el sello se hubiera roto.

Dargan se puso de pie, sacudiendo el polvo de su armadura. "Eso fue... más de lo que esperaba. ¿Todos están bien?"

"Estoy bien," respondió Aria, aunque su voz temblaba ligeramente.

Eryn bajó de su posición, guardando su arco. "Lo logramos. Pero algo me dice que esto solo fue el principio."

Aratsuki no dijo nada. Se limitó a mirar la puerta, su expresión imperturbable pero con una chispa de inquietud en sus ojos.

"Sea lo que sea que esté detrás de esa puerta," dijo finalmente, "lo enfrentaremos. Pero esta vez, debemos estar preparados."

Con el Guardián derrotado, el grupo sabía que se acercaban al corazón de la fortaleza. La verdadera prueba aún estaba por delante, y el destino del grupo dependía de su capacidad para enfrentarse a las sombras que aguardaban en las profundidades.

Ecos de las Sombras

El aire al otro lado de la puerta era diferente: denso, cargado de una energía antigua y opresiva que parecía dificultar la respiración. Al cruzar el umbral, el grupo se encontró en una vasta cámara subterránea. Las paredes estaban cubiertas de inscripciones rúnicas que brillaban con un tenue resplandor púrpura, como si las palabras mismas estuvieran vivas y observándolos.

El suelo estaba decorado con intrincados mosaicos que narraban historias de conquistas y traiciones. En el centro de la sala, un pedestal sostenía un orbe negro que pulsaba como un corazón vivo. Era evidente que este objeto era la fuente de la corrupción que había infectado la región.

"Este lugar está maldito," susurró Aria, su voz cargada de temor.

"Más que eso," añadió Eryn, examinando las runas con ojos críticos. "Este es un sello de contención. Si está aquí, significa que lo que encerraron es algo que no debía ser liberado."

"Y alguien lo intentó," dijo Dargan, señalando grietas en las runas. "Maldita sea, ¿es que nunca aprenden?"

Las Sombras Atacan

Un susurro sibilante llenó la sala, haciendo que todos se tensaran. De las esquinas más oscuras surgieron figuras espectrales. Eran humanoides, pero deformes, como si sus cuerpos hubieran sido moldeados por la desesperación. Sus ojos brillaban con una luz carmesí, y cada movimiento parecía acompañado de un eco lejano, como gritos de almas atormentadas.

"¡Sombras corruptas!" gritó Eryn, preparando una flecha encantada.

"No tienen forma física, pero aún así pueden matarte," dijo Aria, alzando su báculo para invocar una barrera de luz.

Dargan, con su martillo alzado, gruñó: "¡Que lo intenten! Yo también puedo aplastar cosas intangibles."

Las sombras se lanzaron al ataque. Eran rápidas, casi imposibles de seguir con la vista, pero el grupo reaccionó en perfecta sincronización.

Eryn disparó una flecha que explotó en una ráfaga de luz, dispersando a tres sombras en un instante. "¡Apunten a su núcleo! Es lo único tangible."

Dargan golpeó el suelo con su martillo, creando una onda de choque que derribó a varias sombras. "¡Eso les enseñará a estas cosas etéreas a meterse con un enano!"

Aratsuki se movía como un vendaval, sus cortes precisos eliminando a las sombras una por una. Aunque sus palabras seguían siendo frías y cortantes, su cuerpo hablaba con decisión y determinación. Cada movimiento era calculado, y cada golpe era mortal.

Aria, desde el centro del grupo, mantenía su barrera activa mientras lanzaba esferas de luz para debilitar a las sombras. "¡No puedo mantener esto para siempre!"

"¡No necesitas hacerlo!" exclamó Aratsuki, cortando a la última sombra.

La Voz en la Oscuridad

Cuando la última criatura cayó, el orbe en el centro de la sala comenzó a brillar más intensamente. Una risa profunda y escalofriante resonó, haciendo que todos giraran hacia el pedestal.

"Qué patético espectáculo," dijo una voz masculina, cargada de desprecio.

Una figura emergió del orbe, un hombre alto vestido con ropajes oscuros que parecían hechos de sombras vivientes. Su rostro estaba parcialmente cubierto por una máscara, pero sus ojos brillaban con una malicia casi tangible.

"¿Quién eres?" demandó Aratsuki, colocando su espada frente a él en posición defensiva.

"Un guardián... o quizá un ejecutor," respondió el hombre con una sonrisa siniestra. "Depende de cómo lo veas. Pero tú, muchacho, eres interesante. Esa furia en tus ojos... esa determinación inútil. Me recuerdas a alguien que intentó detenernos hace mucho tiempo."

"¿Qué quieres decir con eso?" preguntó Aria, su voz temblando.

El hombre ignoró la pregunta y extendió una mano hacia Aratsuki. "Tu odio es poderoso. Únete a nosotros, y te daré la fuerza para destruir todo lo que odias. No más debilidad. No más dolor."

El silencio llenó la sala. Por un momento, nadie respiró.

Finalmente, Aratsuki rompió el silencio. Su mirada se endureció, y su tono fue cortante como el filo de una espada. "Prefiero destruirte aquí y ahora."

La figura rió, un sonido que resonó como un eco infinito. "Muy bien. Entonces probarás el precio de tu arrogancia."

Un Nuevo Enemigo

El hombre desapareció en un torbellino de sombras, y el orbe explotó, llenando la sala con una energía oscura que comenzó a deformar el espacio. Del suelo surgió una criatura gigantesca, una amalgama de carne y metal, con múltiples extremidades y ojos brillantes. Era un coloso que superaba a cualquier enemigo que el grupo hubiera enfrentado antes.

"¡Esto no va a ser fácil!" exclamó Dargan, apretando con fuerza su martillo.

"Lo detendremos," dijo Aratsuki, avanzando sin dudar.

La batalla estaba a punto de comenzar, y el grupo sabía que esta vez no era solo una cuestión de sobrevivir. Era un enfrentamiento contra las mismas sombras que habían consumido tantas vidas, y el destino de algo mucho más grande que ellos mismos estaba en juego.

Las sombras no cederían fácilmente, pero tampoco lo haría Aratsuki y su grupo.