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Chapter 9 - Capítulo 9: Ecos de un Pasado Compartido

El amanecer se filtraba a través de las grietas del desfiladero, tiñendo las rocas de un tono anaranjado tenue. El grupo había avanzado poco desde la emboscada nocturna, y aunque el cansancio era evidente, ninguno se atrevió a quejarse. Aratsuki lideraba en silencio, su espada envainada pero siempre al alcance. A su alrededor, sus compañeros intercambiaban miradas cautelosas, conscientes del peso que parecía llevar el espadachín.

Dargan fue el primero en romper el silencio, su voz grave resonando como un eco entre las paredes del desfiladero. "Bueno, muchacho, llevamos horas caminando y ni un gruñido tuyo. ¿Estás seguro de que no te tragaste la lengua?"

Aratsuki lanzó una mirada de reojo al enano, pero no dijo nada.

"Déjalo, Dargan," intervino Aria, acercándose al espadachín con una sonrisa amable. "Él no es de los que hablan por hablar."

Dargan resopló y ajustó su martillo en el cinturón. "Como digas, sacerdotisa. Pero un poco de conversación no le haría daño. Podríamos compartir historias para pasar el tiempo. ¿Qué dices, Eryn?"

La elfa, quien caminaba con su arco preparado, miró al enano y se encogió de hombros. "Supongo que no estaría mal. Aunque dudo que Aratsuki participe."

"¿Qué historia compartirías tú, Dargan?" preguntó Aria, intentando mantener el ánimo.

El enano sonrió ampliamente, como si hubiera estado esperando esa pregunta. "Oh, tengo unas cuantas. Pero si he de elegir una, hablaré de la vez que enfrenté a un wyvern con solo un escudo y una bota rota."

Eryn levantó una ceja. "¿Un wyvern? ¿Con una bota rota?"

"Así es," respondió Dargan con orgullo. "Era un wyvern joven, pero no subestiméis a esas bestias. ¡Su cola puede partir un tronco en dos! Estaba atrapado en una caverna, sin mi martillo, con un grupo de mercenarios que no valían ni un puñado de cobre. Así que hice lo que cualquier enano haría: improvisé."

Mientras Dargan narraba su historia, Aratsuki seguía adelante, aparentemente ajeno a la conversación. Sin embargo, Aria se dio cuenta de que su paso había disminuido ligeramente, como si, a pesar de todo, estuviera escuchando.

El Descubrimiento

El grupo llegó a un claro donde el desfiladero se abría hacia un valle. Allí encontraron las ruinas de una pequeña aldea. Las casas estaban destruidas, las huellas de una masacre evidentes en las marcas de garras y las manchas de sangre seca en el suelo.

Aratsuki se detuvo, su mirada fija en los restos. Sus puños se cerraron con fuerza, y por un momento, nadie se atrevió a hablar.

"Fue una emboscada," dijo Eryn después de inspeccionar el área. "Goblins, probablemente. Y algo más grande… tal vez un ogro."

Aria caminó lentamente hacia el centro del claro, sus ojos azules llenos de tristeza. "¿Crees que alguien sobrevivió?"

Dargan negó con la cabeza. "Poco probable. Si hubiera sobrevivientes, se habrían escondido o habrían buscado ayuda en el pueblo más cercano."

"Esto no es diferente de lo que pasó en mi aldea," murmuró Aratsuki, su voz baja pero cargada de emoción. "Mismos monstruos. Mismo caos. Y la misma impotencia."

Aria se acercó a él, colocando una mano en su hombro. "No estamos solos, Aratsuki. Esta vez podemos marcar la diferencia."

El espadachín la miró, y aunque sus ojos aún estaban llenos de ira y dolor, asintió lentamente.

El Enemigo Regresa

No pasó mucho tiempo antes de que escucharan un ruido entre los árboles. Al principio fue un crujido leve, pero rápidamente se transformó en un coro de gruñidos y chillidos.

"Están aquí," dijo Aratsuki, desenvainando su espada.

Los goblins surgieron de entre los arbustos, armados con armas robadas y una crueldad salvaje en sus ojos. Entre ellos, un ogro de imponente tamaño avanzaba con un garrote tan grande como un tronco, rugiendo con un odio visceral.

Dargan golpeó su martillo contra el suelo, listo para la batalla. "¡Ya era hora de que esto se animara!"

Eryn subió rápidamente a una roca cercana, preparando sus flechas. "Apuntaré al ogro. No dejemos que se acerque demasiado."

"Aria, quédate detrás de nosotros," ordenó Aratsuki, su tono firme pero protector.

"Haré lo que pueda para apoyarlos," respondió ella, preparando un hechizo de barrera.

La pelea comenzó con una explosión de movimiento. Aratsuki cargó contra los goblins, cortando a sus enemigos con precisión letal. Su espada parecía una extensión de su cuerpo, y cada golpe estaba cargado con una mezcla de rabia y determinación.

Eryn disparaba flecha tras flecha, sus proyectiles encontrando su objetivo con una puntería impecable. Una de sus flechas se clavó en el ojo del ogro, haciéndolo rugir de dolor y girar hacia ella.

Dargan, mientras tanto, se enfrentó al ogro de frente. Su martillo chocó contra el garrote de la bestia, creando un estruendo que resonó en todo el valle. "¡Ven por mí, grandullón!" gritó el enano, esquivando con agilidad sorprendente para alguien de su tamaño.

Aratsuki, viendo la apertura que había creado Dargan, corrió hacia el ogro, esquivando a los goblins que intentaban detenerlo. Con un salto, apuntó al cuello de la criatura, hundiendo su espada profundamente.

El ogro cayó con un estruendo, y los goblins restantes huyeron al ver la derrota de su líder.

Después de la Batalla

El grupo se reunió, exhausto pero victorioso. Aria se acercó a Aratsuki, usando su magia para curar las heridas más superficiales. "Lo hicimos bien," dijo con una sonrisa cansada.

"Esto es solo el comienzo," respondió él, pero su tono era menos frío que antes.

Dargan se dejó caer en una roca cercana, riendo. "¡Ese ogro casi me parte en dos! Pero qué espectáculo, ¿eh?"

Eryn sonrió levemente mientras limpiaba su arco. "No estuvo mal. Pero necesitamos un plan mejor para la próxima vez."

Aratsuki miró a sus compañeros, y por primera vez en mucho tiempo, sintió algo más que ira. Había un atisbo de gratitud.

El Eco de la Decisión

El sol comenzaba a descender mientras el grupo avanzaba hacia una colina que dominaba el valle. Desde la cima, podían ver el vasto bosque que se extendía hacia el horizonte, su próximo destino. El aire estaba impregnado de tensión, pero también de un extraño alivio después de la dura batalla contra el ogro y sus secuaces.

Aratsuki caminaba al frente, su figura aún tensa pero con menos peso en los hombros. Dargan, con su martillo descansando en el cinturón, mascullaba algo en voz baja mientras Aria intentaba animarlo. Eryn seguía en silencio, inspeccionando los alrededores con su arco en mano, siempre alerta.

"Deberíamos acampar aquí," sugirió Eryn, deteniéndose en una pequeña meseta. "Es alto, y tendremos buena visibilidad si algo se acerca."

"Y necesito dormir," añadió Dargan, dejándose caer sobre una roca con un suspiro. "Ese ogro casi me da un masaje permanente en el cráneo."

Aratsuki asintió sin decir nada, dejándose caer junto a un árbol cercano. La sombra lo cubrió parcialmente, ocultando su expresión de los demás.

Aria se sentó a su lado, sacando su pequeño grimorio. "¿Te encuentras bien, Aratsuki?"

El espadachín no respondió al principio. Su mirada estaba fija en la lejanía, como si viera algo más allá del horizonte. Finalmente, habló, su tono bajo y casi frío. "Estoy bien. Solo pienso en lo que viene."

Reflexiones bajo las estrellas

La noche cayó rápido, y el grupo se reunió alrededor de una fogata que Dargan había encendido. Las llamas danzaban, proyectando sombras en sus rostros mientras el crepitar de la madera llenaba el silencio.

"¿Por qué sigues haciendo esto?" preguntó Dargan, rompiendo la quietud. Su mirada estaba fija en Aratsuki. "No pareces del tipo que disfruta la compañía, y ciertamente no lo haces por oro o fama. Entonces, ¿por qué?"

Aratsuki levantó la vista hacia el enano, sus ojos mostrando una mezcla de irritación y resignación. "Tengo mis razones."

"Vaya, qué revelador," dijo Dargan con sarcasmo, mientras Eryn soltaba una risa breve.

"Déjalo, Dargan," intervino Aria, con una sonrisa ligera. "Todos tenemos nuestros motivos, incluso si no queremos compartirlos."

Aratsuki se quedó en silencio por un momento, luego habló, su voz más baja pero llena de determinación. "Los monstruos como esos goblins y ogros… no merecen existir. Todo lo que tocan lo destruyen. Mi razón es simple: asegurarme de que no puedan hacerlo más."

Sus palabras pesaron en el aire. Por primera vez, Dargan no respondió con un comentario ingenioso, y Eryn miró a Aratsuki con una expresión diferente, casi respetuosa.

Aria, sin embargo, no apartó la mirada de él. "No estás solo en eso," dijo con suavidad. "Todos aquí queremos proteger algo, incluso si no lo decimos en voz alta."

Aratsuki no respondió, pero algo en su postura se relajó ligeramente.

Un Encuentro Nocturno

La tranquilidad fue interrumpida por un sonido distante. Un gruñido profundo, seguido de pasos pesados que sacudían el suelo.

Eryn fue la primera en levantarse, con una flecha ya tensada en su arco. "Algo grande viene."

"Por la dirección del viento, está al norte," añadió Dargan, tomando su martillo.

Aratsuki se puso de pie rápidamente, desenfundando su espada. "Manteneos juntos. No sabemos qué es."

Del bosque emergió una criatura gigantesca, un troll de piel grisácea y ojos rojos que brillaban como brasas. En una mano llevaba un árbol arrancado de raíz, y en la otra, un saco que goteaba sangre.

"¡Un troll!" exclamó Dargan, apretando los dientes. "Maldita sea, esos bichos son aún peores que los ogros."

"Tenemos que mantenernos a distancia," dijo Eryn, disparando una flecha que se clavó en el hombro de la bestia. El troll apenas reaccionó, arrancándola de su carne con un gruñido.

Aria comenzó a conjurar un hechizo, su voz resonando con un tono claro y seguro. "Intentaré debilitarlo con una barrera restrictiva. Necesito tiempo."

"Lo tendrás," dijo Aratsuki, corriendo hacia el troll con su espada lista.

La Batalla Contra el Troll

El troll balanceó su improvisada arma hacia Aratsuki, quien rodó ágilmente para evitar el golpe. Las rocas volaron cuando el árbol impactó el suelo, dejando un cráter.

Dargan aprovechó la distracción para atacar desde un lado, golpeando una de las rodillas del troll con su martillo. La criatura rugió de dolor, pero no cayó.

"¡Es más resistente de lo que parece!" gritó el enano, esquivando por poco un manotazo del troll.

Eryn siguió disparando flechas, apuntando a los ojos de la criatura. Una de ellas encontró su marca, y el troll se tambaleó, cegado parcialmente.

Aratsuki vio su oportunidad y escaló por el costado de la criatura, usando los pliegues de su piel como apoyo. Cuando llegó al cuello, hundió su espada profundamente, provocando un grito desgarrador.

Aria terminó su hechizo en ese momento, y una barrera luminosa envolvió al troll, restringiendo sus movimientos. "¡Ahora, terminadlo!"

Dargan, con un rugido, golpeó la rodilla de la criatura una vez más, esta vez con suficiente fuerza para romper el hueso. El troll cayó de rodillas, y Aratsuki dio el golpe final, hundiendo su espada en el corazón del monstruo.

Después de la Lucha

El grupo se quedó en silencio mientras el troll caía al suelo, su cuerpo emitiendo un último gruñido antes de quedar inmóvil.

"Eso fue… intenso," dijo Dargan, limpiando el sudor de su frente.

"Lo hicimos bien," añadió Eryn, aunque su respiración era pesada.

Aria se acercó a Aratsuki, colocando una mano en su brazo. "Gracias por protegernos."

Él la miró, su expresión aún seria, pero asintió levemente. "Esto es solo el principio."

El grupo se reunió nuevamente alrededor de la fogata, ahora con una sensación de camaradería más fuerte. Aunque ninguno lo dijo en voz alta, sabían que juntos eran más fuertes que cualquier amenaza que se avecinara.

Bajo la Luz de la Verdad

El amanecer rompió con una calma aparente, el cielo teñido de tonos rosados y anaranjados mientras las primeras luces se filtraban entre las hojas del bosque. El grupo, todavía agotado por la batalla contra el troll, comenzó a desmontar el campamento en silencio.

Aratsuki estaba en su propio mundo, asegurándose de que su espada estuviera en perfectas condiciones. Su mirada era distante, enfocada en el filo brillante que había reclamado otra vida monstruosa la noche anterior.

"Listo," anunció Dargan, cargando su pesado martillo al hombro. "Sugiero que avancemos antes de que algo más decida que somos el desayuno."

"Concuerdo," dijo Eryn, lanzando una mirada a los árboles. "No confío en este bosque. Tiene demasiados lugares para una emboscada."

Aratsuki guardó su espada y se puso de pie, liderando el camino sin decir una palabra. Aria lo observó por un momento antes de seguirlo, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y curiosidad.

Una Revelación Inesperada

Mientras avanzaban, el sonido de un arroyo cercano llamó su atención. Decidieron detenerse brevemente para rellenar sus provisiones de agua. Dargan fue el primero en acercarse, pero algo en la orilla llamó su atención.

"¡Oye, venid aquí!" dijo, señalando unas marcas profundas en la tierra.

Eryn se arrodilló junto a él, inspeccionando las huellas con cuidado. "Son demasiado grandes para ser de un humano... y están frescas."

"¿Otro troll?" preguntó Aria, apretando su grimorio con fuerza.

"No," respondió Aratsuki, su voz baja pero segura. "Esto es obra de un demonio."

El silencio cayó sobre el grupo como una losa. Las palabras de Aratsuki eran frías y directas, pero el impacto de su significado era innegable.

"Un demonio..." murmuró Dargan, frunciendo el ceño. "Eso complica las cosas. Mucho."

"Si está cerca, tenemos que enfrentarlo antes de que nos encuentre desprevenidos," dijo Aratsuki, ya moviéndose en dirección a las huellas.

"¿Es en serio? ¿Vamos hacia él?" preguntó Dargan, aunque no mostró señales de retroceder.

"Es mejor que nos encuentre preparados," respondió Aratsuki sin mirar atrás.

La Trampa Demoníaca

Las huellas los llevaron a una pequeña caverna en una colina cercana. La entrada estaba cubierta de maleza, como si el bosque intentara ocultar lo que se escondía dentro.

"Esto no me gusta nada," murmuró Eryn, con una flecha ya tensada en su arco.

"Al menos es mejor que enfrentarlo en campo abierto," dijo Dargan, aunque su tono era más sarcástico que optimista.

"Quedaos detrás de mí," ordenó Aratsuki, avanzando con cuidado.

La caverna estaba oscura y húmeda, con un olor acre que hacía que cada respiración fuera pesada. Avanzaron en silencio, cada paso resonando en las paredes como un tambor lejano.

Finalmente, llegaron a una cámara amplia iluminada por un resplandor rojizo. En el centro, un demonio se alzaba, su piel negra como el carbón y sus ojos brillando con un odio incandescente. Sus garras eran largas y afiladas, y un par de alas desgarradas se extendían a sus espaldas.

"Sabía que vendríais," dijo el demonio con una voz profunda y gutural. "Los humanos siempre son tan predecibles."

"Es raro ver un demonio aquí," dijo Aratsuki, apuntándolo con su espada. "Habla. ¿Qué haces tan lejos de tu territorio?"

El demonio se rió, un sonido que hizo eco en las paredes como un coro de gritos distantes. "¿Por qué habría de responder? Vosotros seréis un festín digno de mi poder."

El Enfrentamiento

El demonio atacó primero, moviéndose con una velocidad inesperada para su tamaño. Sus garras se dirigieron hacia Aratsuki, quien las desvió con su espada en el último momento.

Eryn disparó una flecha que impactó en el hombro del demonio, pero esta rebotó como si hubiera golpeado una roca.

"¡Es demasiado duro!" gritó la elfa, retrocediendo rápidamente.

Dargan corrió hacia el demonio, golpeando su costado con toda la fuerza de su martillo. El impacto resonó como un trueno, pero el demonio apenas se tambaleó antes de contraatacar con un zarpazo que Dargan apenas logró esquivar.

"¡Aria, necesitamos algo fuerte!" gritó Aratsuki, esquivando otro ataque.

La sacerdotisa comenzó a recitar un hechizo, su voz clara y resonante mientras una luz dorada comenzaba a rodear sus manos.

Aratsuki usó la distracción para atacar al demonio por un costado, su espada cortando más profundo esta vez. El demonio rugió de dolor y rabia, girándose hacia él con un movimiento brutal.

"¡Ahora, Aria!"

La luz de la sacerdotisa explotó en una ráfaga que envolvió al demonio, ralentizando sus movimientos y debilitando su aura.

"¡Dargan, Eryn, conmigo!" gritó Aratsuki, liderando un ataque conjunto.

El martillo de Dargan golpeó una pierna del demonio, haciéndolo caer de rodillas, mientras las flechas de Eryn perforaban su pecho. Con un rugido final, Aratsuki saltó hacia adelante, clavando su espada en el corazón del demonio.

Después de la Batalla

El demonio cayó al suelo, su cuerpo desmoronándose en cenizas mientras su energía oscura se disipaba.

"Eso fue... más de lo que esperaba," dijo Dargan, respirando con dificultad.

Aria se acercó a Aratsuki, sus manos brillando mientras usaba un hechizo curativo en las heridas del espadachín. "¿Estás bien?"

Él asintió, mirando el lugar donde el demonio había caído. "Era un explorador. Algo más grande está sucediendo."

Eryn frunció el ceño. "Si esto es solo el principio, tenemos mucho por delante."

El grupo salió de la caverna, más unidos pero también más conscientes de los peligros que les esperaban. Bajo el cielo nocturno, juraron estar preparados para lo que viniera, juntos.