En el aula de la clase 1-A, los estudiantes estaban terminando de ver un noticiero sobre los últimos ataques atribuidos al Fantasma Azul. La pantalla mostraba imágenes borrosas de enfrentamientos y comentarios de periodistas aterrados. La atmósfera en la clase era tensa, una mezcla de curiosidad y temor invadía a los jóvenes héroes en formación.
—Es increíble que alguien así pueda hacer lo que quiera y desaparecer sin dejar rastro —comentó Kaminari mientras cruzaba los brazos, claramente incómodo.
—"Increíble" no es la palabra que usaría, Kaminari —interrumpió Iida, ajustándose las gafas—. Esto es un fracaso absoluto de la sociedad. Un mercenario que ataca reporteros y funcionarios públicos sin que nadie lo detenga... pone en duda la eficacia de los héroes y las autoridades.
—Bueno, es un mercenario, ¿no? —dijo Mina, tratando de quitarle algo de gravedad al asunto—. ¿No significa que solo trabaja por dinero? Quizás no sea tan malo, solo... está en el lado equivocado.
Bakugo golpeó su escritorio, interrumpiendo la conversación.
—¡Eso es una tontería! Si alguien tiene el poder para hacer esto y todavía elige atacar a inocentes, no hay excusa. ¡Es tan culpable como cualquier villano!
—Pero es extraño —añadió Tokoyami, su voz calmada pero firme—. Un mercenario no suele ser tan metódico. El Fantasma Azul no deja rastros, no comete errores visibles, y siempre parece estar un paso adelante. Eso no es algo común. Ante eso Dark shadow salió detras de el asintiendo a las palabras de Tokoyami.
—Quizás ni siquiera es una persona normal —dijo Jiro, tocando sus auriculares nerviosamente—. ¿Qué tal si tiene algún tipo de quirk que lo hace casi imposible de rastrear?
—Aún así, alguien debe detenerlo —dijo Izuku finalmente, con los ojos clavados en la pantalla donde mostraban el rostro desesperado de la hija del reportero atacado—. Si los héroes no pueden hacerlo, entonces estamos fallando en nuestra misión. Personas como él son una amenaza para todos.
Un silencio incómodo se apoderó del salón mientras las palabras de Izuku resonaban en sus mentes. Era evidente que la idea de enfrentar a alguien como el Fantasma Azul no solo los preocupaba, sino que también los hacía cuestionar si algún día serían capaces de lidiar con una amenaza de esa magnitud.
El silencio fue roto por la entrada de Aizawa, envuelto en sus vendas como siempre, arrastrando los pies con pereza.
—Ya basta de preocuparse por eso. Ahora es tiempo de enfocarse en el Festival Deportivo —dijo mientras se acomodaba detrás de su escritorio.
Los estudiantes intercambiaron miradas antes de asentir. Aunque la conversación había terminado, las dudas y temores sobre el Fantasma Azul se quedaron con ellos.
Marco Polo estaba en su apartamento, sentado en una mesa sencilla, limpiando meticulosamente el mecanismo interno de su brazo metálico. La lluvia golpeaba suavemente contra la ventana, creando un ritmo constante que le ayudaba a concentrarse. De pronto, su teléfono sonó. Al verlo, reconoció el número de Giran, el intermediario que solía contratarlo para diversos trabajos.
—¿Qué tienes para mí? —preguntó Marco Polo con voz tranquila, al contestar.
—Ah, el infame Fantasma Azul —respondió Giran, dejando escapar una risa seca—. Estás haciendo mucho ruido últimamente. La gente no deja de hablar de ti.
Marco Polo alzó una ceja, intrigado.
—¿A qué te refieres?
—Tus últimos "trabajos" no han pasado desapercibidos. Atacar a reporteros y funcionarios públicos... vaya, eso hace que la gente en las altas esferas empiece a sudar frío. Y con razón. Cada día tu cabeza vale más en el mercado. La recompensa por tu captura ha subido tanto que pronto habrá idiotas dispuestos a correr el riesgo de enfrentarte.
Marco Polo se reclinó en su silla, jugueteando con una herramienta en la mano.
—¿Eso debería preocuparme?
—Solo si te importa que te persigan día y noche —replicó Giran con tono burlón—. Pero algo me dice que sabes manejar esas situaciones. De todas formas, te estoy llamando para ofrecerte algo sencillo.
—Habla.
—Hay un pequeño encargo en el distrito sur. Un tipo que está causando problemas para ciertos clientes míos. Nada complicado: solo haz que no hable. Aunque, con tu estilo, eso puede significar algo más extremo. Tú decides.
—Entendido —respondió Marco Polo con calma—. Manda los detalles.
—Perfecto. Te los enviaré en un rato. Ah, y un consejo gratis: ten cuidado con la Liga de Villanos. Me he enterado de que Shigaraki está cada vez más interesado en ti, y ya sabes cómo es ese tipo.
—Lo manejaré —dijo Marco Polo, cortando la llamada sin más palabras.
Marco polo se quedó un momento en silencio, observando su brazo metálico mientras reflexionaba sobre lo que Giran había dicho. Su creciente fama no era necesariamente algo que le incomodara, pero sabía que también podía convertirse en una complicación.
"Que lo intenten," pensó, esbozando una leve sonrisa mientras volvía a trabajar en su brazo. "Siempre hay alguien dispuesto a correr el riesgo. Pero nunca estoy sin preparación."
Marco Polo ajustaba la última pieza de su brazo metálico cuando su teléfono sonó de nuevo. Esta vez, el número era uno que ya conocía demasiado bien: la Liga de Villanos. Suspiró, colocó su brazo en posición y contestó sin mucho entusiasmo.
—¿Qué quieren ahora?
La voz de Kurogiri resonó al otro lado de la línea, como siempre calmada y formal.
—Shigaraki desea invitarte a una reunión en unos días. Tendremos a un invitado especial, alguien que podría interesarte: Stain, el Asesino de Héroes.
Marco Polo dejó la herramienta sobre la mesa y se quedó en silencio por un instante, procesando la información. Sabía quién era Stain y había escuchado sobre su ideología radical. La idea de estar en la misma habitación con alguien como él no le agradaba del todo, pero tampoco le desagradaba.
—Interesante —respondió finalmente—. Pero no puedo. Tengo algo que atender en unos minutos.
—Shigaraki no estará contento con tu negativa —replicó Kurogiri, sin un ápice de reproche en su tono.
—Que lo supere —dijo Marco Polo, mientras se levantaba y comenzaba a ponerse su abrigo impermeable. La lluvia seguía cayendo afuera, creando charcos en las calles oscuras.
—¿Podemos contar con tu asistencia en otra ocasión? —preguntó Kurogiri, siempre educado.
Marco Polo pensó un momento antes de responder.
—Quizás. Pero no para esto. Dile a Shigaraki que si necesita algo que valga realmente mi tiempo, sabe cómo contactarme.
—Entendido. Le haré llegar tu mensaje.
La llamada terminó. Marco Polo guardó su teléfono en el bolsillo y echó un vistazo a la información que Giran le había enviado sobre el trabajo. Era hora de salir.
"Reunión con Stain," pensó mientras ajustaba su máscara. "No es el momento. Tengo prioridades más tangibles ahora."
Con pasos firmes, salió de su apartamento y se adentró en la lluvia, listo para cumplir con el encargo. La noche sería larga, pero para él, solo era un día más en el negocio.
La lluvia caía con fuerza mientras Marco Polo ajustaba su máscara al rostro y observaba su objetivo desde la distancia. El encargo de Giran había sido claro: silenciar a un objetivo que estaba revelando información peligrosa para los clientes de la Liga. Este no era un trabajo difícil; lo había hecho cientos de veces antes.
El objetivo estaba solo en un callejón oscuro, una presa fácil. Marco Polo apuntó con Murmullo, su confiable arma, y disparó un único proyectil que impactó al hombre antes de que pudiera emitir un sonido. El cuerpo cayó al suelo con un leve eco entre las paredes húmedas de la ciudad.
—Trabajo hecho, fácil como siempre —murmuró mientras guardaba a Murmullo y revisaba los alrededores.
Sin embargo, una ráfaga de viento repentina le hizo girarse rápidamente. Una figura descendió desde los cielos con una velocidad impresionante, aterrizando frente a él. Alas rojizas se extendieron con majestuosidad mientras el héroe número tres, Hawks, lo observaba con una sonrisa tranquila, aunque claramente alerta.
—Vaya, vaya. Así que tú eres el famoso Fantasma Azul. Estaba empezando a pensar que no existías —dijo Hawks, colocando una mano en su cadera mientras sus plumas comenzaban a moverse de manera amenazante.
Marco Polo retrocedió un paso, alzando su arma sin dudar.
—Y tú eres el héroe número tres que se mete donde no lo llaman.
—Solo cumplo con mi trabajo. Pero dime, ¿no estás cansado de huir todo el tiempo? —Hawks sonrió, aunque sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa.
Marco Polo no respondió. En cambio, disparó una ráfaga directa hacia el héroe, quien se movió con agilidad, utilizando sus plumas como un escudo y lanzándolas hacia Marco Polo como proyectiles.
El mercenario esquivó algunas, aunque una de las plumas logró cortar su abrigo.
—Eres más rápido de lo que esperaba —admitió mientras desenfundaba su cuchillo y activaba su brazo metálico, listo para el combate cercano.
La batalla comenzó.
Hawks usó su velocidad y maniobrabilidad aérea para atacar desde ángulos inesperados, mientras Marco Polo disparaba ráfagas precisas con Murmullo, intentando predecir sus movimientos. Los disparos resonaban en el callejón, mezclándose con el ruido de la lluvia y el silbido de las plumas cortando el aire.
Marco Polo lanzó una granada de humo para ganar tiempo y reorganizarse, pero Hawks la disipó rápidamente con un golpe de sus alas. Antes de que Marco Polo pudiera reaccionar, una pluma se incrustó en su brazo metálico, bloqueando momentáneamente su movilidad.
—No estás mal, pero estás empezando a quedarte sin trucos, amigo —dijo Hawks, acercándose con calma.
Marco Polo, sin perder la compostura, usó su cuchillo con un movimiento rápido, cortando la pluma que había inmovilizado su brazo. Luego, arrojó el cuchillo hacia Hawks, quien lo esquivó fácilmente, pero esa distracción fue suficiente para que Marco Polo utilizara su brazo metálico para disparar una carga comprimida de energía hacia el suelo, creando una explosión que lo lanzó hacia atrás y lejos del héroe.
—Nada mal. Me estás haciendo sudar —comentó Hawks, persiguiéndolo nuevamente.
El enfrentamiento continuó por varios minutos.
Marco Polo combinó ataques cuerpo a cuerpo con disparos precisos, mientras Hawks intentaba mantenerlo bajo control sin causarle daños fatales. Finalmente, Marco Polo, herido y jadeando, vio una pequeña abertura.
—Nos vemos la próxima vez, héroe.
Con un movimiento calculado, activó un mecanismo oculto en su brazo, generando una explosión de luz cegadora. Hawks instintivamente cubrió sus ojos con sus alas, y cuando la luz se disipó, Marco Polo ya no estaba.
Hawks suspiró mientras guardaba sus plumas y miraba el callejón vacío.
—Eres más escurridizo de lo que pensaba. Esto será interesante.
Mientras tanto, Marco Polo, ahora lejos del lugar, se sujetaba el costado donde una pluma había logrado rasgar su piel. Aunque había logrado escapar, sabía que Hawks no lo dejaría tranquilo. Este encuentro había sido demasiado cerca para su gusto.
—Un día más —murmuró para sí mismo mientras desaparecía entre las sombras de la ciudad.
Hawks caminaba hacia la sala de reuniones de la Comisión de Héroes, aún ligeramente frustrado por el enfrentamiento con Marco Polo. Había logrado escapar, pero Hawks sabía que cada vez estaban más cerca de atraparlo. Al entrar, varios miembros del alto mando lo esperaban, incluidas sus superiores directos.
—Hawks, ¿qué tienes para nosotros? —preguntó uno de los líderes, ajustándose las gafas con expresión seria.
El héroe número tres se cruzó de brazos y comenzó su reporte.
—Me encontré con el famoso "Fantasma Azul" durante una misión en la ciudad. Confirmo que es tan hábil como los rumores sugieren. Su capacidad para adaptarse al combate es impresionante, y su brazo metálico es mucho más avanzado de lo que podríamos haber anticipado.
—¿Es una amenaza para los héroes? —preguntó otro de los líderes.
—Sin duda alguna. No solo es letal, sino que su creciente fama está empezando a inspirar a otros a seguir sus pasos. La gente tiene miedo, y si no lo detenemos pronto, su reputación podría convertirse en un símbolo para los criminales.
Hawks hizo una pausa, luego continuó:
—Pero hay algo más. Parece que está trabajando regularmente con la Liga de Villanos, y si es así, su conexión podría significar problemas a largo plazo. Sugiero que aumentemos los esfuerzos para localizarlo. Cada día que sigue libre, nuestra credibilidad como héroes se ve afectada.
Los miembros de la Comisión asintieron mientras tomaban notas.
—Incrementaremos su recompensa y revisaremos nuestros recursos. Si la Liga lo tiene en su radar, necesitamos asegurarnos de que nuestras operaciones sean impecables —concluyó uno de los líderes.
Hawks inclinó la cabeza, agradecido por la atención a su informe, aunque sabía que el enfrentamiento con El fantasma azul no sería el último.
En el salón de clases de la 1-A, los estudiantes conversaban animadamente antes de que comenzara la lección. La noticia del ataque al hermano de Iida y el creciente rumor del "asesino de héroes" habían tomado gran parte de las conversaciones recientes.
—¿Escucharon lo que pasó con el hermano de Iida? Ese asesino de héroes, Stain, lo atacó —dijo Mina, con una expresión de preocupación.
—Es horrible. ¿Cómo alguien puede atacar a un héroe tan respetado como Ingenium? —añadió Jiro, cruzando los brazos con seriedad.
—No solo eso, también están hablando de otro criminal, el Fantasma Azul. Dicen que trabaja como mercenario para quien pueda pagarle, incluso para la Liga de Villanos —comentó Kaminari, mientras miraba su celular con una mezcla de curiosidad y temor.
—Pero es diferente, ¿no? Stain tiene algún tipo de ideología torcida. El Fantasma Azul parece que solo lo hace por dinero —intervino Tokoyami, con su tono calmado habitual.
Iida permanecía en silencio, con la mirada fija en su escritorio. Las conversaciones a su alrededor parecían desvanecerse mientras él pensaba en su hermano, ahora en recuperación. Su puño se apretó sobre la mesa, pero no dijo nada.
La puerta del aula se abrió de golpe, y Aizawa entró, aún envuelto en vendas pero con su habitual expresión de cansancio.
—Bien, basta de chismes. Tenemos cosas más importantes que discutir —dijo mientras caminaba hacia el escritorio principal.
Los estudiantes se enderezaron rápidamente en sus asientos.
—Como saben, el Festival Deportivo fue solo el comienzo. Ahora es el momento de que tomen lo aprendido y lo apliquen en el mundo real. Las pasantías comienzan pronto, y cada uno de ustedes tendrá la oportunidad de aprender de héroes profesionales.
Los murmullos comenzaron entre los estudiantes.
—¿Podremos elegir con quién trabajar? —preguntó Kirishima, levantando la mano.
—Eso depende de quién los haya elegido. Aquellos que destacaron en el festival tendrán más opciones —explicó Aizawa.
—¿Y qué pasa con los que no destacaron tanto? —preguntó Sero.
—Encontraremos una agencia para cada uno de ustedes. Nadie se queda sin aprender algo. Ahora, revisen la lista de agencias que los han seleccionado y prepárense. Esto no será un paseo por el parque —concluyó Aizawa, mientras señalaba la pantalla que mostraba los nombres de las agencias interesadas en cada estudiante.
La clase se llenó de emoción y nerviosismo mientras los estudiantes discutían sus posibles pasantías. Sin embargo, en el fondo de la mente de algunos, las amenazas de Stain y el Fantasma Azul seguían siendo un recordatorio de lo peligrosa que podía ser la vida de un héroe.
En la estación de policía, el ambiente estaba cargado de tensión. Naomasa Tsukauchi revisaba una pila de informes en su escritorio, mientras el oficial Sansa, sentado frente a él, analizaba las grabaciones y registros recientes. Ambos estaban tratando de conectar los puntos entre los recientes ataques del Fantasma Azul y la aparición del Asesino de Héroes, Stain.
—Esto no tiene sentido —dijo Naomasa, pasando una mano por su cabello desordenado. Su expresión reflejaba agotamiento y frustración.
Sansa levantó la vista de la pantalla.
—Ambos operan de manera completamente diferente. Stain tiene un propósito claro, por retorcido que sea. Quiere purgar a los héroes que considera indignos. Pero el Fantasma Azul… Es un mercenario, alguien que trabaja por dinero. No parece haber un motivo ideológico detrás de sus acciones.
—Y, sin embargo, sus impactos en la sociedad están empezando a converger —respondió Naomasa, mirando una foto del reportero herido y su hija con el brazo amputado. La imagen le causaba un nudo en el estómago cada vez que la veía.
Sansa asintió lentamente.
—Primero, el Fantasma Azul desata el miedo en los medios al atacar reporteros y funcionarios. Ahora, Stain aterroriza a los héroes con su retórica. La sociedad está tambaleándose.
Naomasa tomó un informe y lo leyó en voz alta:
—"Ataques selectivos a periodistas y figuras públicas; desapariciones de testigos clave; asesinatos meticulosamente ejecutados." Si seguimos esta línea, el Fantasma Azul está desestabilizando las bases de nuestra sociedad.
—Y Stain está acabando con nuestra moral —agregó Sansa, cerrando la carpeta frente a él.
Por un momento, ambos quedaron en silencio, reflexionando sobre la magnitud de los problemas que enfrentaban.
—¿Tenemos algo concreto? —preguntó Naomasa, con un tono casi desesperado.
Sansa negó con la cabeza.
—Los registros del Fantasma Azul son mínimos. Algunos casos aislados, rumores en la red subterránea, pero nada que podamos usar para localizarlo. Es como si fuera un fantasma, literalmente.
Naomasa golpeó suavemente el escritorio con el puño cerrado.
—Necesitamos algo, cualquier cosa. Si no lo detenemos pronto, su influencia podría volverse incontrolable.
—¿Qué hay de Stain? —preguntó Sansa, cambiando de tema.
—Sabemos que su última aparición confirmada fue el ataque a Ingenium. Hay un patrón en sus objetivos: héroes que considera "falsos." Pero por ahora, no tenemos idea de dónde podría estar.
Sansa suspiró profundamente, dejando escapar parte de la tensión acumulada.
—Estamos lidiando con dos amenazas completamente diferentes, pero igual de peligrosas.
Naomasa asintió, mirando fijamente la pared llena de reportes, fotos y mapas. Finalmente, se levantó y dijo con determinación:
—No importa cuánto tarde. No importa cuán complicado sea. Vamos a detenerlos. A los dos.
El oficial felino asintió, compartiendo la resolución de su compañero. Aunque las respuestas parecían lejanas, ambos sabían que no podían permitirse fallar.
La lluvia caía con intensidad, formando charcos en las calles mal iluminadas de la ciudad. Marco Polo caminaba con pasos silenciosos, siempre atento a su entorno. Vestía su habitual chaqueta oscura, la capucha cubriendo parcialmente su rostro. Murmullo estaba ajustado firmemente a su brazo, listo para activarse en cualquier momento.
Su mente estaba inquieta, un torbellino de pensamientos y recuerdos que no lograba detener. Desde que su reputación como el Fantasma Azul había crecido, su vida se había vuelto mucho más complicada. Había dejado de ser un mercenario más en la sombra; ahora, los ojos de todos estaban sobre él.
"Idiotas..." Pensó mientras recordaba un incidente reciente. Un grupo de mercenarios ambiciosos había intentado capturarlo, creyendo que podrían cobrar la recompensa que pendía sobre su cabeza. La escena seguía fresca en su memoria: los movimientos torpes de sus atacantes, sus intentos desesperados por detenerlo, y el inevitable sonido seco de Murmullo desintegrándolos en cuestión de segundos.
—Creyeron que podían superarme… —murmuró para sí mismo mientras sus botas salpicaban el agua acumulada. No había rastro de satisfacción en su voz, solo una fría certeza de que seguirían intentándolo.
Cada paso que daba en la ciudad lo hacía más consciente de cómo había cambiado su vida. Ya no podía caminar despreocupado como lo hacía antes. Ahora, cada esquina, cada sombra, podía ocultar a alguien dispuesto a enfrentarlo, a traicionarlo por dinero.
Sin embargo, lo que más le perturbaba eran los fragmentos de recuerdos que a veces invadían su mente. Sombras de una vida pasada que apenas podía comprender. No eran recuerdos completos, sino flashes: rostros borrosos, una sensación de calor, una risa perdida en el tiempo.
Detuvo su caminar por un momento y miró las luces distantes de los rascacielos. Una sensación de vacío se apoderó de él, como si algo estuviera fuera de lugar.
"¿Quién era yo antes de esto?" se preguntó, aunque ya conocía la respuesta que siempre se daba a sí mismo: "No importa."
Apoyó una mano sobre Murmullo, el peso familiar de su arma disipando cualquier duda.
—Esa vida quedó atrás. Ahora soy Marco Polo. Soy el Fantasma Azul. —Su voz era firme, casi como un mantra para convencerse.
Retomó su andar, zigzagueando por callejones estrechos y evitando las zonas más concurridas. Aunque sabía que era peligroso, se dirigía al único lugar donde podía moverse con cierta libertad: el bar de la Liga de Villanos.
El cartel iluminado del bar apareció a lo lejos, un destello de neón en medio de la penumbra. Marco Polo tomó un respiro profundo antes de cruzar la calle y entrar.
El ambiente cálido y oscuro del bar lo recibió, junto con el familiar sonido de Kurogiri preparando bebidas detrás de la barra. Sin decir una palabra, Marco Polo se acomodó en un asiento, dejando que la puerta se cerrara tras él.
La lluvia seguía golpeando contra las ventanas del lugar, pero dentro del bar, el mundo parecía detenerse por un instante. La calma antes de que todo volviera a empezar.
Fin del capitulo 6