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Chapter 10 - Capítulo 10: "Alianza en la Oscuridad"

El televisor, encendido en un canal de noticias, iluminaba una sala de redacción abarrotada. La cámara enfocaba al presentador, un hombre de expresión seria que, con cada palabra, aumentaba la tensión del informe.

—La redada de anoche en el apartamento del conocido criminal, apodado el Fantasma Azul, ha dejado un amargo saldo. A pesar de la intervención de la policía y héroes de renombre, incluyendo al fallecido héroe Wash, el objetivo logró escapar una vez más.

La imagen cambió a un video tomado desde un helicóptero. Se veía el edificio destrozado, con escombros regados por las calles circundantes, patrullas y ambulancias intentando controlar el caos.

—El incidente ocurrió alrededor de las 11:45 p.m., cuando las fuerzas del orden irrumpieron en el complejo donde se creía que se refugiaba este peligroso mercenario. Los informes iniciales indican que Wash, uno de los héroes que lideraba la operación, perdió la vida tras una brutal explosión eléctrica provocada aparentemente por el propio Fantasma Azul.

El video pasó a una imagen que mostraba lo que quedaba del héroe: restos carbonizados y un charco de cenizas que todavía humeaban.

—Fuentes no confirmadas señalan que el Fantasma Azul utilizó su habilidad junto a un disparo preciso para generar una sobrecarga en el sistema eléctrico, electrocutando al héroe al instante. Una táctica que, aunque efectiva, demuestra la brutalidad de este criminal, quien no duda en destruir todo a su paso para evitar la captura.

El presentador hizo una pausa, su rostro reflejando una mezcla de repugnancia y exasperación.

—El público merece respuestas. Este criminal ha causado estragos durante meses, burlándose de la justicia una y otra vez. ¿Dónde está la coordinación entre los héroes y las fuerzas policiales? ¿Cómo es posible que un solo hombre pueda evadir a la ley con tanta facilidad?

El canal mostró imágenes del caos en las calles de Hosu, conectando los eventos recientes con la creciente inseguridad.

—Hasta el momento, la Comisión de Héroes y la policía se han negado a ofrecer más detalles sobre la redada o el paradero del Fantasma Azul. ¿Cuánto más soportaremos esta incertidumbre?

Las palabras del reportero eran afiladas, cada frase un golpe a la reputación de los héroes.

—Los ciudadanos necesitan héroes fuertes, no incompetencia ni promesas vacías. El Fantasma Azul no es un villano cualquiera; su precisión, su frialdad y su aparente falta de escrúpulos lo convierten en una amenaza real. Y anoche, esa amenaza cobró la vida de uno de nuestros héroes.

La pantalla se apagó, dejando un silencio incómodo. Afuera, la lluvia comenzaba a caer, como si el cielo mismo lamentara los eventos de la noche anterior.

Naomasa apagó el televisor con un suspiro profundo. El zumbido de la pantalla se desvaneció, dejando a la habitación en un silencio opresivo. Frente a él, All Might en su forma delgada, con los brazos cruzados, observaba el suelo con una mezcla de frustración y preocupación. A un lado, Nezu, sentado en una silla adaptada, balanceaba suavemente su cola mientras analizaba los datos en sus manos.

—Esto está fuera de control —dijo Naomasa mientras dejaba el control remoto sobre la mesa—. Wash era uno de los nuestros, uno de los héroes más activos. Su muerte no solo es una tragedia, sino un golpe enorme para la moral pública.

All Might levantó la mirada, sus ojos apagados por el peso de la situación.

—Hemos enfrentado amenazas antes, pero el Fantasma Azul... No es como los villanos comunes. Es metódico, calculador. Cada movimiento parece diseñado para maximizar el caos y garantizar su escape.

Nezu asintió, hojeando uno de los pocos informes recuperados del apartamento destruido.

—Hemos conseguido muy poco de su guarida, casi nada útil. Apenas un par de armas modificadas, restos de planos ilegibles y algunas pertenencias que no nos dan pistas sobre su próximo movimiento. Parece que él sabía que iríamos.

Naomasa frunció el ceño.

—Es un mercenario en toda la extensión de la palabra. Su historial, si es que podemos llamarlo así, lo muestra trabajando tanto para villanos como para organizaciones del bajo mundo. No tiene lealtades. Si bien podría estar del lado de la villanía, no lo hace por ideología, sino por conveniencia.

All Might apretó los puños.

—Eso lo hace aún más peligroso. Si está dispuesto a hacer lo que sea por dinero o interés, entonces no tiene límites.

—Y su habilidad para desaparecer tan rápidamente... —añadió Naomasa—. Es casi como si supiera lo que vamos a hacer antes de que lo hagamos.

Nezu levantó la vista del informe, su mirada astuta y analítica.

—Eso es lo que más me inquieta. Su precisión y capacidad para escapar de situaciones imposibles no son solo suerte. Está claro que tiene información privilegiada o una red de contactos que lo mantiene informado de nuestros movimientos.

Naomasa asintió.

—La cuestión es: ¿cómo atrapamos a alguien así? ¿Cómo detenemos a un fantasma?

All Might cerró los ojos por un momento antes de hablar.

—La clave está en su conexión con los villanos. Sabemos que trabaja con Giran y la Liga de Villanos. Si podemos presionar a esa red, tal vez podamos empujarlo a cometer un error.

—Eso es arriesgado —interrumpió Nezu—. Si lo hacemos, podríamos empujar al Fantasma Azul a ir más lejos, a actuar con más violencia. Es evidente que no teme ensuciarse las manos. Wash es prueba de ello.

La habitación quedó en silencio unos segundos, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Finalmente, Nezu habló con un tono más frío y calculador.

—Si no podemos atraparlo por los métodos convencionales, tal vez debamos usar algo no convencional.

Naomasa arqueó una ceja.

—¿Qué sugieres?

—Un señuelo. Algo que lo saque de su zona de confort, que lo obligue a tomar riesgos. Pero para eso, necesitamos entender su mente.

All Might levantó la cabeza, sus ojos encendidos con una chispa de determinación.

—Entonces es hora de cambiar nuestra estrategia. Si no podemos detenerlo con fuerza, lo haremos con estrategia.

Nezu sonrió ligeramente, aunque su expresión seguía siendo sombría.

—Exactamente. El Fantasma Azul no es invencible, pero tendremos que ser más inteligentes que él.

Naomasa suspiró, mirando los informes esparcidos en la mesa.

—Es un juego peligroso, pero no tenemos otra opción. Si no lo detenemos, habrá más Wash. Más tragedias.

La lluvia golpeaba suavemente contra las ventanas de la oficina, como un recordatorio del caos que se avecinaba.

La puerta se abrió de golpe, interrumpiendo la tensa discusión en la oficina. Mt. Lady entró empapada por la lluvia, pero con una expresión resuelta que no dejaba dudas de que tenía algo importante que decir.

—Disculpen la intromisión, pero creo que tengo información que podría serles útil —dijo mientras cerraba la puerta tras de sí.

Naomasa levantó la vista del escritorio, al igual que Nezu y All Might, quien permanecía sentado en su forma reducida, observando con atención.

—¿Qué información? —preguntó Naomasa, ajustando su postura para prestarle toda su atención.

Mt. Lady respiró profundamente y avanzó, quitándose la chaqueta empapada antes de soltar las palabras que parecían pesarle.

—Sé quién es el Fantasma Azul… más o menos.

Nezu ladeó la cabeza, intrigado.

—¿Más o menos?

—Lo conocí hace poco más de un mes —admitió ella, cruzándose de brazos—. Fue... un encuentro casual. Bueno, dos para ser exactos.

Naomasa arqueó una ceja, incrédulo.

—¿Encuentro casual?

Mt. Lady miró hacia el techo, visiblemente incómoda.

—Estaba terminando mi turno tarde una noche. Lo vi en un bar, bastante tranquilo para la hora. Me acerqué porque, bueno, no es algo que haga siempre, pero... —Hizo una pausa, carraspeando—. Hablamos, bebimos, y luego… una cosa llevó a la otra.

All Might tosió discretamente, rompiendo el incómodo silencio que siguió.

—¿Estás diciendo que tuviste una noche de pasión con el hombre más buscado de Japón?

—Dos noches —corrigió Mt. Lady, sin mirarlos directamente—. No sabía quién era. Para mí, solo era un tipo misterioso con un acento raro y una mirada que te hacía sentir que lo había visto todo.

Nezu levantó una pata, señalándola.

—¿Y cuándo supiste quién era?

—No hasta ahora. Reconocí su estilo en las noticias. Lo vi usar ese mismo enfoque cuando lo conocí. Siempre analizando, siempre calculando. Y el nombre que me dio… Marcopolo.

Naomasa suspiró, frotándose las sienes.

—¿Por qué estás contándonos esto ahora?

—Porque, aunque no sé mucho, creo que puedo ayudar. Solo sé que no confía en nadie y que actúa como si estuviera huyendo de algo.

Nezu entrelazó sus pequeñas manos, pensativo.

—Interesante. ¿Crees que eso podría ser explotable?

Mt. Lady asintió.

—Quizá. Si lo empujamos al lugar correcto, podríamos hacerlo caer.

All Might intervino, tratando de mantener su tono tranquilo.

—¿Estás diciendo que podemos usar su pasado o su conexión contigo en su contra?

Mt. Lady lo miró por primera vez desde que había entrado, levantando una ceja al notar la forma reducida del héroe.

—Perdón, pero… ¿por qué está aquí?

All Might sonrió con nerviosismo, adoptando una pose que parecía querer ocultar su incomodidad.

—Soy el secretario de All Might. Estoy aquí para tomar notas y pasarle la información más tarde. Está muy ocupado en este momento.

La incredulidad en el rostro de Mt. Lady era evidente, pero dejó pasar el tema, volviendo a concentrarse en Naomasa.

—Tengo una idea —dijo ella—. Si hacemos público que sé algo sobre él, lo suficiente como para tentarlo, podría presentarse.

—¿Y qué propones? —preguntó Naomasa.

—Haré una declaración pública diciendo que voy a revelar información importante sobre el Fantasma Azul. Atraeremos su atención, y ustedes pueden emboscarlo.

Nezu se inclinó hacia adelante.

—¿Estás dispuesta a hacerlo? Podría ser peligroso.

Mt. Lady lo miró con determinación.

—Lo haré. No me importa el riesgo.

Naomasa asintió lentamente, considerando la propuesta.

—De acuerdo. Diseñaremos la estrategia para maximizar nuestras probabilidades de éxito.

Pero antes de que pudieran continuar, All Might, aún en su forma pequeña, levantó una mano.

—Un momento. Me gustaría saber… ¿por qué decidió esperar hasta ahora para compartir esto con nosotros? ¿Qué le hizo cambiar de opinión?

Mt. Lady miró a All Might y luego a Naomasa, antes de soltar una profunda respiración.

—Lo que pasa es que no era mi intención involucrar a más gente. Durante un tiempo, traté de mantenerme al margen. El Fantasma Azul me amenazó de muerte, ¿saben? Me arrinconó en un callejón y dijo que si hablaba sobre el a algún héroe o autoridad no viviría para contarlo. Así que, por precaución, decidí esperar.

Naomasa la miró fijamente, entendiendo su reticencia.

—¿Y ahora cambió por la muerte de Wash?

—Exacto —respondió Mt. Lady, haciendo una pausa—. Su muerte me hizo darme cuenta de que no podía seguir mirando desde las sombras. Ya no hay vuelta atrás. Si no lo detenemos, él solo va a seguir matando, y su camino será más peligroso.

Todos en la sala procesaron lo que dijo en silencio, el peso de la situación recayendo sobre ellos.

Naomasa asintió lentamente.

—Entonces, avanzamos con el plan. Vamos a hacerlo rápido y de manera eficiente.

El ambiente en la sala se llenó de tensión, mientras todos asimilaban la importancia de lo que acababan de decidir. La estrategia estaba en marcha, y el destino del Fantasma Azul estaba ahora en manos de aquellos que lo habían estado buscando.

Marcopolo se despertó temprano, la luz del sol filtrándose tímidamente a través de las cortinas del bar. Su cuerpo no sentía el dolor punzante que lo había acompañado el día anterior. De hecho, se sentía notablemente mejor, como si el cansancio de su cuerpo hubiera desaparecido de la nada. Sin embargo, una leve sensación de incomodidad lo invadió cuando se dio cuenta de algo: no tenía su sombrero de copa azul. Lo buscó en la habitación, pero no lo encontró por ningún lado. Recordó vagamente la redada en la que había estado involucrado la noche pasada, el caos, la explosión y cómo se había visto obligado a escapar, dejando atrás su sombrero en medio de la huida. "Lo perdí en esa maldita redada..." pensó mientras se levantaba, frustrado, pero con la mente aún algo nublada por los recuerdos incompletos.

A pesar de la pérdida, no podía permitirse perder el tiempo. Se levantó de la cama, estirándose, y salió de la habitación. Al caminar por el pasillo, notó que algo en su cuerpo ya no dolía. Era como si se hubiera recuperado casi de manera sobrenatural. No comprendía cómo, pero no tenía ganas de hacer preguntas. Estaba listo para continuar, sin importar lo que el día le deparara.

Al llegar al bar, encontró a Kurogiri tras la barra, impasible como siempre, y a Giran sentado en una mesa con una pequeña caja frente a él, esperándolo.

—Buenos días —saludó Marcopolo, aún frotándose los ojos por el sueño.

Giran le dirigió una sonrisa leve, un gesto que no era común en él.

—Buenos días, Marcopolo. Me alegra verte de nuevo en pie. —Extendió la caja hacia él—. Pensé que te gustaría esto.

Marcopolo abrió la caja lentamente. Dentro, encontró un sombrero de copa azul idéntico al que había perdido, pero con una diferencia notable: este parecía tener mecanismos ocultos dentro de la copa, algo que no había visto antes.

—¿Un sombrero nuevo? —preguntó Marcopolo, levantando una ceja.

—Sí —respondió Giran, con una sonrisa irónica—. Pensé que te haría falta uno. Y este tiene… algunas mejoras. Si decides seguir usándolo, puede serte útil.

Marcopolo lo observó en silencio por un momento, sintiendo que no solo le ofrecían un simple sombrero, sino algo más, algo que podía servirle en el futuro. Agradecido, lo tomó y se lo puso en la cabeza.

—No esperaba que me trajeran uno nuevo —comentó mientras lo ajustaba a su cabeza—. Gracias.

Kurogiri, quien había estado observando todo en silencio, no pudo evitar intervenir.

—Es un detalle generoso —dijo, con su voz impasible, mientras sus ojos se posaban sobre el sombrero—. Pero no olvides que la información es lo que realmente tenemos. Aprovechémosla bien.

Marcopolo asintió, sintiendo el peso de esas palabras. Sabía que las piezas del juego ya se estaban moviendo y no podía permitir que nada lo detuviera.

Fue entonces cuando, de repente, la pantalla del bar comenzó a parpadear. Kurogiri cambió el canal, y todos se quedaron mirando fijamente la transmisión que apareció en la pantalla.

La noticia apareció con un golpe de gravedad. Era un comunicado especial que hablaba de los últimos sucesos relacionados con el Fantasma Azul, una figura cada vez más peligrosa en la ciudad.

—¡Atención a todos los ciudadanos! —se escuchó la voz de un reportero—. Hoy, a las 6 p.m. en la Plaza Central, Mt. Lady revelará información crucial sobre la identidad del Fantasma Azul. La heroína asegura tener pruebas que revelarán la verdadera identidad de este hombre, que ha estado aterrorizando la ciudad durante semanas. No se pierdan este importante anuncio, ya que podría cambiar el rumbo de la investigación.

El ambiente en el bar se tensó inmediatamente. Marcopolo, al escuchar esas palabras, sintió una ligera presión en el pecho. Su identidad estaba a punto de ser revelada, y eso podría ser el principio del fin para él. Aunque su rostro se mantuvo impasible, no pudo evitar una sensación incómoda en su interior. El riesgo había aumentado exponencialmente.

Giran, observando la pantalla, dejó escapar una leve sonrisa.

—Parece que las cosas se están complicando —comentó, como si todo esto fuera parte de un juego—. Mt. Lady ha dado un paso más. Ahora todos estarán pendientes de lo que tenga que decir.

—No me sorprendería si es una trampa —respondió Marcopolo, tomando un sorbo de su bebida mientras observaba la pantalla, ajustando ligeramente el sombrero sobre su cabeza. Sabía que las cosas se volvían más peligrosas con cada momento que pasaba.

Kurogiri se acercó, como si hubiera leído los pensamientos de Marcopolo, y dijo con calma:

—No hay tiempo que perder. Si Mt. Lady tiene algo que decir, es probable que todos los ojos estén sobre ti. Tal vez sea hora de que tomes algunas precauciones adicionales.

Marcopolo, con la mirada fija en la pantalla, meditó por un momento. Sabía lo que tenía que hacer.

—Lo sé. No tengo miedo. Pero tendré que ser más astuto si quiero seguir jugando este juego.

—Eso es lo que me gusta escuchar —comentó Giran con una sonrisa, y Marcopolo no pudo evitar sentir que algo más estaba a punto de ocurrir.

El silencio volvió a llenar el bar, con la tensión palpándose en el aire. La noticia de Mt. Lady resonaba en sus mentes, y Marcopolo sabía que no podía permitirse cometer errores. Ahora más que nunca, debía ser cauteloso. Los hilos de su destino ya estaban siendo tensados, y no podía permitirse perder el control.

La atmósfera del bar estaba pesada cuando Kurogiri apareció, su figura esfumándose entre las sombras con su porte habitual y su calma inquebrantable.

—Marcopolo, el Maestro AFO desea hablar contigo. —La voz de Kurogiri era firme, casi neutral, pero el peso de sus palabras no pasaba desapercibido.

Marcopolo asintió sin dudarlo. Sabía lo que implicaba esta cita. AFO no lo había llamado por casualidad, y su instinto le decía que esto no era solo un intercambio de favores. Había algo más, algo con un costo.

—Entendido. Llévame. —Respondió con voz grave, ajustando la chaqueta y guardando silencio mientras Kurogiri se acercaba.

Sin decir más, Kurogiri extendió su mano hacia el aire y, de inmediato, una rendija oscura apareció ante ellos. El portal de Kurogiri comenzó a expandirse como una cortina de sombras, el mismo espacio vacío que servía como su forma característica de transporte.

Marcopolo observó el portal con cautela, sin mostrar ninguna emoción, pero sabiendo que una vez cruzado, las cosas tomarían un rumbo irreversible.

—Te llevaré hasta él. —Kurogiri afirmó antes de atravesar el portal, y Marcopolo siguió.

Al otro lado del umbral, la habitación era oscura y austera. Frente a él, sentado en una silla de respaldo alto, AFO esperaba, su respirador emitiendo un sonido grave y constante. La figura de AFO, oculta en sombras y misterio, siempre imponía respeto. No era fácil descifrar sus intenciones, pero Marcopolo conocía su poder, su alcance y su capacidad para manipular las circunstancias.

AFO levantó ligeramente la cabeza, como si estuviera evaluando a Marcopolo desde la oscuridad, y la voz rasposa y autoritaria de AFO resonó en la habitación.

—Bienvenido, Marcopolo. —El tono de AFO no era ni cálido ni frío, pero siempre cargado de una gravedad que difícilmente se podía ignorar—. He estado esperando hablar contigo.

Marcopolo permaneció de pie frente a él, con una expresión imperturbable, aunque su mente analizaba cada palabra, cada gesto, buscando cualquier señal de lo que realmente buscaba AFO. No confiaba en él, pero tampoco tenía muchas opciones.

—Supongo que esto no es solo una charla amistosa. —Marcopolo cruzó los brazos, la tensión palpable en su postura. Sabía que AFO no hacía nada sin un motivo oculto.

AFO hizo una pausa, dejando que la quietud del lugar envolviera la conversación.

—La situación se complica. Mt. Lady tiene la intención de revelar detalles sobre ti, y eso pondría en riesgo todo lo que has logrado hasta ahora. No podemos permitir que eso suceda. —La voz de AFO se hizo más grave, cargada con una amenaza implícita—. Así que, tengo una propuesta.

Marcopolo frunció el ceño, observando a AFO con cautela.

—¿Qué tipo de propuesta? —preguntó, sabiendo que cualquier trato con AFO siempre venía con un precio.

AFO sonrió, un gesto que nunca llegaba a ser genuino, pero que revelaba una confianza peligrosa.

—Te ofrezco la oportunidad de evitar que Mt. Lady hable, de silenciarla antes de que cause más problemas. Con mi ayuda, podrías detenerla rápidamente.

Marcopolo no mostró signos de sorpresa, pero sus pensamientos se aceleraron. Sabía que el objetivo de AFO no era solo proteger su identidad, sino algo mucho más grande.

—Y, ¿qué obtienes a cambio? —preguntó Marcopolo, sin darle lugar a rodeos.

AFO inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera considerando cuán directa podía ser su respuesta.

—Lo que te ofrezco, Marcopolo, es mucho más que una simple ayuda. Te ofrezco poder. Te ofrezco un lugar en la Liga de Villanos. Como mercenario personal de Shigaraki. Podrás operar como desees, pero bajo nuestra protección. Y tendrás acceso a todo lo que necesites. Recursos, aliados... comodidad.

Marcopolo lo miró fijamente, procesando las palabras. Unirse a la Liga de Villanos era un compromiso serio, algo que no podía tomar a la ligera. Sabía que AFO estaba jugando con él, pero la idea de tener poder y recursos a su disposición, de operar libremente sin las limitaciones de ser un mercenario solitario, le resultaba tentadora. Pero también sabía que si aceptaba, no habría vuelta atrás.

—Eso suena bien, pero... ¿dónde está el truco? —preguntó con voz firme, sin mostrar una sola grieta en su fachada.

AFO dejó que el silencio se alargara por un momento antes de responder, su tono tranquilo pero incisivo.

—No hay truco, Marcopolo. Solo una oportunidad. Si te unes a nosotros, tendrás un lugar de poder dentro de un nuevo orden, un orden que Shigaraki y yo estamos construyendo. Pero lo más importante es que, mientras más útil seas, más alto será tu puesto. Ya no serás solo un mercenario. Serás alguien que moldeará el futuro.

Marcopolo sabía que la oferta era demasiado buena para ser completamente honesta. No obstante, el poder y los recursos eran atractivos, y lo que más deseaba en ese momento era tener la libertad de operar en un mundo sin las restricciones que sentía como mercenario.

—Está bien. Acepto. —Marcopolo dijo finalmente, tomando una decisión que cambiaría su vida de manera irreversible—. Pero quiero dejar en claro que mis términos siguen siendo los mismos: seguiré operando por mi cuenta por un tiempo.

AFO asintió, reconociendo la decisión con una sonrisa sutil.

—Por supuesto, Marcopolo. Tus condiciones serán respetadas. Ahora, bienvenido a la Liga de Villanos.

—Te daré 6 nomus, sin embargo estos serán liberados dónde haya civiles, el tono con el que afo dijo eso solo hizo que la atmósfera pesará aún más

Marcopolo asintió con firmeza, sabiendo que, al aceptar la oferta de AFO, se estaba comprometiendo a una masacre que marcaría aún más su camino como mercenario.

Los seis Nomus, poderosos y fuera de control, serían liberados en un lugar lleno de civiles y reporteros. La carnicería sería inevitable. Sin embargo, Marcopolo entendía lo que significaba esto: caos absoluto. Y, a su manera, eso era justo lo que necesitaba. El caos era su campo de juego, y aunque se sentía incómodo con la magnitud de lo que estaba por suceder, también sabía que no podía dar marcha atrás.

AFO, observando la resolución en el rostro de Marcopolo, asintió lentamente, satisfecho con la respuesta.

—Bien hecho. —Su voz, siempre rasposa, resonó en la habitación—. Harás un gran trabajo. Los Nomus serán liberados donde más pueda haber caos. Y, como has solicitado, estarás bajo nuestra protección, pero en cuanto a tus movimientos, sigues siendo libre para operar.

Pero ahora, en tu nuevo rol como parte de la Liga de Villanos, la cantidad de oportunidades y recursos que tendrás serán mucho mayores.

Marcopolo guardó silencio, procesando sus palabras. Los Nomus, en especial aquellos seis, no eran simples armas. Eran monstruos. Y soltarlos en medio de civiles significaría una tragedia a gran escala, algo que pondría aún más presión sobre los héroes y aumentaría su notoriedad.

El peligro, el caos, y el hecho de que no habría salida para las víctimas inocentes, todo eso se alzaba ante él, como una montaña que debía escalar para alcanzar su propia cima. La pregunta era, ¿hasta dónde estaba dispuesto a llegar por poder?

—Lo que sea necesario. —Respondió con voz firme, sin vacilar.

AFO sonrió levemente, un gesto frío y calculador.

—Exacto. Y lo que está por venir será solo el principio. Ahora, sigue con lo que tienes que hacer.

Kurogiri apareció nuevamente en el fondo, preparado para llevar a Marcopolo a su nuevo destino. Marcopolo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, sabiendo que, al cruzar ese portal, su vida cambiaría para siempre. Sin mirar atrás, dio el paso definitivo hacia un futuro incierto, donde las reglas las marcarían AFO y Shigaraki, y él solo tendría que jugar sus cartas con sabiduría.

—Que empiece el juego. —Marcó el paso hacia el portal, sin más dudas

A su regreso, se encontró con una atmósfera más tensa de lo habitual. Shigaraki estaba allí, esperando.

El joven líder de la Liga de Villanos lo observó con una mirada calculadora, como si estuviera evaluando si su nueva adición sería una pieza útil o prescindible. Pero cuando Kurogiri le explicó que Marcopolo finalmente se había unido a ellos, el rostro de Shigaraki se iluminó con una sonrisa complacida.

—¿Así que finalmente te uniste? —preguntó Shigaraki, casi con una diversión maliciosa en su tono—. Sabía que no durarías mucho fuera de nuestra organización. Y ahora, con tu habilidad, será mucho más divertido.

Marcopolo simplemente asintió, sin mostrar demasiada emoción. Sabía que las palabras de Shigaraki no eran solo una bienvenida. Eran una evaluación, y en su mundo, las evaluaciones de Shigaraki significaban mucho.

Kurogiri, de pie en un rincón, observó en silencio la interacción entre los dos. Sabía que la adición de Marcopolo era una pieza importante en el ajedrez de la Liga de Villanos, pero también era una amenaza. Un nuevo jugador, alguien impredecible, y con su propio objetivo. El equilibrio entre ellos no era tan estable como parecía.

Shigaraki no tardó en añadir algo más, con un tono mucho más serio.

—Entonces, ¿cuál es el plan? Los Nomus... ¿y cómo pensabas manejarlos? Sabes que esto no es solo una cuestión de soltar monstruos en la ciudad, ¿verdad?

Marcopolo se acercó a la mesa, observando el rostro de Shigaraki por un momento antes de responder. Sabía lo que significaba esa mirada: expectativas altas.

—La masacre va a ser la distracción que necesitamos. Con la atención del público centrada en los Nomus, el caos se disparará. La gente olvidará lo que estamos haciendo... hasta que sea demasiado tarde. —Su tono era firme, calculador. No estaba aquí para hacer las cosas a medias—. El miedo se propagará, y eso es lo que nos permitirá movernos bajo el radar. Además, con la presencia de reporteros, la cobertura mediática hará el trabajo por nosotros. Nos aseguraremos de que todos estén demasiado ocupados sobreviviendo para darnos caza.

Shigaraki sonrió con una malicia evidente.

—Eso suena como lo que necesitamos. A mí me gusta el caos... Y veo que tú también.

Marcopolo asintió.

—Este mundo está construido sobre caos. Y yo soy un especialista en él.

Kurogiri observó la escena, sin decir palabra alguna, pero entendiendo perfectamente lo que estaba ocurriendo. La Liga de Villanos, con esta nueva alianza, estaba dando un paso más hacia la destrucción total.

La misión estaba en marcha. La oscuridad se apoderaría de la ciudad una vez más, y ahora, Marcopolo era parte de esa oscuridad...

Final del capítulo 10