Chereads / El slencio de las rosas / Chapter 3 - Confesiones bajo las estrellas

Chapter 3 - Confesiones bajo las estrellas

El día siguiente pasó en un abrir y cerrar de ojos. Las horas se escurrieron entre las clases de la escuela y los deberes en casa, pero a medida que la noche caía, una inquietud crecía dentro de mí. Sentía una necesidad inexplicable de volver a aquella casa,sobre todo,ver de nuevo a esa mujer.

Después de cenar con mis padres,les pedí el permiso e informe a dónde iva contando con su aprobación,acto seguido salí de casa, encaminándome nuevamente por el sendero que ya comenzaba a conocer tan bien. El aire fresco de la noche me envolvía, y el cielo estrellado parecía más brillante que la noche anterior, como si las estrellas se hubieran acercado solo un poco más a la tierra.De todos modos tenía la certeza de que siempre que fuera sería bien recibido por el matrimonio.

Cuando llegué a la casa, la encontré sumida en una paz casi absoluta. La luz en las ventanas estaba apagada, salvo por un tenue resplandor que provenía de la terraza. Me acerqué y, para mi sorpresa, vi a Isabel sentada en una mecedora de madera, fumando un cigarrillo mientras miraba envuelta en sus pensamientos hacia el horizonte.

-Ey Isabel que tal-la saludé con una sonrisa mientras me ponía en la terraza.

Isabel levantó la vista, pareciendo salir de sus pensamientos al oír mi voz. Me devolvió la sonrisa, aunque había un dejo de tristeza en sus ojos.

-Ah eres tu...Hola Carlos. Pablo y Alejandro están durmiendo ya -me informó, apagando su cigarrillo en un cenicero de fino cristal que tenía al lado-. Pablo tuvo un día bastante duro en el trabajo hoy y llegó muy exhausto,esos ricos son muy exigentes.

-Vaya,debe estar verdaderamente muy cansado entonces -respondí, sintiendo una punzada de preocupación por mi nuevo amigo-.Disculpa Isabel, No quería molestar...

-No no,no molestas para nada -interrumpió Isabel, su tono suave pero firme-.Si quieres Puedes quedarte y conversar conmigo un rato. Digo si no te diera pena?.Para tu información los amigos de mi esposo también son mis amigos

La calidez en su invitación disipó cualquier duda que pudiera haber tenido. Asentí, aceptando su oferta, y me senté en la otra silla que había junto a la mecedora. La terraza estaba iluminada solamente por un foco que iluminaba todo el patio y también por la luz plateada de la luna, y aquel silencio de la noche que nos envolvía como una manta suave.

Isabel me miró con curiosidad, sus ojos reflejando la luz de las estrellas.

-Cuéntame más sobre ti, Carlos. No hemos tenido mucho tiempo que digamos para conocernos, solamente la cena de ayer y pues ya.

Sonreí ante su pregunta, sintiéndome un poco expuesto, pero a la vez, agradecido por su interés.

-Bueno,emmm, soy un estudiante de secundaria -comencé, rascándome la cabeza mientras buscaba las palabras adecuadas-. Tengo 16 años y vivo con mis padres. Me gusta estudiar, siempre he sido curioso por naturaleza, aunque también disfruto de la tranquilidad de este pueblo. Es un lugar donde uno puede pensar, leer, y no sentirse presionado por el mundo exterior.

Isabel asintió, escuchando atentamente arrecostada al espaldar de la mecedora .

-Se nota que eres un buen chico, Carlos. Es raro encontrar a alguien tan joven que sea tan reflexivo y amable como es tu caso.

-Muchas Gracias, Isabel -respondí, algo avergonzado por el cumplido-. ¿Y tú? No sé mucho sobre ti más allá de lo que me has contado anoche. ¿Cómo es tu vida?

Al hacerle la pregunta, vi cómo su rostro se tensaba ligeramente. Un suspiro escapó de sus labios antes de que pudiera responder . El silencio que siguió fue denso, cargado de un peso que no comprendía del todo.

-No siempre he sido como me ves ahora,no todo es de color rosa-comenzó finalmente, su voz baja y cargada de melancolía-.Soy una mujer de 21 años,Antes de mudarme aquí con Pablo,vivía en otro pueblo. Era joven, y... bueno, digamos que tenía una vida llena de aventuras,no me importaban los estudios,siempre viví con la ilusión de encontrar finalmente a un esposo que me amara y me mantuviera como una reina.Fue entonces cuando conoci a Pablo en aquel entonces tenía 17 años,el había hido a la casa a hacerles unos arreglos al auto de mi padre,allí nos hicimos amigos y al poco tiempo en novios. Nos casamos cuando cumplí 18, y él me trajo a vivir a esta casita para independisarnos.

Hizo una pausa, como si estuviera decidiendo qué tanto decir. Yo me mantuve en silencio, dándole espacio para que continuara a su ritmo.

-A los 19 años, di a luz a Alejandro, nuestro pequeño. Fue un momento de mucha alegría, pero las cosas no creas que siempre fueron fáciles entre Pablo y yo. -Isabel dejó escapar otro suspiro, esta vez más pesado-. Siendote sincera y aprovechando la confianza quiero decirte que mi esposo no es tan lo que parece en realidad ante el público.Pablo tiene... una manera de ser que a veces me resulta difícil. Puede ser dominante, machista incluso, y sus celos desmedidos han causado muchas disputas. A veces, inventa unas excusas como son para salir supuestamente a "trabajar" en la casa de algún vecino, sabiendo yo que no es tan así ,y eso solo empeora las cosas.

Me causo gran asombro la confesión de Isabel,Mi mente se llenó de preguntas, pero no quería interrumpirla. Isabel parecía estar sacando a la luz algo que había estado guardando durante mucho tiempo.Pablo no era auténticamente como se mostraba a los demás.

-Hubo una situación poco después de que nos casamos -continuó, su voz temblando ligeramente-. Una chica un poco más joven que yo, llamada Daniela,la conoces?

-Que !!!.Te refieres a Daniela la muchacha que vive al final del pueblo?

-Esa misma es !!!-exclamo fuertemente -Ella comenzó a coquetear con Pablo. Llegaron incluso a tener una relación íntima, algo que me destrozó cuando pude descubrir. Confronté a Daniela, y desde entonces nos convertimos en enemigas. No puedes imaginar lo que fue para mí enfrentar eso y conocer la verdadera esencia oculta de mi ( querido esposo).Lo perdone,y solamente lo hize por esa pequeña criatura que nació de nuestro "Supuesto amor" por asi decirlo Carlos.....Por asi decirlo.

Isabel guardó silencio, mirando hacia el suelo comenzó a sollozar,como si estuviera reviviendo esos momentos dolorosos de su matrimonio. Yo no sabía qué decir; mi mente estaba inundada con la revelación de sus palabras. Aquella mujer que me había recibido con una sonrisa la noche anterior, ahora me mostraba una parte de su vida marcada por la traición y el desengaño.

Finalmente, levantó la vista secándose las lágrimas y me miró, esbozando una sonrisa cansada.

-Perdona por contarte todo esto, Carlos. Solo... necesitaba desahogarme con alguien desde hacia tiempo. Pero no te preocupes, todo eso ya es pasado. Como te dije,solo trato de seguir adelante, por Alejandro, por mi familia.

Me quedé en silencio por un momento, intentando procesar todo lo que me había dicho. Finalmente, encontré las palabras que creía adecuadas.

-Isabel, no tienes que disculparte. Me enorgullesco de que confíes en mí para contarme esto. Y si alguna vez necesitas hablar, estaré aquí dispuesto a escucharte mi amiga.

Sus palabras me tocaron profundamente en el alma, y me levanté de la silla, sintiendo un impulso de protegerla,le coloque la mano en el hombro y le di un beso en su cabeza,sentí el deber de alejarla de todas esas sombras que parecían acorralarla.Despues de tranquilizarla ambos nos dirigimos al portón, la despedida habitual como siempre, pero esta vez, el aire estaba cargado de algo más, una especie de entendimiento silencioso entre nosotros.

-Gracias por ser tan comprensivo, Carlos -me dijo Isabel mientras encendía otro cigarrillo-. Eres una buena persona, no cambies nunca para seguir contando contigo.

-Gracias, Isabel,y gracias por tener la confianza de contarme lo de Pablo y su matrimonio. Y no te preocupes,Tus confesiones serán guardadas en un cofre.A partir de ahora, vendré a visitarlos todas las noches. Es una nueva rutina que estoy dispuesto a mantener.

Isabel me miró, y por un breve instante, sus ojos brillaron con una mezcla de esperanza y gratitud. Después de despedirnos, comencé a caminar de regreso a casa, con una sensación de determinación en mi pecho,y reflexionando sobre las confesiones de Isabel .

Pero una cosa era segura: no los dejaría de visitar, principalmente a Isabel . Algo me decía que mi presencia, aunque pequeña, podría marcar una diferencia en sus vidas. Y quien sabe, de alguna manera, también la monotonía de la mía.