Una tarde mientras estaba en la casa haciendo unos estudios con documentos en la laptop,y por supuesto,ansioso de que llegara la noche para encontrarme con Isabel, mi madre me pidió que fuera al mercado local para comprar algunas hortalizas que necesitaba para la cena. Mientras caminaba por el sendero polvoriento, mi mente no dejaba de regresar a aquella noche en casa de Pablo e Isabel. Los recuerdos se entrelazaban en mi cabeza, llenándome de toda una mezcla de emoción, culpa y una ansiedad latente que no podía ignorar. Cada paso que daba me llevaba más cerca del mercado, pero también me hundía más en mis pensamientos.
Cuando llegué al mercado, me encontré con una escena que no esperaba. Allí, apoyada en el mostrador y hablando con el dependiente, estaba la mismísima Daniela,si la misma. La reconocí de inmediato; La mayor enemiga de Isabel, la mujer que había coqueteado con Pablo a tal punto de mantener una relación intima con el, causando un abismo de desconfianza en su matrimonio. De unos 19 años , Daniela era conocida y temida en el pueblo por su lengua afilada y su carácter sarcástico. A menudo se jactaba de ser chismosa y egocéntrica, y no se detenía ante nada para entrometerse en los asuntos ajenos y divulgar los mejores chismes.
—Como pudo ser que Pablo engañara a su esposa con una víbora de cascabel como Daniela ?—me preguntaba a mi mismo reflexionando sobre aquel acto de Pablo
Intenté pasar desapercibido, fingiendo no prestarle atención, pero parecía que mi presencia no pasó desapercibida para ella. Daniela, con su sonrisa irónica, se dirigió a mí con un tono que solo podía describir como venenoso.
—Vaya,vaya, pero a quien tenemos aquí, si es el niño más estudioso e inteligente que tiene este pueblucho—dijo con sarcasmo, sus palabras rezumando malicia—. El joven de casa ,muy educado y tan bien portado, ¿verdad? Qué orgullosos deben sentirse esos padres eh ?.
La manera en que pronunciaba cada palabra, cargada de doble sentido y digamos que un tanto de envidia, me dejó claro que no estaba allí solo para hablar de trivialidades. Algo en su mirada me hizo sentir que sabía más de lo que dejaba ver, y me di cuenta de que debía tener cuidado.
—Buenas, Daniela —respondí con la mayor calma posible, esforzándome por mantener la compostura—. Solo vengo a hacer algunas compras para la casa,Así que por favor si eres tan amable y me permites.
Pero Daniela no estaba dispuesta a dejar ir a su presa tan fácilmente. Se acercó un poco más, reduciendo la distancia entre nosotros, y con un gesto de complicidad fingida, continuó:
—Oh, claro. Pero...sabes.... he oído algunas cosas demasiado interesantes por el vecindario. Dicen los buenos vecinos que has estado pasando mucho tiempo en la casa de Isabel y Pablo. Digamos de visitas nocturnas, ¿verdad? No es curioso... —hizo una pausa deliberada, observándome con una mezcla de burla y malicia calculadora —, pero me pregunto... ¿qué es lo que un joven tan educado como tú, hace todas las noches,para ser exactos,con la esposa de otro hombre!?
Su insinuación fue clara, su tono cargado de una malicia que solo una persona como Daniela podía manejar con tanta habilidad maestra. Mi corazón latía con fuerza, y por un instante consideré qué decir. Sabía que sus deseos de buscar información en mi se hacían más claros que el agua ,cualquier cosa que respondiera debía de ser bien pensado y meticulosamente calculado.
—Pues permíteme aclararte que solo somos amigos, para tu infromacion Daniela —respondí, intentando sonar convincente, aunque en el fondo sabía que no era completamente cierto—. Pablo e Isabel son excelentes vecinos, y solo paso por allí para compartir un rato con ellos y pasar el tiempo. Nada más.
Daniela me observó detenidamente, como si estuviera sospechando mis palabras, buscando algún indicio de duda en mi rostro. Finalmente, una sonrisa sardónica se dibujó en sus labios.
—Ahhh, claro, claro. Solo amigos entiendo... —repitió con tono burlón, como si no creyera ni una palabra—. Bueno, en este pueblo, todos son solo amigos, ¿verdad? Cuídate mucho Carlitos.
Con eso, el dependiente me entregó las hortalizas que había pedido. Antes de irme, Daniela, en un último acto de sarcasmo, me dedicó una sonrisa irónica y dijo:
—Cuida bien de las rosas de tu jardín, querido. A veces, las espinas más pequeñas son las que más duelen.
Su frase, cargada de significado, me dejó inquieto. Sabía que Daniela era peligrosa, alguien que no dudaba en manipular las verdades a su favor, y me di cuenta de que debería ser más cuidadoso.
—Cuidate mucho Daniela,y no te guíes mucho por lo que dicen los demás,es un dulce veneno capaz de volverte adicto—le decía mientras me giraba para volver a mi casa
Esa noche, como de costumbre, fui a casa de Pablo e Isabel. Al llegar, encontré a Isabel sentada en su mecedora en la terraza,tenía una blusa transparente puesta,estaba fumando un cigarro.Al verme rápidamente se lanzo sobre mi a besarme y abrazarme con inmensa alegría, pero había algo en sus ojos que indicaba que no todo estaba bien.
—Te extrañe tanto Carlos—me susurraba al oído mientras me abrazaba
—No sabes cuánto anhele la llegada de la noche Isabel,ni te imaginas cuánto— le decía acariciando su pelo
—Tranquilo,Pablo llegó del trabajo y se acostó a dormir,así que tenemos la noche para nosotros-me decía seductoramente
Acto seguido entramos a un pequeño cuarto que había en la terraza de la casa donde Pablo guardaba sus herramientas y cosas e Isabel tenía una vieja y polvorienta cama de la cual habíamos echo nuestro nido de amor.Después de entregarnos a la pasión y saciar nuestros deseos en el viejo cuartito del placer , decidí hablarle de Daniela y de los rumores que circulaban por el pueblo.
—Isabel, hoy vi a Daniela en el mercado. Ella sabe... o al menos sospecha algo —le dije, sin rodeos, mientras la miraba a los ojos acostados a su lado—. La gente está hablando de mi rutina de visitar la casa cada noche. Los vecinos empiezan a murmurar y puede tener consecuencias.
Isabel suspiró,encendió un cigarro y por un momento, su rostro se oscureció con una sombra de preocupación. Pero rápidamente, recuperó su compostura y me miró con determinación.
—La sociedad como siempre entrometida en todo lo que no le incumbe sin dejar vivir a las personas su vida...Y esa víbora de Daniela por otro lado ufff.Eso solo significa que debemos ser más precavidos, Carlos —respondió, acariciando suavemente mi rostro—. Sabes que este es nuestro secreto, y no podemos permitir que nadie lo descubra. De ahora en adelante, negaremos todo. Que los vecinos hablen lo que quieran; nosotros disfrutaremos de nuestra verdad, a sus espaldas,eso es lo que hay que hacer.
Nos miramos sonrientes en silencio durante unos segundos, comprendiendo que nuestra relación debía de ser aún mas discreta posible .Nos dimos la mano mirándonos fijamente con una dulzura extrema,y después nos besamos apasionadamente, sellando nuestro pacto, y como siempre, nos despedimos en el añejo portón el cual era testigo de nuestras despedidas , con la promesa de vernos las noches siguiente y aumentar la llama de nuestra clandestina relación.
Mientras caminaba de regreso a casa, sabía que estaba jugando con fuego,que lo que hacía no era correcto. Pero no podía evitarlo,no podía resistirme a esa mujer. Había algo en la intensidad de mi relación con Isabel que me atraía, me atrapaba, y me hacía ignorar todas las advertencias,al igual que a ella le sucedía lo mismo sentimentalmente. Los rumores podían crecer, las sospechas podían aumentar, pero mientras pudiéramos mantener nuestro secreto,como un pacto nocturno ,nada más nos tendria que importar.