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Chapter 6 - Encuentro inesperado

Aquella mañana, mientras desayunaba, mi padre me interrumpió con una orden que no podía rechazar. Me pidió que fuera a casa de Pablo a pedirle unas herramientas. Necesitaba reparar algunas cosas en la casa, y dado que Pablo y yo éramos amigos, me pareció una solicitud razonable.

Caminé hasta la casita de Pablo con la familiaridad de quien ya ha recorrido ese camino infinidad de veces. Al llegar, empecé a llamar a Pablo e Isabel, esperando que uno de los dos respondiera. Sin embargo, en lugar de ellos, una señora salió de la cocina, vestida con un delantal y con una apariencia que revelaba unos bien llevados 52 años.

—¿Buscas a Pablo o a Isabel, muchacho? —preguntó con una voz firme pero amable—. Isabel no está aquí , se fue a visitar a sus padres con el niño. Pero Pablo sí está en casa,se encuentra en el patio.

Su presencia me tomó por sorpresa, y no pude evitar sentirme un poco nervioso. Antes de que pudiera contestar, la señora me miró fijamente y preguntó con curiosidad:

—¿Y tú quién eres muchacho?

Antes de que pudiera responder, Pablo apareció de pronto llegando del  patio, saludándome con gran  entusiasmo.

—¡Carlos mi amigo, qué sorpresa verte por aquí tan temprano! —dijo Pablo con una sonrisa. Luego, se giró hacia la señora—.Mire madre, él es Carlos, el hijo de nuestros vecinos cercanos Doña Rosa y Don Esteban los recuerda?,se ah convertido para mí en un gran amigo después de resolverme un tremendo favor.

—Un placer,Josefina para servirle—dijo finalmente con una sonrisa amable, aunque noté un destello de desconfianza en sus ojos.

La señora, que ahora sabía que era Doña Josefina, progenitora de Pablo, me observó con detenimiento completamente mientras se mantenía fija, como si tratara de recordar si alguna vez había oído hablar de mí. Aunque conocía a mi familia, parecía que yo no le resultaba familiar.

Josefina siguió a la cocina para organizarla.Pablo me preguntó si había algo en particular que necesitaba, y le expliqué la razón de mi visita, mencionando que mi padre necesitaba algunas herramientas. Sin dudarlo, Pablo accedió a prestármelas, mostrando su habitual generosidad y su confianza absoluta.

Después de eso, Pablo cerro la casa y todos salimos juntos al portón. Pablo iba a acompañar a su madre a su casa, y yo regresaba a la mía con la caja de herramientas en mano. Aunque la despedida fue cordial, no pude evitar sentir una leve incomodidad bajo la atenta mirada de Doña Josefina.

Esa noche, siguiendo la misma rutina de siempre, regresé a la casa de Pablo e Isabel. Isabel ya había vuelto de su viaje y me recibió con una sonrisa un poco forzada  en la puerta. La saludé con un abrazo, y le pregunté  cómo había estado su visita a sus padres junto con el niño.

—Fue agotador, pero al menos pude verlos —respondió Isabel mientras tomaba la caja de herramientas que le había llevado—. Gracias por traerlas. Pablo ya está dormido ,agotado también de la rutina de trabajo del dia, así que las guardaré yo misma.

Después de colocar la caja en su lugar,nos acomodamos en la terraza como siempre en las mismas mecedoras  listos para la  conversación mocturna. Le conté cómo, en su ausencia, había conocido a Doña Josefina, su suegra. Isabel suspiró profundamente, como si recordara algo incómodo, y luego me miró con una mezcla de resignación y desdén.

—Esa señora es toda una pieza de ajedrez Carlos —dijo con un tono que reflejaba una mezcla de frustración y respeto mientras encendía un cigarro.

—¿A qué te refieres? —le pregunte con tono serio, curioso por saber más.

Isabel comenzó a narrame la historia de su relación con Doña Josefina. Me reveló que, cuando ella y Pablo comenzaron a salir, su suegra se opuso rotundamente al noviazgo ya que no le simpatizaba. La trataba con desdén e indiferencia. contaba que Despues del casamiento, su suegra iba todos los días a la casa de su hijo a inspeccionar con autoridad que ella estuviera cumpliendo con los roles de una mujer casada,también se enteró por los propios vecinos que se lo contaron que  Josefina  quería que Pablo se casará con Daniela por las estrechas relaciones existentes entre ambas familias, incluso llegando a ser cómplice de ocultar la relación de amantes clandestinas de Pablo y Daniela.Cuando Isabel quedó embarazada de Pablo, Doña Josefina chismeó por todo el vecindario, sugiriendo que el niño no era de su hijo. Negaba a su propio nieto diciendo que seguro era alguna infidelidad más de las que tantas seguramente habría causado Isabel,hasta que el bebé nació, y no pudo negar el evidente parecido con Pablo,y es más,tardo tiempo en aceptarlo completamente pero comenzó a tenerle un amor de abuela incondicional como debe ser.

—Nunca hemos tenido una buena relación —confesó Isabel—.Te lo digo porque Josefina es una mujer de ideales muy  conservadores, si es bastante  extrovertida,chismosa,entrometida hasta el extremo y exigente. pero si  Ama a su hijo y a su nieto, eso es indudable, pero conmigo siempre ha sido indiferente por no ser el mejor partido para su hijo según ella. Aunque, debo admitir, cada vez que la llamo para que se quede en la casa cuando tengo que salir, siempre acepta e incluso me organiza todo en la casa y me cuida el niño. Es difícil de entender pero es mi suegra que se le va a hacer.

Nos miramos en silencio durante un momento, compartiendo una comprensión tácita de lo complicado que podía ser el entorno familiar. Finalmente, nos despedimos con un beso apasionado, aunque esa noche no nos entregamos a la pasión y el placer como solíamos hacerlo. Isabel me confesó que se sentía agotada por el viaje, y además, estaba experimentando unas náuseas que la tenían preocupada.

—No te preocupes, Carlos —me dijo suavemente mientras pasaba la mano por la espalda—. Solo estoy cansada. Necesito descansar un poco,Gracias por demostrar tu manera de amar atraves de  tu preocupación.

Asentí, aunque en mi interior un presentimiento comenzaba a gestarse.La historia  de la relación entre nuera y suegra.Ademas de  esa sensación de inquietud me acompañó durante el camino de regreso a casa. Mientras caminaba bajo el cielo estrellado, no podía evitar imaginar lo que el agotamiento y las náuseas de Isabel podrían significar. La preocupación se instaló en mi pecho, y supe que las cosas podrían estar a punto de cambiar.