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Chapter 3 - Capitulo 3

Capítulo: "Los Rivales Sin Causa y la Villana de Telenovela"

Como si no fuera suficiente con lidiar con la comida sospechosa, los "torneos" para ver quién es el menos patético de todos, y los adolescentes haciéndose los héroes, también tengo que soportar a una horda de "rivales" autoproclamados. Porque sí, resulta que, en este mundo, una simple sonrisa de una chica linda hacia tu dirección es motivo suficiente para que el 80% de los aspirantes a héroe te declaren la guerra.

Ahí estoy yo, tratando de pasar desapercibido en una esquina de la academia, cuando de repente noto que me están mirando con odio. Literalmente, odio. ¿La razón? Pues resulta que una de las chicas más lindas de la academia decidió hablarme el otro día. Ni siquiera fue una conversación de esas profundas, no; fue una charla rápida, algo de "¡Hola, tú eres nuevo, verdad? ¡Qué emocionante tener a alguien diferente por aquí!". Pero, claro, ese simple "hola" fue el equivalente a un terremoto en la academia.

Desde entonces, tengo a toda una liga de "rivales" autoproclamados que se turnan para aparecer de la nada, mirarme con cara de asco, y soltarme frases que parecen sacadas de una novela de fantasía barata. "¿Qué crees que haces hablando con mi dama?", "No te creas tanto solo porque ella te miró", y mi favorita: "Solo los dignos merecen su atención". Sí, señores, "los dignos". Como si estuviéramos en una saga épica y ellos fueran los guardianes del honor de las chicas.

Y claro, la cosa no se queda ahí. Estos "rivales" no se limitan a odiarme en silencio; no, no. Uno tras otro se me acercan en el patio de la academia, en los pasillos, incluso durante las prácticas de combate. Porque, por alguna razón, parece que soy el punching bag oficial del campus. Si no me retan a duelo, al menos tratan de humillarme en combate. "¡Muestra tu verdadero poder, si eres tan valiente!" me gritan algunos. Yo solo me los miro y pienso: "Mi verdadero poder es la paciencia que tengo para no ponerles un cartel de 'impostor' en la frente y mandarlos al manicomio más cercano".

Sin embargo, la joya de esta tragicomedia no son mis rivales (que de todas formas, nunca logran nada), sino la "villana". Porque, claro, no podría faltar la típica chica noble, sofisticada, con voz seductora y una mirada que parece sacada de un drama de la televisión. Ella es todo lo que los clichés dictan: hermosa, poderosa y, por supuesto, con una actitud de diva insoportable. Aparece en todos lados con una sonrisa como si todo el mundo fuera su escenario personal.

Su nombre… ¿importa? Dudo que dure lo suficiente en mi vida para recordarlo. Pero llamémosla "Lady Perfección" por ahora, porque es exactamente como ella se considera. Lady Perfección tiene todo un séquito de admiradores y un aura que intimida a la mayoría, menos a mí, claro. Porque yo tengo la habilidad especial de no caer rendido ante su teatro. Y ella no soporta eso. De hecho, es posible que yo sea el único idiota que se atreve a ignorarla, lo que parece ser un crimen en este mundo.

Resulta que Lady Perfección está acostumbrada a que todos caigan rendidos a sus pies, especialmente cuando decide "poner el ojo" en alguien. Y adivinen quién ha sido el afortunado esta semana: yo. Ahora parece que todo su propósito en la vida es demostrarme que, en teoría, debería rendirme ante ella. Cada vez que pasa a mi lado, me lanza una de esas miradas que deberían derretir corazones y después hace algún comentario sarcástico sobre mi "falta de modales" o "la poca clase que tengo". Yo solo la miro, medio bostezo y sigo con lo mío, lo que hace que su desprecio crezca exponencialmente.

El otro día, mientras yo intentaba almorzar, se me acercó con su séquito de chicas y, en voz alta, comentó: "¿Y así pretendes ser alguien en esta academia? Ni siquiera comes como un caballero". Porque claro, hasta en cómo masticas la comida tienes que demostrar "nobleza". Le sonreí con la mayor cara de indiferencia y le contesté: "Oh, perdona, olvidé que teníamos un protocolo de masticado en el manual de la academia. ¿Debería morder en ángulos específicos?" Por alguna razón, mis comentarios sarcásticos no le hacen mucha gracia, pero no se rinde. Es como si fuera un juego para ella; entre más la ignoro, más se empeña en "ponerme en mi lugar".

Lo mejor de todo es que Lady Perfección no puede resistirse a hacer apariciones dramáticas en medio de los entrenamientos, especialmente si mis "rivales" están cerca. Cada vez que uno de ellos intenta retarme, ella aparece, cruza los brazos y se limita a observar, como si estuviera evaluando una competencia de talentos. Lo peor es que hace comentarios en voz alta, cosas como "Pensé que ibas a mostrar algo de habilidad", o "Vaya, decepcionante". Y yo ahí, tratando de no estallar de risa mientras observo a mis rivales ponerse rojos de furia e intentarlo una y otra vez, fallando miserablemente.

Mi vida en la academia es una tragicomedia interminable, una serie de clichés de fantasía tirados uno sobre otro. Pero la ironía no se detiene. Aquí estoy, lidiando con rivales que se autoproclaman mis enemigos, con una villana que se ha obsesionado conmigo solo porque me niego a tratarla como la reina del universo, y con una chica que, inocentemente, me metió en este circo solo por ser amable conmigo.

Así es la "bendita" vida en un isekai: una cadena de dramas ridículos, rivalidades sin sentido, y personajes sacados de la peor novela de fantasía jamás escrita. Mi "aventura" aquí no tiene monstruos épicos ni batallas gloriosas. Tiene torneos de patanes, chicas con problemas de actitud, y una rutina tan absurda que cada día me pregunto si es real o si alguien se está riendo de mí desde otra dimensión.

En fin, sigo adelante, sobreviviendo entre duelos innecesarios y comentarios sarcásticos de Lady Perfección, mientras sueño con el día en que alguien decida tirar una bomba de realidad sobre esta academia para que todos despierten y se den cuenta de que ser un "héroe" aquí no es más que una broma, y que en este mundo de magia y espadas, la verdadera lucha es, al parecer, tratar de no volverse loco.