Capítulo: "La Fuente de Ingresos y el Gremio de Aventureros: Una Trampa para el Idiota"
¿Y cómo, se preguntarán, mantengo mi vida en este "edén medieval"? Ah, pues, aquí es donde entra en juego una joya de este mundo que pensé que solo existía en las historias para geeks: ¡el gremio de aventureros! Sí, señoras y señores, esa ridícula organización existe, y tengo que ir religiosamente cada semana a reportarme para no morirme de hambre o verme obligado a dormir en un establo con vacas. Y antes de que me pregunten, sí, sé que suena patético que yo, un oficial de inteligencia con un CV digno de Hollywood, termine dependiendo de una estructura medieval que se dedica a dar "misiones" a tipos con más músculos que cerebro. Pero bueno, cuando uno cae en el infierno, tiene que adaptarse.
Así que aquí estamos, una vez más, entrando a la sede del gremio, donde se mezcla el olor a cerveza rancia con el de armaduras oxidadas y sudor. Cada vez que abro la puerta, siento que estoy entrando a una taberna medieval en la peor parte del mundo. Los tipos me miran de arriba abajo, algunos con respeto, otros con celos —la mayoría de estos son mis rivales autoproclamados que, por algún motivo místico, creen que soy su peor enemigo porque Lady Inocencia me habla—, y unos pocos con miedo, especialmente después de que volví de una misión enfrentándome a un par de wyverns como si fueran mascotas rebeldes. Pero, en fin, esas son las recompensas de un hombre de "alto rango" que ha aprendido a moverse entre burros con espadas y novatos con ilusiones heroicas.
Y es que, amigos, si algo he aprendido de este lugar, es que la escala de "misiones" aquí está diseñada para filtrar al débil del desesperado. Cuando llegué, me dijeron: "Debes empezar con misiones pequeñas y probar tu valía". ¿Disculpa? ¿Probar mi valía? Lo que estos tipos no entienden es que tengo las benditas Piedras del Infinito, las mismísimas joyas del universo. Con un chasquido, podría reescribir las leyes de la física de este mundo, pero claro, aquí estoy, en fila, esperando que el tipo que apenas sabe leer me dé permiso para matar goblins o buscar hierbas en un bosque como un campesino perdido.
Pero ya me conocen, no vine aquí para juntar centavitos cazando ratas. Yo solo tomo las misiones más difíciles, las que pagan mejor y las que, casualmente, nadie más quiere hacer porque son "demasiado peligrosas". Porque, claro, cuando un trabajo implica enfrentar dragones, wyverns o bestias legendarias que devoran hombres de un solo bocado, de repente todos se quedan callados y me miran como si yo fuera el loco. Y, honestamente, no los culpo; después de todo, si no tuviera las piedras del infinito y las habilidades de John Wick, probablemente estaría entre esos aventureros mordiéndose las uñas, mirando de lejos la misión más difícil.
Ahora, ustedes se preguntarán, ¿cómo logro salir de estas misiones sin un rasguño y encima con una sonrisa en la cara? La respuesta es simple: imaginen a John Wick, ese tipo que entra a una habitación y en cinco minutos todo el mundo está en el suelo, pero súmenle las gemas del infinito. ¿Un dragón que escupe fuego? Oh, pobre criatura, no tiene ni idea de en qué se está metiendo. Apenas me ve y ya está pensando en regresar a su cueva y hibernar unos cien años más. El gremio ya ni se molesta en asignarme compañeros para las misiones. La última vez que intentaron acompañarme, los dejé en la entrada de la cueva y volví en cinco minutos con el tesoro y la cabeza del dragón. Los tipos me miraron como si yo fuera algún tipo de deidad infernal. Desde entonces, prefieren dejarme solo.
Y sí, los rumores corren rápido. Ahora, todos en el gremio creen que soy una especie de demonio encubierto, o un mercenario inmortal. ¡Por supuesto que lo soy! Aunque si supieran que mi "magia" es una mezcla de las piedras y habilidades de un asesino del cine, probablemente me obligarían a dar clases o peor, a entrenar a los novatos en cómo sobrevivir sin morir en el primer bosque. Pero no, prefiero mantener mi reputación de "lobo solitario". Y esa reputación, por cierto, tiene un efecto maravilloso en mis rivales autoproclamados. Cada vez que Lady Inocencia se me acerca para preguntarme cómo he hecho alguna hazaña épica, ellos me miran con odio mezclado con un toque de terror. Y yo, obviamente, me río para mis adentros, porque no tienen idea de que lo único que hago es seguir el mismo instinto que usaba en mi antiguo mundo.
Al final del día, vuelvo al gremio, suelto la cabeza de la bestia en el mostrador, y recojo mi pago mientras todos miran con la boca abierta. Es casi cómico ver sus expresiones de asombro, como si acabaran de ver a un fantasma. El gremio se queda en silencio cada vez que vuelvo de una misión. Es un espectáculo que casi me hace sentir nostalgia de los viejos tiempos, cuando caminaba por los pasillos y todos se apartaban para dejarme pasar. Al menos aquí, tengo mi pequeña recreación de esa gloria pasada.
Entonces, cuando alguien se pregunta cómo un "forastero oscuro" como yo mantiene su estilo de vida, la respuesta es simple: me pagan por limpiar la basura del gremio. Y claro, tengo el sistema de misiones envuelto alrededor de mi dedo, porque sé que, mientras sigan habiendo misiones para exterminar dragones o enfrentarse a las fuerzas de la naturaleza, yo estaré ahí, cobrando mis monedas y volviendo a casa, riéndome de cómo todos se escapan de mí, dragones incluidos.