Capítulo: "Piedras, Habilidades y Lady Inocencia"
Entonces, ahí estaba yo, en medio de la academia, soportando la charla de mi autoproclamada "compañera amistosa", Lady Inocencia. La pobre es dulce, sí, pero también ingenua hasta el punto de no ver lo obvio. Porque, claro, para ella todo en la vida se trata de "esfuerzo" y "dedicación". Imagínense, una chica adorable con esa mentalidad que te dice frases como si fueran parte de una campaña motivacional. Así que un día, en su último intento por hacerme un "mejor héroe", me suelta, con su mejor tono de consejera de vida: "¿Por qué no te esfuerzas más?"
Yo no pude evitar soltar una carcajada. Se lo hubiera explicado, pero ¿por dónde empezar? ¿Le digo que no necesito "esfuerzo" cuando tengo las piedras del puto infinito? ¿Que por alguna razón del destino, al cruzar a este mundo, me cayeron del cielo esos seis artefactos que básicamente convierten cualquier esfuerzo en un chiste innecesario? ¿O le cuento que no solo me vinieron las piedras, sino también un paquete premium que, por alguna razón incomprensible, me dio las habilidades de combate de John Wick, el hombre que, según cuenta la leyenda, puede convertir un lápiz en un arma letal y hacer temblar hasta al rey demonio? No, pensé que era mejor dejarla con la duda y, simplemente, me reí y me di la vuelta, dejándola hablando sola.
Mientras me alejaba, pude ver su cara de confusión. Para ella, yo era solo otro estudiante que no entendía el valor del sacrificio. Pero yo sabía que, con las benditas piedras y mis habilidades de asesino, en realidad era más peligroso que cualquiera en esta academia, o incluso que ese supuesto "rey demonio" que todos mencionan en sus leyendas. Porque, spoiler: sí, aquí existe un tipo que se hace llamar el "rey demonio". Ridículo, lo sé. Pero ya veremos quién es más demonio de los dos cuando se cruce conmigo.
Así que ahí ando, en esta dimensión medieval, rodeado de tipos que creen que soy un incompetente solo porque no me "esfuerzo" en sus entrenamientos absurdos. No saben que si quisiera, podría convertir cualquier entrenamiento en un juego de niños. A veces, para entretenerme, uso las habilidades de John Wick cuando me retan. La verdad es que no lo hago por la gloria o por el reconocimiento. Lo hago porque, francamente, me aburro, y ver las caras de mis "rivales" cuando los dejo en ridículo es lo único que me saca una sonrisa en este lugar.
Y cada vez que decido usar esas habilidades, el resultado es el mismo: un rival tirado en el suelo, jadeando, mientras intenta entender qué acaba de pasar. Porque claro, para ellos, soy un misterio. ¿Cómo es posible que un tipo que parece no esforzarse en absoluto tenga ese nivel de precisión, velocidad y puntería? Al final, todos terminan inventándose teorías ridículas sobre mi "verdadero poder oculto". Uno de los rumores es que, en realidad, soy un "príncipe exiliado" de alguna tierra desconocida. Lo gracioso es que les parece más lógico eso que la verdad: que simplemente tengo el poder de las piedras y la habilidad de John Wick porque… bueno, porque sí.
Por supuesto, Lady Perfección no se quedó atrás cuando vio mis habilidades. Me lanzó una de sus miradas evaluadoras, como si fuera una crítica de teatro observando la actuación de un amateur. Luego, se acercó, me miró de arriba abajo y comentó: "¿Sabes? Con ese talento, podrías ser alguien importante. Deberías ponerte a la altura de los grandes." Porque claro, ella piensa que mi destino es ser su caballero o, peor, uno de sus fans. Pero cada vez que me dice algo así, lo único que hago es sonreír y pensar: "Si supieras, Lady Perfección, si tan solo supieras…".
Ah, y Lady Inocencia. No importa cuántas veces la deje con la palabra en la boca, ella siempre vuelve con una nueva charla de autoayuda. El otro día, me encontró practicando puntería, usando mi habilidad para lanzar una piedra y hacerla rebotar en un árbol a tres metros de distancia antes de impactar justo en el blanco. Estaba practicando en mi rincón tranquilo cuando la escucho decir, con un tono de admiración: "¡Wow! No sabía que tenías tanta precisión. Si te esforzaras así en los entrenamientos de la academia, serías un ejemplo para todos."
Le lancé una mirada y pensé: "Oh, claro, Lady Inocencia, porque entrenar con espadas de madera y escudos de cartón es igual de emocionante que saber que puedo hacerle frente a cualquier bestia de este mundo con un chasquido de dedos". Pero, por supuesto, ella no tenía idea de lo que realmente podía hacer. Así que solo asentí, la dejé seguir con su discurso motivacional, y luego me alejé como siempre.
Porque esa es la cosa: no importa cuántos discursos de "esfuerzo" me den, cuando tienes las benditas piedras y el paquete de habilidades de John Wick, todo eso se convierte en ruido de fondo. A veces, hasta se me hace cómico. Imagínense, entrenamientos para aprender a esquivar, a apuntar, a defenderte… cuando podría hacerlo con los ojos cerrados. Y cada vez que me esfuerzo en disimular para que no sospechen, me da un ataque de risa interno. Si tan solo ellos supieran lo que soy realmente capaz de hacer, si tan solo pudieran ver lo fácil que sería para mí borrar del mapa cualquier amenaza que intenten lanzarme.
¿Y el rey demonio? Ese sujeto al que todos aquí temen, como si fuera una especie de mito viviente. Los rumores dicen que es el ser más poderoso de esta dimensión, que nadie puede enfrentarlo y salir vivo. Pero yo, cada vez que escucho una de esas historias, no puedo evitar pensar: "¿Rey demonio? Ja, ni siquiera tiene una idea de lo que es realmente el poder." Porque si alguna vez lo encuentro, lo único que puedo decirle es "buena suerte", porque yo tengo seis buenas razones (y una séptima llamada John Wick) para demostrarle quién es el verdadero monstruo aquí.
Así es, amigos. Este es mi "isekai". Un mundo donde me consideran un vago, donde tengo a una Lady Inocencia que cree en el esfuerzo, una Lady Perfección que me ve como un reto, y una serie de rivales que se creen mis enemigos. Y mientras ellos juegan a ser héroes, yo camino entre ellos con las piedras del infinito y las habilidades de un asesino legendario en la palma de mi mano, sabiendo que si quisiera, podría acabar con esta comedia de una vez.
Pero entonces, ¿por qué no lo hago? Fácil. Porque la vida sin un poco de entretenimiento es aburrida. Así que, hasta que llegue el momento de usar mi verdadero poder, seguiré aquí, fingiendo que el esfuerzo es importante, que Lady Inocencia tiene razón, y que Lady Perfección algún día me entenderá. Hasta entonces, disfruto el espectáculo y sonrío cada vez que alguien me reta, sabiendo que, al final, el que realmente tiene el control soy yo.